La strip
Ya en las aventuras posteriores, el menor de los hermanos Barry fue afianzándose en la franquicia e impuso su forma de dibujar, fuertemente influenciada por su hermano mayor al que había estado ayudando en las tiras diarias de Flash Gordon y en otros trabajos anteriores. La serie adquirió un ritmo más ágil, unos personajes secundarios más definidos y unas escenas de acción mucho más espectaculares.
Sin embargo, el auténtico cambio se produjo en la faceta argumental. Falk aprovechó el relevo de dibujante para dotar al personaje de un entorno más acorde con la época en que se publicaba y también para suprimir ciertos anacronismos que convertían esta serie en un producto rancio y con ciertos toques racistas.
El personaje central se mantiene. Es la historia del hombre que dedica su existencia a combatir el crimen y la injusticia, completamente enmascarado, siguiendo el juramento de un antepasado que fue atacado por los piratas y que naufragó en la costa africana. Este familiar jura ante la calavera del corsario que asesinó a su padre que: “… dedicaré toda mi vida a destruir la piratería, la codicia, la crueldad y la injusticia en todas sus formas y juro también que mis hijos y los hijos de mis hijos seguirán mi tarea”. Y es la segunda parte del juramento la que acaba conformando la leyenda de The Phantom ya que, a ojos de criminales y habitantes de la región, el justiciero es inmortal. Para conseguir sus fines, esta dinastía de vigilantes adopta un llamativo uniforme, con antifaz incluido, que pasa de padres a hijos, se refugia en una recóndita cueva en medio de un bosque profundo y extiende todo tipo de leyendas para insuflar el terror en el corazón de los criminales. El actual es el número 21 de la estirpe y lucha contra los criminales con dos pistolas, acompañado de un perro lobo llamado Satán y de un caballo blanco que responde al nombre de Héroe. Cuando muere el progenitor su hijo asume la tarea, renovando el juramento y perpetuando la leyenda de The Phantom, el Duende que Camina.
Con estas premisas Lee Falk elabora a mediados de la década de los 30 una serie de argumentos folletinescos donde combina aventura y exotismo que serán la base de lo que más tarde sería el género de los superhéroes. Su strip destaca por la teatralidad de las situaciones, por contar con personajes femeninos audaces y desinhibidos y por los dibujos originales y sugerentes de Ray Moore.
Tras la II Guerra Mundial, Moore no puede seguir con el trabajo debido a las secuelas físicas y psicológicas del conflicto y es substituido por Wilson McCoy un artista más limitado y convencional. Paralelamente los argumentos de Falk se vuelven repetitivos y anacrónicos manteniendo una visión colonialista del mundo y cayendo a menudo en un cierto racismo trasnochado.
Sin embargo, la serie se vende de manera excelente y su difusión alcanza varios centenares de periódicos estadounidenses y se expande al comic book tanto en Norteamérica como en países como Australia, Suecia, Nueva Zelanda, India, Italia, Yugoslavia y muchos más.
Es en este contexto que al inicio de la década de los 60, Falk ve la necesidad de darle un giro a la franquicia y renovar superficialmente su aspecto para potenciar su impacto.
Para hacerlo abandona el aspecto colonial del escenario y transforma el reino de Bengalla en un país moderno, donde la industria erosiona la jungla y donde la sociedad ha adoptado la forma de vida occidental. Las aventureras que rodeaban al personaje principal – especialmente su prometida Diana – se convierten en mujeres con trabajos socialmente “relevantes”, como enfermeras de la ONU u ocupaciones similares y el gobierno de la región ya no lo ejercen patriarcas blancos militarizados si no hombres negros que se enfrentan desde posturas ideológicas distintas. Desde los que abrazan la dictadura hasta los que defienden la democracia parlamentaria. Un representante de esta última corriente ideológica, el doctor Luaga, acabará gobernando la región con el beneplácito de Naciones Unidas y por supuesto el apoyo de nuestro “Duende que Camina”.
Es la activa participación de Naciones Unidas en las tramas uno de los aspectos que más sorprenden en este nuevo enfoque de la strip. Cuando se desencadena una epidemia en Bengalla y sus regiones cercanas, es la ONU quien envía a una dotación médica para atajarla y no los Estados Unidos como solía ser habitual en las ficciones norteamericanas y cuando el presidente elegido por el Congreso del país africano es derrocado por un militar golpista, es este organismo multilateral quien encarga a The Phantom que solucione el conflicto. Toda una sorpresa.
Y es que Falk, siempre atento a los vaivenes sociales emergentes, aprecia en la ciudadanía norteamericana un cierto aire de multilateralismo, un cierto cansancio del imperialismo dominante que le resulta muy interesante para explotar en una serie que se exporta a países de todo el mundo. Sin embargo, esta tendencia a la apertura de la sociedad norteamericana será abruptamente frenada cuando una bala atraviesa el cráneo de su presidente en la ciudad de Dallas en 1963.
Para ilustrar la endeble profundidad de los cambios ejercidos por Falk, es muy elocuente la forma en que resuelve el conflicto político entre las dos facciones aspirantes a gobernar la República de Bengalla. Literalmente con una lucha entre los dos líderes rivales a pecho descubierto y con las manos desnudas. Esto sí bajo la atenta supervisión del representante de la ONU, nuestro Fantasma, y los jefes de las diferentes tribus de la selva.
Esta renovación será más acusada en el aspecto gráfico-narrativo. Sy Barry realiza un importante lavado de cara de la serie y la convierte en un producto atractivo para el lector de los sesenta. Su estilo, deudor del de su hermano Dan, potencia la narrativa ágil y clara, los personajes carismáticos y un acabado muy convencional. Sy Barry ejerce de director y supervisor pero en el transcurso de las aventuras recibe la ayuda de numerosos artistas no acreditados. Entre ellos Carmine Infantino, Joe Giella, Andre LeBlanc o Bob Forgione. En las tiras diarias este equipo artístico se esmera en darle cuerpo a un entorno renovado, en dotar de personalidad a los oponentes del vigilante enmascarado y a consolidar un elenco de personajes secundarios que irán adquiriendo protagonismo con el paso de las décadas. Barry permanecerá en la serie hasta 1994 cuando otro de sus ayudantes, George Olesen, tomará el relevo y Lee Falk hasta su muerte en 1999. La strip sigue presente en el mercado ahora más orientada al formato digital y con numerosas cabeceras de revistas en todo el mundo.
Tras la muerte de Falk la serie es continuada por dos guionistas europeos Tony DePaul y Claes Reimerthi, provenientes de la revista sueca Fantomen que escriben las tiras y las sundays respectivamente hasta que DePaul toma las riendas de toda la strip. Al dibujo van sucediéndose una multitud de dibujantes entre los que destacan Fred Fredericks, Graham Nolan, Paul Ryan o Terry Beaty. Este baile de artistas contribuye a estancar la serie anclándola en fórmulas repetitivas y convencionales.
Es indudable pero, que a pesar de los convencionalismos, a pesar de este aire siempre políticamente correcto y a pesar de la fluctuante falta de ambición artística la fórmula está funcionando puesto que la franquicia sigue su rumbo en una posición razonablemente satisfactoria.
La edición que Dolmen Editorial nos presenta dentro de su Colección Sin Fronteras se centra en las tiras diarias comprendidas entre el 21 de agosto de 1961 a 01 de junio de 1963. Es una etapa poco conocida por el lector en castellano y es un punto de partida atractivo que seguramente interesará tanto al aficionado veterano como al más joven y curioso. La reproducción es más que correcta, el papel bueno y el diseño de la colección sigue las mismas pautas que el de Johnny Hazard. El precio no es popular pero tampoco abusivo.
Estamos ante un estreno interesante que viene a certificar el buen momento que está pasando la edición de clásicos de prensa norteamericanos en España. Esperemos que la tendencia se consolide, que este producto se afiance y surjan nuevas colecciones con series que los aficionados llevamos esperando toda una vida.
Salut!
Guión - 7.5
Dibujo - 7.5
Interés - 8
7.7
Satisfactoria
Una strip clásica en período de renovación
Una pequeña obra maestra. Ahora que Kraken nos dejo huérfanos de Caniff bienvenida sea esta colección, pero, y es un pero remolón y feliz, me gustaría dentro del riesgo que es editar una trip americana algo más de arrojo. Aún no hay una edición en condiciones de cosas como Annie, que se continúe con Julieta Jones o que por fin se edite en castellano la maravillosa Mary Perkins on The Stage
Además alguien nos tiene que terminar Steve Canyon (sin cobrarnos dos veces por la misma cosa).
Y ya que estoy pidiendo por si alguien lo lee integral de Kelly Green de Drake y Starr Ya. Vaya equipazo.
Firmo muchas de tus peticiones. La de On Stage por supuesto, en una edición decente y no como la de la infame Classic Comic Press. La de Kelly Green pero en color no como una que se acaba de publicar en los USA en blanco y negro. Pero sobre todas las cosas, yo pediría las dominicales de Johnny Hazard, ahora que parece que las tiras funcionan bien, y añado el Flash Gordon de Dan Barry y el Scorchy Smith de Noel Sickles y porqué no Kerry Drake de Andriola o Peter Scratch de Capp y Fine o incluso Buz Sawyer de Roy Crane. Hay tantas y tan buenas…
Maravilla de maravillas para un tebeo magnético.
El Flash Gordon de Dan Barry sería un bombazo, una strip ‘jaw dropper’ como pocas. Yo me conformaría con eso y la edición de la etapa primera de El Hombre Enmascarado, que las tiras de Ray Moore tiene una pinta increíble.
Ay… el juramento del Fantasma siempre me pone los pelos como escarpias. *-*
Que clase tiene este cómic, absolutamente imprescindible, aunque yo veo la impresión algo pálida parece que falte negro o es una impresión mía, nadie lo ha notado.
Una edición decente de Terry y los piratas y continuar con Steve Canyon, donde lo dejo Kraken.