Un metal que nunca fue tan vil
Hace poco, mientras reseñaba el primer volumen de Ice Cream Man, me fui dando cuenta del buen estado de salud que está teniendo el terror a través del modelo de las antologías, y no es algo extraño si tenemos en cuenta la gran conexión que existe entre ambos conceptos. Por un lado, su unión forma parte de los mismísimos cimientos del cómic estadounidense, con todas aquellas legendarias cabeceras pulp llenas de historias oscuras y turbulentas que enfadarían a cierto psicólogo censor. Pero más allá del contexto histórico, la unión de estos conceptos también es poderosa por un motivo muy sencillo: porque se sientan de maravilla. A diferencia de otros géneros, el terror se ve enormemente agradecido por la mayor ausencia posible de explicaciones. Cuando le ponemos nombre, apellidos y orígenes a los males, pierden cierto misticismo. Por eso, nada le sienta mejor al terror que una historia corta: porque no hay mejor campo de cultivo para sembrar el horror que la incertidumbre, que lo desconocido.
The Silver Coin es un buen ejemplo de cómo ejecutar con mano firme y precisa una de estas colecciones de historias de terror, y prácticamente todo el mérito recae sobre el arquitecto del proyecto, Michael Walsh. Este artista canadiense con sede en Ontario os puede sonar por sus distintos trabajos de encargo en varios títulos mainstream, tales como el crossover Black Hammer vs Justice League, la serie de IDW de Expediente X o diversos trabajos dentro de Marvel, entre los que se incluye uno de los números de la reverenciada Visión de Tom King y Gabriel Hernández Walta. Sin embargo, su buen gusto por el terror lo encontramos en un proyecto mucho más humilde, la webserie The Sleep Stories, en la que el autor adapta al cómic sus pesadillas. Un trabajo espeluznante que ya nos dejaba pistas del dominio de Walsh para el género.
Este talento queda definitivamente plasmado en The Silver Coin, un proyecto iniciado dentro de Image Comics en el que cuatro guionistas de prestigio (además del propio Walsh) se encargarían de guionizar una historia de terror, cada cual con su temática y sus inquietudes, pero todas ellas ilustradas por el canadiense y girando alrededor de la presencia de una moneda de plata, un siniestro mcguffin que conduce a sus víctimas hacia la desolación y la muerte.
No deja de ser curioso que un proyecto como este o como la citada Ice Cream Man (que no deja de tener el mismo espíritu) hayan triunfado tanto partiendo de ideas tan sencillas, pero así es: parece que el público está sediento de terror. De ello dan fe tanto su reciente nominación al Eisner como el gran éxito de la colección, que pasó de concebirse como una miniserie de cinco números a convertirse en serie abierta, habiendo ya alcanzado las 15 entregas. En este caso, es cierto que atraer a la gente no era complicado teniendo en cuenta los nombres implicados. Chip Zdarsky, Kelly Thompson, Ed Brisson y Jeff Lemire fueron los elegidos para guionizar, junto al propio Walsh, las cinco primeras historias que nos ha traído a España Panini Comics.Y si bien es cierto que su labor está a la altura de sus nombres, el gran mérito de que todo esto funcione es, sin ningún tipo de duda, de Michael Walsh.
No me malinterpretéis, el trabajo de los cuatro guionistas está a un nivel bueno, como cabría esperar. Es interesante ver cómo cada uno de ellos se desenvuelve en el género y adapta su estilo y sus inquietudes al esquema de la obra. Chip Zdarsky, como siempre entonadísimo, despacha un relato electrizante sobre la ambición y la fama; Kelly Thompson mezcla el bullying con el slasher para ejecutar el capítulo más sanguinario de todos; Ed Brisson nos da un correcto episodio de delincuentes castigados por su avaricia, mientras que finalmente Jeff Lemire nos sorprende (y nos descoloca un poco) con un relato que se va hasta un futuro distópico. En definitiva, cuatro estilos distintos que arriesgan más o menos pero logran captar el espíritu del proyecto. Es posible que el nivel vaya menguando en el orden de aparición, pero ahí está Walsh para darle empaque a todo.
El autor canadiense se encarga de dibujar y colorear toda la obra, y se descubre como un artista magnífico que nos regala en todos sus números un manejo exquisito del tempo narrativo. Con un estilo desenfadado y de gran contraste de sombras negras, que recuerda por momentos a Sean Phillips, Walsh consigue plasmar con precisión el aura tétrica y ominosa de cada historia. Su manejo de las sombras y sus rostros inquietantes mantienen la tensión antes incluso de los golpes de efecto de la trama, una tensión magnificada por un precioso coloreado de azules y violetas suaves frío y depresivo. Además, la presencia de su dibujo a lo largo de toda la obra le otorga una coherencia a toda la antología que enriquece la colección y que, muy probablemente, permita que Walsh vaya pudiendo añadir referencias de unos números en otros y jugar con la continuidad de su pequeño universo de horror.
Por si fuera poco, en el quinto y último capítulo de este primer volumen nos encontramos con que Walsh no solo dibuja bien, sino que guioniza con gran oficio. El canadiense se marca un episodio final que hace las veces de historia de orígenes para explicarnos el porqué de la maldición que arrastra la dichosa moneda de marras y nos deja un relato clásico de brujas de impecable factura que me arriesgaría a decir que se perfila como el mejor guionizado de todos. Este formato, de hecho, se ha ido repitiendo en los siguientes volúmenes, donde ha vuelto a encargarse siempre de guionizar un episodio final que amplía las explicaciones sobre la maldición de la moneda y que sirven de pegamento para el resultado final de la colección, que ya ha visto pasar por sus páginas a otros autores como James Tynion IV, Ram V, Stephanie Phillips o Pornsak Pichetshote.
The Silver Coin es todo lo que tiene que ser una serie de terror. Una colección de historias inquietantes y sangrientas en las que distintos guionistas de prestigio se divierten usando el mcguffin plateado creado por un Michael Walsh que es el alma del proyecto. La cita perfecta para un halloween tardío.
Lo mejor
• El magnífico arte de Michael Walsh, el pegamento que da sentido a la obra en conjunto.
• Todos los guionistas están a buen nivel, especial mención a Chip Zdarsky y al propio Walsh.
Lo peor
• El formato de historias cortas puede no atraer a algunos lectores.
Guion - 8
Dibujo - 8.6
Interés - 8
8.2
Escalofriante
El peculiar proyecto de terror de Michael Walsh se descubre como una magnífica colección de historias llenas de grandes guionistas, pero en la que el que más destaca es él mismo.
Muy bien a nivel gráfico. En tramas ya considero que es tirar una moneda al aire, pese a que generalmente me gusten la mayoría de guionistas de la colección. Con todo es muy entretenida.