The Stringbags, de Garth Ennis y PJ Holden

Edición original: The Stringbags USA (Dead Reckoning, 2020)
Edición nacional/España: Aleta Ediciones, 2021)
Guion: Garth Ennis
Dibujo: PJ Holden
Color: Kelly Fitzpatrick
Rotulación: Rob Steen
Formato: Cartoné. 192 páginas, color. 25,90€

Héroes de madera contra bestias de acero.

«Que lograsen hacer el trabajo ya fue un milagro.»

No os vamos a engañar, en la redacción indie nos gusta mucho, mucho Garth Ennis. El legendario guionista norirlandés suele dividir a los lectores entre los que disfrutan sus gamberradas y los que no, pero lo que no se puede discutir de ningún modo es que escribir series como Punisher Max, Hellblazer, Predicador o The Boys es suficiente como para figurar en el salón de la fama del cómic. Y es además, para alegría de sus seguidores, un autor bastante inquieto. A lo largo de los años no ha dejado de crear series de distinta temática y ambición, moviéndose por todo tipo de editoriales, desde Aftershock, Marvel o Dynamite hasta AWA o TKO Studios. Pero si hay un género en el que nos gusta encontrárnoslo, sin atisbo de duda, ese es el género bélico.

No descubrimos nada si decimos que uno de los fetiches de Garth Ennis es la guerra. El guionista de Predicador ha demostrado por activa y por pasiva no solo que le apasiona todo lo que tiene que ver con las contiendas bélicas, sino que es un auténtico erudito. En todas sus incursiones en los distintos conflictos de la historia, ya sea como elemento de la trama (El Castigador, The Boys) o como tema principal de la obra, el nivel de conocimiento que exhibe hace que cada nuevo trabajo sea una cita ineludible para todos los amantes de las buenas historias de guerra. Unas citas que, por fortuna, en el último año han sido bastantes, de hecho. Panini nos trajo Sara, Planeta editó Dreaming Eagles y Aleta Ediciones acompañó su resurgimiento dentro del grupo Sargantana con la continuación de Battlefields. Una colección de títulos que este pasado mes de octubre se ha visto acompañada por otro nuevo trabajo, publicado precisamente por Aleta. Un volumen único en el que el guionista colabora una vez más con el artista P.J. Holden, tras trabajar juntos en Battlefields: El valle feliz y World of Tanks, y la colorista Kelly Fitzpatrick. Preparaos para surcar los cielos con The Stringbags.

The Stringbags es un proyecto nacido en una editorial muy poco convencional por estos lares. La obra nace a través de la colaboración de los autores con Dead Reckoning, un sello perteneciente a Naval Institute Press, que es a su vez el departamento editorial del U.S. Naval Institute, una asociación militar privada especializada en el mundo de la Marina. Esta extraña editorial, que lanzó la obra en formato novela gráfica en mayo de 2020, nos hacía temer que podríamos perdérnosla en nuestro país, pero nos ha tocado vivir tiempos dulces y es raro que no nos llegue algo de un autor tan importante.

En esta ocasión, como en tantas otras, nos adentramos en la II Guerra Mundial para conocer la historia de unas máquinas de guerra muy especiales. El Fairey Swordfish fue un biplano diseñado en 1934 que se convirtió en uno de los aviones que utilizó la Royal Navy a bordo de sus portaaviones durante la guerra, pero no precisamente por su calidad. El Swordfish era un avión espantosamente anticuado para la época, especialmente teniendo enfrente la modernísima maquinaria de la Alemania Nazi. Su apodo tiene toda la sorna digna del humor inglés: Stringbag, (el nombre que recibían las bolsas de tela que se usaban cotidianamente) fue el nombre que los soldados británicos le dieron al legendario avión debido a que “podía llevar cualquier cosa”. Metralletas, torpedos, depósitos de combustible… El Swordfish tenía fama de ser capaz de llevar tanta variedad de artilugios como “una bolsa de la compra”. Sin embargo, sus impensables gestas lograron que se ganaran un nombre selecto dentro de las grandes historias de la guerra, ostentando el honor de ser el torpedero aliado que más toneladas de acero enemigo derribó. Garth Ennis nos presenta este episodio bélico a través de sus tres participaciones más relevantes.

En primer lugar, la de la Operación Juicio, el ataque coordinado con el que Reino Unido asestó un terrible golpe a la flota italiana en 1940. Un enjambre de Stringbags logró diezmar la Regia Marina mediante un bombardeo nocturno, con un éxito que, según algunos, inspiraría a los japoneses para planear el ataque a Pearl Harbour. El segundo de ellos fue el hundimiento del Bismarck, el mayor acorazado de la guerra y el orgullo de Alemania, que el ejército británico logró destruir después de que un grupo de Stringbags lo hirieran de muerte. Por último, conoceremos su intevención contra la Operación Cerberus, la misión germana mediante la cual el ejército nazi logró poner a salvo sus cruceros de combate Scharnhorst y Gneisenau atravesando las defensas del Canal de la Mancha, y que supuso la última misión de los legendarios aviones.

En The Stringbags Garth Ennis recurre a las señas de identidad que tan a menudo le hemos observado en otras obras. El guionista inventa tres personajes ficticios, Ollie, Paps y Archie, a los que sube a bordo de un Fairey Swordfish que participe en los tres episodios citados. No es una decisión que nos extrañe: Ennis tiene (y demuestra) un conocimiento increíble sobre el biplano y sus tripulaciones, pero como siempre prefiere guardar un respeto estricto por todos ellos y no poner frases u opiniones inventadas en sus bocas. Eso, sin embargo, no impide que presenciemos una enorme cantidad de hechos reales documentados, que el autor, como siempre, explica en el epílogo de la obra.

A pesar de ello, quizás una de las grandes pegas de la obra sea su fidelidad. Las intervenciones de los Stringbags resultaron decisivas, pero Ennis se niega a inventar unos soldados ficticios y atribuirles el mérito de los grandes logros de esos tres episodios. Por ello, por contra tenemos a una especie de recluta patoso triple cuyas participaciones resultan poco espectaculares para lo que acostumbramos a ver en cualquier historia de guerra. Esto no deja de ser interesante, claro: las vivencias de los protagonistas de The Stringbags se ven más terrenales y llenas de costuras, algo que uno se imagina que es mucho más fiel a la realidad que los relatos épicos que nos suelen mostrar, pero inevitablemente reduce el impacto que causa en el lector. Por momentos, el volumen se asemeja más a una obra documental, lo que si bien no será un problema para los amantes de la historia bélica, podría generar desinterés en el resto de lectores. Por fortuna, el guionista nos regala un final especialmente memorable.

En el apartado artístico podemos hablar de un trabajo correcto. P.J. Holden muestra que tiene ya experiencia realizando este tipo de historias junto al norirlandés y realiza un trabajo de documentación a la altura, dejando algunas estampas notables de los barcos de guerra y los aeroplanos que pueblan la historia. No muestra el mismo nivel, sin embargo, en las escenas de diálogo entre personajes, en las que el detalle de los escenarios suele ser reducido y la caracterización de los personajes hace que nos resulte complicado diferenciarlos con facilidad. Por su parte, Kelly Fitzpatrick consigue darle un empaque agradable a la obra con un coloreado al que el papel sin brillo de la edición le sienta muy bien.

En definitiva, The Stringbags es quizás una de las obras bélicas de Garth Ennis para más cafeteros. El trabajo del norirlandés agudiza hasta tal punto su fidelidad y respeto históricos que se queda en cierto tono de documental, pero eso sí, tan magníficamente documentado como siempre. Cualquier lector interesado en la guerra no debe perderse al mejor autor del género.

Lo mejor

• Como siempre, la impecable labor de Ennis como cronista bélico.
• La voluminosa y vistosa edición de Aleta.

Lo peor

• Es una de las obras de Ennis con más tono de documental, no es muy recomendable para los lectores poco interesados en el género bélico histórico.