Edición original: The Underwater Welder, 2012 Top Shelf Productions.
Guión, dibujo, tinta y color: Jeff Lemire.
Formato: 226 páginas en blanco y negro, encuadernadas en rústica con solapa.
Precio: 19,95 $.
Jeff Lemire es un individuo curioso. Si analizamos su obra, es evidente que debe ser un tipo listo. No sólo eso, debe ser un apasionado de los tebeos. Y como tal, debe haber empezado en esto con su corazón de fan saltando de los cómics de superhéroes más tópicos hasta las obras de autor más desenfadadas, imagino que a medida que iba madurando, tal y como hemos hecho la mayoría, ya que es eso precisamente lo que se revela al observar su bibliografía. Mientras guioniza varias series del nuevo universo DC, dedica el tiempo que puede a obras de calado más independiente, en las afueras del centro de la ciudad que supondría jugar con personajes empijamados. Salvando las distancias, es como si Jeffrey Brown decidiese aceptar un contrato para Marvel mientras sigue publicando sus obras más personales. Y si Animal Man o Justice League Dark no son plato del gusto de la mayoría, títulos como Sweet Tooth o este The Underwater Welder buscan paladares más selectos. Y también algunos con unas tragaderas más amplias. Luego volveré a esto. Prefiero centrarme en lo que funciona primero.
Es evidente que el señor Lemire sabe narrar. Y no sólo sabe hacerlo, sino que se entrega a ello con mimo y ahínco. Historias como The Underwater Welder son un ejemplo. Algunos dirán que estira la estructura narrativa. Otros, que abusa del número de páginas y que cuenta lo mismo en demasiadas viñetas. Tal vez sea así. Pero no cabe duda que este ejemplo del estilo del canadiense adquiere mayor enjundia al tomarse su tiempo en presentar todas las cartas sobre la mesa. El tempo se dilata, los personajes respiran y cada frase parece ubicada en el lugar adecuado. Y eso se traduce en una narración sosegada, donde los detonantes estallarán de manera precisa y violenta por contraste con ese ritmo pausado. Imaginad una película de Terrence Malick, pero quitadle la solemnidad y la pedantería y eso sería algo cercano a lo que logra Lemire con este título. Es decir, el de Canadá logra hablar de temas complejos, profundos y emotivos sin caer en la pomposidad ni en el empalago. Más bien al contrario, ya que su trazo burdo es todo menos elegante, lo que da una sensación de cercanía, de patetismo entendido como tristeza y desasosiego. Esto, junto a su evidente capacidad para crear atmósfera nos lleva a disfrutar de un mundo particular del que ya ha dado muestras en obras anteriores como Essex County o Nadie, y donde se empiezan a entrever las constantes y las obsesiones que dominan este universo autoral. La soledad como elemento castrante, las heridas de las relaciones familiares o el entorno natural como personaje –ya sea el campo o el mar- son algunas de las señas de identidad de un autor con aparentes ganas de contar algo. Y esto ya es un motivo de aplauso frente a la vacuidad imperante. Y sí, efectivamente, vuelvo a referirme a ese vacío narrativo que conquista obras de autores empeñados en hablar de sí mismos, cuando realmente no tienen absolutamente nada que contar. Afortunadamente, Lemire sí tiene historias que narrar. Y esas historias no parecen reñidas con la necesidad de enseñarnos algo, afortunadamente sin aleccionarnos. O de hacernos sentir algo, sin tratar de jugar con nuestro interés. Sin el molesto tufillo de tratar de trascender. O peor, de intentar rodearse de una aureola autoral divina que le permita dibujar lo que sea, porque sí. De esto podrían aprender algunos autores españoles, por cierto.
Pero no todo podía ser bueno, ya sabéis que no. Lemire sería un grande si su dibujo estuviera a la altura de su capacidad como guionista. Pero no es así. El trazo es rígido, terco, roto. Incluso algunas viñetas son difíciles de mirar de lo feas que son, para qué os voy a engañar. Es evidente que sabe componer, crear ritmo, sorprender. Y que algunas de sus páginas desprenden una poderosa –y por tanto reconocible- personalidad. Pero sus carencias como dibujante en ocasiones son suficientes como para sacarnos de la trama e incluso nos transmiten una sensación de amateurismo que no le hacen honor a lo contado.
The Underwater Welder relata a priori la obsesión del hijo de un buzo por descubrir cómo murió su padre en la víspera de Halloween. Este muchacho, un hombre ya, a punto de ser padre a su vez, sufre un suceso aparentemente sobrenatural mientras desempeña su labor como soldador subacuático en la costa de un pequeño pueblo. El resultado de ese descubrimiento en el fondo del océano destapará sus obsesiones infantiles, sumiéndolo en un estado de fijación tal, que pondrá en peligro no sólo su matrimonio sino su propia vida. Y con esta premisa, Lemire da rienda suelta a alguna de sus obsesiones ya citadas. Así, conseguir lo que uno desea vuelve a ser algo que pensarse dos veces en las diatribas de un protagonista que pierde el norte ante la persecución de sus obsesiones. La soledad, el mar como símbolo de la vida y la muerte y los vericuetos de la memoria como cadalso de la vida cotidiana se dan la mano con temores tales como repetir los errores de los progenitores o el hecho tremendo de perder la perspectiva o el sentido de la propia vida. Y todo estos temas, que parecen tan sublimes y pagados de sí mismos, son expuestos por Lemire con sencillez y humildad, regalándonos un producto adulto y recio.
Es un buen tebeo, pero efectivamente adolece de los defectos que mencionáis, además de una historia un poco manida. Sin embargo, también está bien contado y es agradable de leer. Vale la pena.
(Por cierto, leí el primer tomo de Sweet Tooth y me pareció más bien rollo, este me pareció aún más manido, no sé si seguiré leyendo…)
Para mí The Underwater Welder es una pequeña obra maestra. No tengo ningún problema con el dibujo feísta de Lemire y para según qué momentos de la narración lo agradezco más que el puro de los trazos. Es una pequeña gran historia que calificaría de todo menos «manida» (lo siento, Nob, y más siendo como somos fans de superhéroes, lo manido hecho ídolos) en tanto que ni fondo ni forma son novedosos, pero ambos apelan a algo tan primario que puede confundirse con lo mil veces visto precisamente porque apela a nuestra alma, a nuestras preocupaciones cotidianas.
Es muy posible que me deje llevar porque Lemire conectó conmigo muy rápido durante la lectura de esta joya y no me soltó hasta que terminé de leer la última página en aquel viaje en autobús a Barcelona. Incluso días después seguía con varias de sus páginas incrustadas en mis surcos cerebrales, sumergiéndose con escafandra y bombona para alojarse en mi pecho y no salir a flote hasta que se les acabase el aire.
Salvo que me falle la memoria, para mí fue el mejor cómic que salió a la luz en 2012 (de todos los que yo leí, claro) y, como sigo insistiéndole a ECC, no entiendo cómo ninguna editorial no se ha animado aún a publicarlo por estos lares. Imagino que al final será Norma la que la traerá, a un precio no muy desorbitado (por ser en blanco y negro) pero sí más elevado de lo debido, provocando que me decida por el TPB americano que aún no he comprado porque esperaba que saliera en tapa dura.
En cualquier caso, la recomiendo a todo el mundo, o al menos a todo fan del cómic capaz de leer obras que se salgan del ritmo, la adrenalina y los superpoderes habituales para acercarse a la vida hecha cómic.
Y a mí que me recuerda a Teddy Kristiansen y quizá un poco a los hermanos Pander… en «Grendel Tales: Cuatro Demonios, Un Infierno», el contable del clan (Bixby creo que se llamaba) se parece un montón a la gente que aparece en estas imágenes, que también me han recordado «La Casa de los Secretos». Pues no es que fueran malos dibujantes precisamente.
Ahora me han entrado ganas de releer Grendel Tales y Triple XXX. Estúpida nostalgia
«para mí fue el mejor cómic que salió a la luz en 2012 (de todos los que yo leí, claro)»
Mi prefe de 2012 fue otra novela gráfica de un autor de grandes guiones y dibujo «feo» o, por lo menos, no usual.
Revolver de Matt Kidnt.
Ahí lo dejo, por si alguno de nuestros estimados redactores de ZN se anima a leerlo y reseñarlo.
Por cierto, para los lectores de Philip K. Dick está recomendado al cubo.
Hombre, Reverend, yo lo de manido lo menciono por las bases de la historia, como la relación con su padre, trabajo y mujer, es algo un poco visto. Bien contado, pero no se puede decir que sea muy original. De hecho, es mejor tebeo para mi por el como está contado, por la pausa y la tranquilidad que se menciona que por lo que está contando (¿forma sobre fondo? XD). Y a mi el dibujo ya no es que no me moleste, es que me parece bastante chulo.
Y desde luego, a mi me gustó y me parece un muy buen tebeo, pero no lo llegaría a considerar una obra maestra. De lo mejor de 2012, si. Si es lo mejor, ahí ya lo dejo en gustos.
Por cierto, que yo tengo el TPB, no creo que salga en tapa dura, ¿no?
Tengo pendiente Revolver, Mr. X, en la wishlist de BookDepository, sip. Ya te contaré.
Nob, ya te digo que lo de la relación padre-mujer-trabajo estará todo lo visto que quieras, pero básicamente porque la vida está muy vista ya. Ese tipo de relaciones existen por cientos de miles en el mundo real, y especialmente en el ámbito que describe la obra: pueblo costero dedicado a la pesca y a la extracción de petróleo de la plataforma flotante cercana. Claro que también soy partidario de que lo que importa aquí es más el cómo que el qué (jajaja, ¿habría que considerar arte a este cómic?), pero para mí no lo desmerece. Es el mismo caso que cuando se analizó aquí El almanaque de mi padre, una joya indiscutible basada en una relación padre-hijo de desconocimiento y descubrimiento que de «original» no tendría nada pero que nadie la discutiría su grandeza.
Ah, y no, no creo que en USA vaya a salir en tapa dura, aunque me hubiera encantado. Hablaba de si sale aquí en tapa dura (si es que sale algún día), en cuyo caso picaría con la edición patria, pero si va a ser en rústica (amigos de ECC…) me cojo la versión original, no doubt. Ya sabes, para boicotear a los intermediarios españoles y hundir la industria de la distribución de cómics en este país.
Si al final estamos más o menos de acuerdo, Reve.
Mr.X, haré parecido a Reverend y lo meto en la wishlist de Amazon. Tiene una review que lo pone de malísimo, pero otros lados lo ponen bien, supongo que no haré caso.
A mi me gustó y mucho en Animal Man, así que en principio y hasta que me demuestre lo contrario me iré pillando todo lo que haga y tenga una premisa que me interese, justo el caso opuesto a Snyder, que para que vuelva a comprar algo suyo tiene que venir Jim Lee a mi casa con una katana de Hanzo.
Yo descubrí Essex County en la biblioteca hace unos meses, y mi valoración de Lemire, a quien sólo conocía por Animal Man, se elevó al cubo. Este cómic parece tener la misma buena pinta.
Por otra parte no sabía nada sobre ese Revólver. ¿Qué tiene que ver con Dick?
the underwater welder? una burda imitación, si hay un welder que se haya ganado un lugar en la historia del comic, ése ha de ser el dogwelder 🙂
http://goodcomics.comicbookresources.com/wp-content/uploads/2007/09/Dogwelder%201.jpg
¿El soldador de perros? WTF?
yep, dogwelder, mítico integrante del más importante supergupo de la historia del cómic: sección 8, en cuyas filas también militaban personajes como ‘sixpack’, ‘el defenestrador’, ‘fuego amigo’ o el nunca suficientemente valorado ‘bueno excellente’
http://25.media.tumblr.com/tumblr_lthfeheC1N1r2chtzo1_500.jpg
apunta hitman en tu lista de lecturas pendientes rev
Pero qué cojones…
Coño, Reve, Hitman! Maldita sea, saqué mi nick de ahí, si eso no es motivo para echarle un ojo, al menos hazlo por la historia titulada «Zombie Night at Gotham Aquarium» o por escenas como ésta:
http://comicbook.com/wp-content/uploads/2013/03/hitman-barf-on-batman.jpg
pues eso, si no te fías de mi, fíate de debs; el tebeo tiene momentos tan bizarros que estoy seguro que te va a gustar.
Llegaron a sacar un tomo de Clásicos DC, ¿no?
esta recopilado completo en tres tomacos:
http://www.planetacomic.net/comics_listado.aspx?cat=9998