The Wicked+The Divine 2. Fandemónium.

Reseña de The Wicked+The Divine, la serie de los dioses pop de Kieron Gillen y Jamie McKelvie.

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Edición original:The Wicked + The Divine, Vol. 2: Fandemonium TP.
Edición nacional/ España: Norma Editorial (2017).
Guión: Kieron Gillen.
Dibujo Jamie McKelvie:.
Entintado: Matthew Wilson.
Color: Dee Cunnifee.
Formato: Tomo rústica de 200 páginas a color.
Precio: 19 euros.

 

Eres una adolescente londinense y, a pesar de todo, decides creer. Que se te aparezcan las divinidades en forma humana, como los famosos de rigor, seguramente contribuye a algo. Estableces amistad con uno de ellos, hasta tal punto que tienes fe en que, tal vez, tú puedas formar parte del panteón. Y de repente, pierdes a ese “mentor”.

Ese es el punto del que parte este tomo. El raccord emocional del que parte nuestra protagonista (y el que mantiene durante buena parte del tono) es el de depresión, aunque lo digiere con cinismo. Pero, el personaje, al igual que sucede en el anterior, tiene su propio arco.

La Laura de The Wicked+The Divine es un buen ejemplo de desarrollo de personaje, puesto que al final de este segundo tomo, poco o nada tiene que ver con la Laura con la que partimos en el primer arco argumental. Sin embargo, sigue siendo la misma. Ha logrado encontrar el punto exacto en el que el personaje puede cambiar y evolucionar, manteniendo ciertas características que es lo que hacen a su personaje, al fin y al cabo, distinguible.

Es un personaje creíble, realista y vulnerable, pero lo realmente interesante es cómo ha trasladado esa vulnerabilidad a los dioses. Se ha fijado en los dioses precristianismo, seguramente. Puesto que ahí es donde mostraban comportamientos más caprichosos y arbitrarios, que los acercaban a la humanidad. No era una figura impoluta y perfecta a la que debemos acercarnos. No, eran seres que a los que si no les rendías pleitesía podrían maldecirte de por vida, matar a tus bebés y dejarte sin ganado, además de arruinar tu cosecha y lanzar un rayo a tu casa y dejarte en la estacada. ¿Os suena un comportamiento tan egoísta y egocéntrico? Probablemente sea un rasgo común con todo lo que reporta la fama.

Gillen
sigue estudiando estudiando la mitología como parte del fenómeno fan (de hecho, en este tomo, se parte como un whoddunit, y nos conduce a un estudio acerca de la parte oscura de dicho fenómeno. Cuando los fans pueden hacer sangrar a las figuras que adoran). Puesto que ellos tienen adoración enfervecida y rinden culto alrededor de una figura que parece estar por encima del vulgo, ya sea un artista de cualquier ámbito, salidos de un reality o porque organice las mejores fiestas que nadie. Gillen nos plantea en esta serie, ¿No será todo ello una nueva forma de entender la teología?

Y si es así, ¿Por qué estos son verdaderamente dioses? ¿Cómo han accedido a ese estado superior, si, en teoría, son personas de carne y hueso como todos los demás?

Tras el impactante primer arco, en este segundo nos logra proporcionar un disfrute que no se queda atrás. Logra hacerlo acercándose a algunas de las cosas que sembró en el primer tomo, para ir desarrollándolas, aunque también se aprecia un ligero y lógico cambio tonal.

La pérdida de uno de los más interesantes personajes que ha dado la serie en este breve no solo no ha resentido la calidad global de la propuesta, si no que ha servido como detonante de todos los conflictos que se dan en el segundo arco. Es cierto que su ausencia, se nota, exactamente igual que la nota nuestra protagonista, pero de sus cenizas ha resurgido un majestuoso arco.

Gillen lejos de aburguesarse, o demostrar que su premisa tiene poco recorrido, logra hacer avanzar la trama a un ritmo igual de ágil que en el anterior, mientras que nos sigue sembrando elementos que, estoy seguro, tendrán recorrido a largo plazo.

El escritor logra un equilibrio entre la caracterización, la peripecia, entre la presentación, y el avance de la trama. Todo ello tiene como resultado que la serie no reduzca su vertiginoso paso, y que el lector esté interesado en todo momento en lo que nos quiere contar el narrador.

Pero lejos de ser previsible, ha vuelto a sorprender al lector con un final completamente insospechado (puesto que, como buen prestidigitador, nos ha llevado la atención a otros lugares) ya que en ningún momento hay la más leve señal de que la serie va a tomar el camino al que el autor ha decidido conducirnos. Pero ese giro, no es en absoluto incoherente con todo la información que tenemos los lectores.

A pesar de seguir sorprendiendo, servidor, ha detectado una estructura narrativa similar en ambos tomos. Queda por ver si en el tercero se repite, convirtiéndose, de este modo en una de las señas de identidad de The Wicked+The Divine. Si es así, la sorpresa que tan bien ha sabido conjugarla el guionista, probablemente dejará de tener efecto, porque el lector ya estará prevenido. Veremos si el patrón continua u opta por vías alternativas.

Es más que probable que The Wicked+The Divine beba de obras como The Sandman o American Gods de Neil Gaiman, en cuanto establecer la mitología en nuestro mundo cotidiano, y como ellos tienen las riendas de todo lo que acontece en nuestras mundanas existencias. Pero lo cierto es que las reinterpretaciones de los mitos y de los dioses es un tema que toda la historia del arte ha tratado bajo multitud de prismas, y en este caso, logra tener una entidad muy particular que, creo que me hace valorar la obra en sí misma, y no pensar de donde puede beber o dejar de beber. Creo que sus mayores influencias son el mundo real y el legado histórico del panteón de dioses.

El mismo merito y reconocimiento merece un Jamie McKelvie que ha venido desarrollando un estilo pop que encaja a las mil maravillas con todo el tono y el género de la serie. Esa iconicidad contribuye más que notablemente a esa idea de oda a la cultura popular. Se nota cuando una serie está pensada, o creada desde el comienzo para un dibujante en concreto, y este es uno de esos casos, y el producto se ve fortalecido de todas las aportaciones de este dibujante, entre las que se encuentra un diseño de personajes más que ejemplar, o la combinación de ese tono juvenil y aparentemente ligero, que contrasta con la densidad argumental de los temas que plantea Gillen (aunque en forma, esté acorde con el ese estilo y tono, aparentemente, ligero). Todo su trabajo forma la estética de la serie, y es la principal seña de identidad. Ejemplar McKelvie a la hora de entenderse bien con el guionista y aportar hasta tal punto que uno logra ver dónde termina y empieza el trabajo del otro cuando lee la serie.

Todo lo que trae Matthew Wilson contribuye, a su vez, enormemente a la construcción estética de esta serie, con una paleta de colores muy viva, eléctrica y fresca, permitiéndose, incluso experimentar (con acierto) en el número dedicado a la figura de Dionisos.

Este segundo volumen, publicado por Norma Editorial, sigue la línea establecida por el anterior. Son tomos muy cuidados que incluyen (obviando el arco que recorre del número 6 al 11 de la serie), además de las portadas originales, ilustraciones alternativas de artistas como Fiona Staples o Frazer Irving, entre otros, e información sobre el proceso creativo de cada cómic book, del guion a la página final. Por, recoge también unas brevísimas y divertidas biografías de los autores.

The Wicked+The Divine, lejos de quedarse en un buen planteamiento, logra sorprender al lector con un arco en el que se sigue explorando ciertos elementos que, de seguir en este estado de forma, seguramente llegue al panteón del lector como una de esas series legendarias cuya calidad está lejos de toda duda.

  Edición original:The Wicked + The Divine, Vol. 2: Fandemonium TP. Edición nacional/ España: Norma Editorial (2017). Guión: Kieron Gillen. Dibujo Jamie McKelvie:. Entintado: Matthew Wilson. Color: Dee Cunnifee. Formato: Tomo rústica de 200 páginas a color. Precio: 19 euros.   Eres una adolescente londinense y, a pesar de todo,…
Guión - 8.5
Dibujo - 9
Interés - 8

8.5

El combo de Gillen y McKelvie sigue atinado a la hora de mostrarnos que los dioses, tengan la forma que tengan, están lejos de desaparecer.

Vosotros puntuáis: 7.38 ( 7 votos)
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