Edición original: Marvel Comics
Edición España: Panini Comics
Guión: Andy Diggle, Rick Remender
Dibujo: Miguel Sepulveda, Pop Mahn, Carlos Rodriguez
Color: Frank Martin
Formato: Tomo recopilatorio en tapa blanda con solapas – 9,95 €
Casi por sorpresa se ha encontrado uno con el primer número de la nueva serie de tomos en los que se recopilarán las aventuras de los Thunderbolts. Después de dos años largos en los que el grupo había disfrutado de una serie mensual con su grapa y su canesú, las circunstancias, traducidas en una progresiva imposición de un formato frente a otro, han devuelto al equipo que –ahora desde la distancia- dirige Norman Osborn a una situación en la que se ha desenvuelto la mayor parte de los doce años en los que ha formado parte de los quioscos españoles.
Thunderbolts surgió durante los procelosos tiempos posteriores a Heroes Reborn. Marvel había decidido cubrir el teórico hueco dejado por los Vengadores y los Cuatro Fantásticos dando luz verde a nuevos proyectos entre los que se encontraban nuevas oportunidades para Ka-Zar y Alpha Flight y un grupo de superhéroes que acaparaba las esperanzas de una población que se sentía doblemente amenazada por el caos subsiguiente a la batalla contra Onslaught y la ausencia de sus protectores más populares. Kurt Busiek y Mark Bagley jugaron con los lectores hasta dar la campanada revelando las identidades de aquellos pretendidos bienhechores: los Amos del Mal, los viejos enemigos de los Vengadores, integrados por una alineación que presentaba villanos encallecidos: el Barón Zemo, el Escarabajo, Mimí Aulladora, Piedra Lunar, Goliath y el Arreglador. El principal testimonio de su buen hacer puede darlo el hecho de que de aquella hornada de series y conceptos sean los Thunderbolts los más ilustres supervivientes. Después llegaría Fabián Nicieza, otro guionista notable que ya contaba en aquel entonces con un currículo bastante extenso. Ambos escritores se encargarían –dejando aparte un breve y sonrojante paréntesis- de trabajar en una serie que hizo las delicias de una afición que conservaba el gusto por los aspectos más clásicos del género. Los Thunderbolts recogían algunas de las esencias que tan bien habían funcionado en Marvel: héroes con los pies de barro, antiguos villanos en busca de redención e interacción con el resto del terruño marvelita. La inclusión de Ojo de Halcón como líder del grupo durante una buena temporada no hizo sino resaltar todas esas sensaciones, haciendo que, cuando acontecimientos como Vengadores Desuníos hacían saltar en pedazos el statu quo de series con más solera, Thunderbolts y posteriormente Nuevos Thunderbolts fuera percibida como un refugio para no pocos lectores. En esta última cabecera –que al poco recuperaría la numeración de la serie original- Fabián Nicieza y el dibujante Tom Grummett llevaron a cabo una labor parecida a la que en su momento habían ejecutado Busiek y Bagley: entretener contando las aventuras de un grupo de antiguos villanos, algunos de los cuales buscaban redención genuina y otros hacer negocio, mientras por sus páginas pasaba media parroquia marveliana. Así llegaríamos hasta Guerra Civil, cuando la serie sufriría el cambio que sentaría las bases de lo que es hoy.
El nuevo orden estadounidense auspiciado por la Ley de Registro de Superhumanos puso al frente de una nueva alineación de Thunderbolts a Norman Osborn. Del equipo original solamente sobrevivían Piedra Lunar y Pájaro Cantor, que ahora habían de vérselas con gente tan amigable y simpática como Veneno o Bullseye. El concepto había sido vuelto del revés: de unos fugitivos buscando redención teníamos a unos tipos bendecidos por la administración gubernamental, pero sin intención alguna de cambiar. El nuevo equipo creativo, compuesto por Warren Ellis y Mike Deodato Jr., se encargó de contar un conjunto de historias bastante más oscuras y siniestras en las que los lectores podían coincidir plenamente con las sensaciones que expresaba Pájaro Cantor: aquellos no eran los Thunderbolts que conocíamos, sino algo distinto y mucho más desagradable. Los continuos retrasos en la colección provocaron la aparición de múltiples rellenos, como los especiales escritos por el siempre competente Christos Gage o una olvidable miniserie dedicada a Penitencia, el antiguo Speedball. Cuando los acontecimientos narrados en Invasión Secreta llevaron a Osborn a convertirse en el jefe del cotarro y a los miembros de su equipo en unos nuevos vengadores, una nueva alineación ocupó el puesto de la original, aunque manteniendo la línea preexistente.
Los Thunderbolts siguen bajo la égida del viejo Norman, aunque éste ahora controle el chiringuito desde la distancia. Este equipo sigue siendo el de las operaciones encubiertas y el trabajo sucio, de ahí que la alineación esté compuesta por personal ducho en tales lides como la segunda Viuda Negra, el Hombre Hormiga, Paladín o Mister X. Para confeccionar el grupo se ha echado mano de elementos que van desde antiguos villanos hasta secundarios más o menos olvidados, pasando por elementos que han visto cancelada su propia serie. El responsable literario de este primer tomo, el británico Andy Diggle, se encarga de dejar patente que el equipo no es tal, sino un grupo heterogéneo de individuos con sus propias agendas, incapaces de sentir ni inspirar confianza. Mientras que Osborn sigue teniendo un papel destacado –aunque no protagónico-, el guionista aprovecha para contentar a los lectores veteranos de la serie, recuperando a algunos de sus miembros fundadores. En la parte gráfica hay que hacer mención del buen trabajo realizado por el español Miguel Sepúlveda, secundado por un Pop Mahn que parece haber corrido lo suyo desde los lejanos días de SpyBoy. Por último, hay que hacer mención especial al número que cierra este primer tomo, ejecutado por Rick Remender y Mahmud A. Asrar, en la que los personajes protagonistas ceden su puesto para que se cuente una entrañable historia de Luke Cage y Puño de Hierro.
Para terminar, solamente queda recomendar esta nueva etapa a quienes ya disfrutaran de la antigua y no estén ya opilados por la ubica presencia de Norman Osborn.
De acuerdo con lo de la miniserie de Penitencia. De lo peor que le he leído a Jenkins. Ellis debió devolvernos a Speedball cuando se hizo cargo de la serie. Quizá no el Speedball de los chistes malos, pero tampoco esa caricatura sadomaso que era (o es) Penitencia. Dejé los Thunderbolts cuando lo dejó Ellis, pero creo (por lo visto en los wtf) que esta etapa tiene su gracia, aunque personalmente paso de meterme en series que formen parte de crossovers multitudinarios desde hace tiempo.
los cambios de los thunderbolts son impresionantes, la linea mas oscura si pero manteniendo lo del doble juego…no para de sorprenderme , un par de personajes no son quienes dicen ser, uno trabaja para otro, otro para el mismo, uno quiere redimirse pero no puede en ese grupo, muertes por sorpresa y pajaro cantor!!! sigue siendo una colecion recomendable, a mi no me gustaban estos personajes, pero al acabar siege, los recuerdo entrañables
El tomo está muy bien quitando que en el último número del tomo hay cambio de equipo creativo, pasandose por el forro todos lo que habia narrado Andy Diggle lo cual iba de puta madre. Me parece bien que se meta un número de relleno mientra entra un équipo fijo, pero no que rompan y bastante a peor la continuidad, pasandose por el forro todas las tramas que quedaban abiertas.
Entretenidos nuumeros, me gsuto al historia donde sale luke y puño de hierro aunque igual no tanto cuando salen losagentes de atlas, pero entretnida.
En la imagen que acompaña al artículo se lee bien claro el título del tomo, Pájaro Cantor contra los Thunderbolts, pero el otro día estuve echándole una ojeada en la librería y juraría que en la portada ponía otra cosa… aunque ahora no caigo qué… ¿Pudiera ser precisamente eso de Pro patri mori…?
En el tebeo que yo tengo, lo que aparece es lo de «Pro patria mori». ¿Ha vuelto Panini a las «ediciones especiales»?
A mí el tomo me ha molado, sobre todo la parte de Remender.