Transformase para superar el duelo.
«Quizá acabar el juego es la manera de salir a flote.»
Con Hoops (Sapristi) Genie Espinosa (Badalona, 1984) debuto por todo alto en el comic largo, tras varios años publicando historias breves en diversas revistas y fanzines. Era una historia trepidante de aventuras con sabor a Alicia en el país de las maravillas, el manga y los RPG en la que la sororidad tenía una importancia vital que le valió para hacerse con premios tan importantes como el Premio Miguel Gallardo de Autor Revelación en el Salón del Cómic de Barcelona o el Premio Ojo Crítico de cómic de RNE. Un reconocimiento muy merecido que hubiera servido como justificación para que su siguiente trabajo siguiera el mismo patrón y nos trajera algo de ese mismo estilo desenfadado y desprejuiciado. Sin embargo, Tiburón Blanco, el trabajo que acaba de publicar Sapristi, supone un cambio casi total con su anterior obra, ya que es una historia de crecimiento y transformación de corte intimista sobre la soledad y el duelo en la que no hay apenas acción, aunque la enorme personalidad de su autora sigue presente en cada página.
Esta nueva obra de Genie Espinosa nos cuenta la historia de Maude, una joven que, tras recibir la noticia de la muerte de su padre, al que no conoció, debe viajar a la isla de Jesmond para arreglar el papeleo y recoger el piso donde vivía antes de que la isla se vea invadida por el bullicio que siempre acompaña a la celebración del aniversario del primer avistamiento de un enorme tiburón blanco.
Maude es la protagonista de una historia en la que el viaje a la isla se convierte no solo en un viaje terrenal, también en uno personal y onírico que sirve como el catalizador imprescindible para que comience a superar el duelo por la muerte de su padre y se obligue a salir de su cascarón para encontrar su sitio en el mundo y redescubrirse. Algo que solo consigue cuando hace las paces consigo misma y con un padre al que va conociendo mientras recoge sus cosas, pero que ha ejercido una influencia enorme en su vida. Esa relación tan compleja que mantenían es uno de los muchos misterios que encierra esta obra con los que Genie Espinosa sabe jugar a la perfección dejando que seamos los lectores quienes escojamos como resolverlos.
Aunque es una historia aparentemente realista, hay una parte fantástica a través de los sueños de Maude que nos solo sirve para separar las diferentes escenas ya que es en la que aparece una extraña figura que va guiándola hacia una transformación personal. En estas secuencias oníricas es cuando la autora catalana nos regala algunas páginas llenas de una belleza plástica y unos experimentos narrativos realmente interesantes en los que hay mucho elementos simbólicos y dibujadas de manera más esquemática que dotan a la obra de una personalidad propia y nos dejan ver que estamos ante una narradora nata que sabe controlar el ritmo a la perfección, modulando cuando la historia se tiene que contar solamente con las imágenes y los silencios y cuando las palabras deben tomar todo el protagonismo, algo que es una clara influencia del manga. Unos textos que brillan con luz propia ya que se puede ver cómo están perfectamente medidos para dotar al conjunto de un toque poético, no solo por su significado, también por la forma de reflejarlos en las viñetas que en algunos momentos son pura poesía gráfica. Por eso choca la fuente elegida que en algunos momentos resulta algo fría.
Como ya vimos en Hoops y en sus trabajos como ilustradora el color juega un papel clave a la hora de transmitir la historia. Esa paleta de colores autolimitada le sirve, no solo como elemento diferenciador de las diversas escenas que en función del color principal nos indican si Maude está sola o acompañada, también a la hora de dotar de importancia a los diferentes elementos narrativos. Como sucede con el amarillo que siempre que aparece sirve para reflejar los elementos que suponen un momento disruptivo o de peligro, al igual que sucedía en la película Tiburón a la que la autora quiere hacer un merecido homenaje.
Esa misma importancia del color también la encontramos en las diferentes canciones que Maude escucha en su reproductor, que tienen mucho que ver con lo que esta experimentado. Una integración de la tecnología a la narración que también vemos a través de los diferentes mensajes que Maude nada, que sirven también para reflejar los problemas que tiene a la hora de comunicarse y la soledad en la que vive, a pesar de estar hiperconectada.
Como es habitual sus personajes huyen del físico normativo con unas proporciones que cambian en función de las exigencias de la historia, una nueva influencia del manga que nos deja ver a una autora desprejuiciada que se atreve con todo. Una visión del cómic que comparte con muchas compañeras de generación que nos vuelven a demostrar que en el cómic cabe todo si se es capaz de dejar de lado las fórmulas e ideas preconcebidas.
Genie Espinosa construye en Tiburón Blanco una historia que nos habla de una enorme cantidad de temas con los que es muy fácil sentirse identificado como el duelo, la soledad, el peso del pasado en nuestras vidas, la influencia que ejercen nuestros padres, los problemas de incomunicación, la búsqueda de nuestro lugar en el mundo, etc.… Unos temas que se han abordado muchas veces, pero a los que sabe sacarle una visión poética, diferente y fresca gracias a un apartado gráfico lleno de experimentos visuales y narrativos con unos textos muy medidos que refuerzan el mensaje que quiera transmitir. Uno de los trabajos más interesantes de este año que consolida a la autora catalana como una de las grandes referencias del panorama nacional actual.
Lo mejor
• El retrato de Maude, tan creíble y cercano que es imposible no empatizar con ella.
• El manejo de los silencios y el mimo puesto en cada palabra.
• El uso del color.
Lo peor
• La fuente elegida para el rotulado chirria en algunas escenas.
Guión - 8.5
Dibujo - 8
Interés - 9
8.5
Confirmación.
Genie Espinosa se consolidad como una de las voces más interesantes del cómic patrio gracias a una obra que nos habla del duelo y la soledad con un apartado gráfico deslumbrante.