Edición original: Inu Wo Kau (Shogakukan Inc, 1992).
Edición nacional/ España: Tierra de sueños (Ponent Mon, 2004).
Guión y Dibujo: Jiro Taniguchi.
Color: B/N.
Formato: Tomo rústica, 176 págs.
Precio: 14€.
Para mí,
Jiro Taniguchi, nacido el 12 de agosto de 1947 en Tottori (Japón), debutó como dibujante de manga en 1970 con Un verano en seco. Desde la segunda mitad de la década de los ’70 acompañaría al guionista
«Vivir es creer que hay algunas cosas que no pasarán nunca, pero que otras, sin lugar a dudas, sí.»
Según explica el autor, Tierra de sueños es un compendio de cinco historias cortas que pudo realizar gracias a la confianza depositada en él por
Abre el volumen Tener un perro, extraordinaria narración que condensa en apenas 40 páginas las mejores cualidades de Taniguchi. El paso del tiempo, el recuerdo de la felicidad, la bondad de sus personajes, el amor a la naturaleza, el deleite de las cosas próximas y sencillas… El sereno análisis de los últimos meses de vida de la mascota familiar humedece el lacrimal incluso de quien -como yo mismo- recele de canes, mininos y demás animales de compañía. Taniguchi airea su propia experiencia con precisión quirúrgica y firma una de las más bellas odas jamás dibujadas al amigo perdido. Tener un perro es una obra maestra sobrecogedora, de sinceridad rayana en la impudicia. Taniguchi obtiene esta alucinante repercusión emocional con sus armas habituales: una prosa directa, a veces con el aliento poético de un haiku; un dibujo hermoso, equilibrado entre el gesto y el paisaje, siguiendo con naturalidad, sin sobresaltos, las evoluciones de los personajes y su entorno, con su sabia combinación de primeros planos, planos medios y planos generales.
La misma pareja, ya sin su querido can, protagonizará los tres relatos siguientes: Y… tener un gato, La vista del jardín y Los días de los tres. Historias agradables, de factura sobresaliente, que continúan, sin desmerecerlo, el hilo del primer episodio, aunque sin acercársele en hondura y sentimiento. Taniguchi se la juega haciendo que su mejor baza abra la función, y no le sale mal: logra un saludable efecto de «y la vida sigue», a fuer de sacrificar un final lacrimógeno. No me hubiera importado asistir a sucesivos capítulos que desarrollaran más profunsamente la biografía de este matrimonio corriente y bueno, donde, de improviso, el recuerdo de Tam despierta un dolor recóndito. Sin embargo, Taniguchi decide acabar con una gesta alpinista que nada tiene que ver con los personajes presentados. La tierra prometida, siendo un relato atractivo de superación, desluce en comparación con los anteriores, tal vez porque no era su sitio, tal vez porque se había establecido un tono diferente en las páginas previas. Personalmente, no entiendo la decisión del autor al incluirla en un tomo de temática no afín… descontando, por supuesto, la razón de haberse publicado en la misma revista que las demás.
Tierra de sueños, por tanto, contiene cuatro cuentos magníficos y un quinto bellísimo y excepcional, Tener un perro, que no dudo en situar entre lo mejor que he leído nunca en este formato. Respetando los deseos del autor, la edición de Ponent Mon sigue la adaptación gráfica a los usos de lectura occidental realizada por
Pero bueno, Maese Javier… ¿Tú qué pasa contigo? ¿Me pusiste una cámara el día del cumple para espiar lo que estoy leyendo u qué?
Lo único que puedo decir en su defensa de usté, es que fué vuesa mercé quien me descubrió a Taniguchi…
Como usté ha dicho: UN VALOR SEGURO.
P.D.
¿La cadera bien?
Jiro expresa como pocos mangakas y cuentas historias que tocan algo en lo profundo. Su calidad artística ayuda muchísimo a tal labor.
La historia del alpinista es cierto que sale un poco del contexto, pero es que a Taniguchi le encanta este ambiente para relatarnos buenos momentos. El que haya leído K o la cumbre de los dioses sabrá de qué hablo.
Saludos y a mejorarse la cadera jejeje
Léase usted, Sr Alberthor «El Rastreador» si aún no lo ha hecho y regocíjese usted de la faceta alpinista de Taniguchi llevada a los más flipantes extremos. A mí, en particular, me dejó «tó loco» como dicen ahora los chavales. Por el momento se ha convertido en mi «Taniguchi Namber Guan», pero claro, eso puede cambiar, que todavía me queda mucho por descubrir de este PEDAZO DE AUTOR.
Hay que joderse, llevo toda la vida siendo aficionado a la animación nipona, «anime» que se llama, al parecer, pero me ha llevado más de cuarenta años el descubrir el «Manga de verdad».
Y no le chinche usted mucho a Maese Agrafojo, que el pobrecito va pa mayor y luego se caga en mis muetos por correo, por dar pié a chanzas a su costa así, en público.
Anda y que le ondulen, que se hubiese puesto a escribir en «El Marca».
Un saludete, Alberthor.
Menos «blanco» y «mi año» he leído todo lo de taniguchi publicado en castellano…bueno tampoco leí «sobrevivir a la era glaciar». Para mí de mis mangakas favoritos, así que sí leí el rastreador y me encantó. Aún así gracias por recomendar jajaja
Saludos!
¡Vaya!, pues entonces tiene usted mejor perspectiva que yo, que apenas he leído ummm… creo que sonnnn… sí, seis. Seis de sus obras. Y ya sólo con ellas, Taniguchi me ha encandilado… y me ha jodío los bolsillos. Ahora, que el tipo lo merece. Muuu grande.
Carlos, no entiendo esto. Tú mismo dices que me molesta, lo hemos hablado otras veces, como bien dices, y ahora me encuentro que incluso presumes de ello. No lo entiendo, de verdad. Eres mi amigo. Hablemos de tebeos sin enzarzarnos en bromas y veras dignas de un ‘Sálvame’, por favor.
«La cumbre de los Dioses» es una obra maestra. Uno de esos tebeos de hundirte en el sillón y transportarte al fin del mundo.
Si Jiro Taniguchi existiera en el universo de Blade Runner, ni test Voight-Kampff, ni nada. La mejor manera de descubrir replicantes sería ponerles delante «Tener un Perro». Si como mínimo no se les rayan los ojos a los sospechosos, es que no son humanos.
Lo has clavado, Khonshu.