Blutch le sigue los talones a Leblanc y a Hitchcock
«¿No tenemos nada mejor que hacer que ir a Fontainebleau? «
Dentro de la avalancha de homenajes, recuperaciones, reescrituras y continuaciones que estamos asistiendo en el mercado del tebeo franco-belga, la recreación que Robber – y sobre todo Blutch – han realizado de la histórica serie Tif et Tondu, con una aventura titulada ¿Dónde está Kiki?, es de las más acertadas y espectaculares que hemos leído. Con permiso de Blain, de Bravo y de Vivès…
La apuesta de Robber (pseudónimo de Patrick Hincker) por una aventura analógica, ambientada en un París de la década de los ochenta que más bien parece Londres y con una trama rocambolesca, bien aderezada con grandes dosis de thriller, acaba funcionando a la perfección y supone un placer de lectura tanto para el fiel seguidor de la serie como para el lector más esporádico.
La pareja de escritores/detectives – también los llaman justinovelistas – Tif y Tondu, con la inestimable ayuda de la condesa Amalia d’Yeu (Kiki), perpetran su enésima jugarreta para desenmascarar a un ladrón y traficante de arte. La operación es un éxito, pero el mecanismo de la venganza se ha puesto en marcha de inmediato.
Mientras tanto algo grave pasa con Kiki…
La trama está bien construida, aunque el segundo giro de los acontecimientos, el destino de Kiki, es bastante previsible. La historia goza de una dosis adecuada de tensión y suspense por lo que la búsqueda que emprenden los protagonistas, obstaculizada por el deseo de revancha de sus antagonistas, tiene algo de hitchcockiano y mucho de folletinesco. Es un acierto anclar aún más el entorno de los protagonistas en un ambiente reconocible, lleno de guiños o referencias culturales y sociológicas, potenciando una leve parodia con leves pinceladas de comedia de costumbres.
Sin llegar a la excelencia del período de Maurice Tillieux en la serie, la combinación entre intriga y humor funciona perfectamente y la trama, aunque algo descabellada, es divertida y bastante absorbente.
Por su parte, la parte gráfica y narrativa de esta obra es extraordinaria.
Blutch (Christian Hincker) nos entrega unas páginas llenas de acción, excelentemente coreografiadas y con un estilo que potencia sus mejores virtudes; la agilidad y la precisión.
El mayor de los hermanos divide sus planchas en un esquema casi invariable de cuatro tiras con tres viñetas cada una, pero se reserva la inclusión de cuadros más generosos y espectaculares, que pueden llegar a ocupar media página, para las secuencias más emocionantes e impactantes.
La definición que hace Blutch de los personajes es respetuosa con la tradición, pero con un aporte de modernidad nada desdeñable.
El entintado es enérgico, el artista potencia las manchas densas de tinta y los rayados manuales hechos con pincel casi seco, pero en todo momento consigue un equilibrio perfecto entre clasicismo e innovación. Los decorados y los fondos son reconocibles, sugerentes y en ocasiones no desdeña el uso del collage fotográfico.
Las escenas de acción están diseñadas de manera audaz, potenciando el plano figura, la plasticidad anatómica y cierta elasticidad temporal. A diferencia de su antecesor en la serie, Will (Willy Maltaite), el autor de Peplum no hace alarde de escenarios perfectamente definidos donde los personajes se mueven de manera frenética y espectacular, Blutch reduce el punto de vista de estas escenas más movidas, nos sumerge en la vorágine y consigue que casi nos impliquemos en la lucha, casi que nos golpee la contienda.
El color es eficaz y funcional. Está basado en el contraste de colores complementarios como el rosa y el violeta. Las secuencias tienen un tono uniforme, casi monocromo que se rompe en momentos cruciales con golpes de rojo o amarillo que puntúan la acción.
Blutch, el mayor de los hermanos Hincker, nació en Estrasburgo en 1967. Estudia en L’École supérieure des arts décoratifs de Strasbourg y tiene su primer contacto con el mundillo profesional de la bande dessinée a través de un concurso de jóvenes talentos organizado por la revista Fluide Glacial. Debuta en esta misma revista con las series Waldo’s Bar y Blotch, además de realizar numerosos relatos breves. Paralelamente empieza a colaborar con editoriales independientes como L’Association, donde publica Sunnymoon, tu es malade (1994), relatos aparecidos anteriormente en la revista Lapin. Con el sello Cornelius publica La lettre américaine (1995) y Mitchum (1996-1999), una serie compuesta por cinco tomos.
En 1996 se une a la prestigiosa revista (À suivre) donde publica una de sus grandes obras, Peplum (1997), cuya recopilación en álbum correrá a cargo de la editorial Cornelius. Con Peplum – la adaptación libre del Satyricon de Pétrone, uno de los primeros clásicos de la literatura – Blutch demuestra un excelente ritmo narrativo y un trazo que combina lo expresivo con lo funcional.
Otras obras de Blutch, publicadas a caballo entre los dos siglos, son Rancho Bravo (1998), editada por Audie; el primer tomo de Le Petit Christian (1998) con historietas prepublicadas en Fluide Glacial y en Lapin o Blotch, le roi de Paris (1999) que consigue el premio Alph-Art Humour del Festival de Cómic de Angoulême del año 2000. Blotch es un personaje emblemático en la carrera de Blutch ya que retrata, con ironía y mala baba, a un dibujante misógino, cínico y pedante en la sociedad cultural de París de las décadas de los veinte y treinta del siglo pasado.
Paralelamente, trabaja como ilustrador para los rotativos y revistas más destacados de la época como Liberation, The New-Yorker o Les Inrockuptibles. También se ocupa de ilustrar numerosos cuentos infantiles donde demuestra un amplio espectro de técnicas y estilos artísticos. Se dedica, además, a producir y realizar espectáculos audiovisuales, cortos de animación y carteles cinematográficos, especialmente para las obras del director francés Alain Resnais.
Siendo un maestro del dibujo en blanco y negro, empieza a experimentar con el color y en 2002 publica su primera obra coloreada, por la artista Ruby (Veronique Dorey), bajo el título de Vitesse Moderne. La edita Dupuis.
Blutch, Participa del séptimo álbum de la colección Donjon Monsters creada por Sfar y Trondheim. La publicación de este álbum, titulado Mon fils le Tueur (2003), supone uno de los momentos de mayor popularidad en la carrera del autor de Blotch.
Empieza su colaboración con la editorial Futuropolis con el recopilatorio titulado C’était le bonheur (2005), luego La Volupté (2006) y La Beauté (2008). En la década siguiente publica obras como Pour en finir avec le cinéma (2011); Lune l’envers (2014) o Variations (2017), todas publicadas por la editorial Dargaud.
En 2020 aparece el que podría considerarse el cuadragésimo sexto tomo de la serie Tif et Tondu, titulado Mais où est Kiki? donde Blutch realiza el arte, con enorme maestría, de un guion escrito por su hermano Patrick, que firma con el seudónimo de Robber. La obra se había prepublicado por capítulos en blanco y negro desde el 2018, con el título de Cahiers Tif et Tondu 01, 02 y 03. Todo editado por Dupuis.
Finalmente, Blutch publica La mer à boire (2022), una obra vanguardista, enigmática y rompedora de la que se encarga del guion, dibujo y color Está editada por el sello 2024 y es una prueba más del talento mutante y extraordinario de este creador único.
En el año 2009 recibió el Grand Prix de la ville d’Angoulême por el conjunto de su obra, lo que le llevo a ser presidente del jurado de este certamen el año siguiente.
Por su parte, Patrick Hincker – hermano menor de Blutch – nació en 1971 en la ciudad de Estrasburgo. Apasionado por la historieta y gran amante de la serie Tif y Tondu que le hizo descubrir su hermano mayor Christian, su primer y único trabajo como profesional está unido a esta serie donde ha escrito el guion de Tif et Tondu. Mais où est Kiki? (2020), que firma con el seudónimo de Robber y que realiza gráficamente Blutch.
La confección técnica y material de la publicación a cargo de Dolmen Editorial es correcta. El álbum es en cartoné, está bien impreso, cuenta con buen papel e incluye una decena de páginas de extras donde encontramos portadas, artículos de contextualización e ilustraciones. La única pega es el tamaño, algo menor que la versión original francesa, que no dificulta la lectura pero impide disfrutar plenamente del alarde gráfico-narrativo que despliega Blutch. El precio es correcto, también.
¿Dónde está Kiki? de la serie Tif y Tondu se erige como uno de los mejores episodios publicados de esta longeva saga. Es además una excelente muestra de hacia donde tiene que circular esta colección para seguir enganchando a sus seguidores más fieles y reclutar nuevos lectores a la causa.
De momento no hay noticias de que los hermanos Hincker vayan a encargarse de nuevos episodios, pero en nuestra modesta opinión si lo hicieran sería una excelente noticia…
À suivre?
Salut!
Reseña de Tif y Tondu 01 y 02, de Maurice Tillieux y Will
Lo mejor
• La calidad gráfico narrativa que le aporta Blutch.
• El estilo propio pese a respetar la tradición de la serie.
• La mezcla de comedia y thriller.
Lo peor
• Lo previsible de algunos giros argumentales.
Guion - 8
Dibujo - 9
Interés - 9
8.7
Coherente
Una excelente recreación de una serie clásica del cómic europeo
