Acoger desde el corazón.
«¿Sabes lo que nos pasa a las personas? Que necesitamos que nos quieran. Casi todo lo que hacemos es para que nos amen.»
El cómic es un medio maravilloso en el que caben historias de todo tipo. En las estanterías de cualquier librería o buena biblioteca podemos encontrar desde obras que solo buscan divertir y entretener al lector con historias de acción, aventuras o humor hasta otras que buscan despertar conciencias y mostrar realidades sociales que muchas veces permanecen escondidas. Ambas maneras de entender el medio son igual de legitimas, pero quizás cómics que pertenece a la segunda categoría como Todas las mañanas de Javier de Isusi (Bilbao, 1972) se merece tener mucho más eco y reconocimiento del que tienen, ya que son las que sirven para derribar muchos de los injustos prejuicios con los que todavía tiene que convivir el medio.
En este cómic editado por Astiberri en colaboración con las asociaciones FICE Spain, Agintzari y Resilis nos introduce con una exquisita sensibilidad, que no sensiblería, y mucho realismo en el proceloso mundo del acogimiento familiar especializado. El objetivo del cómic es dar a conocer un programa que busca que familias con miembros con una formación específica puedan acoger a niños y niñas con graves daños emocionales. El programa llamado REDES AFE surgió en 2007 de la mano de la Diputación Foral de Gipuzkoa con muy buenos resultados está ahora mismo en fase piloto en las comunidades Madrid, Cataluña, Navarra y en el territorio de Álava en Euskadi y cuenta con fondos Next Generation proporcionados por el Ministerio de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030.
Todas las mañanas nos invita a pasar unos días con Ana y Laia, dos amigas muy diferentes, pero unidas por un trabajo que les ocupa todo el día sin tener apenas algún respiro a lo largo del día. Ambas han decidido acoger a niños con graves problemas psicológicos que necesitan constantes cuidados. Ana y su familia conviven con Axel, un niño de nueve años que ha padecido graves problemas emocionales que han afectado a su desarrollo para comunicarse y expresar sus sentimientos que le provocan crisis de ira. Por su parte Laia acoge a Cristina, una niña ucraniana, que vive aislada de su entorno y de sus sentimientos. En un medio en el que abundan los héroes de cartón-piedra, Ana y Laia se nos presentan como verdaderas superheroínas que no necesitan tener más superpoderes que un corazón lleno de amor y una formación que las prepare para ayudarles. Una convivencia llena de problemas que el ganador del Premio Nacional del Cómic de 2020 por La divina comedia de Oscar Wilde (Astiberri) consigue abordar con gran humanidad y una exquisita sensibilidad que no dejan de lado una visión tremendamente realista.
Para llevar a cabo esta historia Javier de Isusi estuvo en contacto con muchas familias de acogida que les contaron sus experiencias y con ellas ha construido una historia y unos personajes que respiran verdad por los cuatro costados y que consiguen emocionarnos como hacen pocas obras. A lo largo de las páginas descubrimos las frustraciones, las dudas y toda la compleja realidad que implica acoger a menores con problemas tan complejos, pero también esos momentos en los que se ven progresos y otros llenos de amor y ternura que pueden hacer que todo el esfuerzo merezca la pena lo que hace que la obra tengo una pátina de esperanza en unas realidades que distan mucho de ser un jardín de rosas.
Toda esa verdad que transmite la obra se consigue no solo gracias a las situaciones que se cuentan sobre Cristina y Alex también gracias a unos personajes secundarios maravillosamente caracterizados y totalmente verosímiles. Gracias a ellos podemos ver tanto los problemas de convivencia con el resto de los miembros de la familia de Ana como los problemas cotidianos que todos tenemos y también sufren Ana y Laia. Cada uno de los personajes que aparece está lleno de matices y capas lo que los hacen mucho más tridimensionales y alejados de cualquier estereotipo haciendo que te metas de lleno en una historia que no deja indemne tras su lectura, pero que es estos tiempos de guerras, egoísmos y falta de humanidad hace que recuperemos un poco la esperanza en la especie.
Las dos historias entrecruzadas que nos cuenta la obra no funcionaría tan bien sin las maravillosas pinceladas de Javier de Isusi en las que primar unos tomos amarillos y grises que combinan perfectamente con las caras tan expresivas que nos dejan ver en todo momento los que siente cada personaje. Algo vital para que podamos sentir todo lo que pasa por las cabezas de dos niños que tienen dificultades para verbalizarlo. Narrativamente es una obra muy bien construida y muy sobria de forma que cualquiera que se acerque a ella pueda leerla sin problemas, algo ideal para un trabajo que debería llegar al mayor número de personas posibles independientemente de si conoce las particularidades del lenguaje del medio.
Historias como la que nos cuenta Todas las mañanas transcienden el medio y nos dejan ver la compleja realidad a la que se enfrentan quienes deciden acoger a niños como Cristina y Alex. Un cómic extraordinario de Javier de Isusi que firma uno de los cómics del año en el que se nos vuelve a mostrar como uno de los autores más comprometidos del medio como ya nos había demostrado en otras obras como He visto ballenas (Astiberri), en la que abordaba la violencia terrorista en Euskadi; o Asӯlum (Astiberri) en la que nos mostraba la realidad de los exiliados, un tema que repetía en Transparentes. Historias del exilio colombiano (Astiberri). Como sucede en la obra que nos ocupa siempre nostrandomos la realidad desde distintos puntos de vista, pero siempre situándose del lado de los más débiles.
Lo mejor
• La labor de todas las familias que forman parte del programa REDES AFE.
• La cruda realidad sin edulcorar que nos presenta la obra.
• Los maravillosos y creíbles personajes que exudan verdad.
Lo peor
• Si buscas una lectura para simplemente pasar el rato, no es tu cómic porque es una historia de esas que no se olvidan con facilidad.