Todo bajo el sol de Ana Penyas

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Edición original: Todo bajo el sol (Salamandra Graphic, 2021)
Guion: Ana Penyas
Dibujo: Ana Penyas
Formato: Cartoné. 160 páginas. 22€

La cara oculta del boom turístico.

«Se llevan toda la flor de la tierra, la venden a granel. Quieren dejarnos sin alma»

Todos los que disfrutamos de Estamos todas bien teníamos unas ganas enormes de leer Todo bajo el sol, el esperadísimo nuevo trabajo de Ana Penyas, más tras asistir a la presentación de la obra que os resumimos en este artículo. Tras su lectura, lo primero que hay que señalar es que se trata de una obra mucho más ambiciosa que la de su debut y con un resultado más redondo, algo que nos hace ver que estamos ante una artista en pleno proceso de aprendizaje, no hay olvidar que este es su segundo cómic, y en constante evolución. El resultado es que estamos ante el primer gran cómic de producción nacional de lo que va de año.

La dedicatoria de la obra (“A quienes tuvieron que abandonar su lugar y a quienes se quedaron con extraños en su tierra.”) es toda una declaración de intenciones de lo que vamos a encontrar en sus páginas. Una obra que mezcla a la perfección la ficción con un ensayo gráfico centrado en lo social, que va mucho más allá de la mera crítica a la especulación urbanística que ha sufrido la costa levantina en las últimas décadas, ya que también se cuestiona el modelo productivo que ha generado y la gentrificación, un problema al que se enfrentan todas las ciudades no solo las de la comunidad valenciana. Algo que hace que nos encontremos ante una obra que desde lo local cuestiona lo global.

La obra recorre todas las últimas décadas de la historia de España, lo que, de alguna manera, la convierte en una crónica socioeconómica del país, pero el uso de una familia para ejemplificar lo que sucedió la dota de una dimensión humana, lo que hace que sea una narración muy equilibrada y que funcione con varios niveles de lectura. Comienza en 1969, en pleno boom del turismo propiciado por la dictadura. Y ya en este segmento comenzamos a observar todas las características que marcaran la obra, desde los aspectos técnicos, como el uso de un tono como base del color o la técnica de transferencia fotográfica, hasta los argumentales, los miembros de la familia protagonista nos sirven de espejo en el que se reflejan todos los cambios sociales y económicos que han ido marcando a los habitantes de la zona. Este capítulo está centrado en la llegada de los primeros turistas y cómo el gobierno, corrupto como en todas las dictaduras, los usa para blanquear sus políticas represivas con la ayuda de esos turistas que deciden ignorar las violaciones de los derechos humanos del franquismo. Una actitud que repiten millones de turistas en la actualidad y que nos debería hacer cuestionarnos nuestros destinos turísticos desde más aspectos que el económico. Comenzamos a ver como el modelo productivo se centra exclusivamente en el relacionado con el turismo, algo que tiene consecuencias económicas muy graves para un país cuando, por ejemplo, una pandemia mundial restringe la movilidad mundial.

El siguiente capítulo nos lleva a finales de los ochenta cuando la especulación turística ha cambiado por completo los paisajes de la zona haciendo que el cemento devore la huerta. Algo que vemos gracias a las panorámicas con las que empieza cada uno de los capítulos que sirven para atestiguar el implacable avance del turismo, expulsando tanto a las personas como a los cultivos. Esos espacios llenos de huertas, edificios y carteles se convierten en el personaje principal de la obra y donde mejor vemos el paso del tiempo y cómo van cambiando las ciudades. En particular hay que destacar los anuncios publicitarios y las escenas de diversos programas y documentales que sirven para contextualizar las distintas épocas que retrata Ana Penyas y como se veía la situación en el momento y mostrándonos que era lo que se les decía a los españoles que tenían que anhelar poseer. Para dotar a estos anuncios de mayor verosimilitud usa la técnica de transferencia fotográfica que consiste en pegar fotos sobre las páginas y colorearlas, una técnica que también usa para las escenas extraídas de programas de TV y documentales y para retratar algunos secundarios. En este capítulo podemos ver la escena más tierna de toda la obra cuando la abuela se pone un bañador por primera vez, algo que conecta los dos trabajos de la autora, puesto que volvemos a ver reflejada la realidad de unas mujeres a las que la dictadura redujo a un rol de ciudadanas de segunda categoría, solamente centradas en los cuidados de la casa, incapaces de concebir tener tiempo para sí mismas.

El siguiente salto temporal nos lleva a los años noventa en plena explosión de la ruta del bacalao, una época de excesos urbanísticos y festivos marcados por la corrupción ligada a los grandes eventos que se produjeron en esa década, con el neoliberalismo campando a sus anchas. Vemos como el dinero fácil que se obtenía en la construcción produjo que una generación de jóvenes abandonara los estudios para trabajar, una prosperidad que finalizó de manera abrupta cuando estalló la burbuja. El resultado lo vemos en los capítulos siguientes cuando esa generación se vea acuciada por problemas económicos que les obliguen a abandonar sus barrios, en un proceso de gentrificación que está haciendo que los barrios pierdan sus almas. Hay que destacar lo bien que muestra la vida de esos barrios gracias a todo lo que dibuja en segundo plano, desde las señoras que van a la comprar hasta los pequeños delincuentes que se esconden en las esquinas que normalmente son la excusa que se utiliza para forzar la “regeneración” de esos lugares, aunque la causa real obedece a otros intereses.

La familia que protagoniza la historia no es de clase media sino de clase bajo. Un contexto muy bien elegido ya que permite mostrar la realidad oculta de los procesos de modernización de los barrios más degradados de la ciudad, algo que lleva aparejado la expulsión de sus habitantes que nunca pueden disfrutar de las mejoras que se producen. En el último capítulo de la obra, Ana Penyas hace un ejercicio de autocrítica hacia el sector artístico que se establece en esos barrios regenerados convirtiéndose en cómplices del desalojo de los habitantes originales de los barrios que no pueden afrontar el nuevo estatus económico.

Salamandra Graphic hace una gran edición con un diseño precioso y una reproducción y tamaño perfectos para disfrutar del trabajo de Ana Penyas.

Todo bajo el sol es un cómic extraordinario que refleja la realidad que no vemos detrás de la especulación turística que está cambiando los paisajes y las vidas de cientos de personajes, que no disfrutan de los beneficios que se producen. Obligando a la gente a abandonar su modo de vida y sus raíces. Una obra que supone la confirmación de Ana Penyas como una de las grandes cronistas de la actualidad.

Lo mejor

• Una crónica socioeconómica muy certera de los problemas generados por la especulación turística.
• El repaso por la historia reciente de España.
• El uso del color para nostramos como han cambiado los escenarios en estos años.
• Los pequeños detalles en forma de anuncios o personajes en segundo plano que llenan de profundidad a la obra.

Lo peor

• Tener que esperar para un nuevo trabajo de Ana Penyas.

Edición original: Todo bajo el sol (Salamandra Graphic, 2021) Guion: Ana Penyas Dibujo: Ana Penyas Formato: Cartoné. 160 páginas. 22€ La cara oculta del boom turístico. "Se llevan toda la flor de la tierra, la venden a granel. Quieren dejarnos sin alma" Todos los que disfrutamos de Estamos todas bien…
Guión - 9.5
Dibujo - 8.5
Interés - 10

9.3

¿Progreso?

Ana Penyas nos nuestra la cara oculta que trae el turismo descontrolado.

Vosotros puntuáis: 8.14 ( 6 votos)
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Diego García Rouco
Nacido en Barakaldo en 1977 donde sigo viviendo. Descubrí los cómics en una librería de barrio con Tintin, Asterix, SuperLopez y los personajes de Ibáñez. En 1989 descubrí los superheroes de la mano de Stern y Buscema con el numero 73 de la edición de Forum de Los Vengadores. A estas lecturas se fueron incorporando la novela gráfica y el manga, de los cuales, a diferencia de los superheroes, nunca me cansé. Todavía sueño con ser agente Espacio-Temporal y de Planetary, con visitar mundos de fantasía con el señor T., Philemon, Lord Morfeo, Arale y Thor. Viajar con Reed, Ben, Susan y Johnny al futuro y pasear por el cuartel de la Legión. Recorrer la antigua Roma con Alix y una cantimplora de poción mágica. Buscar Mú, perderme en un viaje al corazón de la tormenta, contemplar el Olmo del Cáucaso mientras paseo por un Barrio Lejano leyendo El almanaque de mi padre. Conseguir beber la sangre del Fénix. Leer, al fin, algún articulo de Tintín y de Fantasio sin que me molesten los absurdos inventos de Gastón. Perderme por las murallas de Samaris, mientras de la pirámide flotante de los inmortales cae John Difool. Enamorado de la chica de los ojos rojos y de Adele. Y cabalgar hacia el amanecer con Buddy Longway, Red Dust y el teniente Blueberry. Con un poco de humo azul en los labios...
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