Top Ten: Los mejores dibujantes de DC Comics

Creo que la primera vez que tome consciencia de Patrick Gleason como dibujante fue mientras leía Green Lantern: Recarga. La fisionomía de unos personajes con ojos enormes y enfermizamente detallados (demasiado cartoon como para pasar reales, demasiado reales como para pasar por cartoon) y una pericia sin parangón para crear atmósferas oscuras y asfixiantes por medio de las tintas me llamaron lo suficientemente la atención como para llegar hasta un titánico clímax con la invasión del Gremio Araña contra un Corps recién reformado. Desde entonces, he devorado con pasión todos y cada uno de los trabajos de un dibujante que suele ser sinónimo de personajes henchidos de carisma, mundos surgidos de la más siniestra de las pesadillas y una épica tan espectacular que flirtea con el límite de lo que la mente humana puede tolerar. El Hundimiento de San Diego, la infiltración de Guy Garner y The Corpse en el planeta de los Dominadores, la resistencia en Mogo frente a los Sinestro Corps, la cataclísmica batalla contra Mongul por la Piedad Negra, Kryb y su cruzada por los niños del Cuerpo, la apoteósica Eclipse Esmeralda (la mejor saga de Green Lantern de la última década por mucho que algunos se empeñen en poner a Johns delante)… Demasiados momentos para el recuerdo para una carrera que a penas ha cumplido diez años y que no deja de sorprendernos con cada nueva entrega del mismo. Y aunque al principio tenía mis dudas sobre si en la franquicia del Hombre Murciélago su arte podría brillar como lo venía haciendo en Green Lantern Corps con todos sus monstruos y alienígenas, Gleason continúa superándose a si mismo haciendo gala de un poderío gráfico y versatilidad sin precedentes. Con un estilo heredero del trazo de Joe Quesada y Doug Mankhe, Gleason llena de vida cada una de sus páginas, desenvolviéndose igual de bien a la hora de insuflar fuerza dramática a las escenas intimistas entre padre e hijo como de plasmar con un apabullante ritmo las escenas de acción. Disputándole a los todo terreno Greg Capullo y Chris Burham su puesto como dibujantes estrella de la franquicia, pocos son tan capaces como el artista de Batman y Robin a la hora de plasmar la oscura sordidez de las calles de Gotham incluso cuando acontece a plena luz del día.

Aunque mucho hemos hablado últimamente de este joven italiano dado que está involucrado en el reciente relanzamiento de Green Arrow, si está en esta lista es por su trabajo en Yo, Vampiro. La serie protagonizada por Andrew Bennett dirá definitivamente adiós en tres meses, ya que fue cancelada por sus bajas ventas (12.500 en Enero), pero no será sin antes haber dejado un grato recuerdo a sus pocos pero fieles lectores. Su guionista, Joshua Hale Fialkov también es muy bien valorado por DC Comics y a buen seguro oiremos pronto noticias suyas, pero era el trabajo del dibujante el que brilló con más intensidad en los 15 números que realizó en Yo, vampiro. El del artista y el del colorista Marcelo Maiolo, que explotaba que maestría las características del dibujo. Esto es, un excelente dominio del blanco y negro. Sorrentino sabe muy bien dónde y cómo colocar una sombra. De hecho, la mayoría de las facciones de los rostros humanos están definidas únicamente por sombras, haciendo de la falta de detallismo una de sus grandes virtudes. Su estilo recordará de inmediato al de Jae Lee y tienen muchas cosas en común, pero creo que el italiano tiene suficientes virtudes propias como para que dentro de unos años ya no le recuerden este hecho. Una de ellas es la plasmación del movimiento, algo que en lo que suelen ser deudores los dibujos realistas. Donde Jae Lee puede resultar estático, Andrea Sorrentino le imprime velocidad, dinamismo y una excelente elección de planos, algo que sin duda le puede abrir más puertas de cara a un futuro en las majors. Esto sin duda lo demuestra en el único número que hemos visto suyo hasta la fecha en Green Arrow, serie en la que junto Jeff Lemire el dibujante espera consolidarse más aún como uno de los grandes valores de DC Comics.

La producción de Nicola Scott durante sus años como dibujante no alcanza la variedad de otros aristas en la plantilla actual de DC Comics, pero su trazo limpio y sobrio le han servido para tener la oportunidad de dibujar varias series de culto a las que su firma ha quedado ligada inevitablemente. Tras contados números de Star Wars para Dark Horse o algún proyecto guionizado por Peter David en IDW, DC puso los ojos en ella y la contrató como pareja de baile de otra de las mujeres de la compañía: Gail Simone. Y es que sus colaboraciones con Simone en series como Birds of Prey, Secret Six y algunos números de Wonder Woman se encuentran entre sus trabajos más destacados. El hecho de que los protagonistas de dichas series sean mujeres (Canario Negro, Oráculo, Scandal, Diana…) puede ser un hecho que juegue a favor de esta dibujante, quien procura alejarse de las interpretaciones más irreales de los cuerpos femeninos en favor de una anatomía creíble y certera. En sus figuras se aprecian influencias de autores más clásicos como George Perez o Jerry Ordway, además de alguna similitud en su trazo al de talentos actuales como Stuart Immonen. A pesar de no haber sido elegida como una de las dibujantes titulares de las 52 series del Nuevo Universo DC, pronto tuvo que dar un paso adelante para echar una mano en tres entregas de la cabecera de Superman, donde fue la encargada de acabar los bocetos de George Perez. Tras estos fill-in de urgencia, desde verano del año pasado Nicola Scott es la dibujante titular de Earth 2, la serie guionizada por James Robinson en una tierra alternativa en la que conocemos a la versión de la Liga de la Justicia de este nuevo universo, donde ha tenido que dibujar y siempre con mucho acierto situaciones y despliegues de poderes tan distintos como un velocista, los constructos sólidos de Green Lantern, entornos militares, destrucción made in Solomon Grundy y chicas con alas. Tras un breve fill-in, la dibujante acaba de retomar las labores en la serie para presentarnos a una nueva versión del Doctor Fate que a buen seguro no dejará indiferente a nadie. Asentada en la editorial, todo parece indicar que tendremos Nicola Scott para rato durante los próximos años. Y eso es, sin duda, una excelente noticia.

Aunque empiezan a ser bastantes los dibujantes españoles que trabajan para DC Comics (Guillem March, Kano, Rafa Sandoval, Juan José Ryp…) sólo uno tiene el honor de colarse entre los 10 mejores, y ese no es otro que Mikel Janín. El navarro ha cautivado los ojos de todos aquellos que hayan abierto un cómic de la Liga de la Justicia Oscura y es del selecto grupo de dibujantes que siguen en la misma serie que empezaron cuando sonó el pistoletazo de salida del Nuevo Universo DC. Así pues tuvo la oportunidad de ser él mismo el que rediseñara y pusiera cara a históricos personajes de la editorial, suerte en la que ha demostrado ser tan capaz o más que cualquier veterano. Y hablando de veteranía, Janín es junto a Andrea Sorrentino de los pocos dibujantes que se cuela en este top cuando al comienzo de los nuevos 52 eran prácticamente desconocidos. Otro punto a su favor. La mayor virtud del dibujante es la saber combinar (como muy pocos son capaces) un realismo abrumador con una expresividad facial excelente. Y cuando hablo de realismo no me refiero únicamente al detallismo, sino a como es capaz de huir de los convencionalismos del cómic clásico de superhéroes, creando así figuras humanas creíbles: desde figuras femeninas sin exageraciones hasta complexiones masculinas si excesos. Cualquier otro le hubiera plantado a Constantine unos abdominales de gimnasio… ¿lo dudáis? Eso sí, cuando tiene que dibujar músculo como con Frankenstein, también lo clava. Uno casi parece oír crujir el suelo a su paso. Gracias a estas cualidades, Janín se desenvuelve bien en cualquier entorno: ya sea en la acción más desenfrenada o en largos diálogos en una habitación. Además, por la propia naturaleza de la serie, tiene la suerte que por ejemplo un dibujante de Batman pocas veces tiene: la diseñar excéntricos personajes y situaciones… o incluso nuevos mundos, y lo hace con exquisito gusto y mucha imaginación. Con el anuncio de que Guillermo del Toro está proyectando una película de la Liga de la Justicia Oscura fácil lo tendrían en el diseño de producción si simplemente se dedicaran a copiar la estética y los diseños de Janín.

Este ha sido el año de Cliff Chiang, su aplaudido trabajo en Wonder Woman junto a Brian Azzarello era todo un reto en el que pocos confiaban pero se ha acabado convirtiendo en una de las gratas sorpresas del NUDC en la que el increíble talento de este joven autor no ha desperdiciado la oportunidad para brillar a gran altitud. Después de su paso por Blanco Humano, Zatanna o Green Arrow/Canario Negro, títulos en los que ha ido evolucionando su estilo, esta emergente figura del cómic estadounidense que es Cliff Chiang está realizando su mejor trabajo hasta la fecha en las mencionadas páginas de Wonder Woman. En ellas es palpable un tono pop art, un trazo aparentemente impreciso y simple pero lleno de una expresividad, intensidad y elegancia al alcance de muy pocos de sus compañeros de profesión. En su ya de por sí interesante propuesta Cliff Chiang ha sabido incorporar también cierto carisma heredero del género negro made in Brian Azzarello aunque sin por ello renunciar a los matices y luces más esplendorosos del género superheroico de corte más clásico. Nadie nos ha presentado una Wonder Woman más bella desde los tiempos de George Pérez ni ningún artista antes ha conseguido dibujar tan intensamente y con tanta perspectiva ese rico mundo de dioses, héroes y monstruos en el que se mueve el personaje. Por ello, como se puede intuir, el mayor talento de este autor no recala sólo en sus dotes estilísticas, las cuales lucen a un gran nivel, sino sobre todo, o también, por su capacidad de reimaginación y su dotada y despierta imaginación para ilustrar un universo fascinante y lleno de magia. Por todo ello, el trabajo de Cliff Chiang ha sido esencial y vital para que hoy podamos hablar claramente, sin temor a equivocarnos, de como Wonder Woman se ha ganado el reconocimiento unánime de los lectores como en una de la mejor series del relanzamiento del Universo DC. De esta manera, esta naciente promesa del cómic estadounidense ha logrado una atractiva simbiosis con los guiones de Brian Azzarello y una inspiradora colaboración creativa con su compañero Tony Akins. Las portadas en las que colabora Cliff Chiang merecen una mención especial, icónicas, épicas y fantásticas, suponen un buen adelanto a lo que el talento de este autor nos puede ofrecer.

Este dibujante canadiense lleva trabajando en el mercado norteamericano desde mediados de los años noventa, pero hasta su reciente colaboración junto a Scott Snyder al frente de las aventuras mensuales de La Cosa del Pantano no ha sido capaz de encontrar una cabecera con la que se le asocie de aquí en adelante. Entre sus múltiples trabajos hasta ahora tan solo destacaba por encima del resto las dos miniseries spin-off de Tom Strong, Terra Obscura, que realizó junto a Alan Moore hace ya diez años. Desde entonces, Yanick ha cambiado en varias ocasiones de estilo (por no hablar de entintador) sin dar en el clavo de forma definitiva, refugiándose a veces en influencias como Terry Dodson o Eduardo Risso. Hace cinco años Marvel Comics apostó por él concediéndole varios trabajos de primera fila (Ultimate X-Men o los promocionados Young X-Men) pero el dibujante no supo estar a la altura por un motivo u otro. En cualquier caso, como está demostrando actualmente, calidad no le falta y en fugaces momentos así lo demostraba, como en la mayoría de colaboraciones junto a Grant Morrison, que van desde sus exhuberantes Seven Soldiers: Bulleter hasta el magnífico primer arco argumental de Batman Inc. (donde su amplio registro le permitió dibujar pulpos gigantes, japoneses freaks y gatas sexys con mucha maestría). Afortunadamente, Yanick (como el Universo DC) se rebooteo a sí mismo en Swamp Thing, desplegando todo su potencial artístico interior. Desde entonces, nos ha obsequiado con una capacidad innata y sobresaliente para dibujar flora y fauna como pocos artistas del medio son capaces, unas composiciones de página (y dobles páginas) envidiables donde las viñetas se mezclan de forma orgánica empleando sangre y vegetación como separador de los paneles, unos fondos trabajados y un manejo del contraste entre luces y sombras embriagador. Perspectivas y homenajes varios son otras de las cualidades que atesora el dibujo de Yanick Paquette, quien ha hecho méritos suficientes como para ser considerado uno de los cinco mejores dibujantes actuales de DC Comics y, sin duda alguna, la revelación en el apartado artístico del reboot deceita. Si tuviéramos que ponerle alguna pega sería el ritmo de su trabajo, por la cual necesita entre tres y cuatro fill-ins al año (en los que Victor Ibanez y Marco Rudy se han esforzado por mantener con éxito una coherencia artística en la serie). Con el cambio de guionista en la serie protagonizada por Alec Holland, no podemos sino preguntarnos a qué serie estará ligado el futuro de Yanick (se admiten apuestas), aunque si de algo estamos seguros es que sea cual sea, el dibujo será excelente.

El hablar de Francis Manapul es hacerlo de un artista nacido para brillar en el género superheroico, con un dibujo que supera los cánones estandarizados de este tipo de publicaciones, al menos en lo que a planteamiento y experimentación se refiere, elementos estos en los que destaca su estilo y que le sirven como vehículo para convertir la narrativa de las obras en las que participa en todo un placer visual. Este dibujante, el cual empezó a darse a conocer con sus trabajos para Top Cow en Witchblade y The Necromancer, ha nacido para el género, lo lleva en la sangre y se palpa en cadauna de sus composiciones. En su trazo tenemos fuerza y definición, un dibujo limpio y repleto de dinamismo, cualidades que le han convertido en el perfecto retratista de las aventuras de un personaje como Flash. En sus historias, en las que se embarcó ya en el año 2009 junto a Geoff Johns para narrarnos el regreso de Barry Allen, la fuerza de la velocidad parece nacer de sus lápices y extenderse fuera de las viñetas. El dominio de las perspectivas, su predilección por la metanarrativa y los enfoques imposibles, sin por ello sacrificar la coherencia anatómica, parecen lo más sencillo del mundo en su caso y dan una seña de identidad espectacular a sus obras. Todo esto no quiere decir que descuide las escenas de transición, no adscritas directamente a lo superheroico, todo lo contrario, Francis Manapul ha logrado conseguir un eficaz equilibrio en el cual lo cotidiano es sólo la antesala de ese sense of wonder tan plástico y estilizado de sus viñetas. Teniendo en cuenta todas estas virtudes no es de extrañar que en DC Comics confiasen en él para seguir ligado a la franquicia de Flash en el NUDC, ahora compartiendo también labores como guionista con su compañero y colorista Brian Buccellato y legándonos una etapa excelsa graficamente y entretenida en sus argumentos e historias. Por último, no podemos dejar de hablar del no menos meritorio trabajo realizado por Francis Manapul en sus portadas y cubiertas, imaginativas, icónicas y atractivas, imposibles de pasar por alto, la mejor carta de presentación para uno de los mejores artistas del cómic superheroico en lo que va de siglo.

Poco podíamos presagiar hace veinte años que el artista que firmaba comics tan dispares como el Quasar de Mark Gruenwald, el X-Force post-Rob o el Spawn de de Todd McFarlane iba a evolucionar hasta convertirse en el dibujante regular de la serie más vendida de DC Comics y a dejar una marca propia en Batman, una serie donde han trabajado reputados artistas de primer nivel. Cuando, hace un par de años, se dio cuenta que había saciado sus energias por dibujar a Spawn y tras el fracaso absoluto que fue el Haunt de Kirkman/Todd, decidió que había llegado la hora de regresar al mainstream por la puerta grande y darse a conocer al gran público. Ofertas no le faltaban (Marvel le ofreció Avengers vs X-Men), y decidió poner rumbo a Gotham City, donde tras unos comienzos un tanto problemáticos con Scott Snyder (este último se pensaba que Capullo necesitaba más indicaciones/órdenes de las que un veterano en la industria precisa), se ha hecho con la colección y es, hoy por hoy, uno de los talentos más destacados de DC Comic. Rockero extraviado, Greg Capullo es de los pocos dibujantes de la editorial que opta por hacer un dibujo distinto a los demás (no como el resto, que parecen más preocupados de copiarse/homenajearse unos a otros) y experimentar con las viñetas (que carecen de estructura definida, ayudando e incrementando el sentido de miedo o incertidumbre), con las páginas (como se vio en la famosa quinta entrega donde jugaba con la orientación del comic) o con las perspectivas. Coreografías imposibles, mentones inconfundibles (y es que algunas cosas nunca cambian…), tuitero activo y muy dado a la interacción con los aficionados (algo que siempre es de agradecer) una combinación perfecta de sombras y luces, simbiosis perfecta con el guión en aquellas estancias del relato en la que Snyder precisa de espacio para sus gigantes cuadros de texto y, sobre todo, una regularidad asombrosa e inusual en DC (once números de doce en su primer año) son sus cualidades más destacadas de Capullo, rejuvenecido y revitalizado como uno de los buques insignias de Batman y de la editorial, hasta el punto que es difícil plantearse qué sería de ellos sin él.

J.H. Williams III atesora un récord del que muy pocos lectores son conscientes y que incluso ha hecho modificar una política empresarial con décadas de antigüedad. Y es que, algunos de los números de su etapa en Batwoman están compuestos por completo por dobles splash-pages, relegando a los anuncios que la editorial intercala en la historia al final del cómic, como así hacen normalmente otras editoriales. Parecerá éste un tema baladí, pero no lo es. El significado que eso tiene es que Williams sabe explotar el formato del cómic-book como muy pocos dibujantes saben. Normalmente, una splash page es sinónimo de algo espectacular pero sin mucho guión. Te detienes cinco segundos, lo ves, y pasas de página. Aquí no, una doble página de este dibujante significa una composición espectacular una narrativa fluida y unos recursos únicos. Pero recurramos de nuevo a uno de nuestros reseñistas habituales, Alberto Morán, que describió perfectamente esta etapa de Williams en Batwoman: “El dibujo es el más exquisito despliegue gráfico que he tenido el placer de ver en este año […]. J.H. Williams III se atreve con recursos e ideas a los que otros dibujantes ni osan acercarse. Juega con las onomatopeyas, los tiempos, las expresiones, las texturas y los volúmenes, el ritmo de las secuencias, la forma y el tamaño de la viñeta así como sus separadores, el color, los contrastes entre atmósferas, la luz, los planos…[…] le saca todo el jugo al cómic como medio visual, exprime todo su potencial narrativo para ofrecer al lector una experiencia sublime. Si el dibujo en otras colecciones apoya al guión, en este caso lo engrandece, lo eleva. […] Le saca todo el jugo al cómic como medio visual, exprime todo su potencial narrativo para ofrecer al lector una experiencia sublime. Si el dibujo en otras colecciones apoya al guión, en este caso lo engrandece, lo eleva”. La pega es que el guión no llegue a ser tan épico como el dibujo nos muestra, y es la razón por la que la serie no entró en nuestra selección de lo mejor del 2012. Y suponemos, que tampoco entrará en la de 2013, ya que Williams dedicará gran parte del año a dibujar la nueva miniserie de Sandman con Neil Gaiman. Eso va a ser digno de ver…y de leer.

Los lectores de cómics debemos ser animales de costumbres. Y es que al final, después de traer a esta selección a dibujantes de los más variado, el ganador acaba siendo el dibujante de superhéroes por antonomasia. El estilo clásico de Ivan Reis, heredado de grandes dibujantes como Alan Davis, sabe plasmar la acción como pocos y como decía Jordi T. Pardo en su reseña, es “capaz de realzar y pulir los defectos de cualquier guión”. Y no es que los guiones de los guiones de Johns sean flojos, pero es que está claro que cuando este equipo creativo se reúne, algo mágico ocurre entre ellos. Así es como podemos observar en Justice League #15, el primer número dibujado por Ivan Reis, cualidades que antes no habíamos visto con Jim Lee. Como decía también Raúl López en otra de las reseñas aparecidas en Zona Negativa, el trabajo que hemos visto en su etapa en Aquaman “es sencillamente maravilloso, una lección magistral de como deberían ser a nivel gráfico los cómics de superhéroes. Nos muestra a Aquaman como alguien majestuoso, poderoso, lleno de fuerza, y a Mera le da una sensualidad, una fiereza, un carisma que la convierte rápidamente en uno de esos personajes por los que no te cuesta encariñarte. Si maravilloso es el trabajo que hace con los personajes dotándolos de vida, aun destaca más en las escenas de lucha”. Y más alabanzas aún por parte de Daniel Gavilán en el primer contacto que tuvimos con la serie: “El dibujante nos ofrece a un Arthur Curry con una pose regia y una mirada tan insondable como el mar que probablemente esté entre las mejores interpretaciones que se hayan hecho de la imagen clásica del personaje”. Así que ya veis, en esta redacción estamos prendados del trabajo de Ivan Reis, y no debemos ser los únicos ya que el dibujante es tan responsable del éxito de la serie como Geoff Johns. Ambos nos han hecho engancharnos por primera vez a un personaje del que jamás pensamos que pudiera sacarse mucho más de lo que había.