El horror de la guerra ha llevado a producir una ingente cantidad de obras literarias, artísticas y audiovisuales. Es uno de los temas más representativos ya no sólo de la naturaleza humana, sino de sus formas de expresión. La mayoría de esas obras, por lo menos las más verídicas, han sido creadas con una clara naturaleza aleccionadora, con el objetivo de evitar que la historia se repita en el futuro mediante la representación cruda de lo que implica ser humano y sus consecuencias.
Resulta que esas obras, cuyas lecturas ejemplares son bastante recomendadas, han sido en su mayoría escritas por autores y autoras que han vivido un conflicto de tales características, de manera directa o a través de los testimonios de antepasados.
Aunque muchas veces hay que ir con cuidado para no caer rendido ante una obra que, bajo una apariencia sensible resulta ser, en realidad, patriótica y adoctrinante, dentro del cómic podemos echar mano de lecturas certeras como la reverenciada
La II Guerra Mundial, que se zanjó con el terrible lanzamiento de dos bombas atómicas sobre la población civil de un país derrotado y extenuado como lo fue Japón, ha sido uno de los temas más recurrentes en la producción cultural del país del sol naciente. Varias han sido las obras que han tratado los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki; una obsesión histórica y cultural totalmente justificada.
El manga, en su papel por ser uno de los productos más consumidos en Japón no podía ser menos y diversos son los títulos que han tratado las consecuencias del conflicto, de forma más «cronológica y oficialista» (las biografías que dedicaron
El manga editado por
Creado originalmente en 2015, el concepto nace de la voluntad de Nobuhisa por conmemorar el 70 aniversario del fin del mayor conflicto armado del S. XX y reflexionar sobre sus consecuencias. Así, cada capítulo se centra en un personaje que desde la actualidad rememora las experiencias vividas durante la contienda.
El drama prima sobre la acción en Trágica derrota pues las historias tienen un fuerte toque personal, el de sus protagonistas, que rememoran diversas circunstancias traumáticas haciendo gala de un carácter emocional soberbio. Todos ellos derrotados, según el sentimiento que destrozó el fuerte carácter nacionalista que se vivía en el Japón de la época, no pueden evitar recordar con tremenda inquietud todo aquello que les tocó vivir.
La principal virtud de la obra de Nozoe Nobuhisa es la de proporcionarnos una amplia galería de conocimientos inéditos sobre los episodios diarios, llenos de angustia, de cualquier ciudadano o soldado japonés de la época. Desde los duros avatares sufridos en campos de prisioneros hasta la trágica rendición ante el imparable ejército norteamericano, el autor nos propone conocer una serie de circunstancias impactantes que marcan la vida de cada uno de sus personajes, tocados pero no hundidos.
El lector mínimamente interesado en el tema no evitará pensar en
A más de un lector le sorprenderá conocer por primera vez ciertos detalles que suelen pasar desapercibidos en la mayoría de crónicas sobre este periodo; como la ración de cianuro de potasio que se repartía entre la población una vez perdida la guerra o la existencia de los Kaiten, torpedos modificados para ser tripulados por un piloto suicida, los kamikaze del mar.
Una de las historias del tomo tiene como protagonista a un anciano que recuerda cómo se presentó voluntario para tripular un bombardero Yokosuka D4Y o un caza Mitsubishi A6M Zero y morir siendo un kamikaze; pero al que en realidad se le encomienda ser un piloto de Kaiten, con la única ayuda de un periscopio y una brújula para enfrentar la oscuridad del fondo oceánico. Una experiencia fatal pero salvadora con uno de estos torpedos concederá al lector una de las líneas más duras y remarcables de todo el texto:
«El miedo que hasta entonces no había sentido empezó a apoderarse de mí al ver esa enorme y negra masa de acero y pensar que mi vida terminaría encerrado en aquella oscuridad sin siquiera ver el cielo. Yo, que me había imaginado surcando el vasto cielo y estrellándome contra un buque enemigo»
El tono antimilitarista de la obra queda palpable en historias como «Hambre», que tiene como protagonista a un hombre moribundo que recuerda cómo su tropa quedó abandonada a su suerte en una isla invadida por el ejército aliado, al tiempo que padecían enfermedades y hambrunas terribles que desencadenarían en un dramático caso de canibalismo por parte de un teniente.
La voz femenina de la guerra también queda recogida en Trágica derrota. En «Repatriados» podemos ser testigos del trágico destino al que se enfrenta una joven madre japonesa que queda atrapada en Manchuria (territorio chino que tras la derrota de Japón pasa a manos de los soviéticos) para ser violada en repetidas ocasiones por soldados enemigos. Para huir de la persecución soviética, las mujeres se cortaban el pelo y se pintaban la cara con carbón para parecer muchachos. También se les proporcionaba cianuro de potasio para, en caso de ser apresadas, no sufrir vejaciones. Pero nuestra protagonista pretende luchar por sobrevivir y volver a casa junto a su hijo.
El resto de tramas, protagonizadas igualmente por ancianos que recuerdan sus vivencias como soldados, contienen las mismas dosis de crudeza que las anteriores y son un claro ejemplo de cómo puede llegar a marcar una guerra, pese a ser un superviviente.
El conjunto se refuerza con un prólogo y un epílogo; textos con los que el autor pretende explicar su intención con la obra, así como transmitir el sentimiento y las vivencias que le llevaron a escribir sobre un periodo tan dramático. Al lector le resultará sumamente interesante conocer la inquietud del autor que consiguió llevarse hasta dos premios (Premio Cultural Osamu Tezuka 2007 a la Creatividad y el Gran Premio de la 36 edición de los Premios de la Asociación Japonesa de Dibujantes de Manga) por su adaptación al manga de la obra
Un punto curioso en Trágica derrota es la aparición de interludios de dos páginas con los que el autor reinterpreta algunas de las pinturas negras de
Adentrándonos en el apartado artístico debemos comentar que los dibujos a lápiz de Nobuhisa cumplen notablemente con la intención expresiva y realista de la obra, pero se perciben ciertas limitaciones técnicas que alejan el dibujo de cotas más afines al género. Nos encontramos indudablemente ante un manga, tanto por disposición como por ritmo, pero de estética totalmente adulta e independiente. Como apunte debemos comentar que en algunas figuras se llegan a percibir trazos de los esbozos (incluso en algunos rostros de manera suave), aunque desconocemos si persigue algún sentido justificable.
Antes de cerrar la reseña debemos comentar la edición que ha preparado ECC para presentar Trágica derrota. En términos de calidad editorial, por lo menos en la parte interna, el tomo cumple con los estándares en cuanto a encuadernación, maquetación e impresión. No obstante, la ausencia de sobrecubierta (dejando tan solo una tapa blanda sin solapas) y sus 190 páginas hacen difícil justificar su precio de 16,95 €. Está claro que no es una obra destinada a un público generalista y que su concreción en cuanto a target le priva de un precio menor, pero incluso los interesados en el tema bélico o dramático podrán encontrar la edición cara. Aunque el manga se integra dentro de la línea «Autor» de la editorial, que se caracteriza por un precio mayor y las características de edición mencionadas, en otras obras manga de la misma línea como
Pese a ello, nos encontramos ante una obra muy recomendable. Sobre todo para los interesados en la historia individual de aquellos que padecieron una época terrible que no debería repetirse. Nobuhisa plantea una serie de guiones sobrios de temática trágica, deprimente pero tremendamente real, que invita a la reflexión. Un muestrario de supervivientes únicos de circunstancias terribles que lucharon -y siguen luchando- por superar los efectos de la barbarie.
Guión - 8
Arte - 7
Interés - 7.5
7.5
Una obra de inspiración testimonial que transmite la férrea voluntad de los que padecieron la trágica derrota.