Breves píldoras de realidad.
«Siempre me ha intrigado la decisión del artista de consagrarse plenamente a un medio de poco prestigio. ¿Quizá por eso nunca tuvo éxito?»
Cuando en 2013 apareció Papel estrujado (Astiberri)
En Transitorios nos encontramos con cuatro historias cortas autoconclusivas de duración variable en las que Nadar nos deja ver retazos de la vida de sus personajes en los que algún suceso o encuentro casual la altera haciendo que, en cierta manera establezcan un dialogo, con su pasado y presente que los lleva a evolucionar y aprender para comenzar un viaje o transito que modifique la hoja de ruta que tenían marcada para su futuro próximo. Ese transito individual se convierte en el elemento que sirve de conexión entre las cuatro historias cotidianas que componen el tomo. Están contadas con una enorme sutileza y sensibilidad que nos sirven para recordar que nuestros planes vitales se pueden ver modificados por el suceso más aparentemente nimio. Pero no es el único nexo de unión entre ellas puesto que también se relacionan entre si gracias a tratar varios temas comunes, en particular, la complejidad de las relaciones familiares y afectivas, pero es no es el único tema que aborda el autor castellonense en estos relatos breves ya que también podemos ver otros que nos afectan a todos los seres humanos a lo largo de nuestra existencia como el difícil tránsito de la adolescencia a la edad adulta, la preocupación por nuestro legado y como se construye la memoria colectiva, la diferencia entre la realidad y la ficción, la sutil violencia soterrada con la que convivimos a diario y un largo etcétera. Una completa y compleja radiografía de sus personajes que nos recuerdan que el autor es uno de los mejores retratistas de la condición humana del cómic actual gracias a unas historias que resultan de una universalidad absoluta.
Los personajes principales, al igual que sucede en sus anteriores obras, son personas normales que, aunque de edades y contextos sociales diferentes, tienen los pies el suelo y viven a pie de calle de manera que, aunque sean ficticios, resultan de una verosimilitud estremecedora y poseen la misma autenticidad que tiene Nadar como autor. La obra nos ofrece cuatro relatos y personajes que son a la vez contemporáneos y atemporales haciendo fácil sentirse identificado con ellos y lo que les sucede. Esa conexión se produce gracias a una construcción de personajes soberbia que se apoya en unos diálogos y silencios muy bien medidos y a un fantástico uso de las elipsis que nos permite conocerlos en muy pocas páginas. Pese a que el protagonismo de cada historia está claro, el resto de personajes que aparecen están igual de bien construidos, así que podemos comprender y empatizar con algunas de las decisiones que toman. El resultado final es que, al igual que sucede con las historias que protagonizan, alguno de ellos nos acompañara varios días después de leer la última viñeta que cierra su historia.
Es muy habitual que cuando nos enfrentamos a una obra de carácter antológico formada por varios relatos cortos tengamos la sensación de leer historias irregulares repletas de altibajos y en las que se abusa de ciertos recursos habituales del cuento como el giro final que busca sorprender al lector. Sin embargo, es algo que no nos sucede en Transitorios debido a la capacidad de Nadar para hacer que cada una de las cuatro historias tenga personalidad propia y que no se repitan recursos narrativos ni argumentales. Algo que hace que resulten muy diferentes entre sí. Es cierto que a lo largo de las historias sí que vemos varios giros de guion, pero están tan bien orquestados que resultan del todo inesperados con una credibilidad y coherencia que hacen que no nos sintamos como si el autor hubiera jugado con nosotros escamoteándonos información, cuando lo que realmente hace es proponernos un juego en el que nos deja que imaginemos una parte de las incógnitas que hay en las historias que él prefiere no resolver.
Otro de los elementos comunes que comparten la historias es el tono intimista que emplea Nadar, pero en el que deja un espacio enorme para un sentido del humor irónico y socarrón que provoca que, por momentos, se nos dibuje una sonrisa en la cara y aumente esa sensación de estar ante historias llenas de capas en las que se mezclan la comedia con el drama y que, pese a los varios puntos en común que comparten, resulten muy diferentes y refrescantes.
A lo largo de sus trabajos anteriores del autor castellonense nos ha demostrado su enorme capacidad como narrador gráfico que tiene muy claras las herramientas propias del cómic que emplea con un estilo en la que no hay cabida para ningún elemento accesorio que sirva como impedimento para la claridad narrativa. Esto no quiere decir que opte por las soluciones fáciles, sino por las sencillas en las que deja que sea el dibujo el que nos vaya contando la historia reservando los diálogos para unos momentos muy concretos, de manera que todo lo que se dice, y sobre todo lo que no, adquiera un mayor significado. Su trazo limpio y sin estridencias sirve para crear unos personajes que resulten diferentes entre sí, de manera que son perfectamente reconocibles, y también tremendamente expresivos. Algo que se ve potenciado por el uso de unos colores tan precisos y sutiles como toda la obra.
La edición de Astiberri tiene la calidad acostumbrada en la que brilla la fantástica portada que desde un primer vistazo ya nos marca el tono de lo que nos vamos a encontrar al abrir el volumen que también cuenta con un fantástico epilogo de Mery Cuesta.
Muchas veces pensamos que las obras compuestas por historias cortas independientes son trabajos menores en la trayectoria de un autor, pero es algo que solo sucede cuando no son capaces de ofrecernos algunas que dejen ver todo su talento, algo que sí nos ofrece Nadar en Transitorios, un trabajo que nos trae de vuelta al excelente observador de la naturaleza humana que conocimos en sus primeros trabajos y del que ojalá volvamos a tener noticias como autor completo pronto.
Lo mejor
• La sutileza de cada detalle.
• El uso de los silencios y las elipsis.
• La capacidad del autor para construir unas historias tan redondas en tan poco espacio.
Lo peor
• El tiempo que falta hasta que podamos leer una nueva otra de Nadar como autor completo.
Guión - 9
Dibujo - 8.5
Interés - 9.5
9
Breves
Nadar vuelve como autor completo con cuatro historias que nos recuerda que es un autor de una personalidad tan única como su capacidad para reflejar la realidad cotidiana sin edulcorarla ni dramatizarla en exceso.
A mí me ha encantado y la reseña me parece muy acertada.