“Joachim… Hay que partir.
Sí… Adios papá”
La rutina, la apacible y muchas veces desdeñada rutina. Nos hace obviar que puede ser demolida en un instante. Y entonces lo que dábamos por hecho, aquello que entendíamos que era así porque no cabía otra posibilidad de ser más que esa, cambia, se derruye ante nosotros. Entendemos que siempre fue así, que el horizonte siempre fue ese. Y aunque a veces lo podemos ver llegar, no significa que estemos preparados para el cambio. Para lo inevitable.
Tres sombras es prácticamente una oda a la muerte, pero no como algo funesto, que también, sino como algo inevitable. Un camino que no entiende de atajos ni de desvíos. Un poema visual que nos muestra la innombrable desde una simpleza que desgarra y que nos hace pensar, como al héroe trágico de su historia, que quizás haya alguna posibilidad de evitarla.
El poeta visual
Cyril Pedrosa, nacido en Poitiers el 22 de Noviembre de 1972. Quiso ser dibujante desde la adolescencia. Estudió animación en la escuela Gobelins, y entre los años 1996-1998 trabajó en el estudio de animación de Disney de Francia, como “inbetweener” (animadores que se encargan de la tarea tediosa de realizar los cuadros intermedios que hay entre los principales) de la película El jorobado de Notre Dame, y como asistente de animación de la película Hércules.
En 1998 se inició en el mundo del cómic del que ya no saldría, para degustación de todo amante del dibujo, con la obra Ring Circus junto al autor David Chauvel, en la que se encargó de los apartados del dibujo y el color. En 2006 haría su primera aproximación como autor completo en su obra Los corazones solitarios (Norma editorial), y para 2007 lo volvería a hacer con la obra que nos ocupa, Tres sombras (Norma). Con ella ganaría el respeto antes solo intuido de todo el sector haciéndose con el premio “Esencial” en el Festival de Angoulême de 2008. Su obra maestra Portugal (2012) le alzó como uno de los referentes del cómic europeo y mundial. Ahora acaba de publicar la segunda parte de La edad de oro (Norma) que muy pronto tendremos el placer de traeros a ésta, nuestra humilde morada.
La tragedia
En esta obra nos hallamos ante la historia de un héroe trágico perfectamente transmutable a un mito de la antigüedad. Nos encontraremos en él trasuntos de todo tipo. Desde las Morias (mención a Las Tres Sombras de Rodín), hasta un oráculo, desde un sátiro que intentará hacer un trato sucio hasta una bruja. Todo ello envuelto de una pátina de infantilidad y una inocencia que contrasta con la crudeza del tema que trata: La aceptación de la muerte de un ser querido.
La historia en grandes rasgos se compone de tres grandes escenas que tienen la estructura de los tres actos del viaje del héroe. La primera en la que el héroe (que es el padre) está en su rutina, no quiere aceptar la llamada a la aventura (que por macabro que suene es la muerte de su hijo) y pretende enfrentarse a esa decisión. Es el héroe intentando no hacer, o no aceptando, el viaje del héroe. Sin embargo, como siempre le pasa al héroe, es justo ese no querer hacer el viaje lo que le manda de cabeza a ese mismo viaje. La segunda, una odisea contra el destino. No es un viaje de iniciación sino de finalización. Uno en el que se aprender a soltar, en el que se aprender a desaprender a la fuerza. Y por último, la gran escena de aceptación, de redención propia. En la que el héroe trágico acepta su condición trágica como inevitable, como humana, y en última estancia, de una belleza excepcional.
En la historia también tiene cabida esa doble visión de la moral. Esta perspectiva es englobada por la visión trágica de la muerte que se puede entender como algo casi bello por el hecho de que signifique que ha habido vida previa. Sin embargo, se ve acompañada por sucesos y personajes que apoyan la idea. En los ejemplos más evidentes están, un tratante de esclavos que defiende su trabajo y se cabrea con una mujer que lee la mano por aprovecharse de los miedos ajenos, o una esclava que pide ser liberada pero hace poco por liberar. Y que conforma esa falta de unilateralidad tan necesaria en nuestro tiempo.
Cyril Pedrosa mantiene una gran influencia de Disney, no tanto en su narrativa, que es muy personal, sino en las expresiones faciales y movimientos de los personajes, como en la clase de historia que cuenta. Una que emociona tanto a jóvenes como a adultos, pues hay un mensaje para ambos públicos.
El uso del blanco y negro resalta esa idea de lo infantil o lo sencillo. Por otro lado está ese uso puntual de sombras gruesas que nos trae todo el rato esas remanencias de una oscuridad amenazantes, una que tiene que ver más con el miedo que con la realidad, pero que se sabe que esconden verdad. Ese uso que tiene tanto de gravado pictórico, casi rupestre, muy en oposición a esa ligereza plástica de la imagen del resto de la obra, hace que se enfatice la idea de la complejidad que esconden las cosas simples. Como afirmó Aristóteles hablando respecto al hecho de retratar algo o alguien: “El objetivo del arte no es presentar la apariencia externa de las cosas, sino su significado interno; pues esto, y no la apariencia y el detalle externos, constituye la auténtica realidad”.
De la ficción a la realidad
Cuando alguien hace algo para uno mismo se nota, entre otras cosas, porque la mayoría de las veces se prescinde de los artificios que acompañan los encargos, los favores, las imposiciones. Y lo que se ve en esta historia es la gran carga emocional que exhala. Esto es debido, evidentemente a que aquello que se cuenta en la historia lo es de por sí, pero también, y en mayor medida en mi opinión, porque se percibe que Pedrosa pone algo propio en las páginas.
La historia de Tres sombras se gestó como un homenaje a un buen amigo suyo quien sufrió la pérdida de un hijo. Y por eso la historia no nos habla de la muerte como amenaza a uno mismo, que es como la suele entender el ser humano, sino como una amenaza ajena. Ya que es la pérdida del otro la que nos duele, no la propia. Es por la ajena que hemos aprendido que es sinónimo de dolor. La obra completa parece un elogio a la idea que tenía Epicuro sobre la muerte, en la que planteaba la misma como una quimera, pues no existe en nosotros cuando estamos y en cambio existe cuando no estamos. “Es necio quien dice que teme a la muerte, no porque le angustiará al presentarse, sino porque le angustia esperarla”. Una afirmación sencilla de explicar y de entender, pero más complicada de llevar a cabo. Algo que sabe bien nuestro trágico protagonista.
Guión - 8.5
Dibujo - 9
Interés - 9
8.8
Trágico
Tres sombras se traduce como un trozo de Pedrosa y de todos nosotros. Una verdadera delicia para los ojos y el corazón. Una tragedia clásica disfrazada de cuento que se nos muestra sin pizca de condescendencia pero con la consideración y simpleza adecuadas para cualquier clase de lector.