Con la salida de la serie A-Force, de la que dio buena cuenta nuestro compañero José María Vicente, se ha dado el pistoletazo de salida para que, dentro del paraguas de las Secret Wars, un buen puñado de mujeres Marvel, con todo el bagaje de sus largos años haciendo de superheroínas, marquen su propio camino como equipo. Bajo el sabio liderazgo de Hulka, estos caracteres femeninos son la ley y el orden de un paraíso conocido como Arcadia, uno de los abundantes dominios que forman Battleworld. Mucho se ha hablado esta serie y no poco en términos peyorativos, tildándola de puro movimiento de marketing para atraer un supuesto nicho de aficionados, el sector femenino, al tradicionalmente masculino género de los superhéroes. Lo cierto es que no ayuda a su normalización como grupo que ciertos dimes y diretes vengan de medios generalistas, y como muestra un botón, la reciente polémica al respecto protagonizada por la habitual colaboradora del New Yorker, Jill Lepore, autora además de un desmitificador estudio acerca del creador de Wonder Woman, “The Secret History of Wonder Woman”, con su correspondiente respuesta por parte de una de las guionistas de la serie, G. Willow Wilson. Sin entrar mucho en detalles acerca de sus argumentos, la señora Lepore viene a criticar abiertamente tanto la reciente película de “Los Vengadores: la Era de Ultrón” como a constructos como A-Force, supuestamente una serie que reivindica lo femenino, pero que a la postre termina siendo caldo para consumo masculino. Arguye que esas mujeres están vacías de personalidad y son meros instrumentos “pornográficos” para disfrute testosterónico.
Lo cierto es que más allá del ruido que puedan suscitar ciertas polémicas, el papel de la mujer en el cómic es un tema que da para sugerentes interpretaciones y que, últimamente, parece que se haya traspasado a medios análogos como cine y televisión (sirvan como ejemplos la ya citada Era de Ultrón o la reciente noche de bodas de Sansa Stark en Juego de Tronos). Tampoco hay que enmascarar la realidad, la parte femenina no siempre ha sido plasmada como se merece en nuestro amado noveno arte (bueno, digamos que en la parte “pijamera”) por lo que se antoja necesario un pequeño repaso a aquellas situaciones que nos han servido para aprender «lo que se debe» y “lo que no se debe hacer”, tomándolo de forma constructiva. Acotamos también nuestras impresiones al Universo Marvel, por ser el foco de la polémica, pero es indudable que en la Distinguida Competencia no se han visto libres de tempestades, como bien atestigua el reciente affaire con la portada de Batgirl que homenajeaba a la Broma Asesina, retirada por tomarse como demasiado agresiva.
El Universo Marvel nace a inicios de los años sesenta, de manos de autores como Stan Lee, Jack Kirby o Steve Ditko, creadores que llevaban largo tiempo en el negocio, por lo que no se puede decir que fueran unos jovencitos. Por tanto hablamos de gente criada en los años 30-40. Si atendemos a cronología histórica, el primer despertar del feminismo, entendido como la lucha por la igualdad entre hombres y mujeres, en los EEUU datan de mediados del siglo XIX aunque su gran eclosión se daría durante los llamados movimientos sufragistas, lo que nos sitúa a inicios del siglo XX. La mayor reivindicación sería la política, al tratar de conseguir el ansiado derecho al voto, por lo que habría que señalar que cuando se empezaron a apreciar cambios de entidad para las mujeres fue en los años 60 de la pasada centuria, donde las reivindicaciones afectaban al ámbito privado, aspecto que hasta ese momento se había dejado aparcado debido al paternalismo masculino. Con esta ubicación cronológica, se nos antoja normal (que no justificable) que aquellas primigenias encarnaciones femeninas marvelitas respondan a clichés más que manidos y sean poco estimulantes para las féminas actuales. Pero el contexto es el que manda. No ayuda mucho la ausencia de sensibilidades femeninas en aquellos primeros tebeos de la Era Marvel, ya que excetuando la legendaria Marie Severin, el resto de integrantes del Bullpen eran masculinos. El camino ha sido largo y difícil, no solo en los cómics, pues el sojuzgamiento del mal llamado “sexo débil” ha sido una lacra endémica para las sociedades occidentales. Desde la Edad Media, donde eran vetadas incluso a una educación digna, pasando por épocas donde se ensalzaba la razón como la Ilustración, el papel de la mujer ha consistido en el que la cultura patriarcal le ha consentido. Afortunadamente, ese yugo comenzó a romperse y es buena señal que hayan muchos logros que destacar en el camino hacia la igualdad, aunque haya estadísticas que nos dicen que todavía nos queda un buen trecho por recorrer.
Como ya hemos indicado, vamos a observar de manera sucinta la cuestión de género en el Universo Marvel, desde su inicios hasta nuestro tiempo presente, tratando de observar desde la perspectiva adecuada si es cierto que adolece de unos personajes femeninos lo suficientemente relevantes para que todas y cada una de las posibles lectoras se puedan sentir dignamente representadas. En ese recorrido tenemos tanto aciertos como flagrantes errores, por lo que intentaremos analizar con detalle y precisión los datos ante las susceptibilidades que puede levantar un tema tan sensible como este. Para el estudio nos vamos a valer de momentos destacados, instantes que han tenido la suficiente trascendencia, pues un análisis al milímetro es un imposible. Comencemos ese repaso por el principio y ese es los 4 Fantásticos de Stan Lee y Jack Kirby.
La primera mujer en importancia, además de superheroína, que pasea por las páginas de la recién creada Era Marvel de los cómics es Sue Storm, la Chica Invisible, parte fundacional de los 4 Fantásticos. Lee y Kirby, sus creadores originales, tuvieron especial cuidado en el tratamiento de personajes, buscando dar un nuevo enfoque al maltrecho género de los enpijamados. Desgraciadamente, con Sue tardaron en encontrar su punto idóneo ya que en los primeros bocetos se situaba como objeto de deseo de dos de los integrantes del cuarteto, el experimentado Reed Richards y el inestable Ben Grimm. De hecho, sus poderes, la capacidad de hacerse invisible a su antojo, tampoco es que fueran demasiado atractivos para el lector, dejándola en un último lugar en los niveles de interés para el aficionado. Lo cierto es que no ayudaba a su popularidad que el personaje estuviera lleno de estereotipos de lo que debían ser las damas, según la mente masculina claro, cuyo culmen es el situarla en un triángulo amoroso que forman la propia Sue, Richards y el poderoso Namor. Durante un buen puñado de episodios la muchacha se ve atraída por el príncipe submarino, que la reclama para sí, mientras que en su corazón sabe que su verdadero amor es Míster Fantástico. Ambos autores conseguirán afinar su pluma para dar una imagen más acorde con los tiempos, por lo que la típica estampa de damisela en apuros ira desapareciendo paulatinamente con el discurrir de los números para la bella Chica Invisible, siendo el testigo recogido por otros autores (donde destaca sobremanera John Byrne) transformándose en la Mujer Invisible, uno de los personajes más poderosos de la editorial.
Como detalle a reseñar decir que Lee y Kirby intentaron dar la relevancia necesaria a la buena de Sue, aunque no siempre lo consiguieran, y como buen ejemplo de ello tenemos el Fantastic Four#11. En este capítulo, aparte de la aventura de rigor donde debuta el Hombre Imposible, hay un complemento donde los autores ponen al día a los personajes con un soberbio ejercicio de ruptura de la Cuarta Pared. Acompañamos a la Primera Familia mientras reciben su abundante correo. Algunas misivas parecen contrarias a la única integrante femenina del cuarteto, probable trasunto de la realidad que se percibía en el Bullpen. Un enfadado Reed Richards se dirige al respetable para dejar claro que el papel de Sue es importante para el equipo. Analizando el capítulo con ojos actuales, lo lógico hubiera sido que la misma implicada se defendiera a sí misma y no fuese su galán paladín el encargado de la faena. Lo dicho, Lee y Kirby lo intentaron, a su manera, pero lo intentaron.
La otra gran heroína de los estadios iniciales del Universo Marvel es Janet Van Dyne, más conocida como la Avispa. Ésta es nada menos que una de los fundadores de los Vengadores, la única mujer en el entonces supergrupo formado por Thor, Iron Man, Hulk, Hombre Hormiga y la ya citada Janet. Pero su periplo comenzó al amparo de la sombra del Doctor Pym, responsable de su cambio a la Avispa y compañera de sus aventuras iniciales como Hombre Hormiga. La caracterización de este personaje es el paradigma de la frivolidad. Rica heredera despreocupada, sus únicos intereses son los lujos y los chicos guapos, como bien nos lo hace saber en sus más que sonrojantes líneas de diálogo. Poco a poco se irá acercando románticamente a Hank Pym hasta convertirse en pareja formal, compartiendo ocupación a la vez que cama. La entrada en los Vengadores, con la importancia de las amenazas a las que se enfrentan, hace que sus niveles de frivolidad se rebajen un peldaño. Aun así, no será fácil para ella quitarse ese estigma pues muchos guionistas mantendrán esa imagen ligera de la Avispa, a pesar de que llegó a convertirse en toda una líder de los Vengadores ya en los años ochenta.
Otro personaje clásico de la Silver Age que empezó su carrera como villana, pero terminó también recalando en los Vengadores es Wanda Maximoff. La hija de Magneto (ohh perdón!!, que despiste, que los gemelos ya no son mutantes, borren eso de sus cerebros!!), la Bruja Escarlata, es un buen ejemplo de la subyugación femenina al patriarcado, aunque en este caso el responsable es su hermano Mercurio. Pietro Maximoff representa la figura sobreproctetora que no deja evolucionar a Wanda. No será hasta que ambos separen sus caminos cuando la Bruja encuentre su senda y se convierta en uno de los caracteres femeninos claves en la editorial, llegando a unir sus destinos con la Visión, un organismo artificial. Este enlace entre dos seres que , en esencia, nunca hubieran debido de acabar juntos representa un gran canto a la libertad sexual, pues, de manera velada, es un loa al derecho a decidir a quién uno ama, sea hombre, mujer o máquina.
Si para las distintas mujeres con poderes, sometidas a los más variados peligros, la caracterización femenina era más bien regular, mejor no hablamos ya de las novias o intereses románticos de aquellos primigenios héroes. Tanto Jack Kirby como Stan Lee habían hecho carrera en el llamado género romántico, donde damiselas enamoradas eran capaces de cualquier cosa por conseguir la atención de su amado. Y ese fue el estereotipo aplicado a las Jane Foster, Betty Ross o Pepper Pots de los inicios, siempre dispuestas a seguir esperando tras una ventana, a seguir sufriendo por las desventuras de otro, a seguir llenando la almohada de lágrimas…. Pero como en toda regla siempre hay excepciones. De nuevo Jack Kirby y Stan Lee supieron dar entidad a un personaje de nuevo cuño para insuflar un hálito romántico a un personaje de viejo cuño. Hablamos del Capitán América y de Sharon Carter. Ésta última hizo su debut como dama en apuros para descubrir a renglón seguido que era nada menos que una agente de S.H.I.E.L.D. ¡Toma ya! Steve Rogers se sentirá, episodio a episodio, más enamorado de Sharon hasta llegar al punto de volverse paternalista con ella. Él puede ir jugándose el pellejo en distintas misiones para la organización pero Sharon debe permanecer a salvo. En principio, Carter sigue su propio camino, unido indefectiblemente a S.H.I.E.D. y a Nick Furia, aunque su gran amor por Rogers le hace dudar en no pocas ocasiones.
Pero si hay una excepción en el tema “novias de supers” en la Silver Age marvelita esa la tenemos en las páginas de Spiderman. Aquí tendremos, quizás, el desarrollo de personajes femenino más elaborado de estos tiempos ya tan lejanos. Lee junto a John Romita Sr. nos dejaría boquiabiertos con la dinámica montada en torno a Peter Parker y dos personajes trascendentales, Gwen Stacy y Mary Jane Watson. Estas dos mujeres representan los intentos de Lee y Romita de marcar un rumbo nuevo en cuanto a féminas Marvel. Una rubia y otra pelirroja; el cielo y el infierno, lo divino y lo terrenal. Gwen Stacy debuta en los tiempos de Steve Ditko como compañera de instituto de Parker e interés romántico de Flash Thompson. MJ es nombrada como la sobrina de la vecina de Tía May pero no descubrimos su rostro hasta que nos lo plasmó en viñetas el mayor de los Romita, con esa habilidad innata de hacer atractivos cualquier tipo de personaje (volvió guapo hasta al bueno de Peter que en la etapa de Ditko era lo más parecido a un nerd). Gwen es una chica bien educada, de buenos modales (aquí todavía no podíamos ni adivinar su romance con Norman Osborn) y una aplicada estudiante, lo que le hace encaminar sus pasos hacia la univesidad. Lee hizo evolucionar al canijo de Parker, llevándolo del instituto a los estudios superiores y en ese camino se vio acompañado por Gwen, reflejando la progresiva incorporación de la mujer a los más altos estadios de la educación. Mary Jane sin embargo es presentada como una mujer más despreocupada, casi frívola, con la diversión como única meta. Lo cierto es que MJ parece responder al perfil de personaje que busca su camino sin depender de los demás. La duda entre ambas carcomió a al alter ego de Spiderman durante una temporada aunque al final se decidió por la buena de Gwen, con trascendentales consecuencias.
Gwen Stacy se convirtió en alguien fundamental para Peter Parker. Junto a ella vivió la muerte del Capitán Stacy, el padre de la muchacha, y se transformaría en el símbolo de las desgracias de las novias del héroe. Porque la pobre Gwen murió. Esperamos no haber desvelado ningún spoiler ya que aconteció en el año 1973, un punto y aparte que marcó el fin de la Silver Age marvelita. Hasta ahora, las compañeras sentimentales de los héroes tenían la supervivencia asegurada pues ¿qué clase de salvador sería uno si no evita el peligro a la mujer que ama? Pues Spiderman fracasó y eso le hizo grande, pues logró superar un envite de tan vital trascendencia. En una lucha con el Duende Verde, éste utilizó a Gwen para sus propios fines cuando fue arrojada al vacío desde el puente de Brooklyn. En esos instantes tremendos contamos con que Spidey logrará salvarla; parece que lo logra, ha conseguido triunfar, pero un Snap! nos ha pasado desapercibido. Gwen Stacy ha muerto a consecuencia de ser la novia de Spiderman y eso es algo con lo que Peter Parker deberá lidiar toda su vida.
Tal éxito tuvo la dramática historia del trepamuros, que terminó abriendo una puerta peligrosa al convertir en habitual la práctica de asesinar, torturar o hacer padecer mil infiernos a la novia, esposa, hija o cualquier mujer que tuviera un vínculo afectivo con el protagonista para hacerlo sufrir. Tan habitual se hizo, que terminó dando pie a múltiples ensayos sobre este recurso considerado vago y poco respetuoso a un sexo femenino reducido a una función meramente instrumental como recurso narrativo.
Recibiendo su nombre del funesto episodio en el que el Green Lantern Kyle Rayner se encontró a su novia Alex DeWitt asesinada dentro del frigorífico, las mujeres en la nevera tuvieron una fuerte proliferación dentro de los cómics Marvel, con casos tan ilustres como los de Mariposa Mental -experta en ser víctima una y otra vez-, Mariko Yashida, Moira MacTaggart, Lilandra Neremani, la Spider Woman original (salvada en extremis), Candance Southern, Pájaro Burlón, Marrina, Magik, la práctica totalidad de las novias de Daredevil y otras tantas de las que hablaremos más abajo.
A mediados de los setenta tenemos una Marvel repleta de protagonistas masculinos, con alguna que otra excepción. En unos años como aquellos es un dato que desentonaba por lo que se hacía necesario un renovado grupo de heroínas para compartir escena con los tradicionales de la época. La solución llega de forma inesperada y más bien urgente, cuando a Marvel llegan rumores apuntando a que DC planeaba presentar versiones femeninas de algunos de sus personajes, como una suerte de vendetta como pago por lo que Marvel había hecho al apropiarse de la versión masculina de su princesa amazona con la creación de Wonder Man.
La necesidad de evitar que esto pudiera tener lugar, unido a la falta de ideas para crear personajes femeninos que fueran atractivos con su propio bagaje, dio pie a que comenzaran a extenderse estas versiones femeninas de los héroes. Así empezaron a proliferar estas copias femeninas con sus propias cabeceras que, en principio, no dice mucho favorable de las mentes pensantes de la editorial.
La primera de ellas es Ms. Marvel, que recicla a una secundaria de la colección del guerrero kree defensor de la Tierra, el Capitán Marvel, en 1977. Carol Danvers se transforma en superheroina por accidente al estar en el sitio incorrecto, cerca de una batalla entre alienígenas. Quién le mandaba estar ahí. En 1978 llega la versión femenina del trepamuros, Spider-Woman. Jessica Drew tendrá un pasado y un desarrollo muy diferente al Spiderman clásico pero no se puede negar que su salida al mercado es consecuencia del éxito de su colega masculino. Y en 1980 tenemos la salida al mercado del primer número de Hulka, protagonizada por la prima de Bruce Banner, Jeniffer Walters, a la que una transfusión de sangre de su familiar la convierte en una gigante de jade. Observando en fenómeno en bruto es innegable que mucha imaginación no pusieron sus creadores al respecto. Pero hay que destacar la habilidad de guionistas como Chris Claremont o John Byrne que alejaron a estas mujeres de sus contrapartidas masculinas, convirtiéndolas en personajes respetados y apreciados por el fandom.
Lo más singular es que pese a ser una idea más bien peregrina, la fórmula terminó demostrándose tan efectiva que ha continuado aplicándose incluso en la actualidad. La exitosa versión actual de Thor es un buen ejemplo de este fenómeno, como igualmente pueden serlo la Capitana América American Dream, la clon de Lobezno X-23, la versión femenina de La Cosa, Lady Deadpool, cualquier mujer o chica araña o incluso casos más refinados como los de Loki o el fenómeno Spider Gwen.
A pesar de que Stan Lee había creado un elenco de personajes femeninos variado y que los setenta llenaron la editorial de superheroínas que decidieron seguir los pasos de sus contrapartidas masculinas, las mujeres del universo Marvel distaban mucho de encontrarse en una situación equitativa con ellos. Es entonces cuando aparece el británico Chris Claremont, quien llega a la editorial cargado de su pasión por la literatura clásica e ideales new age. Otros como Steve Englehart ya habían comenzado a abrir el camino con el tratamiento de personajes como Mantis, la Bruja Escarlata y Dragón Lunar en Los Vengadores. Pero es con Claremont y su Patrulla-X con quien esta nueva era para las superheroínas termina de consumarse.
El primer cambio significativo en este aspecto es la transformación que vive Moira McTaggart, inicialmente introducida como ama de llaves del Profesor Xavier, para después establecerse como eminencia dentro de la genética molecular. Con Claremont, los personajes femeninos dejan de ostentar roles asistenciales para obtener papeles mucho más activos y relevantes, como igualmente representaría la emperatriz Lilandra Neremani. Sin embargo, es la Jean Grey de Stan Lee quien se convierte en la verdadera musa del escritor, además de estandarte de sus ideales feministas en pro de la libertad sexual. Una diosa otorgadora de vida que juega con el ideal de las diosas primordiales anteriores a los panteones patriarcales.
Ya con Lee, la pelirroja destacó por ser la primera superheroína Marvel de actitud pro-activa, algo que dejó bien claro desde su entrada en escena (arrojando a sus compañeros por los aires cuando estos trataban de objetivizarla como foco de sus afecciones). Al contrario que la minúscula Avispa o la invisible Susan Storm con su lento proceso de evolución para dominar sus poderes, Jean Grey se mostró como parte activa de las misiones de equipo de la Patrulla-X desde el primer momento, enfrentándose avillanos como Magneto, Juggernaut o la Hermandad de Mutantes. Una Jean cuyos poderes no venían marcados por la inocuidad de una dama de la época, sino que era capaz de deshacerse de una multitud con el poder de su mente.
Lugares comunes del tratamiento de los personajes femeninos tan habituales dentro del cómic de superhéroes de los sesenta como su uso como disputa como interés romántico de los protagonistas o su captura en manos de los enemigos seguían presentes, sí. Pero en comparación con otras superheroínas de la época, Jean había conseguido trascender a estos roles hasta el punto de ser Ángel quien solía jugar el rol de damisela en apuros. Con la llegada de Thomas, la Jean de carácter fuerte se diluyó con la proliferación de historias en las que era apresada por villanos fascinados por su belleza, aunque poco a poco fue enmendándose para devolverla a su cauce original.
Primera superheroína Marvel a la que se pudo ver renunciar a ser una mera pieza del conjunto para labrarse su propio futuro acudiendo a la universidad -e incluso desarrollando lazos afectivos completamente al margen de sus compañeros de equipo-, la mutante con poderes telequinéticos terminaría la década luciendo escote y mini-falda como todo un icono chic, recibiendo un aumento de nivel en sus habilidades a la par que se las ingeniaba para plantar cara y derrotar a amenazas como Mesmero o Magneto por si sola. Un bagaje que la señalaba como la candidata perfecta para ser el fetiche de Claremont, quien ya venía de jugar con la idea de diosa primigénea de fuego con su Jade en Las Manos Inmortales del Kung-Fu.
Recuperando a Jean del limbo para hacerla renacer como Fénix, Claremont convirtió a la chica Marvel la Wonder Woman de una nueva generación en plena explosión científica y la búsqueda de nuevas fronteras para el desarrollo humano. Una era de percepción extrasensorial en la que la pelirroja expandía su mente para sostener todo el universo con ella, gesta tan desmesurada y demencial como ningún superhéroe -masculino o femenino- hubiera sido capaz de llevar a cabo. Para Claremont, aquella era la evolución natural para una Jean Grey que comenzaba a hacer al resto del equipo irrelevante mientras plantaba cara a amenazas del grado de Proteo.
Un nuevo superhombre había nacido bajo la sombra de 2001: Una Odisea en El Espacio, y era una mujer. No una cualquiera, ya que con Jean también murió el ideal adolescente del boy scout con actitud sin tacha, mostrando un personaje complejo, turbulento y de sexualidad vorazmente activa que parecía haber madurado hasta unas cotas que para el resto del cómic de superhéroes se antojaban inimaginables. Flirteando con desconocidos en paraísos exóticos, consumando su relación con Cíclope mientras atraía la atención de hombres mayores que ella o revolucionando las orgías sado del Club Fuego Infernal hasta el punto de no retorno, aquella Jean Grey que engullía sistemas solares como si fueran ensaladas de espárragos comenzó a llamar la atención del editor jefe Jim Shooter, y no en el buen sentido.
Porque para Shooter Jean había ido demasiado lejos y era necesario acabar con ella, así que -sin contemplación- sacó un fusil fotónico Skrull del cajón de su mesa de mandamás y puso fin a la andadura de Jean Grey. Sin embargo, el Fénix había crecido demasiado como para que ni siquiera la muerte fuera capaz de detener su leyenda, y sus semillas se extendieron de forma irremediable por todo el universo Marvel. Claremont cedía el testigo a una nueva generación de heroínas feministas más amistosa con la intocable, intelectualmente portentosa y todavía adolescente Kitty Pryde a la par que todas las heroínas del universo Marvel querían su propia Saga del Fénix Oscuro.
Ya fuera con Tormenta desatando sus poderes en manos del Doctor Muerte, Susan Storm y su transformación en Malicia, las continuas crisis existenciales de la Bruja Escarlata, Marrina, Sersi y el Caballero Negro o Polaris y la liada de su boda, la nueva revolución femenina había quedado grabada a fuego en el universo Marvel, sin posibilidad de marcha atrás. Ni siquiera la forma física de Jean Grey pudo ser contenida en la tumba y terminaría volviendo multiplicada en las formas de su hija Rachel -heredera del Fénix-, Reina Duende y Chica Maravillosa. De nuevo de fuego, de nuevo con correas y poderes que amenazaban con cambiar el mundo, de nuevo desafiando al patriarcado con las tetas medio al aire y de nuevo demostrando que no había editor, monogamia o fuerza humana que fuera capaz de sujetarla.
Y aunque durante los primeros años tras su regreso Claremont tuvo que andarse con mano izquierda para llevarla por donde quería, en cuanto la sombra de Shooter estuvo lo suficientemente lejos pudo volverse a establecer que Jean y el Fénix siempre fueron la misma persona, consumando su transgresión más allá del plano físico para convertirse en una entidad por encima de todo. Extendiendo nuevas semillas en la forma de la Madre Askani, Hope Summers y su yo juvenil, ningún personaje femenino ha llegado tan lejos dentro de la historia del cómic de superhéroes americano como lo ha hecho Jean Grey. No solo en términos de poder, en lo que la pelirroja ha alcanzado límites impensables para cualquier superhéroe pre-Alan Moore, sino de relevancia dentro de su propio universo de ficción.
Más allá de la vida y de lo humano, Jean Grey continúa con una fuerte presencia dentro del universo que la viera nacer. No como simple recuerdo de alguien a quien llorar y echar en falta, sino como una deidad flamígera que continúa velando por los mutantes y que ha continuado siendo el foco central de sus principales historias aun sin compartir espacio con ellos. Instrumento de cambio, anuncio de muerte-renacimiento y otorgadora de vida, Jean es amor puro, incontrolable, pasional y sin limitación para el que no hay Cíclope o Lobezno que baste. Un icono femenino absoluto como diosa new age envuelta en llamas gracias a la que cambió para siempre el papel de la mujer dentro del cómic de superhéroes, y que continúa vigilante para que no nos salgamos del camino.
Aunque parezca mentira, como hemos apuntado líneas arriba, la primera cabecera protagoniza enteramente por una fémina se hizo esperar. Hasta 1977 no tuvimos el estreno de Ms. Marvel, protagonizada por Carol Danvers, personaje secundario que había nacido en las páginas de Captain Marvel. Ojo, que Carol no era cualquier cosa, era militar de carrera y llegó a tener un puesto importante en las instalaciones de Cabo Cañaveral. Toda una mujer de carácter, aunque sea recordada por muchos aficionados por sus variados atuendos. El caso es que Ms. Marvel consiguió funcionar como cabecera durante más de veinte números, muchos escritos por un joven guionista llamado Chris Claremont, que supo darle un enfoque más que digno al personaje, por no hablar de su ingreso en los Vengadores, un gran triunfo para Carol. Y de repente, la debacle….
Por si alguien todavía no se ha ubicado, vamos a hablar de la tristemente famosa trama que llevó a los Vengadores a su número 200 y las consecuencias que tuvieron para Carol. Jim Shooter y David Michelinie fueron los encargados de comandar ese viaje y no pudieron llevarlo de peor manera. Claremont había impuesto un tono en su cabecera donde Carol era mujer fuerte e independiente, por lo que estos autores interpretaron que las mujeres fuetes e independientes estaban obligadas a tener actitudes agresivas hacia los hombres o algo por el estilo. El resultado de esa incomprensión es que la Ms. Marvel de los Vengadores es básicamente soberbia. En Avengers#197 Danvers y Wanda tienen una animada conversación sobre la maternidad. Por supuesto, Carol rechaza la misma como vehículo para la realización personal cuando comienza a sentirse mareada. Tras su visita de rigor al hospital nos damos cuenta de que está embarazada de tres meses. ¿Cómo ha ocurrido esto? Pues bien la respuesta es rocambolesca a más no poder. Siguiendo con las incongruencias, en Avengers#198 nos dicen que no está de tres sino de seis meses ( tela lo que crece un feto en una mujer con poderes kree) y que no existe padre, insinuando una posible violación, pues ella no tiene constancia de ayuntamiento con hombre conocido. Siguiendo el proceso a velocidad de vértigo, en el siguiente episodio la tenemos presta a dar luz, cosa que ocurrirá en el ya citado #200. El niño nace y de manera increible crece a pasos agigantados. Luego comprenderemos el por qué ya que el hijo de Danvers es también de Inmortus, uno de los maestros del tiempo (al igual que Kang o Nathaniel Richards) que campan a sus anchas por el universo Marvel, un personaje conocido como Marcus.
Bien, vamos a intentar explicar el fondo de la cuestión que es de lo más esperpéntico. En origen, la historia que Michelinie tenía pensada era que Ms. Marvel fuese inseminada por la Inteligencia Suprema Kree, pero cierto parecido con una historia alternativa, publicada en What If?#20 hizo que se desterrase esa posibilidad, acudiendo, deprisa y corriendo, a los encargados de dominar el tiempo. Marcus fue engendrado después de que Inmortus salvara a una mujer de un naufragio, la sedujera con manipulación mental (toma romanticismo) y diese a luz a su vástago, que Inmortus crió en una burbuja temporal. Marcus se vio solo al desaparecer su padre tras una batalla con Kang por lo que rápidamente trazó un plan para nacer en la Tierra. Y para ello secuestró a Carol, le lavó el cerebro y la tomó repetidas veces hasta que engendró su esencia. Utilizamos palabras gruesas para ver la gravedad del asunto pues es en el cómic en cuestión hay una intención de dulcificar el tema. Lo peor no es la trama en sí, sin pies ni cabeza, lo peor es la reacción de los personajes al respecto, empezando por la misma Carol que decide irse al Limbo con Marcus para comenzar desde cero, ¡después de haberle confesado que la tomó contra su voluntad! La mujer violada no solo no rechaza a su agresor sino que encima lo ve como un salvador. Tremendo. Y siguiendo con los Vengadores, que se quedan tan tranquilos. Aquí paz y después gloria. Tuvo que venir Chris Claremont para dar un soberano tortazo a esta trama impresentable. En un especial del grupo, Avengers Annual#10, Carol no dejó pasar la oportunidad de echarles en cara su inacción ante los acontecimientos y los héroes más poderosos de la Tierra no tuvieron otra opción que agachar sus cabezas y tragar sus miserias. El bueno de Chris intentó rehabilitarla en las colecciones mutantes que él guionizaba hasta que pasase la tormenta y volviera a recuperarse a Carol Danvers tal y como se merecía.
Siguiendo nuestro periplo en la aproximación a la figura femenina, tenemos que hablar de nuevo de Jim Shooter. El todopoderoso editor jefe de una generación marvelita fue un escritor capaz en muchos de sus acercamientos a la toma de guiones. Los conflictos internos de los personajes fue uno de sus intereses capitales y Hank Pym se convirtió en su predilecto. Desde esa perspectiva, para conocer un poco más el motivo de su larga inestabilidad, el guionista planteó un importante ciclo donde seriamos testigos, por primera vez en un cómic Marvel, de la descarnada violencia machista (eufemísticamente, de género). Tras ser sometido a un consejo de guerra por la plana mayor de los Vengadores, Pym está resuelto a probar su valía, cueste lo que cueste. Su mujer, la Avispa, se encuentra muy preocupada ante la ausencia del doctor por lo que decide investigar. Lo localiza dando forma a un robot cuyo objetivo es crear una falsa amenaza para así quedar él como héroe. Un plan disparatado y como tal Janet se lo hace saber. Al intentar disuadirlo se produce la ya célebre viñeta, el tortazo de Henry a su mujer. La estampa es de una tristeza desoladora pues a pesar de ese hecho, Janet todavía se mantiene a su lado, aunque se niega a aceptar las mentiras que su marido intenta vender al resto de sus compañeros. Un episodio áspero y costoso de digerir que intentaba mostrar la crudeza de una situación tan difícil y tan condenable como la violencia en el propio hogar. Esta trama sería fundamental para la conformación de uno de los grandes éxitos de la editorial a comienzos de los años 2000. Mark Millar lo tomaría como base para forjar los lazos que unen a Janet y a Hank en el Universo Ultimate, retorciéndolo todo si cabe un poco más, para dar lugar a la relación más enfermiza y extrema de la que hemos sido testigos en la producción de Casa de las Ideas (le gana por la mano el tema Pietro y Wanda ultimates en manos de Jeph Loeb, pero corramos un tupido velo al respecto).
Con esta aventura nos situamos ya en los años ochenta, momentos en que la igualdad sexual de la que se andaba predicando desde los años sesenta comienza a hacerse cada vez más patente. Ya no son tan raras las mujeres que comienzan a despuntar en los altos estadios del poder, tanto a nivel económico como en el político. Respecto a la producción Marvel también se vio reflejado ese hecho en el liderazgo femenino de los principales supergrupos de la editorial, es decir, X Men y Vengadores, hasta ahora tradicionalmente manejados por elementos masculinos. En el caso de los Vengadores, con la llegada de los ochenta vimos el ascenso de al liderato de la Avispa, personaje fundacional del equipo, o de la Capitana Marvel II alias Mónica Rambeau. Mónica había sido creada por Roger Stern en una anual de Spiderman como parte de una renovación de personajes planeada por Jim Shooter. Esta belleza de ébano de Nueva Orleans se incorporó rápidamente a los héroes más poderosos de la Tierra, cuyos guiones corrían a cargo del bueno de Roger, logrando que fuese un personaje apreciado por el fandom. Tras su recorrido como heroína en los Avengers, le llegó el momento de asumir el mando….hasta que decisiones tomadas en el plano editorial cambiaron el panorama. Mark Gruenwald, a la sazón guionista de la serie del Capitán, obtuvo respaldo de las altas esferas para que sin motivo aparente, además mostrando carencias en su puesto, la Capitana Marvel fuese relegada de sus funciones de líder, para pasar el testigo a Steve Rogers. Esto desagradó profundamente a Roger Stern que se negó en rotundo a tal cosa, lo que comportó su salida de la franquicia y de la editorial. Walter Simonson fue el encargado de dar el golpe de gracia a Mónica por imperativo legal. Todo una identificación entre personaje y autor que no cedió ante las presiones editoriales y que, pasados tantos años de aquella obligada sustitución, todavía muchos no alcanzamos a comprender el porqué de la misma.
El otro gran grupo de la editorial, X Men, llevaba siendo dirigido por la firme mano de Chris Claremont desde finales de los setenta. Don Chris consiguió asentar diferentes caracteres femeninos aunque no se puede negar la predilección que tuvo por Tormenta. Ororo Munroe supone un canto a la libertad femenina desde su práctica presentación como diosa y un personaje ejemplarmente desarrollado por Claremont, siendo su cúspide su ascenso al liderazgo de la Patrulla X. Al comienzo lo hereda de un Cíclope que desaparece de la acción principal para retornar con ansias de recuperar lo que es suyo. Ororo ha probado su valía y lo volverá a hacer de nuevo en un combate singular con Scott Summers. A pesar de perder sus poderes, de sus debilidades (como la tan traída y llevada claustrofobia) y sus inseguridades Tormenta es la líder del equipo por derecho propio. Solo se lo arrebatarán durante las Secret Wars originales, donde Shooter recupera a Cíclope para la Patrulla y lo pone al mando sin explicación alguna.
Después de que Jean Grey marcase reivindicase a fuego el papel de la superheroína y los ochenta les entregasen las riendas, los noventa supusieron una suerte de retroceso por cortesía de la generación Image. El imperio de los uniformes para lucir tetas y culo y los especiales en traje de baño llenaron la editorial de Playmates, como si hubiera una especie de maldición por la que toda época capitalizada por la exaltación viril de todo lo que mola viene acompañada por una degradación del rol de la mujer a objeto decorativo.
Habla de Jim Lee como podrías hablar de Rob Liefeld, Michael Bay o el Gamer Gate y es difícil negar la existencia de una suerte de movimiento adverso a la existencia de una situación equitativa entre hombres y mujeres. Un ying y yang en perpetua guerra. La cuestión es que en los noventa, el frenesí de la ostentación testosterónica hizo que se alternasen los grandes pistolones y dientes apretados con las protagonistas hipersexualizadas con tangas y microbikinis tan incrustados en la ingle que el clítoris se elevaba hasta la garganta, tetas bola en fase creciente y portadas para sacar a lucir las nalgas.
Desde los turgentes labios a las interminables melenas cardadas pasando por los cuellos de cisne y las piernas interminables, la mayor parte de las representaciones de los personajes femeninos de esta época estaban concebidos de acuerdo al lenguaje de los videoclips de la Mtv para gritar “sexo”, en cómics en los que -paradójicamente- apenas había sexo pero sí mucha violencia y desmadre. El resultado fue una colección de figuras de acción embadurnadas en sudores espídicos marcadas por el ruido, el exceso y la exaltación de la pose frente a cualquier rastro de contenido.
Es como si en una borrachera de actitudes aguerridas y cuerpos esculpidos con músculos llevados al paroxismo, todo lo que se había hecho bien durante las décadas anteriores se interpretase de forma completamente errónea. Porque había que ser muy Byrne para entender el verdadero encanto de aquel imperio de la voluptuosidad que comenzó a fraguarse en los ochenta, y con el que hasta él erró en varias ocasiones a pesar del irresistible desparpajo de su Hulka. Pero casos como el de la amazona gamma o Kitty Pryde -desvirgada sin necesidad de enseñar nada que no fueran unos guantes colgando en el pomo de una puerta- eran minoría frente a la no demasiado agradable combinación de violencia y sufrimiento intenso del bodypaint de los cuerpos puntiagudos, y la castidad de los uniformes profilácticos impuestos en plena crisis del miedo a las venéreas.
La transformación de la británica Mariposa Mental en Tia Carrere ninja como una suerte de Elektra salida de una convención de coches para ejecutivos o revista de tías buenas podría considerarse el punto cero de esta debacle que alcanzó su máximo apogeo con el disparatado uniforme de la Mujer Invisible en los Cuatro Fantásticos de Tom DeFalco, las relaciones abusivas al peor estilo de los culebrones venezolanos y las superheroínas con tendencia a terminar con el uniforme echo jirones. Incluso las sagas herederas de la apoteosis del Fénix se vieron salpicadas de felaciones sórdidas sin más fin aparente que el porque sí.
Una tendencia fuertemente arraigada en la Marvel de los eróticos especiales con los catálogos de moda Swinsuit que derivo en que una etapa con una fuerte proliferación de personajes femeninos sea más recordada por sus minúsculos uniformes dibujados con posturas sugerentes por artistas hot que por sus personajes en el imperio del fanservice para adolescentes con las hormonas desatadas.
Después de que la exaltación de las heroínas omnipotentes y muy capaces de los setenta y ochenta derivase en las de pasarela y lujo de baratillo de los noventa, fue necesario tirar la casa abajo por vía de la desmitificación para volver a construirla desde los cimientos. El problema ya no era que tuvieran o no poderes, ni que disfrutasen de puestos de relevancia que en realidad no significaban nada -Tormenta fue líder de los X-Men durante todos los noventa, y me sería más fácil hacer un arroz boca-abajo que recordar una historia de la década en la que tuviera un mínimo de relevancia-, sino de volver a recordar que eran humanas.
La forma de conseguirlo fue tan contundente como el irrompible falo de Luke Cage penetrando por la puerta de atrás de Jessica en la escena que convirtió a Alias en foco inmediato de atención de los medios. A cargo de la serie estaba un Brian Michael Bendis que junto a autores como Warren Ellis o Greg Rucka estaba siendo uno de los responsables de reinventar la imagen de la mujer dentro del cómic desde el mercado independiente, y que decidió ir un paso más allá en la línea para adultos de Marvel Comics como un personaje afín a la Spider-Woman de los setenta.
Dibujada por Michael Gaydos de forma que difícilmente fuera a conseguir diez posts seguidos en Forocoches, la Jessica Jones de Bendis bebía con tanta ansia que podría dejar seco a Hidro Man -si estuviera hecho de whiskey, claro-, decía tacos, vestía como si acabase despertar en el callejón de al lado de un bar y tenía tendencia a acabar en la cama con todo hombre dispuesto que se le pusiera a tiro. Decía ganarse el pan como detective privado, pero en realidad su vida era una catástrofe sin rumbo que mayormente servía para despertar la preocupación de exitosas amigas a las que en el fondo odiaba. Una superheroína que se dejaba querer -y mucho- a pesar de lo mezquina y desastrada que pudiera llegar a ser, y a la que lo mismo veíamos soltando lastre en el wc que tocando el bajo cuando no tenía a nadie para acompañarla esa noche.
Con la protagonista de Alias, Bendis nos ofreció una superheroína llena de humanidad caótica e imperfecta, que resultaba tan cercana como a la vez compleja. Porque si bien es cierto que no fue la primera en alejarse del estándar de la superheroína arquetípica -ahí hicieron mucho las Thunderbolts Pájaro Cantor y Piedra Lunar-, si que fue la que lo llevó más lejos entre dudas, casos extraños y alguna que otra escapada con el Hombre Hormiga y Power Man. Con Jessica Jones pasamos de la superheroína hipersexualizada pero inerme de los noventa, a una superheroína sexualmente activa que no necesitaba lucirse como el descarte de un desfile de Victoria’s Secret y que se mostraba llena de vida.
Sin embargo, esto no evitó que la serie de Bendis se viera perseguida por la polémica. Una más que probablemente buscada, teniendo en cuenta la situación en la que por aquel entonces se encontraban los Estados Unidos con determinadas cuestiones. Que un cómic Marvel arrancase con una heroína manteniendo una relación carnal por vías alternativas ya era suficientemente fuera de lo habitual para más de uno se echara las manos a la cabeza, como también lo fue la forma de plasmarlo (en directo y a través de la cara de ella). Pero que fuera un fornido hombre negro quien le aplicase la terapia de choque a una mujer blanca de aspecto más bien corriente era demasiado para según que sectores del país de las barras y estrellas.
Sin miedo a nada, Brian Michael Bendis tiró abajo un buen puñado de tabúes, con una joya afortunadamente no fue una isla en mitad de la nada. Paralelamente a las desventuras de Jessica pudimos disfrutar de la Emma Frost de Grant Morrison y su relación psiquiatra-paciente con ínfulas de Instinto Básico en New X-Men -no para ofrecer una cana al aire al semental de los Summers, sino como vehículo para proseguir la evolución de la antaño Reina Blanca-, de una apuesta en firme por la letal Viuda Negra para situarla como icono Marvel, la aguda sátira del starsystem de los X-Statix de Milligan con la caótica U-Go-Girl, Venus Dee Milo y la anoréxica Chica Muerta o en la que las versiones Ultimate de Mary Jane y Gwen Stacy disfrutaron de una reducción de pivonismo para aumentar la talla de profundidad.
Nos encontramos en la época en la que -con sus tres doctorados en la pared- la Avipa de The Ultimates le enseñaba las tetas a Hulk para distraerlo mientras su versión 616 nos mostraba el uso aplicado de sus poderes a través de una tórrida escena con Hank Pym, para inmediatamente después pegársela con Ojo de Halcón. Los locos años en los que Chuck Austen se encontró a una prostituta militando en los X-Men y decidió que él también podía incluir una enfermera ninfómana y hacer que Vaina desarrollase una morbosa afición por el desnudismo (al fin y al cabo forma parte de sus poderes).
Hablamos de la época en la que la siempre impredecible Mística tuvo serie propia, y en la que fueron presentadas tanto la Nico Minoru de los Runaways y su tendencia a usar el sexo como búsqueda de afecto, como la completamente corriente Anya Corazón o una X-23 que paso de prostituta adolescente junto a Kiden Nixon y el resto de los NYX a ser la protagonista de un trágico relato de muñecas rotas (algo de lo que también podía hablar Kate Bishop, determinada a convertirse en superheroína tras ser víctima de una violación). Una etapa en la que se recuperó el carácter festivo de una Hulka que se llevaba a la cama a modelos de calzoncillos e imparables Juggernauts, en la que Kitty Pryde y Coloso consumaban su relación en Astonishing X-Men, Mary Jane le paraba los pies en seco a Lobezno o la Bruja Escarlata se mostraba más misteriosa y enigmática que nunca mientras seducía al Capitán América y Ojo de Halcón.
Las superheroínas eran libres de mostrar su sexualidad, no como un medio expositivo para que los lectores viéramos satisfechos nuestros más bajos instintos a través de una portada, sino para su disfrute propio y -en la mayoría de los casos- como parte de su desarrollo personal. Se acabaron los días en los que cualquier acercamiento romántico o sexual estaba enfocado para servir de vehículo narrativo para su compañero masculino. Ahora, las protagonistas eran ellas, y su sexualidad se usaba como medio para abordar cuestiones y realidades fácilmente reconocibles.
Porque más allá del sexo, los comienzos del siglo XXI fueron además un período en el que creció el papel activo de los personajes femeninos dentro del universo Marvel con creaciones como María Hill (imagen de SHIELD desde la Guerra Secreta de Nick Furia), Abigail Brand y SWORD o la agente Daisy Johnson a la cabeza de los Guerreros Secretos. Tener a Elektra al frente de La Mano o que Spider-Woman, la Bruja Escarlata o Hope Summers fueran el eje de varios eventos de la editorial tampoco entraba dentro de lo habitual, como tampoco lo era que la Mujer Invisible tomase una decisión al margen de su esposo para unirse a la resistencia en plena Civil War.
Recuperando a superheroínas clásicas como Ms Marvel o Pájaro Burlón para volverlas a integrar como parte fundamental del corazón de los Vengadores mientras otros guionistas realizaban aportaciones como conseguir que Valeria Richards y Layla Miller se convirtieran en personajes clave del universo Marvel, aquel Bendis que introdujo a Jessica Jones por la puerta grande hace casi tres lustros se prepara para su salto a la imagen real mientras continúa haciendo aquello que le lanzó a la fama.
Desde su Ultimate Spider-man en el que desde la llegada de Miles Morales no ha dejado de equilibrar la balanza aumentando la proporción de personajes que se alejen del modelo del varón anglosajón heterosexual protestante de toda la vida -hasta el punto de que estos últimos son minoría- o unos X-men en los que la joven Jean Grey, Kitty Pryde, Emma Frost, Magik, Dazzler, Eva Bell, las Cuclillos Stepford o Mística superan en número y muchas veces protagonismo a los Cíclope, Magneto y compañía, el guionista nunca ha dejado de reivindicar a los personajes femeninos de la editorial, ni parece que tenga planeado dejar de hacerlo en un futuro próximo.
Volver a abordar los personajes femeninos con la seriedad adecuada trajo una consecuencia inesperada que nadie podía imaginar: Mujeres que leen cómics de superhéroes, ¡y les gustan! Esto, unido al éxito del apartado cinematográfico y televisivo de la compañía ha hecho que la editorial haya pasado de una situación en la que se vio obligada a cancelar todas sus colecciones con protagonista femenina por bajas ventas a otra en la que publica más series protagonizadas integramente por superheroinas que en toda su historia.
Un cambio desarrollado en apenas un par de años, y que se ha visto acompañada por una mayor presencia de personajes femeninos en todo el catálogo editorial e iniciativas como las de publicar cómics con Vogue con el objetivo de llegar a un público más amplio. Habría que añadir también que el enfoque actual no es exactamente el que la editorial empleaba hace diez años, y donde antes mostraban un beligerante empeño en derribar antiguos tabúes para hacernos recordar que había vida en aquellos personajes, hoy parecen más centrados en crear etapas de “prestigio” -entiéndase como colecciones bien escritas y bien dibujadas en las que se da una fuerte importancia al mercado a largo plazo- con vistas a un target amplio y relativamente variado. O en otras palabras, la Marvel aboga por sus personajes femeninos de forma menos “contestataria y más “de biblioteca”.
Cuestiones como el sexo pasan a un segundo plano -aunque siguen estando presentes si la historia lo pide como bien puede dar muestra Mariposa Mental-, apostándose por un enfoque no muy diferente al que se pueda emplear con cualquier otro personaje. La fórmula buscada suele ser la que tan buenos resultados les ha dado en colecciones como los Runaways de Vaughan u Ojo de Halcón de Fraction y Aja, y que en el caso de las series protagonizadas por superheroínas puede tener su primer hallazgo en la Gata Infernal de Katherinne Immonen y David LaFuente (con el permiso de la Hulka de Slott y Bobillo, que tras un primer volumen con este perfil apostó por un rol más propio de las “series continuadas”).
Manteniendo a la Viuda Negra como eterna aspirante a establecerse como personaje regular por medio de las aportaciones de Marjorie Liu, Duane Swierczynski y Paul Cornell, proyectos como la Gata Negra de Jen Van Meter y Javier Pulido, X-23 de Marjorie Liu y Spider Girl de Paul Tobin continuarían esta línea que por fin terminó de cuajar por medio de la reinvención de la Capitana Marvel de Kelly Sue DeConnick. A pesar de que sus ventas no eran demasiado espectaculares y que ha necesitado de varias triquiñuelas para mantener cifras que la hicieran sostenible, el enfoque con el que la guionista de Bella Muerte abordó a Carol Danvers consiguió el favor de la crítica y un entusiasta grupo de seguidores como el personaje no había tenido antes.
¿El secreto? Bucear en las entrañas del personaje para encontrar lo que define al personaje, explotarlo a conciencia y atreverse a algo que nadie se había osado hasta el momento: Abordarla como una superheroína con todas las de la ley, con su propio entorno y unas características propias que la diferenciaban de cualquier otro superhéroe. Lo demás fue cuestión de jubilar su uniforme de azafata de congresos y diseñarle uno con el que comenzase a lucir como lo que era. Satisfechos con el resultado, Marvel comenzaría la búsqueda de nuevos equipos creativos que pudieran aplicar la misma fórmula con otras superheroínas.
A veces con más éxito y otras con menos, el resultado ha sido una serie de títulos diseñados no como series de superheroínas, sino siempre amoldándose a las características propias de cada una de sus protagonistas y buscando la exaltación heroica de aquello que las define sin enredarse con complicaciones ni torsiones con vueltas innecesarias. De esta forma, durante los últimos años hemos podidod idsfrutar de hits tan variados como la callejera y díscola Spider Gwen de Jason LaTour y Robbie Rodriguez, la cercana Ms Marvel de G. Willow Wilson y Adrian Alphna con su trasfondo pakistaní e ihumano o la épica nórdica de la nueva Thor de Jason Aaron y Russell Dauterman. Series que ofrecen un catálogo más que apetitoso junto a la desternillante Imbatible Chica Ardilla de Ryan North y Erica Henderson, las intrigas familiares de Seda de Robbie Thompson y Stacey Lee, el reluciente carácter detectivesco de Spider-Woman de Dennis Hopeless y Javier Rodríguez, conseguir que los entramados legales se conviertan en una absorbente aventura en Hulka de Charles Soule y Javier Pulido, la espectacular saga de asesinos Elektra de Haden Blackman y Mike del Mundo, la acción de espionaje internacional sin descanso La Viuda Negra de Nathan Edmondson y Phil Noto, la continuación de la saga nórdica de Kieron Gillen en Angela con Phil Jimenez y Stephanie Hans o las fábulas nórdicas del Viaje al Misterio protagonizado por la Lady Sif de Kathryn Immonen y Valerio Schiti.
Incluso cuando el resultado no terminaba de ser redondo como una Tormenta de Greg Pak y Victor Ibañez perjudicada por los cruces con los eventos o la Hulka Roja de Jeff Parker, obteniamos series que -si bien no redondas- poseían identidad propia y muy por encima de la media respecto a lo que venía haciéndose hasta el momento con as suprheroínas en las grandes. Unido a una mayor presencia de personajes femeninos protagonistas y secundarios en prácticamente cada una de las de las cabeceras de la editorial (destacando algunos como Miss America Chavez, Cammi, Nico Minoru, Elsa Bloodstone, Misty Knight, Valquiria, Pícara, Cisne Negro o la Encantadora), la impresión es la de una editorial que parece sentirse cómoda con sus superheroínas y que quiere complacer al público que disfruta de ellas.
Mucho hace en este aspecto la labor dentro de la toma de decisiones internas de nombres como Sana Amanat o Katie Kubert, establecidas en lo más alto de la estructura editorial de la compañía, así como voz con fuerte peso dentro de la toma de decisiones internas y estandarte del movimiento “Women of Marvel” con el que han captado a guionistas y dibujantes como Margueritte Bennet, Noelle Stevenson, Kelly Thompson, Nicole Perlman o Nik Virella. Tan decididas están a conseguir una mayor presencia femenina, que en ocasiones conlleva darse de bruces repetidas veces con un mismo muro, como ha sido su empeño de crear sus propias “Aves de Presa” con las que dar cobijo a todas esas superheroínas que no funcionen por si solas. Independientemente de si hablamos de proyectos de la brevedad de las Marvel Divas o X-Women, frente a otros más longevos como las Intrepidas Defensoras de Cullen Bunn y Will Sliney o las X-Men de Brian Wood, ninguna de ellas he terminado de cuajar para dejar algo mínimamente memorables. Ni como amigas, ni como Valquirias ni como unidad de X-Men.
Pero si por algo hemos conseguido llegar ahasta aquí ha sido precisamente por la insistencia, por lo que vuelve a repetir ahora con la esperanza de más suerte por medio de un equipo creativo de lujo en estas A-Force en plena Secret Wars, tener que lidiar con un público que -en su parte más afincada de “lectores de toda la vida”- no es del todo receptivo a este tipo de proyectos no es el único problema. O mejor dicho, solo es la primera parte del problema. Porque de repente, Marvel se ha encontrado en una situación con dos facciones casi enfrentadas entre sus fans: Los que han crecido con las prácticas de antaño y sienten que con las nuevas lectoras y lectores atraídos por estas cabeceras les están privando de parte de la diversión de siempre, y el nuevo público que no está dispuesto a tolerar los vicios acumulados.
El resultado son episodios como los desencadenados por la portada de Spider-Woman de Milo Manara, dibujante conocido por la sexualidad de sus ilustraciones, y que cuando se le ofreció la oportunidad de hacer de lo suyo para la colección de la mujer araña, recibió infinidad de críticas. El multipremiado artista plasma a Jessica en una postura del todo irreal y le da un toque provocador. Esto crea una tormenta en diversos medios y el trabajo de Manara rápidamente es calificado como un acto machista.
Sin entrar en los distintos pareceres, pues la portada ha sido analizada de todas las formas posibles, no se puede negar que la editorial sabía lo que hacía cuando encargó este proyecto al italiano. Manara lleva largo tiempo colaborando con la gente de Marvel y su estilo es bien conocido por todos. De hecho, alguien que se ha caracterizado por el buen tratamiento a la mujer en los cómics, Chris Claremont, colaboró con el dibujante en una historia protagonizada por féminas X llamada Mujeres en peligro, obra que es todo un compendio de erotismo aplicado a un tebeo, lleno de cuerpos semidesnudos, posturas atrevidas e imágenes provocadoras, y no pareció que hubiera ningún problema al respecto. Si el problema es el citado erotismo en sí mal vamos, pues no deja de ser fantasía, pura y dura.
Teniendo en consideración como muchas veces estas críticas dan pie a respuestas todavía más encendidas por parte de aquellos fans a los que -aunque seguramente también se quejen de otras cosas- el que otros aficionados lleguen para criticar algo que ha sido el pan nuestro de cada día durante años les parece poco menos que una blasfemia, lo que en principio podría servir como base para una interesante línea de debate sobre el tratamiento de los personajes en el género termina derivando en la mayoría de los casos en un intercambio de exabruptos encendidos. Una muestra del grado de distanciamiento entre posturas que puede llegar a encontrarse cuando las cuestiones de sexo saltan sobre la mesa. Distanciamiento que en muchas ocasiones ha dado lugar a episodios tirando a calamitosos, que deberían animarnos a plantearnos si no deberíamos ser más tolerantes con las críticas ajenas, o con las contacríticas cuando somos nosotros los que las esgrimimos.
En su salto a la pantalla a través de la acción real, Marvel Studios ha buscado mantenerse fiel a los ideales de sus cómics. No en vano son la misma gente que han estado dirigiendo la editorial durante los últimos quince años, lo cual facilita mucho las cosas. Es por ello que puede apreciarse una visible apuesta por el papel de sus secundarias femeninas, muy lejos de los tiempos de Stan Lee, y más próximas a las Pepper Potts, Jane Foster o Peggy y Sharon Carter actuales. Confiar en un feminista declarado como Joss Whedon también ayuda, dando como resultado una primera película de los Vengadores en la que la Viuda Negra de Scarlett Johansson o que en ‘Agents of SHIELD’ la mayor parte del elenco central sean mujeres.
No hablemos ya de los papeles de Karen Page o Vanessa Fisk en ‘Daredevil’, eclipsando en muchas ocasiones a sus compañeros de reparto masculinos. Pero ni siquiera eso ha podido evitar que Marvel se haya visto salpicada de críticas por lo que podría definirse como un efecto dominó iniciado por el hecho de no haberle dedicado aun una película a la Viuda Negra. Para muchos fans, que un personaje que tanto potencial como la Romanova no disponga aun de aventura cinematográfica propia es poco menos que una ofensa agravada por el ninguneo al que se ha visto sometida por Disney Pictures en la campaña promocional de La Era de Ultron.
Llegando a extremos que en kits que representan escenas de la secuelas de Los Vengadores protagonizadas por la Viuda Negra ha sido sustituida por personajes como el Capitán América, lo que parece una obstinación de la compañía dedicada a la venta de objetos promocionales de las películas bajo el sello de Disney Pictures a que el merchandising de las películas de superhéroes solo interesa a los chicos -y el de las princesas Disney solo a las chicas- ha terminado pasándole factura a la propia Marvel, que tras varios deslices en boca de actores como Chris Evans o Jeremy Renner se vieron bombardeados por multitud de críticas contra el tratamiento que Whedon hace de la Viuda Negra en Los Vengadores: La Era de Ultron.
Quedando un largo trayecto hasta que Carol Danvers debute en cine y pueda salvar esta papeleta, quizás sea el momento para que los estudios se planteen el mal que les puede hacer este tipo de publicidad, especialmente para los productos en situación más precaria como pueden ser los propios cómics.
Lo que si que deberíamos tener muy en cuenta es que la equidad no es algo que se consiga de la noche a la mañana, solucionando cualquier problema de forma “mágica”. Es un proceso largo que implica mucho esfuerzo, y por mucho que avancemos siempre quedarán cosas que mejorar. Como tal, siempre es recomendable estar abierto a las críticas porque -incluso cuando creemos que ya hemos alcanzado la meta– puede que en realidad nos queden varios metros más por andar. En ese aspecto, es siempre elogiable que alguien defienda su trabajo, y G. Willow Wilson lleva razón en su alegato de que siendo precisamente cómics como el suyo los que están consiguiendo una mayor representación de personajes femeninos en el mercado, las críticas de Jill Lepore no son demasiado justas por no decir que bastante cuestionables en sus formas (¿toda mujer de aspecto atlético y atractivo se convierte inmediatamente en una “actriz porno”?).
Pero eso no hace que tenga menos razón, ya que no se pude negar que -a día de hoy- la variedad de perfiles físicos de los personajes femenino sigue siendo bastante reducida dentro del cómic de superhéroes americanos. Algo a lo que podría responderse que la de los personajes de sexo masculino también, pero no hablamos de negro y blanco sino de diferentes tonalidades de grises que se pierden muy lejos una de la otra. Solo recurre a la imagen mental de los X-Men, considerando a los hombres por un lado y las mujeres por otra. ¿Cuales son más fáciles de distinguir por la silueta de sus cuerpos, y cuales más similares entre sí? Repite esta prueba ignorando el pelo.
Un aspecto en el que se echa en falta una mayor variedad dentro de la caracterización física de los personajes femeninos, como pudo ser que en su día dibujasen a Elektra con una fisionomía fibrosa y escuálida -como debe ser para alguien de su condición- en lugar de la genérica con la que se la ha representado en muchas ocasiones posteriores. Asumir que no solo hay un solo tipo estándar de mujer y representarlas según su edad y características propias dependiendo de si es alta, baja, es más o menos atlética y que implican sus habilidades en el desarrollo de su musculatura.
Algo que en una situación idílica debería cuidarse más, como también debería hacerse con el hecho de que apenas haya representación femenina como entre los principales representantes de la comunidad superhumana del universo Marvel (como bien se encargan de constatar los Vengadores). Y aunque con lo que actualmente se está haciendo con personajes como Hulka, la Capitana Marvel o Medusa algo parece que se está consiguiendo en ese aspecto, viendo como otras que a punto estuvieron de conseguirlo como Tormenta han terminado retrocediendo hasta la intrascendencia, todavía queda un larguísimo trayecto. Solo esperemos que la próxima vez que toque hablar de una serie como la que nos trae aquí sea tras muchos números de A-Force y que el tratamiento equitativo entre personajes femeninos y masculinos siga yendo a mejor, nunca a peor.
La llegada de A-Force va a suponer una auténtica prueba de fuego para las heroínas Marvel. Si realmente logran impactar en el aficionado, tanto masculino como femenino, será un logro importante, ya que según parece, no todos los mundos que forman Battleworld van a desaparecer cuando se ponga fin al evento. Por lo que podemos tener durante largo tiempo una serie con Vengadoras como estandarte de la editorial. Una bonita forma de celebrar una posible paridad y un pequeño triunfo para todos aquellos que abogamos por la igualdad, aunque aquí solo estamos hablando de simples viñetas. Porque claro, decir esto en un país en el que las estadísticas demuestran una clara desigualdad laboral entre hombres y mujeres, y donde a menudo las noticias nos golpean con nuevos casos de violencia de género, puede resultar como mínimo una fruslería. Pero bueno, un paso adelante, por pequeño que sea, siempre es un paso adelante….
Extenso artículo. Sin duda la cosa ha ido a mejor, aunque queda camino por recorrer. Pero si no se empieza a andar, no se llega nunca a la meta deseada. Y lo importante es que se ha puesto una maquinaria a funcionar para lograrlo. De manera orgánica, y mediante series de calidad, poco a poco se va cambiando la mentalidad. Demos gracias por ello.
Me gustaría creer que Imperator Furiosa es un signo (signo global si quieren) de que las cosas (pueden) estar cambiando.
También es cierto que a veces tengo la sensación que se exige una «defensa» de los personajes femeninos un poco meh. Quiero decir, cosas como criticar el personaje de Amy Dunne en «Perdida» me parece bastante mal. Las mujeres se merecen protagonizar relatos. Bien. Pero ESOS personajes pueden ser buenos, malos o peores. Pueden ser atractivas sexualmente para el público masculino o no. Hay una multitud de matices, que a veces no se aceptan del todo.
Evidentemente ( y me da mucha lástima ) queda mucho trecho por andar, todavía. Con un poco de suerte lo nuevo de Star Wars y alguna película Marvel, quizás ayuden a ese equilibrio entre lo protagonista masculino y lo protagonista femenino ( y los distintos puntos de vista o no tan distintos).
p.d: En el comentario no salen personajes Marvel porqué mi comentario no tiene nada que ver con el artículo. O quizás sí y la cosa va mas allá de Marvel (de DC, etc…) y es algo mas global y mas jodidillo.
«Gwen es una chica bien educada, de buenos modales (aquí todavía no podíamos ni adivinar su romance con Norman Osborn)»
Ay, ¿Por qué insistís en traernos esos recuerdos traumáticos que todos hemos bloqueados en nuestros subconscientes y nos negamos a asumir que han existido?
Yo recuerdo con agrado el paso de Sue de ser chica invisible a mujer invisible, y la evolución de Tormenta en los guiones de Claremont, pero el mejor recuerdo lo guardo de una adolescente Kitty Pryde tímida e insegura que evoluciono a una mujer decidida y líder de los suyos, como ya se preveía por su aparición en el futuro apocalíptico de días del futuro pasado.
En cuanto a los señores Porras y Gavilán felicitarles por otro artículo completo exhaustivo y ameno. Pero en la cuarta línea han escrito pagaraguas, sólo por ponerles un pero, que no hay manera de encontrarles una falta.
Gracias por el soplo y las felicitaciones sr. Dynamo. Corregido 😉
Mira que se repasa el texto pero siempre se cuela alguna
Saludos
Las feminazis son como los rebaños de the walkin dead, una se mueve y el resto por instinto la sigue.
Sigo pensando que en marvel necestitan tambien dos personajes gays fuertes, bueno bueno Bendis quizas lo consiga si cambia al final de gustos al hombre de hielo, aun le faltarian una lesbiana que el publico reconociese.
Alguien no se ha leído los Jóvenes Vengadores de Gillen y McKelvie.
Gran artículo!!! A los personajes femeninos les hace falta una serie que sea una obra maestra, de los que se mencionan en mi opinión quizás la mejor ha sido Alias, a ver si con la próxima serie de Tv en Netflix retoman al personaje con la calidad de antaño!!
Buenos días a todos. Ante todo, gracias Arturo y Daniel por vuestro interesante artículo, estamos sin duda ante un debate que arde en redes sociales. Perdón por el rollo, ya sabeis, me es imposible condensar mis opiniones.
Antes de nada, comentaros que yo soy un lector “veterano”, y reconozco que mi opinión puede estar sesgada por ello. Está claro que el mundo del comic de super-héroe ha sido un mundo escrito por hombres dirigido claramente a niños. Pero no porque los comics fueran machistas o buscaran minusvalorar a la mujer, sino que eran un reflejo de la sociedad de su época. O al menos yo lo veo así.
Tintin en África es un tebeo escrito hace 80 años, que visto hoy en día no hay duda que es una historia racista, pero que hay que leerlo con la perspectiva histórica del momento en que se publicó, y para la época encajaba perfectamente en los tópicos que la sociedad europea tenía hacia ese continente.
Me parece genial que hagan, p.ej. películas “para chicas” como 50 Sombras o aparentemente Pitch Perfect 2 y que tengan éxito, reconozco que no son para mi, pero si encuentran su público… Y como marido casado con una seguidora del canal Divinity, os puedo asegurar que hay un montón de programas de TV dirigidos a un público femenino (que no me queda otra que tragarme). Así que ¿por qué iba a ser diferente en los comics?
Marvel y las demás editoriales están ahora mismo ofreciendo productos dirigidos a este target, intentando crear una audiencia, pero creo que van a tardar en encontrarla, al menos en la edición en papel. Ahora mismo NO hay público femenino que pueda apoyar comercialmente muchas series, y por eso series muy entretenidas como Fearless Defenders o Journey into Mistery con personajes femeninos al final tuvieron que cerrar. Y eran buenas series porque la historia y los personajes molaban, sin importar el género, que es de lo que deberiamos estar hablando.
Yo siempre pensé que lo importante no es hacer tebeos para chicas, o tebeos para gays, o tebeos para seguidores del Real Madrid… sino hacer buenos tebeos. Punto. Buenos tebeos que alcancen y agraden al mayor público posible.
Y para mi eso se puede conseguir con buenas historias con personajes variados que aporten algo importante y no estén simplemente para hacer bulto o cubrir una cuota. Para mi la película de Los Vengadores AoU es modélica en ese aspecto, aunque en porcentaje hay menos mujeres que hombres, para mi todos son personajes importantes con un papel fundamental para la película, sin el cual Ultron hubiera triunfado. Y sin embargo, la reacción feminista contraria demuestra que no se puede agradar a todo el mundo.
Aparentemente la nueva serie de Vengadores de Mark Waid, con un equipo de veteranos y jóvenes, hombres y mujeres, sin duda va en la buena dirección de lo que yo entiendo que tiene que ser un buen tebeo, con buenos y variados personajes.
Leyendo las super buenas críticas de Young Avengers de Gillen + McKelvie, decidi pedírselo a un amigo para leerlo a ver qué tal, y aunque leido de un tirón reconozco que hay una intención y gráficamente intentan continuamente aportar algo diferente, al final más que Young Avengers son , perdón por la expresión, los “Gay Avengers”, con un guión centrado en las relaciones sentimentales de Hulkling, Wiccan, etc… que son lo que provocan toda la acción. Y lo cierto es que eso no me interesa.
Le dí una oportunidad a la serie de chicas de X-Men, y aunque el concepto a priori podía estar bien, al final la serie me resultó aburrida, sobre todo una vez Coipiel dejó la serie. Aburrida no porque sean chicas, sino por una “incorrecta” ejecución.
Y aunque esta nueva serie de Vengadores Chicas pueden estar bien y ser un buen comic (no lo leí, no puedo opinar), en el fondo no me gusta que se segreguen a esos personajes, como si Hulka, p.ej. no pudiera ser un miembro importante de los Vengadores “tradicionales”. Y no se si a la larga alejar estas series “femeninas” del público general para centrarse solo en el nicho femenino pueda llegar a ser contraproducente para Marvel.
Coincido totalmente. No se trata de aplicar «cuotas» de raza, género, etc, o buscar determinado «target», sino de normalizarlo y crear buenas historias que no estén lastradas por esos elementos, formando parte de ellas de manera natural. Me viene a la cabeza The Authority, como ejemplo de esa integración y normalización de la que hablo. Ahí lo importante no era las diferentes orientaciones sexuales, la raza o el género de los integrantes del grupo. Ni mucho menos ser políticamente correctos. Lo importante eran las historias.
Por cierto, una cosa es que las editoriales intenten ampliar su base de lectoras con más o menos éxito, respetable aunque eso pueda significar que publiquen series que no me interesen con personajes que me gustan, cosa que asumo sin problemas (no las compro y ya está), y otro más gordo es el problema actual del RUIDO de internet y de los supuestos “líderes” de opinión que parece se están levantando para ser los “guardianes de la fe” de la mujer y sus gustos.
Cuando surgió la polémica con la Viuda Negra en AoU, o esta semana pasada con JdT, me molesté en entrar en páginas como “The Mary Sue” y similares para conocer el otro punto de vista, para ver si a lo mejor me aportaba algo positivo que yo no hubiera tenido en cuenta…. Y he salido siempre horrorizado con unas opiniones super sectarias y tendenciosas que se inventan la realidad, o intentan que creamos que algo que no ha pasado sí lo ha hecho como manera de sostener sus puntos de vista, en mi humilde opinión. De hecho, he llegado a pensar que este tipo de páginas, se alimentan de nuestro “click” para conseguir publicidad que es lo que les mantiene, por lo que tienen que obligatoriamente buscar polémica con lo que sea para que la gente siga entrando a su web.
Flipo al enterarme lo de la artículista del New Yorker, es decir, si Marvel (o quien sea) no publica comics para público femenino van a por ellos, y cuando lo hacen, poniendo al frente a 2 escritoras intentando hacerlo bien, ¿son comics con imágenes porno? Amosandaya!!! En serio, me parece criticar por criticar lo que sea para conseguir el titular y que hablen de ti. Y lo triste es que consiguen su objetivo, porque de hecho estamos hablando de la opinión de esta tía que de otra forma no sabriamos ni que existía.
Y creo que han encontrado en los comics un terreno fácil de conquistar, teniendo en cuenta que las editoriales en realidad no venden tanto, y que pertenecen a conglomerados que buscan evitar como sea cualquier atisbo de publicidad negativa, sobre todo cualquier cosa que tenga que ver con machismo, homofobia, etc.
He leído a mucha gente en Twitter opinar que Marvel y DC están dejando que gente que NO lee comics, que nunca lo ha hecho y que no tiene intención de empezar ahora, les dicte lo que pueden o no publicar, y la verdad es que en parte estoy de acuerdo, al menos en lo que a este tema del género se refiere.
Hola!
Perdón por ser pesado pero encontré esto y es tan bueno que no puedo evitar compartirlo. Chris Pratt se disculpa preventivamente de cualquier tontería que pueda decir en la promoción de Jurassic World :
https://www.facebook.com/PrattPrattPratt/posts/979349152096914
Partiendo que sus orígenes son de humorista, quiero pensar que no es que se disculpe, sino que él sabe que da igual lo que diga, a alguien no le gustará y le criticarán, así que para mí se está riendo de Internet, de lo políticamente correcto, y de esos líderes de opinión a los que aludía yo antes…
Y aún leí a gente diciendo que no se piense que esta pre-disculpa le librará de ser criticado si algo de lo que dice no gusta !!! ¡Es que me parto que no entiendan la ironía!
Aunque a lo mejor sí es una disculpa sincera y soy yo el que lo entendí mal, quien sabe… 🙂
Hay gente que se toma la corrección política demasiado en serio.
Vamos a llegar a un punto en que todo chiste será ofensivo. Me lo veo venir, dentro de poco, cuando un humorista haga chistes sobre gente cayéndose, le incriminarán que no incluye a colectivos discapacitados.
No es que abogue por poder decir chistes negros en público así sin más, pero la extrema corrección política de algunos me parece contraproducente. Envían el mensaje de que tú puedes reírte solo de quienes ellos digan.
Muchas gracias a todos por sus comentarios, especialmente a Igverni, que ha aportado mucho material al debate. Así que, con permiso, me permito centrarme en sus comentarios.
Para empezar, un placer poder debatir con usted. Expone sus argumentos de manera ponderada, aunque no coincida en algunos puntos. Comparto con usted el ser un lector entrado en años, lo que no creo que sea una ofensa, y poner las cosas en su contexto. Y creo que que en artículo hemos hecho una contextualización de los creadores y distintas épocas del universo Marvel. Lo que a mi me parece que tiene distinto matiz es pasar de la comprensión a la justificación. El ejemplo que citas de Tintín puede ser perfectamente valido. Si es un album racista y puede herir sensibilidades actuales no es cuestión de disculparlo porque «en aquellos tiempos era lo normal» . No es un tema de absolutos; con este afirmación no trato de crimininalizar a Herge pero es justo decir que con aquello metió la pata. Shooter la lio muy parda con la trama de Ms Marvel ¿ lo invalida como guionista? ¿lo convierte en machista? Pues se le ha visto desacertado con algunas historias referentes a mujeres pero si es o no solo lo sabrán los que le conozcan de cerca. No se si me explico…
Respecto a A-force, yo soy de los que piensan que no se ha planteado como una serie para mujeres, sino que tiene un target global hecho con personajes femeninos destacables. Personalmente, no me gustan los estereotipos del estilo a todas las mujeres les gusta el Divinity o 50 Sombras,es más, doy fe de muchas que lo aborrecen. Es como si me dijeran que por ser hombre me tienen que gustar el futbol y los coches. Y a mí son dos cosas que me resbalan bastante, ¿soy menos hombre por ello? El hecho que los protagonistas sean femeninas y escrita por mujeres no me ha suponer ninguna barrera para acercarme a ella. En eso estoy de acuerdo contigo, si las historias son buenas y los carácteres firmes podrán contar conmigo. Si no es así, huiré de ella y no tendré ningún reparo de decirlo. En ese aspecto, me alejo de eso que llamas «guardianes de la fe de la mujer» No voy a considerar a nadie más o menos machista por no leer esta serie (o porque no te guste) que otro que si lo haga. Me parece de cajón. Todos tenemos apriorismos cuando elegimos acercarnos o no a una cabecera, y son tan respetables como los míos. Yo por ejemplo reniego de Jason Aaron, no me acerco a ninguna serie suya porque me parece un autor sobrevalorado y se me ha cruzado. A muchos les parecerá una chorrada de motivo. Permitan que un servidor piense lo mismo de alguien que se no se acerque a la serie por el único motivo que sus integrantes sean exclusivamente mujeres.
Habría que recordar que A-Force nace al amparo de Secret wars, donde Battleworld da muchas posibilidades de juego. Y aquí tenemos a Arcadia, un sitio nuevo con sus propias reglas, que al igual que los otros pedazos del mundo, tiene sus características particulares. La unión de esas mujeres como vengadores en ese contexto me sugiere la misma suspensión de la credulidad que un hombre embutido en un traje de hierro, un monstruo, dos humanos con la capacidad de reducirse de tamaño y un dios asgardiano se unan y decidan permanecer como grupo para enfrentase a otro dios nórdico; o que un señor en silla de ruedas viaje por el mundo buscando mutantes para enviarlos en una misión de salvamento de sus antiguos pupilos, que se encuentran en manos de una isla viviente.
Por último, que no quiero alargarme más, lo de la polémica es solo eso, ruido y poca chicha tras unas declaraciones de una persona que se nota queno conoce el medio. Pero no podemos excusarnos en la paja ajena y obviar que es cierto que hay situaciones en el cómic de supers que hay que mejorar. En ese aspecto, han buscado un blanco fácil al que disparar. Lo que me parece curioso es que esta serie se pueda tildar tanto de movimiento feminazi por parte de unos y como de constructo para consumo pornografico por parte de otras. Algo falla aquí, no?
Buenas noches Arturo.
Gracias por responder a mi laaaargo rollo, aunque parezca mentira, ese de arriba era mi yo abreviado, 🙂
Tienes toda la razón sobre mi ejemplo de Tintin, no se trata de justificar cualquier cosa, por supuesto el racismo no tiene justificación, pero una cosa es contextualizar una obra para entenderla mejor, que era lo que quería decir y otra cosa, p.ej. es que alguien intente prohibir los libros de Hergé en Bibliotecas ¿americanas? como pasó hace unos años.
Mi razonamiento es que la actual era de Internet parece que está acabando con los grises, todo se viste de blanco o negro, conmigo o contra mi. Vuestro artículo ha resumido brillantemente la presencia femenina en los comics Marvel (permíteme el peloteo, el artículo está muy bien y no os lo agradecí suficientemente antes) con muchas sombras y momentos de vergüenza ajena, si, pero también con intentos honestos de crear personajes que al leerse resonaran con una autenticidad como no tienen muchos personajes masculinos. Y solo alguien como nosotros, que hemos leído mucho, podemos reconocer que ambas cosas han pasado.
¿Han tratado mal los comics americanos a los personajes femeninos, y por ello, al posible público femenino que se acercara a esta forma de expresión? Sin duda en muchos momentos si, sin ir mas lejos en los 90 y sus pin-ups de los especiales de trajes de baño, pero casi peor en la etapa posterior con gente como Chuck Auster y similares, cuyo mensaje intrínseco era menos obvio pero mucho peor.
¿Es el comic como forma de expresión / comunicación machista y enemigo de las mujeres? Obviamente no, aún con sus numerosos defectos. Pero hay gente que periódicamente machaca e intenta trasmitir esa idea, y lo que mi es obvio para otra gente no está tan claro.
Como decía, no he leido A-Force, aunque cada vez le tengo más ganas, y no tengo duda que a partir de un encargo editorial, un buen equipo creativo puede hacer suya una serie y convertirla en muy interesante, haciendo que nos guste a un espectro ámplio de consumidores. Pero el que solo hayan mujeres, aunque es un reclamo en un sentido, también puede jugar en su contra.
A lo que iba yo es que leyendo el comic del día gratis, los Vengadores de Waid y Asrad es el perfecto tebeo reader-friendly en el concepto más ámplio del término. Tiene personajes clásicos y actuales, veteranos y adolescente, son todos héroes y unas son chicas y otros chicos y su género no importa (en teoría claro) solo lo que pueden aportar. Incluso para los mal pensados, hay blancos (lo pongo en plural porque apuesto por Petter Potts como la portadora de la armadura), 2 personas de color, 1 hispano, una musulmana y un sintozoide, hablando de variedad.
Para mi es más interesante a priori esta mezcla que no un grupo de todo mujeres, o todos negros, o todos judíos, aunque por supuesto es la ejecución lo que dictará si una obra es buena o no. Por cierto, digo esto aunque en su día compré casi todo lo que Milestone publicó de personajes afroamericanos (Hardware, Icon, Static, Crime Syndicate, etc) y que fueron un interesante contraste con el resto de tebeos «normales» de la época.
En todo caso, respeto que se creen productos que no estén destinados a que yo los compre, ya asumí hace mucho que los «veteranos» no somos el centro del universo editorial, ni audiovisual, etc…
Para terminar, una recomendación: por supuesto respeto tu opinión sobre Jason Aaron, solo faltaría, pero te recomendaría que leyeras Scalped. Obra maestra absoluta, en serio!!!
Buff, otro rollo, no puedo evitarlo… 🙂
Buenas noches!!
Genial artículo, Arturo y Daniel.
A mí me están gustando mucho las últimas series «femeninas» de Marvel, en especial Ms. Marvel. Quizás no tengan mucho éxito, pero poco a poco están llegando a un nuevo público que nunca antes había leído cómics. El sistema americano prioriza las ventas en el «direct market» y por eso, muchas de estas series acabarán canceladas. No obstante, todas están contribuyendo a expandir el mercado y asentar un nuevo perfil de series para un nuevo público.
Genial articulo. ¿Alguien me podria decir en que comic sucede lo de Kitty?
Me gustaria acordarme del discurso completo de Steve Trevor en la pelicula Animada de Wonder Woman, pero su sentido es que no todo lo hagan los hombres (o en este caso las editoriales), tiene por objeto limitar/ ofender/ etc a la mujer.