¿A qué altura se encuentra el cielo? Esa pregunta, tan simple pero a la vez tan compleja, circula por la mente de una de las integrantes del Escuadrón Banshee que defiende los campos de Hala, a las órdenes de la Capitana Marvel. Pues aunque son consumadas aviadoras y pasan su vida en el aire ninguna ha visto jamás una estrella. Curios dato que nos deja patente que bajo el cielo de Battleworld solo funciona la ley Doom y éste tiene poco interés más allá de la tierra que circunscriben sus reinos. Si alzásemos nuestras miradas al cielo de este renovado planeta solo advertiríamos una única luna. Si acercásemos el zoom al máximo seríamos conscientes de que en realidad no es un satélite natural sino una estación espacial, prohibida a los ojos de la mayoría de los confiados habitantes de Mundo Batalla. Las razones para se halle oculta al ojo público es que probablemente no nos guste lo que se encuentra en esa base. Conocida como Knowhere o Sapiencial, la cabeza cortada de un antiguo ser Celestial, se trata de una colonia para convictos y maleantes. Un grupo de héroes escogidos guardan este lugar para que no haya ningún conflicto que pueda afectar la tranquilidad del Doctor Muerte. Son los Guardianes de Sapiencial.
Este es el planteamiento inicial de una nueva serie surgida al amparo de Secret Wars y con evidente continuismo con respecto a la colección del extinto universo 616, tal como ha quedado reflejado en la reseña de nuestro compañero José María Vicente. Brian Michael Bendis sigue al mando de los Guardianes de la Galaxia, acompañado en labores gráficas por Mike Deodato, solo que reformula el concepto para adecuarlo al nuevo panorama. Y esto nos lleva a echar la vista unos años atrás, cuando el guionista de Cleveland se hizo con los mandos de la nave allá por 2013. En el relanzamiento editorial que supuso Marvel Now!, Bendis tuvo la oportunidad de hacerse con el control de la franquicia mutante, aparte de continuar con su personaje fetiche, Miles Morales. Parece ser que todavía le sobraba algo de tiempo por lo que también puso su rutilante nombre en la cabecera de los Guardianes de la Galaxia. Lo último que sabíamos de este concepto es lo que nos habían dejado Dan Abnett y Andy Lanning, auténticos renovadores de la parcela cósmica, desde el año 2008 hasta el 2011, con el Imperativo Thanos como fin de fiesta. Pocos podían esperar el camino recorrido por estos personajes pues ahora mismo son casi una sub franquicia de Marvel, con una película de éxito mundial y diversas series individuales de sus integrantes circulando por el mercado. El caso es que Bendis se ha mantenido inmutable en la cabecera durante 27 números, trufados de crossovers y referencias a las versiones del celuloide de los Guardianes. Pero no deberíamos apresurarnos en enterrar la aportación del bueno de Brian a la franquicia ya que ese el motivo que nos traído hasta aquí. Sin intención aparente de abandonar el discurrir cósmico de este disfuncional grupo, las Guerras Secretas parecen un buen punto de corte para analizar la trayectoria de Bendis en Guardians of the Galaxy, y dejar constancia, a ojos de los aficionados, de cuanto ha enriquecido o empobrecido el cosmos marvelita.
Para tan singular misión se hacen necesarios unos referentes pues la comparativa es mucho más efectiva en tal caso. Y para ello vamos a tirar de auténticos gigantes por lo que ya puede Bendis tener bien hechos sus deberes si no quiere que le saquemos los colores. Para centrar nuestro estudio en unos pocos nombres básicos, que además están estrechamente unidos a la parcela cósmica, vamos a simplificarlo en tres: Jack Kirby, Jim Starlin y los ya citados D’n’A (abreviatura con la que se conoce popularmente a la unión de Abnett y Lanning). También vamos a dedicarle unas palabras a Jonathan Hickman, arquitecto del actual panorama, apasionado de los conceptos cósmicos como bien ha dejado reflejado en colecciones como los 4 Fantásticos, S.H.I.E.L.D. o Vengadores. No son los únicos, hay muchos más autores que han dignificado la galaxia Marvel, entre los que podemos citar al gran Stan Lee, Roy Thomas, Steve Englehart, Steve Gerber, John Byrne, Walter Simonson, Jim Valentino o Keith Giffen. Pero pocos autores evocan tanto una vertiente en concreto como esta tripleta de autores (si consideramos a D’n’A como una única mente pensante).
Comenzamos pues nuestro viaje a las estrellas y lo hacemos con el traje de gala pues todo ceremonial es poco cuando hablamos de Jack Kirby, el Rey de los Cómics.
Genial. Único. Excesivo. Poderoso. Trabajador incansable. Mente inabarcable. Estos son algunos de los epítetos que podríamos utilizar para definir a Jack Kirby, una leyenda del noveno arte y quizás la influencia fundamental del cómic de superhéroes. Su nombre va indefiniblemente unido a una abundante obra y llegado a un punto, muy a su pesar, al de Stan Lee. Ambos abrieron el camino de la nueva era Marvel con los 4 Fantásticos y nunca se ha puesto en duda su importante aportación, no solo en el evidente aspecto visual, sino también en la traslación de variados conceptos relacionados con la ciencia ficción. Normalmente, en su trabajo conjunto siempre se ha hecho la cuestionable distinción entre lo galáctico y ficcional, obra de Kirby, y lo melodramático y lo humano, atribuido a Lee. Esta simplista división es del todo irreal pues ambas vertientes están estrechamente conectadas. Pero es indudable que la mente del pequeño de los Kutzberg, nombre real de su familia, volaba hacía lejanos parajes donde los ambientes marginales que poblaban las esquinas del Lower East Side, barrio neoyorkino donde se crió Kirby, conflictivo como pocos en los años veinte del siglo pasado, fueran transformados en sugerentes mundos salidos de las revistas pulp que tanto hicieron por el bueno de Jack, tal y como se pude apreciar en las palabras del propio autor: “ Un día, al salir del colegio, me encontré con una revista pulp. Era un día lluvioso y la revista estaba tirada sobre un charco al lado de una alcantarilla. Agarré la revista y vi que se llamaba Wonder Stories y que tenía un cohete espacial en la portada. Nunca había visto un cohete espacial, así que me pregunté qué diablos era aquello. Me la llevé a casa y la escondí debajo de la almohada para que nadie supiese que la estaba leyendo, porque si mis amigos se hubiesen enterado de que leía o hacía cualquier cosa intelectual fuera del colegio habría tenido problemas” (el Rey entrevistado por The Comics Journal y reproducido en King Kirby. Jack Kirby y el mundo del cómic, José Joaquín Rodríguez, Ed. Dolmen, 2013).
Comenta José Manuel Uría en su ensayo “Jack Kirby. El cuarto Demiurgo” (Ed. Sportula, 2013) que una de las características fundamentales de la obra del autor es “la mención a una energía cósmica que llena todo el espacio y que parece acumularse en torno a ciertos personajes poderosos, que puede aprovecharse mediante tecnologías avanzadas y cuya naturaleza nunca se hace explícita. A la hora de mostrar esta energía cósmica Kirby desarrolló una de sus innovaciones pictóricas más reconocidas por los lectores de cómics de superhéroes: los puntos de Kirby”. Este aspecto es fundamental para comprender lo que vamos a narrar pues, aunque como bien dice Uría “la interpretación de lo que es la energía cósmica no es similar en todos los cómics y puede diferir considerablemente”, se puede rastrear trazas de este concepto en grandes autores del Universo Marvel como Roy Thomas, John Byrne o Walter Simonson. Etimológicamente, lo cósmico es algo relativo al cosmos, concepto que tiene dos acepciones bien diferenciadas: los antiguos griegos lo definían como el orden y armonía universales; actualmente ha quedado reducido a un sustantivo que refiere al universo, sin más. Volvamos al origen de todo, la colección de los Imaginautas.
Conocemos los designios de un grupo de aventureros, capitaneados por el científico Reed Richards, que deciden por su cuenta y riesgo emprender un viaje a las estrellas en el que son bañados por los rayos cósmicos. Estas inexplicadas radiaciones siderales confieren variados poderes al cuarteto, dando lugar a la primera formación de superhéroes para una época dorada. Estamos hablando de Fantastic Four#1, publicado en 1961, por tanto se podría decir que la energía cósmica está en el origen del nuevo panorama surgido. Junto a Stan Lee, Kirby daría un nuevo significado a la unión de los superhéroes y la ciencia ficción, generando una desorbitada cantidad de conceptos, a cada cual más interesante, que incluyen civilizaciones perdidas, reinos ocultos, viajes en el tiempo, autómatas o visitantes espaciales. Pero esta temática no era en absoluto desconocida para Jack ya que previamente había trabajado en la ciencia ficción en proyectos como Challengers of the Unknown en DC Comics, donde otro cuarteto de aventureros se dedican a buscar explicación a lo inexplicable, o Sky Masters of the Space Force, publicado como tira de prensa, donde la temática fundamental es la carrera espacial, tan en boga a finales de los años cincuenta.
El éxito de la tarea en incontestable y se procede a la creación de más y más conceptos, más y más personajes. Todo un impresionante cometido al tratarse de los pioneros, de los demiurgos del Universo Marvel. Pusieron empeño en dar un diseño unificado al territorio de ficción que terminaría por llamarse Tierra 616 y a su entorno. Lo que incluye un vasto panorama espacial, desplegado ya desde el segundo número de la colección de los Fantásticos donde debutan los Skrulls, seres extraterrestres con ansias de conquistas. El tándem creativo nos deja a las claras bien pronto que no estamos solos en el universo, por lo que poco a poco se irán desarrollando las características de Imperios siderales tales como los ya citados Skrulls o los Kree ( con la presentación de Ronan y la Inteligencia Suprema). Estos últimos visitaron nuestro planeta hace cientos de años para hacer experimentos con sus habitantes, que darán lugar a los Inhumanos. También seremos conscientes de que la humanidad es observada por una antigua raza espacial que se hacen llamar los Vigilantes, habituales del universo pero que, con una evolución que hunde sus raíces en el inicio de los tiempos y la tecnología adecuada, habían conseguido alcanzar un status casi divino, cercanos a las llamadas representaciones cósmicas . Pues si la dinámica entre los distintos habitantes del cosmos es bastante similar a la nuestra, con sus intrigas y luchas de poder externas o internas, más complejas son las representaciones de las entidades cósmicas que pueblan el multiverso Marvel.
Siguiendo la estela marcada por la dupla Lee-Kirby, ya que no todas son creaciones de la pareja creativa, observaríamos el despuntar de personajes como el Tribunal Viviente, Eternidad, Muerte, Infinito u Olvido. La complejidad de estos entes estriba en que se trata de representaciones de atributos abstractos, de conceptos, que se ven sujetos a una personificación para interactuar con el resto de los personajes del Universo Marvel. La definición de entidad que trasciende la propia realidad se podría aplicar a una de las grandes creaciones del dúo formado por Stan y Jack, Galactus. Cuenta la leyenda que Lee tenía en mente la idea que crear un dios, un ser de poderes tales que dejasen con la boca abierta al aficionado, además abandonando manidos clichés sobre el bien y el mal, pues alguien de ese calado debía estar por encima de ambos. El guionista le pasó la idea al dibujante, que dejó para la historia uno de sus geniales diseños, pero además añadió algo que sabemos de buena fuente que fue idea suya, Estela Plateada, el heraldo de Galactus. De nuevo traemos a colación un ser de incontestable sabor cósmico, Uatu el Vigilante, que vuelve a romper su voto de silencio para avisar de la llegada del heraldo de Galactus, conocido como Silver Surfer, lo que anticipa la trascendental venida del Devorador de Mundos. El misterioso personaje explica con las siguientes palabras la complicada situación: “él es la avanzadilla de Galactus, aquél quien despoja a mundos enteros de sus elementos básicos, y luego los abandona, incapaces ya de albergar vida…..entre todos los seres del universo conocido solo Galactus posee poder suficiente para igualar el mío”.
Para comprender mejor la esencia de la naturaleza de estos entes galácticos lo mejor es recurrir a las propias palabras del Rey de los cómics: “Me fui a la Biblia y encontré a Estela Plateada. Todo el mundo piensa que es un dios, pero es el Diablo. Estela Plateada es el ángel caído. Cuando Galactus le electrocuta y dice: “No podrás ir al espacio de nuevo” ¿Qué demonios hizo Dios con el ángel Miguel, que era muy, muy guapo, y pensó que era tan condenadamente bueno que podía tomar el lugar de Dios? De modo que Dios lo electrocutó y le dijo “Bueno, vas a ir al Infierno” y ahí es donde lo envió. Y ¿dónde sino en el Infierno está Estela Plateada? Entre nosotros, ¿puede ser Dios? No, es exactamente lo opuesto, ya que Galactus puede acceder a él en cualquier momento. Ellos fueron los primeros dioses en los cómics y de este modo yo comencé a pensar en ese sentido. Comencé a preguntarme…todo el mundo, otras sociedades, tienen sus propios dioses, pero ¿cuáles son los nuestros? ¿Cuál era el estado de nuestra sociedad y dónde estaban sus figuras míticas?” (reproducido desde José Manuel Uría, op.cit.). No se puede negar que tanto Stan como Jack fueron ambiciosos al plantear el nacimiento de Galactus y sus circunstancias, las cuales se fueron refinando con el tiempo, dejando la biografía definitiva del personaje. Y para ello tenemos que retrotraernos a un universo anterior al nuestro.
Hace incontables eones existía el planeta Taa, del que era su tranquilo habitante un humanoide llamado Galán. Después de un avanzado desarrollo, el planeta se vería sometido a un terrible destino pues su universo se encontraba en la fase final de su vida y se dirigía directo al colapso. Este antiguo universo se había formado a raíz de un huevo cósmico, una esfera primaria de energía que en su momento generó un Bing Bang, expandiendo vida conforme se creaba el susodicho universo. Ahora se está produciendo el proceso contrario y se estaba contrayendo de nuevo en otro huevo cósmico. Galán trató de hallar una solución para evitar el completo desastre, aunque no fue capaz de encontrarla, por lo que se preparó para una muerte digna en el interior del huevo cósmico junto a sus congéneres. Ante su sorpresa todos murieron excepto él que fue acumulando energía dentro del recipiente. La Fuerza Fénix, otro concepto cósmico que implica muerte y renacimiento, reunió todas las emociones positivas de los antiguos habitantes del cosmos y las transformó en una nueva entidad, que se unió a Galán conformando a Galactus. De esta renovada guisa surge un ser arcano portador de una maldición pues su hambre será lo que le defina, una sensación que solo se verá saciada cuando convierta mundos con vida en su particular alimento. Sus acciones se podrían tildar de malignas pues destruye civilizaciones y seres vivos por doquier. Pero no hay un solo atisbo de moralidad en los actos del Devorador de Mundos pues el solo actúa según su naturaleza ya que su papel en el orden superior del universo ha sido escrito, formando una trinidad muy especial junto a Eternidad y Muerte. Siguiendo de nuevo las palabras de Uría: “Eternidad y Muerte representan principios antagónicos, siendo Galactus el que establece el balance entre los dos”.
En su imparable caminar por el espacio marvelita, el Devorador arribó al llamado planeta Zenn-La, lugar donde este personaje detuvo su paso para encontrarse con alguien que por una vez pudo contener el inevitable destino de ese planeta. Norrin Radd consiguió convencerle de que le sería útil como heraldo, un instrumento de búsqueda para localizar mundos para su sustento, mientras él aguarda en su nave mundo Taa II. Para tal empresa Galactus le otorgó puro poder cósmico y se transformó en Silver Surfer. Un altísimo precio para que su planeta de origen pudiera seguir con vida.
Kirby y Lee no se conforman con abrir nuestros ojos a desconocidos territorios siderales, ni presentarnos a imponentes personajes de poderes cósmicos. Los dos autores pretenden impactar en el espectador trasteando un concepto tan complejo y tan propio de la ciencia ficción como es el mismo tejido del espacio-tiempo. Reed Richards es un científico capaz de traspasar cualquier barrera en aras de obtener un aumento de sus conocimientos y eso implica poner en solfa incluso su propio cuerpo. Eso le va a llevar a ir más allá de los límites de la realidad conocida al pasear por la Zona Negativa. Este universo se contrapone al nuestro al estar formado por un tipo de energía negativa, una suerte de anti-materia, siendo un dominio que coexiste de forma efectiva con el nuestro y que, por el desarrollo normal de la física, se encuentra en continua oposición. Esta extraña tierra está poblada por elementos tan peligrosos como Annihilus o Blastaar, y con el tiempo será habitual el discurrir por ambos universos. Tampoco debemos olvidarnos de Sub-Atómica, un universo diminuto a escala elemental, lo que no deja de ser la plasmación de la existencia de diversos universos que orbitan en torno a una realidad, el Multiverso Marvel. No menos relevante es la creación del Cubo Cósmico, artefactos repletos de energía que permiten incluso transformar la realidad. Tan complejos son en su esencia que muchos han sido definidos como entes con personalidad, como los llamados Kubik, Conformador de Mundos o Kosmos, que enlaza directamente con el Todopoderoso que conocimos en los años ochenta con las famosas Secret Wars originales.
Kirby también nos dio a conocer a unos seres muy peculiares tan antiguos como nuestro universo. Son los llamados Primigenios. Estos personajes cósmicos transitan por el espacio Marvel, de forma ociosa, entregados a sus placeres personales que suelen definir sus apodos: el Gran Maestro, el Coleccionista, el Campeón, el Corredor, el Jardinero… son algunos de ellos pues se desconoce el número exacto de Primigenios que circulan por el cosmos. La razón de su despreocupada vida es que al principio de los tiempos trazaron pactos con Muerte para convertirse en seres inmortales, lo que les llevó a buscarse hobbies para gastar su infinito tiempo. A pesar de ser reconocidos como comunidad, pertenecen a distintas razas arcanas que fueron muriendo con el paso de los eones, quedando solo ellos como representantes de las mismas. Normalmente, los solemos encontrar casi de forma exclusiva en aventuras de tipo cósmico pues su principal feudo ha sido con Galactus. Pero alguno que otro se ha interesado por la Tierra como el Gran Maestro, puesto de gala en plan retador con Kang o el Barón Zemo, o el Coleccionista, interesado en variados especímenes terrestres para su colección.
El ser humano siempre se ha preocupado por las cuestiones trascendentes, echando mano del recurso de la existencia o no de un ser superior. Kirby era un judío practicante, además estudioso de todo tipo de mitologías, por lo que no es de extrañar su aporte a la cabecera del Dios del Trueno, en la que, junto a Stan Lee, supo trasladar de manera brillante muchos conceptos de la mitología nórdica a la manera marvelita. Thor, Odín, Loki, Mimir, Surtur, Ymir, Yggdrasil, Bor, Balder y todo lo que haya quedado plasmado en la literatura rúnica (y mucho más) lo tendremos en su colección regular y, sobre todo, en los fastuosos Relatos de Asgard. Un tema peliagudo era el mezclar a seres mitológicos con los aspectos humanos pero la dupla mágica se las apañó para conseguir un equilibrio entre aspectos terrenales y cósmicos, porque el hijo de Odín también tuvo sus encuentros con razas espaciales como los Rigelianos. En las páginas de The Mighty Thor nació un concepto muy asociado a la parcela cósmica como es el Alto Evolucionador. Este era un humano normal que jugó a ser un dios, alterando los patrones de la evolución y dando lugar a una nueva especie conocida como los Nuevos Hombres, evolucionados directamente de animales. La visita de Thor a su ciudadela le mostró lo peligroso que podían ser sus experimentos, por lo que, al finiquitar la aventura, decidió poner rumbo al espacio profundo. Aquí se instalaría plácidamente, a pesar de alguna que otra vuelta a la Tierra, creando un proyecto muy particular. Una copia de nuestro planeta solo que purgado de toda maldad. Aunque la cosa no salió según lo esperado, la Contratierra, nombre que adoptó el nuevo mundo, ha seguido contando como un lugar recurrente en la editorial y el Evolucionador ha paseado sus inquietudes por buena parte del espacio marvelita, entrando en contacto con seres como los Celestiales en localizaciones tan alejadas como la Galaxia Negra. También en la cabecera de Thor vimos como debutaba un concepto tan extremo como Ego, el Planeta Viviente, un ente formado a raíz del Big Bang al crearse un pequeño coágulo de materia estelar para conformar un extraño mundo sintiente, con rostro, órganos y un cerebro puesto en liza por varios autores (de hecho John Byrne se jacta de que fue la primera vez que utilizó su toque revisionista al poner en solfa la versión anterior de Gerry Conway).
La conexión de los humano con lo cósmico se puede rastrear en la historia de origen del llamado Él, un experimento realizado por un grupo de científicos conocidos como el Enclave que buscaba generar desde cero seres todopoderosos para fabricarlos en cadena. La instalaciones y la vaina donde está contenido el primer ejemplar rezuman poder cósmico a raudales. Lo que encontramos fuera ya del cascarón es un ser decidido a abandonar esta tierra repleta de humanos que para él son meras pulgas no sin antes hacer justicia con el grupo de malvados científicos. Este áureo “Él” es el germen de un destacado personaje que va ser trascendental en la parcela cósmica como es Adam Warlock, redefinido por Roy Thomas y propulsado hacia niveles superiores por Jim Starlin.
Éste es uno de los últimos conceptos que Kirby aportó en sintonía con su eterno compañero, Stan Lee. Con la importancia que se daba el bueno de Stan, Jack poco a poco se sintió más decepcionado y quedó confinado a los encargos que recibía del bullpen marvelita, hasta que se produjo la ruptura definitiva. Después de haber dejado toda una producción repleta de conceptos cósmicos, no solo en 4 Fantásticos, sino en todo tipo de cabeceras, destacando su aportación a la colección del Dios del Trueno, el Rey abandona Marvel para crear una nueva mitología en la eterna rival. En DC daría salida a los Nuevos Dioses y al Cuarto Mundo, donde de nuevo llenaría sus páginas de inquietudes personales y filosofía cósmica. Pero también de diversión, de mucha diversión, pues no debemos olvidar que para Kirby el factor lúdico era determinante.
Permitan que, a modo de despedida de su primera estancia en Marvel, pongamos un pequeño ejemplo sobre la unión de lo humano y lo cósmico, tomando como referente la Primera Familia, de nuevo. En Fantastic Four#90, el personaje más parecido a Kirby, la Cosa, es secuestrado por efectivos skrulls y trasladado a un planeta donde su vida será puesta en juego al enfrentarse en la arena, como cual gladiador romano, con distintos seres del universo que pueblan los calabozos de este singular mundo. Llama la atención que el aspecto de ese planeta es un calco de las ciudades de los años treinta en EEUU, donde los gánsteres son los que dominan la situación. Es obvio que Kirby conocía bien esos ambientes y vivió esa época, por lo que choca ese tipo de ambientación en una aventura de tipo estelar. Pronto descubriremos que se trata de skrulls apasionados por esos tiempos que han adoptado la imaginería y las actitudes de aquellos convulsos días. Pero al final del día, no importa que tus enemigos sean skrulls o gánsteres, pues no difiere el empeño del héroe en la obra. En pocas ocasiones una historia suena tanto a un autor como esta historia en tres partes de la Cosa en un mundo Skrull vestido de años treinta.
Jack Kirby se fue de Marvel en 1970 y Jack Kirby volvió a Marvel en 1975 como el hijo pródigo que retorna al hogar. Pero ese Jack Kirby retornado ya no se consideraba a sí mismo el instrumento que plasmaba en viñetas las ideas de otros, sino que era un autor completo que reclamaba su propio espacio y la nula interferencia editorial. El camino de autor total lo comenzó de manera más o menos exitosa en DC y el Rey no estaba dispuesto a bajarse de ese caballo, por lo que las series que acometió en esta segunda venida a Marvel serían escritas, dibujadas y editadas por él mismo. De entre todas ellas, destacan dos por la temática que estamos analizando: la adaptación de 2001. Odisea en el Espacio y los Eternos. Sobre la primera decir que es la traslación al noveno arte de una obra tan detallista y alucinógena como la cinta dirigida por Stanley Kubrick, basada a su vez en el best seller de Arthur C. Clarke. En ella Kirby es capaz de proseguir la investigación sobre la búsqueda perpetua de un dios, sean cuales sean sus características, y dejar marcada la senda de la participación de elementos exógenos en el desarrollo del género humano, además de proporcionar para los restos un personaje como X 51, el Hombre Máquina, cuya integración en el universo Marvel fue detallada en el estudio que se hizo en torno a la Inteligencia Artificial.
El autor daría rienda suelta a sus inquietudes más personales en Eternals, donde plantaría las bases de una nueva cosmogonía Marvel en la figura de los Celestiales, Eternos y Desviantes. En este caso el Rey de los cómics arrasa con todo lo visto anteriormente pues plantea que unos seres con unos poderes de raíz cósmica y difícil ubicación espacial, los Celestiales, vinieron a la Tierra para realizar una serie de experimentos con la materia prima que localizaron en el planeta azul. El resultado, tres especies distintas, cada una ocupando un nicho que se asemeja mucho a un tríptico cristiano: los Eternos, seres inmortales muy cercanos a la perfección; humanos, la parte destinada a heredar la Tierra pues en ellos se encuentra el término medio; los Desviantes, la parte depravada de las investigaciones celestiales. Kirby utiliza el símil religioso para recordarnos la típica analogía de Ángeles (Eternos), Humanos y Demonios (Desviantes). La llegada de la Cuarta Hueste de Celestiales a nuestro planeta, además de ir descubriendo el funcionamiento de la sociedad formada por los Eternos, con sus representantes y sus instituciones, será lo poco que Kirby nos dejará como herencia pues la serie fue cancelada a los pocos números (de entonces, porque ahora sería una colección de las largas) por bajas ventas. Demasiados conceptos para el aficionado de la época que no tenía muy claro si aquello era parte del Universo Marvel. De hecho, la integración en la continuidad tradicional corrió a cargo de otros autores como Roy Thomas o Mark Gruenwald, que hicieron encajes de bolillos para complementar las distintas mitologías existentes en la editorial.
Y hasta aquí el breve resumen de la aportación de Jack Kirby a la parcela cósmica, ya que un análisis exhaustivo nos daría para varios artículos. Porque de la mente privilegiada del Rey de los Cómics han surgido incontables historias, montones de personajes y unas inquietudes que le llevaron a explotar como nadie el concepto de lo cósmico. No nos debe extrañar que haya sido representado como el gran demiurgo por autores como Alan Moore en la serie Supreme, donde un trasunto de Kirby es nada menos que el dios de la creatividad en persona. Pero hay una imagen que nos parece especialmente relevante resaltar, no tan excesiva y rotunda como la anterior, pero igualmente efectiva. Se trata del homenaje que le hicieron los Knauff en la serie con la que pudieron jugar con los juguetes del Rey, Los Eternos. Aquí, en un espacio indeterminado del cosmos llamado el Vestíbulo, tiene su pequeño refugio un tipo llamado Jack que resulta ser el Fulcro ¿Y qué es el Fulcro? Pues aquél que dio vida a seres tan inmensos como los Celestiales, aguardando tranquilamente a que alcancen su más alto grado de individualidad, dejando atrás programaciones obsoletas y dispuestos a observar el universo desde una nueva perspectiva. Eso representa Jack ni más ni menos, el más entonado y alegre canto a la imaginación que haya pasado por el noveno arte.
Starlin es uno de los nuevos creadores que pusieron sus pies en los años setenta de forma rompedora, trayendo aires de renovación a la Casa de las Ideas. Autor de firmes convicciones, Starlin era uno de los muchos jóvenes de la época interesados en filosofías new age, habituado al consumo de estupefacientes y alucinógenos, y acostumbrado a pasear por los ambientes de la contra-cultura. Sus comienzos en los fanzines y su habilidad en el dibujo le procuraron un puesto menor en Marvel, desde donde iría creciendo poco a poco en su aportación a la editorial. Compañero de piso de Mike Friedrich, a la sazón guionista de Iron Man, cuentan los mentideros de la corte que un cansado guionista le pidió alguna idea para desarrollar un arco argumental de la serie del vengador dorado. Para Starlin fue su pie perfecto pues empezó a cederle un manantial de ideas lo suficientemente importante como para que fuese acreditado como co-guionista. Hablamos del legendario Iron Man#55, un ejemplar donde encontramos tan importantes adiciones al Universo Marvel que merece la pena que nos detengamos en él.
Porque debutar como guionista y dejar para la historia la creación de Thanos, Starfox, Mentor, Kronos, los Eternos de Titán y su hogar, Isaac, los Hermanos Sangre o Drax puede parecer cualquier cosa pero sabemos que no es nada fácil. Da la sensación de que lo menos importante del número es precisamente el Hombre de Hierro, que queda como un testigo de excepción ante el despliegue cósmico del que hace gala el tándem Friedrich-Starlin. Tony Stark es abordado telepáticamente por el misterioso Drax el Destructor, inspirado en otro personaje ya guionizado por Starlin, el Dr. Weird, advirtiendo a Iron Man de la llegada de dos brutos espaciales conocidos como los Hermanos Sangre. Estos están al servicio del autoproclamado Thanos I de Titán, por lo que el citado Drax nos pone al día de tan singular emplazamiento. Sabremos de la luna de Saturno donde bajo su orografía con los típicos cráteres se halla una civilización tremendamente avanzada gobernada por el sabio A’lars, miembro de una rama de la raza de los Eternos, lo que nos conecta con el legado anterior de Jack Kirby.
Starlin pondrá de nuevo en circulación jugosas revelaciones sobre las creaciones del Rey, mostrando un gusto y una especial sensibilidad para el reciclaje creativo de calidad. Así pues, tenemos una historia familiar complicada con raíces que se hunden en nuestro planeta, en el inicio de los tiempos. La primera ciudad conocida en la Tierra de estos portentosos ejemplares es la llamada Titanos, donde dos primigenios eternos, Kronos y Urano, gobernaban en aparente sintonía, por lo menos durante un tiempo. Las discordias comenzaron al divergir en el tratamiento pensado para sus grandes enemigos, los Desviantes. Urano estaba convencido de que la única solución era la violencia y la aniquilación de la raza desviante, cosa que Kronos no estaba dispuesto a permitir. Esto generó una guerra entre ambos bandos, siendo el ganador el partidario de la vida pacífica. Urano y sus seguidores abandonaron la Tierra para buscar un nuevo destino, que resultó ser la luna de Titán. Kronos engendró descendencia en la figura de dos hijos, A’lars y Zuras (recordamos que éste era el líder de los Eternos según Kirby) que también acabaron a la gresca tras un desafortunado accidente que privó a Kronos de su cuerpo físico. Zuras permaneció en la Tierra junto a Ikaris, Sersi, Makkari y compañía, mientras que A’lars se dirigió a la luna de Saturno para iniciar un labor de repoblación. Allí se uniría a Sui-San con la que, siguiendo la tradición, tendría dos hijos totalmente contrapuestos, Eros y Thanos. En Titán pasaría a convertirse en Mentor, líder de los Eternos de este territorio, un gobernante ponderado y aclamado como pocos que, ayudado por la sabiduría de la computadora Isaac, dominaba un territorio tranquilo y sin problemas. Hasta que su hijo Thanos comenzó a darlos.
No creo que sorprenda nadie si decimos que la más apreciada y compleja aportación al Universo Marvel por parte del autor es el llamado Thanos, el Adorador de la Muerte. Este personaje es uno de esos caracteres arrolladores que se quedan grabados a fuego en el aficionado. Mezcla de Eterno con un una mutación genética desviante, sabemos que Thanos no es como los demás de su especie. Una especial inteligencia y gusto por la muerte desde su más tierna niñez suponen unos atributos nada normales para un apacible integrante de la tranquila comunidad de los habitantes de la luna de Saturno, por lo que tan pronto como disponga de los medios necesarios pondrá en marcha un ataque directo contra los suyos, siempre intentando contentar a la dama Muerte. Más allá de sus primeros intentos de conquistar Titán, Thanos es un ser embarcado en una búsqueda permanente que pueda saciar sus ansias de poder con el que conseguir destruir todo aquello que le rodea. Estamos ante un personaje complejo, catalogado como el nihilista definitivo, con todos los matices que eso conlleva. Para contrarrestar semejante espécimen, Mentor y Kronos forjaron directamente de la entrañas de la tierra a un ser cuyo único objetivo será poner fin a la existencia del malvado eterno, Drax apodado el Destructor. La figura de Drax se fue perfilando con el desarrollo de los números y sabremos a posteriori que Kronos utilizó el alma de un humano, Arthur Douglas, asesinado por el Adorador de la Muerte en la Tierra, para moldear su esencia.
Como ya hemos dicho, todo un vendaval de creatividad que iba a dar comienzo a una nueva edad dorada de lo cósmico, aunque no exenta de polémica. Starlin, unido esta vez a Steve Gerber, continuaron con la colección del Hombre de Hierro con un número de corte humorístico que desagradó profundamente a Stan Lee, por lo que el bueno de Jim acabó fuera de la cabecera. Pero no pasaba nada pues Roy Thomas ya había puesto sus ojos en el dibujante para que se hiciese cargo de una serie que languidecía y el mismo Thomas se había preocupado de poner en relevancia en fechas previas, el Capitán Marvel. Lo que es indudable es la importancia de este Iron Man#55 para la producción Marvel de los setenta, un hito que merecía una explicación más extensa. Ante la complejidad la empresa, que mejor que recurrir a las palabras del creador original, Jim Starlin, al respecto del nacimiento de ese mítico número. Según las palabras del propio autor esos conceptos le llegaron a la mente cuando estaba en la universidad, más concretamente alrededor de 1970-71. Recordamos que Starlin entra a trabajar en Marvel en 1972 por lo que el dibujante asegura que ya tenía en mente su tiempo los conceptos de Thanos y Drax al menos. Lo pone en relevancia porque mucha gente suele asociar la figura del Titán Loco como copia directa de la creación de Jack Kirby para el Cuarto Mundo, Darkseid. Al respecto solo puede decir que “en los diseños originales, Thanos no se parecía mucho a Darkseid. Si se parecía a algún nuevo dios el más cercano sería Metron…Las semejanzas vienen porque ambos son tiranos galácticos que disfrutan de las manipulaciones y muy versátiles en términos de las historias que puedes hacer con ellos…Pero como ya he dicho, Thanos estaba originalmente basado más en Metron. A lo largo de los años, la historia ha parecido determinar que Thanos no es más que una copia arrancada de Darkseid, y eso no es cierto”.
Así pues ya tenemos nuevo destino para la dupla Starlin-Friedrich y ese es la colección de Captain Marvel. Este personaje llevaba pululando por el noveno arte desde los años 40 en otras editoriales. Martin Goodman, el entonces propietario de la empresa, advirtió que los derechos del Capitán Marvel eran libres por lo que se produjo una lucha legal por los mismos. Para resumir, el resultado fue que Marvel se quedó con el nombre y DC con el personaje en sí. Había que dar un nuevo enfoque para que el héroe con el nombre de la casa tuviese entidad propia como personaje. Stan Lee se puso manos a la obra y dio forma a un renovado capitán que fue definido por aspectos propios de Marvel Comics, para separarlo del concepto original. Capitán Marvel sería un representante de las fuerzas Kree enviado a la Tierra para infiltrarse entre la población humana. Después de la historia de origen, firmada por Lee y dibujada por Gene Colan, Roy Thomas se puso al mando de la serie aportando sugerente cambios como la variación de uniforme (pasamos del verde y blanco típico kree al rojo y azul más identificado con el personaje), desarrollando la relación entre secundarios, donde destaca la primigenia Carol Danvers, o aportando un nuevo rol para Rick Jones, el eterno sidekick. Thomas determina que ambos comparten su existencia, controlada por unas nega-bandas que enviaban a uno de nuestros dos protagonistas a la Zona Negativa mientras el otro se quedaba en nuestro plano de la realidad. No se puede negar que este era un detalle con un claro homenaje al Capitán Marvel de los años 40 pero ni por esas el título conseguía mantener unas ventas estables por lo que era necesario un revulsivo. Tras pasar una pléyade de autores por la cabecera, Thomas puso al mando al tándem Starlin-Friedrich, aunque sería el primero el que liderase el revolucionario cambio que Mar-vell necesitaba.
El público ansiaba nuevas tramas y renovados alicientes para mantener el interés en el bueno del capitán. Así que, tras unos tanteos iniciales donde los autores seguían jugando con la dinámica Rick Jones-Marvel, lo enfrentaban a enemigos clásicos como los Skrulls (recordar la célebre Guerra Kree-Skrull de Roy Thomas, Sal Buscema y Neal Adams) o hacían aparecer a personajes del Universo Marvel como la Cosa o los Vengadores, Starlin comenzó a dirigir al Capitán Marvel hacia terrenos más interesantes. De nuevo tendremos noticias de los habitantes de la luna de Saturno, los brutos Hermanos Sangre o de un personaje que había creado en Iron Man#54 llamado Madame Maligna, que terminó por ser el germen de Dragón Lunar. Para enredar más la situación, esta Dragón Lunar que llegó a ser vengadora, es hija de un viejo conocido, Arthur Douglas, cuya alma fue utilizada para moldear a Drax. La familia Douglas al completo circulaba por el desierto de Nevada cuando la nave de Thanos, que quería pasar inadvertida, fue descubierta por los integrantes del vehículo, aspecto que el Titán Loco no iba a permitir. El ataque fue letal, provocando la muerte de la familia humana. Eso al menos es lo que parecía porque la pequeña Heather Douglas mantenía un hálito de vida que Mentor fue capaz de reconocer por lo que salvó a la muchacha llevándola a Titán, donde conseguiría unos impresionantes poderes telepáticos e iría relegando su parte humana de forma destacable.
Sin lugar a dudas, lo más destacable es la vuelta a la acción de Thanos, eje central de las historias que Starlin tenía en mente. Además añade un renovado elemento a la ecuación con la inclusión del Cubo Cósmico como objeto de deseo para Thanos. Se avecina una guerra de proporciones cósmicas y Drax es inhabilitado por el Titán Loco en una de esas composiciones que hacen que tu mente estalle en mil pedazos al observarla una y otra vez. Al caer el más firme opositor a Thanos es necesaria una transformación para Mar-vell, que deberá enfrentarse a Thanos como el antídoto universal que representa la maldad del Adorador de la Muerte. Y ese cambio vendría dado por Eón, una de esas personalidades cósmicas que discurren por el espacio Marvel.
Eón fue creado en los mismos inicios del universo gracias a la acción de Eternidad e Infinito con el objetivo de velar por todas las formas de vida que pueblan las galaxias. Una de sus funciones fue asignar la figura de “Protectores del Universo” a los que involucraba dándoles unas bandas muy especiales, las bandas cuánticas. Para nosotros, el más conocido de esos protectores es Quasar, en la persona del humano Wendell Vaughn (aunque también una descendiente del Capitán Marvel ha portado el manto). Ante la tesitura de la escalada de poder Thanos, Eón necesita un campeón que pueda ser capaz de plantar cara al Titán Loco por lo que le confiere un atributo muy especial a Mar-vell, la conciencia cósmica. El capitán se ve empujado a un viaje de muerte y renacimiento en el que obtendrá un bien muy preciado, una nueva forma de observar el universo que le advierte de acontecimientos futuros o pasados. Con esta nueva habilidad, Starlin involucra al kree en el enfrentamiento definitivo contra Thanos, que se unirá a los Vengadores con la intención de inutilizar el Cubo Cósmico.
Años después, el autor dejaría patente de la unión de Capitán Marvel y Thanos en la primera Novela Gráfica Marvel, donde Starlin comenzó a ganarse el apodo de Míster Muerte al poner fin a la vida del guerrero kree en una memorable epopeya en la que el hijo de Mentor sería el encargado de guiar su viaje final, con toda la plana mayor de la editorial como testigo mudo de los acontecimientos.
Tras sus andanzas con el Capitán Marvel, Starlin fijó sus esfuerzos en otro personaje cósmico heredado de la producción de Stan Lee y Jack Kirby en los 4F. El llamado simplemente “El” fue reformulado por Roy Thomas y Gil Kane como una suerte de Jesucristo Superstar espacial, en unas historias que incluían al Alto Evolucionador, la Contratierra y sus habitantes, convertido ya en Adam Warlock. El bueno de Jim llegó con la idea de renovar este concepto, alejarlo del aspecto mesiánico que lo había definido en sus aventuras previas y convertirlo, según palabras literales, “en un paranoico suicida y esquizofrénico”. Es indudable la influencia de los aspectos religiosos en la conformación del nuevo panorama que va a rodear a Warlock ya que Starlin ha confesado en repetidas ocasiones que pasó su formación inicial en una escuela parroquial católica. De sus filias y sus fobias religiosas surgirá desde la primera toma de contacto con el personaje la Iglesia de la Verdad Universal, un credo cósmico con su organigrama, su matriarca y sus inquisidores, que adoran a una divinidad llamada Magus. La sorpresa proviene al conocer la verdadera idiosincrasia de la entidad, aquella que se autodenomina como poder absoluto y dios supremo, pues no es más que el reverso tenebroso del mismo Warlock. La misma existencia de Adam supondrá una tortura, pues sabe que tarde o temprano se convertirá en su más enconado enemigo.
El autor poco a poco va dando forma a sus ideas personales, enfrentando a Warlock con variados enemigos espaciales, trayendo de vuelta a viejos conocidos como Thanos, o creando nuevos personajes como Pip el Troll, en el que Starlin intentó emular la personalidad de Jack Kirby, o Gamora, la última de su pueblo aniquilado por el Magus y criada por Thanos como una mortífera asesina. Este personaje ha ido creciendo y creciendo durante largos años, con muchas aportaciones de su creador original, para llegar a ser una de las destacadas en la parcela cósmica como parte de los Guardianes de la Galaxia. También le daría sentido a la gema que porta Warlock como avatar de la vida, aspecto que el autor expandirá con el tiempo, dando lugar a toda una mitología al respecto. La gema fue facilitada por el Evolucionador como regalo a su “hijo” Warlock en la época de Roy Thomas para emprender su viaje evangelizador en la Contratierra. Starlin le daría un nuevo valor al transformarla en la Gema Alma, la primera de muchas….pero no nos adelantemos a los hechos.
Tras reformular a Adam Warlock, crear nuevos secundarios como Gamora o Pip el Troll y poner en relevancia a creaciones propias como Thanos, la serie protagonizada por el avatar de la vida cierra en el número quince de la colección americana. Las razones son harto peregrinas pero es que Marvel se quedó sin papel para imprimir. Según el artista, “no pudieron conseguir papel de Canadá, lugar desde donde se imprimían los cómics en aquellos tiempos, y tuvieron que cancelar algunas series. Yo ya había dejado Warlock pero se suponía que la cabecera iba a continuar”. Starlin se dedica a otras cuestiones por problemas personales con Gerry Conway, Editor Jefe en aquellos días, pero Warlock vuelve a reaparecer en Marvel Team up#55, a cargo de Bill Mantlo y John Byrne, donde las gemas almas (primigenia nomenclatura de las piedras cósmicas) serían el centro de una lucha entre Warlock, Spiderman y dos primigenios como son el Jardinero y el Extraño (creado por Lee y Kirby en el inicio de la era Marvel). Tras este fugaz episodio, el bueno de Jim tendría la oportunidad de finalizar tramas pendientes en un par de anuales, donde tendríamos a la plana mayor de héroes de la editorial junto a sus personajes predilectos, Warlock, Capitán Marvel, Thanos, Gamora y Pip. Lo importante de estos números es que comienza a crear la leyenda de las Gemas del Infinito. La trama gira en torno a la habilidad del Titán Loco al conseguir las preciadas piedras y fusionarlas en una de increíbles poderes. Los Vengadores, Spiderman y la Cosa de los 4F se oponen a tan trágico destino, pero serán las acciones de Warlock las que pongan fin a la amenaza, dejando a Thanos petrificado, y a Adam y compañía (Gamora y Pip) descansando en el paraíso. A Starlin no le interesaba que ninguna de sus criaturas fuese tocada por otros autores por los que se apresura a sacarlos de la circulación.
Las Gemas del Infinito serán el punto álgido de las siguientes aventuras planeadas por el autor, ya a comienzos de los años noventa. Esas piedras imbuidas de un arcano poder cósmico eran apreciadas por los Primigenios del universo, que se agenciaron los seis ejemplares únicos:
– Gema del Poder (roja): incrementa fuerza y resistencia a niveles difícilmente cuantificables
– Gema del Tiempo (naranja): da posibilidades de viajar por el tiempo a su antojo
– Gema de la Mente (azul): habilidades psíquicas sin límites
– Gema del Alma (verde): capaz de actuar en el plano astral o espiritual
– Gema del Espacio (morada): otorga el deseado atributo de la teletransportación sin límites
– Gema de la Realidad (amarilla): altera las leyes físicas de la realidad según los deseos de su portador.
Starlin regresa a Marvel para hacerse cargo de la cabecera de Silver Surfer y rápidamente trae de vuelta al Titán Loco. Éste le hace saber al heraldo de Galactus que su intención es contentar a la Dama Muerte exterminado al cincuenta por ciento de la población de la galaxia. Todo un genocidio. Así que, después de arreglar el espinoso asunto de que le hubiera salido una nieta de la nada, Nébula, presentada por Roger Stern en Vengadores, se dispone a buscar las Gemas del Infinito para poder poner en marcha su despiadado plan. Poco a poco va derrotando a los distintos Primigenios poseedores de gemas: el Intermediador, Campeón, el Jardinero, el Coleccionista, el Corredor y el Gran Maestro. Thanos vuelve a convertirse en más que un dios, un ser con un poder tan omnímodo que sería capaz de arrasar con la realidad misma. Al estar todas juntas se conforma un objeto capaz de albergar la unión de los poderes combinados de las piedras, el llamado Guantelete del Infinito. Todos los héroes Marvel y entes cósmicos relevantes harán acto de presencia para detener al malvado Titán Loco.
Esta Saga del Infinito es el inicio de una larga serie de acercamientos por parte de Starlin a los aspectos cósmicos con sus personajes fetiches como abanderados. Primero crearía una Guardia del Infinito donde seleccionaría a los de siempre como los guardianes de las Gemas. Luego daría forma a la llamada Trilogía del Infinito, añadiendo la “Guerra del Infinito” y la “Cruzada del Infinito”, todas ellas nuevas vueltas de tuerca a sus intereses más profundos. Ese es un aspecto que ha caracterizado a Jim Starlin en todas sus vueltas a Marvel, pues parece desentenderse de la actualidad más rabiosa y solo centrarse en los asuntos que atañen a sus creaciones. Así, los primeros años del S.XXI supusieron un retorno a la acción con el “Abismo del Infinito”, donde, entre otras cosas, Starlin dejaba claro que las apariciones de Thanos que le desagradaban no eran más que duplicados creados por él mismo. Llegó a darse el gustazo de acabar con toda la realidad con la serie limitada Marvel: The End, punto de salida para una nueva serie para el de Titán con un renovado punto de vista al convertirse en un anti-héroe camino a la redención. De esta guisa lo recogió Keith Giffen, encargado de dar un fuerte impulso a la vertiente galáctica pues sería el principal artífice de Aniquilación, el evento reciente que consiguió una gran aceptación del aficionado.
El autor parece que ha puesto fecha de finalización para estas incursiones en la parcela cósmica marvelita. Recientemente se ha anunciado la publicación de The Infinity Finale, tras sus últimos acercamientos en la Revelación del Infinito, Thanos vs Hulk e Infinity: Relativity, sus postreros trabajos en Marvel. Más de treinta años después de poner en liza tan poderosos conceptos, Starlin ha decidido retirarse. No sabemos en qué estado quedarán sus criaturas. Lo que sí nos queda es un legado impresionante difícil de igualar: Thanos y la familia regente de Titán, Drax el Destructor, Pip el troll, Gamora, la muerte del Capitán Marvel, Warlock y su reverso tenebroso, la Iglesia Universal de la Verdad, el Guantelete del Infinito… todo un estallido de creatividad envuelto en teorías psicológicas, filosofías new age y algunas de las más sugerentes planchas que se han plasmado en la producción Marvel. Destacar el legendario episodio donde un Warlock atrapado se ve sometido a una terapia de choque donde tiene que lidiar con unos extraños payasos. Una curiosa fabula meta lingüística donde el autor pone en solfa el sistema de producción editorial, con representaciones de Stan Lee, Len Wein, John Romita Sr., Marv Wolfman o un Roy Thomas, pobrecillo él, crucificado por intentar innovar. Una genialidad difícil de igualar.
Descubrí a Jim Starlin, uno de mis autores favoritos, de una forma un tanto curiosa de la que ya hablé hace tiempo.Y aunque desde una óptica personal, que es el ángulo que pretende tener éste pequeño texto, Warlock sigue siendo la obra que más me gusta del creador de Dreadstar (otra maravilla, por cierto), no es de ninguna de éstas de las que voy a hablar aquí.
Siendo ya acérrimo de Starlin a finales de los años ochenta, llevaba yo tiempo queriendo leer otro de sus trabajos clásicos para la Casa de las ideas, su mítica etapa durante los años 70 en la colección del Capitán Marvel. Sin embargo, por aquel entonces no era fácil de obtener ninguna edición de la misma hasta que Cómics Forum la empezó a serializar en su cabecera de Iron Man, la cual debido a las bajas ventas había pasado a la línea que llamaron Marvel-two-in-one, de cadencia mensual. Cuando se empezó a publicar dicha etapa (confieso que los episodios anteriores, de Roy Thomas, Gil Kane y Wayne Boring no suscitaban mi interés), me abalancé en el kiosco sobre el primer cuaderno que llevaba aventuras del Kree firmadas por el hombre que mató a Jason Todd y, tras pagar sus 275 pesetas, sin dudarlo me lo llevé a casa a disfrutar de su tan postergada lectura. No me gustó nada.
Aquel Starlin era tosco, primitivo en el dibujo y carente de las virtudes del autor que me entusiasmaban. El guión tampoco me ofrecía ningún interés, una burda y gratuita sucesión de peleas con anquilosados diálogos de opereta. Dos meses después, con la siguiente entrega en la misma línea, por mucho que por fin apareciese un Thanos cuyo aspecto me pareció muy poco imponente, decidí dejar de comprar la serie y dedicar mi escasa paga a otras que encontrase más satisfactorias. No sé, suponía que aquella historia, cuyo resumen ya conocía gracias a lo que había leído de Warlock y a la novela gráfica la Muerte del Capitán Marvel, había sido sobredimensionada por la crítica debido al hecho de apuntalar precisamente esas obras. Asumí que era el trabajo de un Starlin principiante que con los años mejoró en otros trabajos hasta convertirse en el autor que me entusiasmaba, que parte de su genio había sido recuperar conceptos de cuando era más limitado y llevarlos a cotas de excelencia, pero que ahí estaba lejos de ser siquiera alguien que me hiciese la más mínima gracia.
Pasaron casi diez años hasta que le volví a dar una oportunidad a estos cómics. Cuando Forum publicó un tomo recopilando toda la etapa en su colección Clásicos Marvel Blanco y Negro, no sé muy bien qué fue lo que me decidió a hacerme con él y gastarme mil seiscientas pesetas (casi diez euros de hoy por hoy) en un material que ya había catado con pobres resultados. Quizás fue completismo o interés histórico, no lo tengo claro, pero desde luego no era atracción por esos cómics en sí mismos, por mucho que los firmase quien los firmaba.
Es curioso, porque por aquel entonces era incluso menos impresionable que cuando leí aquellos encartes centrales de la serie que compartía con Iron Man, pero me llevé una sorpresa mayúscula. No al revisitar aquellos, ni tampoco al leer ahí la primera aparición del Titán Loco en una incluso más tosca vieja aventura del Hombre de Hierro, sino al descubrir que había dejado de seguir la serie precisamente justo antes de que empezase a ponerse bien. En el siguiente número al que yo había leído en su día, el 27 USA, ya se empezaba a vislumbrar al Starlin que a mí me cautivaba. No solamente a nivel dibujo, sino que comenzaba a experimentar con la disposición de las viñetas y la narrativa. Y el guión, labor compartida con Mike Friedrich, sufría un salto cuántico con ésos textos de apoyo de Rick Jones contemplando las consecuencias del horror de la guerra sobre la antaño paradisíaca civilización de Titán. También teníamos esa contraposición entre los rostros de Mentor y el enajenado Superskrull, tan distintos entre sí, pero tan tristemente parecidos en el fragor de la batalla. Y el cruce de mirada entre el primero y Mar-Vell tras la contienda, cuestionándose ambos sin palabras el coste de su victoria y la pérdida de la inocencia. O el juego de viñetas acompasado con la desesperación del Superskrull ante el abandono de su traicionero amo.
De una entrega a otra, la colección del Capitán Marvel había pasado de ser un disparate lleno de peleas totalmente intrascendentes y vulgares a ofrecernos también escenas de acción, sí, pero de resonancia casi mítica, muy bien ejecutadas y asociadas a reflexiones sobre temas relevantes. Casi lo máximo que le podemos pedir a un tebeo de superhéroes. Es cierto que el nivel volvía a bajar un poco en la historia central del siguiente episodio en el enfrentamiento con El Controlador. Pero en paralelo asistíamos al psicodélico y plásticamente experimental duelo mental mantenido entre Drax y Thanos. Y ahí ya veíamos claramente al Starlin que admiramos.
El crecimiento del autor se producía a pasos agigantados a medida que entusiasmado iba pasando las páginas de aquel tomo. Eso no se detenía: nos encontrábamos con Mar-vell pasando un rito de iniciación lleno de misticismo y simbología al que Eon le sometía para transformarle de guerrero Kree a Protector del universo. La muerte del soldado para renacer como otra cosa, más pura, más noble, con Conciencia Cósmica, sin duda reflejaba el cambio interno de un Starlin que había dejado atrás su pasado militar y su servicio en Vietnam para abrazar un camino heredero de la cultura hippy de los años sesenta.
Ya teníamos prácticamente ahí al mejor Starlin: su maduración como guionista y dibujante había sido repentina y en un espacio de tiempo muy breve ( apenas seis números), la curva de aprendizaje enormemente apuntada y sus temas recurrentes, el drama cósmico, el poder, la guerra, la muerte, ya estaban presentes.
Lleno de fascinación y totalmente enganchado, yo devoraba la pura aventura espacial con todas las de la ley que venía a continuación, la cual había dejado de ser tosca para pasar a ser realmente épica. Y eso, incluso para alguien que a esas alturas conocía el desarrollo y desenlace de la aventura, y que ya había leído piedras angulares de ese subgénero del cómic superheroico, como Crisis en Tierras Infinitas, el Guantelete del Infinito, o el mismo Warlock. La Saga del Capitán Marvel, aunque las precedía y estaba menos depurada, no sufría mucho con la comparación. El estilo de dibujo podía resultar todavía muy, ¿cómo decirlo?, de los setenta, pero eso lejos de ser un defecto resultaba una de sus fuerzas en viñetas como el enfrentamiento psíquico entre Dragón Lunar y Thanos, o la ascensión de éste a divinidad cuando hacía suyo el poder del cubo cósmico.
Lo hallazgos no cesaban: la persistencia de Drax en acabar con su presa designada a pesar de que todo esté en su contra, las viñetas del grandioso enfrentamiento aéreo del protagonista contra el dios loco, y esa página ralentizando la acción que lleva a la victoria.
Starlin, ya totalmente cómodo aunque respaldado por Friedrich y Steve Englehart en los guiones, jugaba con soltura con la narrativa contándonos un titánico conflicto que terminaba de forma escalofriante en aquella página con la hasta entonces muda Dama muerte por fin emitiendo un sonido: una maligna carcajada a través de las viñetas, mientras veíamos a quien anhelaba su amor gritando, atrapado, reflejado en las vacías cuencas de sus ojos.
Durante años me había perdido la evolución -la metamorfosis más bien, dada la celeridad del cambio- de uno de mis ídolos del cómic. Con La Vida del Capitán Marvel pude por fin asistir a ella y disfrutarla, saborearla, plenamente. Condensado en poco más de doscientas páginas, presencié un cambio que a otros artistas les exige un proceso mucho más paulatino, que requiere de un ojo hábil para localizar los sutiles avances que se producen concatenados. Y por eso, a pesar de que su lectura me pilló siendo ya un converso desde hacía tiempo, la recuerdo especialmente como uno de mis momentos definitorios como admirador de Starlin.
Tras el torrente de conceptos que suponen los años sesenta y setenta en la parcela cósmica, en los siguientes lustros asistimos a un reciclaje continuo de todo lo anterior, ya sea en forma de grandes conflictos, como el gran crossover Operación: Tormenta Galáctica, viajes a lejanas galaxias como vimos en la época noventera del Thor de Roy Thomas o aventuras espaciales con los Saqueadores Estelares de Warren Ellis y Carlos Pacheco. En la década de los noventa, una pareja de autores británicos, Abnett y Lannig (D’n’A para los amigos), ya habían hecho sus pinitos en la Casa de las Ideas en cabeceras como Punisher o Fuerza de Choque. Después de foguearse en novelas de ciencia ficción del tipo Warhammer, tuvieron la oportunidad de colaborar en la parcela cósmica marvelita en el S.XXI. Pero antes de entrar en materia, veamos cómo estaba el estado de la cuestión, y para ello debemos recurrir de nuevo a Jim Starlin.
En su antepenúltima vuelta a sus adorados personajes, Jim se hizo cargo de una serie donde Thanos era protagonista absoluto. El Titán Loco había comenzado un proceso de arrepentimiento y propósito de enmienda tras destruir literalmente toda la realidad. Lo cierto es que Starlin, por intentar alejar a su creación de las versiones de otros guionistas, había pervertido la esencia del nihilista definitivo, al concederle la idea de hacerse duplicados y mucho más al arrepentirse de la destrucción causada por estos. Trató de ayudar a los Rigelianos, raza que había sufrido los rigores de una copia del Titán, y en el camino se las vio con Galactus y un parasito extradimensional llamado Hambre. El bueno de Jim, como ha demostrado en su dilatada carrera, acabó enfadado con las altas esferas por lo que abandonó el barco en marcha por enésima vez, cayendo la colección en manos de Keith Giffen. Éste no tuvo más remedio que continuar con el tono heredado, eso sí, prescindiendo de secundarios habituales hasta ahora como Warlock o Pip el Troll. Traslada al hijo de Mentor a los confines del universo donde se halla ubicada la legendaria prisión de las Klyn, de la que se dice que es un fuente de energía inmensa. En este presidio sideral, Thanos conocerá de primera mano que el Legendario Starlord está vivo y coleando, además de enfrentarse a la versión femenina del Todopoderoso, Kosmos, y mediar en un conflicto entre Galactus y un antiguo heraldo llamado el Caído.
Tras unos pocos números Giffen da por cerrada la colección del Titán Loco y abre su procesador de textos a un evento de tipo cósmico que a estas alturas pocos desconocerán, Aniquilación. Hablamos de la mayor invasión a gran escala sufrida por el Universo Marvel en tiempos recientes. Annihilius y sus hordas de la Zona Negativa se disponen a ocupar el universo positivo, lugar de nuestros héroes. Este hecho moviliza una gran cantidad de caracteres cósmicos para luchar contra la amenaza insectoide: Drax, Estela Plateada, Galactus, Dragón Lunar, la nueva Quasar (Phyla-vell), Thanos, Nova, el Super-skrull, Ronan, Gamora, Starlord… Keith Giffen sería el principal arquitecto pero se haría acompañar por un grupo de autores para ayudarle en la titánica tarea. D’n’ A se hacen cargo del especial dedicado a Nova y van a tener la difícil misión de reconfigurar a Richard Rider tras la destrucción de Xandar y el cuerpo de policías galácticos. Rich es el último de los Novas y la Mundomente será el encargado de guiar sus designios en estos momentos iniciales, mostrando que en su ser está recopilada toda la fuerza del cuerpo transformando a Rider en Nova Prime. Y no solo eso, Drax y su acompañante humana, Cammi, serán sus aliados en los compases iniciales de la invasión. La figura de Rider, de hecho, se convertirá en la más deslumbrante al mostrarse como el líder necesario ante las fuerzas de la Zona Negativa. A su lado, todos los personajes con alguna entidad en la parcela cósmica, destacando un agrio Starlord como su más cercano consejero.
Habiendo demostrado su buen hacer en la mini de Nova, la editorial decide entregarles los mandos de la franquicia al hacerles responsables de la continuación directa del gran evento orquestado por Giffen, Aniquilación: Conquista. Podemos apreciar aquí el gusto de los autores por reciclar ideas y conceptos, ajustándolos en la medida adecuada, para terminar de configurar un producto a la altura. De nuevo contamos con una aproximación agresiva a la maltrecha galaxia Marvel protagonizado esta vez por la Falange, organismos basados en el virus tecnoorgánico que funcionan en modo colmena. Con muchas caras conocidas (Starlord, Quasar, Ronan, etc.) y algunas nuevas (el Fantasma o un sorprendente grupo reclutado por Peter Quill) asistimos a la resistencia de los héroes cósmicos contras las hordas de la Falange comandadas nada menos que por Ultrón. Al mismo tiempo que están narrando esta compleja invasión, centrada sobre todo en el Imperio Kree, D’n’A manejan las riendas de la nueva serie de Nova. Tras una pequeña visita a la Tierra preocupado por la Civil War, Rider se mantendrá en el espacio profundo, actualizando toda la mitología referente a los cuerpos nova, a la vez que transforman al bueno de Richard en un personaje relevante, alejado de clichés juveniles que lo habían popularizado en el pasado. Los autores sacan del baúl de las esencias lo mejor del repertorio galáctico, explorando la relación entre nuestro protagonista y la Mundomente, analizando el concepto de legado en el cuerpo Nova, expandiendo las relaciones personales de Rider que incluye a colaboradores como Drax o Gamora y a su propia familia, o trayendo de vuelta a elementos cósmicos como la Tecnarquía, Galactus o Estela Plateada.
Entre todo ese torrente de aparente reciclaje, D’n’A también incluyen jugosos y renovados conceptos, siendo lo más destacable la aparición de Sapiencial. Esta antigua cabeza cortada de un ser Celestial está situada en los confines del universo llamado el Desgarro. Nadie sabe cómo llegó a este lugar pero se ha convertido en un sitio de obligada visita por frecuentes expediciones científicas al ser un punto ideal para estudiar las características del fin del universo. Eso ha terminado por crear una comunidad y una estructura, donde hay que resaltar al jefe de seguridad, creado para la ocasión por los autores británicos, Cosmo. Este simpático perro fue parte del programa espacial de la antigua Unión Soviética y, sin saber la razón, acabó en los confines de la galaxia, potenciando unas facultades psíquicas que le permiten comunicarse telepáticamente. Es este animal el que presenta la estación sideral a Nova y le comenta que están bajo ataque de un potente parasito traído por los Luminales, una suerte de protectores espaciales que recuerdan mucho al cuerpo Nova. Tanto Cosmo como Sapiencial serán dos elementos importantes en su trayectoria y quedarán instalados en el Universo Marvel tras la salida de los autores.
La más importante aportación de Abnett y Lanning es la vuelta a la primera plana de los Guardianes de la Galaxia. Surgidos en 1969 gracias al equipo creativo compuesto por Arnold Drake y Gene Colan, aunque sabemos de la implicación de importantes efectivos como Stan Lee y Roy Thomas, contaba las peripecias de un puñado de seres espaciales provenientes de diversos punto del universo: el humano Vance Astro, Yondu, Charlie 27 y Martinex, a los que se añadirán el enigmático Halcón Estelar y la explosiva Nikki. El grupo original situaban sus aventuras en el año 3000, en un panorama de dominación por parte de los malvados Badoon, raza creada por Stan The Man en Silver Surfer, donde solo unos pocos valientes resisten a la tiranía de la raza reptiliana. Tras los hechos de Aniquilación: Conquista, se hacía necesario un grupo de protectores cósmicos y los editores plantaron la semilla de una próxima serie guionizada por los nuevos directores de la parcela cósmica, contando con algunos de los elementos que llevaban en danza desde la primera oleada aniquiladora. Así, cuenta Andy Lanning que se fijaron en caracteres que “no le importaban a nadie. No eran utilizados y realmente no se estaba haciendo gran cosa en la parcela cósmica. De hecho, está bien documentado que a Joe Quesada (director editorial en aquellos años) le gustaba decir que no entendía las series cósmicas. Cuando pusimos a Jack Flagg en la cabecera y le añadimos la coletilla “odio lo cósmico” se convirtió en nuestro Joe Quesada particular”. Aquello tenía sus virtudes ya que, trabajando codo con codo con el editor Andy Schmidt, lograron contar con una gran libertad tanto en las historias a desarrollar como en la galería de personajes con los que jugar. El bueno de Andy recuerda que siempre se acercaban con ideas que pensaban que iban a ser rechazadas del tipo “¿podemos utilizar a Adam Warlock? esperando que alguien nos dijera no, no, pero siempre obteníamos un por qué no, nadie lo está utilizando en este momento”.
De esta manera la primera formación oficial de Guandians of the Galaxy es la formada por el líder Starlord, Gamora, Drax, Rocket Racoon, Adam Warlock y Quasar (Phyla-vell, hija del Capitán Marvel) como miembros de campo, mientras que en la base del equipo, Sapiencial, cedida de forma generosa por el jefe de seguridad, descansan como apoyo el propio Cosmo, Mantis, personaje creado por Steve Englehart en su primera etapa en Vengadores, y un Groot que intenta recuperarse de las profundas heridas recibidas tras Aniquilación: Conquista. La importancia de la base será fundamental ya que desde el Córtex del Continuo consiguen acceder a cualquier punto caliente donde se reclamen sus servicios en segundos. Las primeras aventuras pondrán en liza un concepto desarrollado por Starlin, la Iglesia Universal de la Verdad. Con estos elementos en danza sabemos a ciencia cierta que el reverso tenebroso de Warlock, Magus, tarde o temprano hará acto de aparición. Pero si había algo que D’n’A buscaban eso era el recordar la grandeza del cosmos Marvel y para ello que mejor que plantear una historia análoga al Avengers#4, donde se recuperaba al Capitán América primigenio. Aquí traemos de vuelta a un miembro de los Guardianes originales, Vance Astro, que se incorpora como parte regular de la formación. A la postre también significará rescatar al más interesante de los miembros originales, Halcón Estelar, que a su vez dará pie para una aventura en el año 3000 con la totalidad de los Guardianes futuristas implicados, con el destino de esa realidad en juego.
Podemos afirmar que Guardianes era una cabecera repleta de elementos de lo más interesantes. Además de explotar las relaciones entre los miembros fundadores, se producen importantes adiciones al grupo entre los que podemos citar a Groot totalmente repuesto; Bicho de los Micronautas; Jack Bandera, un antiguo sidekick del Capitán América rescatado de la Prisión 42 situada en la Zona Negativa desde Civil War; o Dragón Lunar, recuperada de oscuros territorios tras su caída en Aniquilación: Conquista. Sin olvidar que gracias a su buen hacer vimos el retorno de Wendell Vaughn como Quasar, la vuelta a la vida de Thanos y la amenaza de Magus definitivamente instalado en esta realidad. Porque llegado un momento dado el discurrir de sus dos cabeceras, Nova y Guardianes, funciona de forma paralela, participando de la actualidad con eventos como Invasión Secreta, donde Brian Michael Bendis trajo a la Tierra el mayor ataque Skrull hasta la fecha, o Guerra de Reyes. Lo curioso es que este último acontecimiento es obra de la dupla británica, después, eso sí, de recoger tramas heredadas de Ed Brubaker o Christ Yost.
War of Kings se basa en los grandes enfrentamientos estelares ocurridos en el pasado, como la Guerra Kree-Skrull u Operación: Tormenta Galáctica. De nuevo tomamos dos grandes imperios enfrentados de manera cruenta, los Kree y los Shi’ar. Los primeros dominados por la familia real Inhumana, instalada con todos sus congéneres en una Hala entregada por Ronan el Acusador, hartos de ser sujetos pasivos en el complicado panorama cósmico. Los Shi’ar gobernados por un agresivo emperador Vulcano, un humano llegado al mundo Trono para impartir justicia ante el trato despachado por esta raza hacia su familia. Y es que este Vulcano en realidad es Gabriel Summers, hijo de uno de los míticos Saqueadores Estelares, Corsario, secuestrado junto a su mujer por efectivos Shi’ar. Gabriel nació en ese lejano paraje y fue forjado para ser un simple esclavo, aunque consiguió volver a su planeta de origen para formar parte de una generación perdida de mutantes, utilizada por Charles Xavier como primer intento de rescatar a sus alumnos de la isla Krakoa. Después de arrasar con todo a su paso y casarse con Ave de Muerte, gobierna con mano de hierro cuando entra en conflicto con los Kree. Rayo Negro no va a dejar que nadie pase por encima de ellos por lo que la guerra se va a preparar a gran escala. Los Guardianes intentarán frenar la escalada de violencia aunque no saldrán del todo bien parados en sus encuentros con las dos partes. Nova, por otra parte, se encontraba en la Tierra tras ser apartado del reconstruido cuerpo de policías espaciales. Gracias a Quasar podrá volver al campo de acción espacial y deberá enfrentarse a la peor versión de la Guardia Imperial Sh’iar , con la vida de su hermano Robbie en juego. La conclusión de la guerra, con enfrentamiento personal entre Vulcano y Rayo Negro de por medio, será la apertura de una misteriosa falla que se convertirá en puerta a un nuevo universo donde la muerte ha sido erradicada, el Cancerverso.
En este lugar gobierna el avatar de la vida en forma de Capitán Marvel. Toda la galaxia, imperios y héroes individuales, deberán afrontar los ataques de las fuerzas del Cancerverso mientras que un grupo selecto de Guardianes se introduce en esa realidad ayudados por un inesperado aliado, nada menos que Thanos, una de las mentes más privilegiadas del cosmos además de ferviente adorador de la Muerte. Consiguen introducir a la parca en esta universo tras un intenso enfrentamiento con Mar-vell y sus siniestros Vengadores, lo que da lugar a que esa realidad al completo pase a mejor vida. Peter Quill y Nova deciden sacrificar sus vidas con tal de dejar preso en el Cancerverso a un furioso Titán Loco. Todo un acto heroico que quedará en el recuerdo de todas las fuerzas del universo.
Con la muerte de Starlord y Rider, con la consiguiente desbandada de los Guardianes, D’n’A ponen broche de oro a varios años de historias memorables. Todavía tendrían tiempo de contar las andanzas de un nuevo grupo cósmico, los Aniquiladores, surgidos para llenar el vacío dejado del equipo liderado por Peter Quill. Será una creación del tándem creativo, Cosmo, el que reúna a unos efectivos con gran poder, que ya tuvieron la oportunidad de colaborar durante el Imperativo Thanos, entre los que se incluyen viejos conocidos de los guionistas como Quasar, Ronan o Estela Plateada; e interesantes novedades como Bill Rayos Beta, el Thor de origen korbinita, Gladiador, a la sazón Emperador de los Shi’ar, o Ikon, parte de los Caballeros de Galador. Luchas con Blaastar, fantasmas del espacio, Skrulls o la omnipresente Iglesia de la Verdad Universal, que habían conseguido recrear una versión infantil del Magus en la Tierra, lo que les llevará a chocar con los Vengadores en persona, suponen el bagaje de este grupo que desde la salida de los británicos no ha vuelto a reunirse de nuevo.
Abnett y Lanning no fueron un caudal de conceptos revolucionarios, tal y como hemos hablado en puntos previos con el aporte de Kirby o Starlin, pero su capacidad de poner en liza tal cantidad de elementos cósmicos y hacerlo de una manera tan orgánica y consecuente es algo digno de alabar. En palabras de los propios autores “la idea que teníamos era la de embarcar a los lectores en un Grand tour por la parcela cósmica marvelita, de tocar aspectos a los que teníamos afecto y ser capaces de contar historias con ellos. En definitiva, ser capaces de contar una historia masiva con los Kree, otra acerca de los Inhumanos, desarrollar una aventura con los Guardianes y los complicados viajes temporales, etc…Si estábamos haciendo algo era ni más ni menos que jugar con la idea de tocar cosas que amábamos leer cuando éramos críos”. Todo ello concentrado en dos únicas cabeceras, Nova, con el tratamiento más serio, y los Guardianes de la Galaxia, algo más festiva.
No todo fue reciclaje creativo ya que creaciones suyas fueron Cosmo, toda la mitología de Sapiencial o la realidad del Cancerverso al completo. Pero es justo admitir el admirable trabajo que hicieron al convertir a Richard Rider en Nova Prime o al perfilar las personalidades de Guardianes como Peter Quill, Mapache o Groot, base principal de las que disfrutamos en la actualidad. Pocos se acuerdan de las vueltas que ha dado el origen de Starlord desde que fue creado por Steve Englehart, según palabras literales, un capullo cósmico, pasando por el antihéroe renegado en base a la interpretación de Keith Giffen, hasta la personalidad de pillo con ínfulas de gran hombre que es la versión más actualizada y que se definió bajo su ajustada batuta. También es obra suya convertir a Rocket Raccon en un genio militar con mente de gran estratega. O determinar el vocabulario de Groot, ya que en su primera y casi única aparición, en Tales to Astonish, tenía un repertorio mayor de palabras. Volvemos a las declaraciones de los implicados para recordar que “ fue Keith (Giffen) el que vino de primeras con esa forma de hablar en la serie de Starlord. Decidimos mantenerlo porque creíamos que ayudaba a definir el personaje. Lo hacíamos más interesante. Teníamos miedo de que después de un tiempo la broma aburriera a la gente tras una temporada con el “Yo soy Groot” pero parece que ese momento se halla todavía muy lejano”. D’n’A se preocuparon de ampliar la genealogía del Planeta X, mundo de origen de nuestro árbol preferido, mostrando que existen muchos ejemplares similares a Groot, con lo que se apresuraban a alejar a la versión malvada de Lee y Kirby que debutó en los años cincuenta.
El brillante trabajo de D’n’A les ha permitido formar parte del canon de la continuidad, de tal manera que cuando se pensó en trasladar historias cósmicas al séptimo arte fueron la primera elección de la compañía. Todo un honor para los dos escritores que nos dejan las siguientes declaraciones al respecto: “estamos muy orgullosos y nos sentimos privilegiados porque básicamente somos fans de las historias cósmicas. La idea de que nos hayan incluido en el canon es increíble, y mucho más cuando sabes que la versión que ha salido en la pantalla grande es nuestra versión, nuestra etapa en cómics de Guardianes de la Galaxia”. Un detalle este último nada baladí pues el alcance de la parcela audiovisual Marvel llega a mucha más audiencia que la cada vez más cautiva parcela del noveno arte.
Entusiasta de los cómics de Warren Ellis y la ciencia ficción, era fácil de imaginar que más pronto que tarde Jonathan Hickman iba a abordar la parcela cósmica del Universo Marvel. Más cuando tras su debut en Guerreros Secretos el guionista de Red Mass From Mars y Pax Romana fue elegido para tomar el relevo de Mark Millar al frente de los Cuatro Fantásticos, exploradores de lo desconocido y germen de la mayor parte de la cosmogonía creada por Stan Lee y Jack Kirby.
En su contribución a un marco que nunca ha dejado de crecer gracias a autores como Jim Starlin, Claremont y Byrne, Keith Giffen o Dan Abnett y Andy Lanning, Hickman siempre se ha mostrado deudor del trabajo de Alex Ross en Tierra-X, incorporando numerosas ideas de la obra al universo tradicional. Gran reciclador de ideas propias y ajenas -tanto del medio como de si mismo- sobre las que erigir sus historias, es posible localizar las aportaciones del guionista de la última etapa de Los Vengadores como líneas de puntos entre elementos pre-existentes del Universo Marvel, donde las fichas del apartado cósmico siempre han estado supeditadas a su principal foco de interés: El Multiverso.
El germen de la macro-saga construida a través de las colecciones escritas por Jonathan Hickman para Marvel desde 2009 hasta la presente Secret Wars se encuentra en la mini-serie Reinado Oscuro: Los Cuatro Fantásticos, en la que presentaría el El Puente a través del que Reed Richards se embarcaría en un viaje para descubrir cómo pudo errar en su participación en la Civil War, y eventualmente entrar en contacto con el Concilio de los Richards.
Una trama que no ha dejado de crecer a través de diferentes rincones del universo Marvel por colecciones como SHIELD, Guerreros Secretos, Astonishing Tales Mojoworld o Cuatro Fantásticos, y con la que ha canibalizado el aspecto más trascendental y metafísico de la Marvel cósmica desde que la trasladase a Vengadores y Nuevos Vengadores. Haciendo un repaso a sus contribuciones al marco estelar del universo Marvel con los correspondientes SPOILERS para quien no este al día con la edición americana, este es el legado de Jonathan Hickman para el cosmos marvelita:
- El Fénix: Como fan de los X-Men cuya mayoría de trabajos giran alrededor del concepto de la vida, la muerte, el legado y el renacimiento, estaba claro que Hickman tenía que jugar con la entidad primordial a la que quedara ligada Jean Grey en los días de Chris Claremont. Fuerza motora del universo presente en cada átomo y cada estrella, se convertiría en el emblema solar heliopolitano de la Hermandad del Escudo fundada en el Antiguo Egipto por Imhotep, sirviendo más adelante de base tanto para el águila americana del escudo de los Estados Unidos como para el emblema de SHIELD. Fuente de cascadas evolutivas a través de purgas masivas y posterior resurgir de la vida, la entidad protectora de los mutantes caería finalmente en manos de Hickman como parte del equipo de guionistas de Vengadores vs Patrulla-X, destacando por el número de presentación de la Pax Utopía del quinteto del Fénix. Puerta de entrada a su etapa en los Vengadores, con la destrucción del multiverso como trama, el guionista de Secret Wars cerraría el círculo recuperando a la fuerza creacionista del caos como última esperanza de Cíclope para brindar una esperanza a los habitantes de la Tierra desde las cenizas del viejo mundo.
- Uni Fuerza: Muchos han sido los individuos que a lo largo de la historia han servido a los designios de la encarnación consciente del universo Marvel, y sea a través de la conciencia cósmica o como avatar del Capitán Universo. Estrechando las conexiones entre las abstracciones cósmicas, Hickman presenta al universo como principio de toda existencia, en forma de deidad femenina idolatrada por las primeras civilizaciones del cosmos. Ya sea a través del hijo de Isaac Newton y la desviante Morda (Leonid) en ‘SHIELD’ o con la toma de posesión de la terrícola Tamara Devoux en el ocaso del multiverso en Vengadores, las manifestaciones del cosmos siempre han jugado un lugar destacado en las historias de Jonathan Hickman.
- Constructores: Primera civilización consciente del universo, esta raza insectoide dedicada al culto de la madre celestial del universo hicieron suya la sagrada misión de velar por el progreso de las especies que lo habitaban, ya fuera promoviendo la evolución de aquellas especies que juzgaban como dignas, erradicando a aquellas que considerasen una amenaza para sus planes o creando complejos sistemas de defensa multiversales a través del superflujo. Creadores de los Alephs, Ex-Nihilii, Abismo, Eventos Blancos y la práctica totalidad de formas de vida avanzadas del universo, esta raza aparentemente emparentada con los Guardianes del Tiempo fueron desplazándose progresivamente a los margenes de la realidad, hasta que al descubrir como la supervivencia de la humanidad corría peligro por la existencia de la Tierra decidieron llevar a cabo una purga masiva a través de todo el Multiverso. A pesar de sus intentos, los Constructores y sus sistemas fueron aparentemente eliminados de la existencia tras la destrucción del universo.
- Alephs: Creados como jueces, jurados y verdugos al servicio de los planes evolutivos de los Constructores, estos implacables seres artificiales fueron creados como punta de lanza de su primer gran proyecto, extendiéndose a través del cosmos con la función de catalogar, validar o exterminar toda especie viva que encontrasen en su camino. Cada Alpeh portaba dos semillas completamente diferentes a los de cualquier otro modelo, usándolas para crear un Jardín formado por Ex-Nihilo y Abismo. En caso de que el primero de estos no consiguiera hacer progresar a la especie predominante del planeta visitado según los estándares de los Constructores, la misión del Alephs era exterminar toda la vida para evitar interferencias. Usados como ejército de destrucción en la cruzada de los Constructores contra el cosmos, las similitudes de los Alephs con los Celestiales tanto en su misión como forma de expresarse hace pensar que pudieran tratarse de los antepasados de la descomunal raza de gigantescos dioses espaciales.
- Ex-Nihili: Raza primordial de las semillas de los Alephs, reconocibles a través de un color característico y el símbolo equivalente a Omega por cada universo, su función era la de hacer prosperar las formas de vida de los planetas visitados por los Alephs, siendo ante todo una fuerza de creación. El más relevante de toda su estirpe es el que -incontables milenios después de crear la raza Shi’ar-, se asentaría en Marte iniciando un arriesgado proyecto para convertir el planeta Tierra en un organismo consciente. Fracasando en su intento por el encabalgamiento del Evento Blanco, el Ex-Nihilo se enfrentaría a los Vengadores para después unirse a sus filas al no poder concebir la conversión de sus hermanos en armas de destrucción a manos de sus creadores.
- Abismo: Si Ex-Nihilo es la vida y Aleph la muerte, Abismo es todo lo que hay entre medio como bruma fuente del Árbol del Conocimiento y todos los mitos y constructos conscientes que acompañan a las especies evolucionadas. Sin embargo, desde que los Constructores abandonaron su misión evolutiva la estirpe Abismo se hizo tan extraña que únicamente quedaría constancia de aquella que acompañara al Ex-Nihilo asentado en el planeta Marte, el único en conservar la misión para la que fue creado.
- El Evento Blanco: Germen del Nuevo Universo y eventos similares a lo largo de diferentes realidades, este enigmático destello energético formaba parte de un sistema creado por los Constructores para defender diferentes mundos a través del Multiverso. Diferentes circunstancias particulares podían ejercer como detonante en cada realidad afectada, pero en la mayor parte de ellas cursaba con la aparición de varios individuos con superpoderes, bajo los roles de Nightmask, Starbrand, Justicia o Spitfire entre otros.
- Galactus: Mucho antes de que los Cuatro Fantásticos se enfrentaran a él en los cielos de Nueva York, Galactus fue derrotado en Roma por Galileo Galilei y la Hermandad del Escudo usando el Motor de Creación. Ya en el presente, Hickman aprovecharía el cadáver del Galactus del futuro para renovar la tensión entre el devorador de mundos y los habitantes de la Tierra mientras se zampaba el Nu-World habitado por los responsables de su anunciada muerte. Desgraciadamente, la editorial tenía planes para el personaje en el Poderoso Thor de Fraction que nunca llegaron a gestarse, y el personaje atempero sus intereses a la Tierra de forma un tanto brusca, pero que al menos sirvió para dar pie a un vibrante clímax en el que el superviviente del anterior universo encontraría un alma gemela en la persona de Franklin Richards. De nuevo homenaje a Tierra-X, pero de forma bastante libre y con grandes momentos entre Galactus y el primogénito de los Richards en su acto final.
- Celestiales: Manteniéndose fiel a las tramas de Tierra-X, Hickman integraría en la continuidad oficial la idea de que el planeta Tierra sirve de crisálida para un embrión de Celestial en desarrollo, cuyo nacimiento supondrá el fin de la vida en el hogar de los héroes Marvel. Pero mucho antes de que esto ocurra, y del presente del universo Marvel, una Celestial llega la China de Zhang Heng con una razón tan insólita como estar embarazada. Esta es la base que usa Hickman para introducir a El Hijo de las Estrellas, un nacimiento anómalo dentro de la raza de los Celestiales, y que no se producirá hasta dos milenios más tarde, acabando con la vida de su madre en el sol antes de ser acogido por el retornado Leonardo DaVinci y la Hermandad del Escudo. Junto a ellos permanecerá hasta que con el descubrimiento de la fatídica fecha del 2060 enloquezca marcando el final de la organización, siendo un misterio si el origen de su locura es el mismo que hará que los Celestiales de la Tierra-4280 pongan fin al Concilio de los Richards exterminando a buena parte de sus miembros.
- Zona Negativa: Aprovechando los últimos episodios de las sagas de Abnett y Lanning, Hickman devolvió el control de la Zona Negativa a un todavía larval Annihilus y su Ola de Aniquilación, situándolo pared con pared con los Cuatro Fantásticos por medio del portal hacia la antaño prisión de los 42. Obcecado con abrirse paso hasta la Tierra para retornar sus planes de invasión al universo positivo de materia, el culto de la Zona Negativa encabezado por el anti-sacerdote comenzaría a llevar a cabo varios ataques al Edificio Baxter. Sin embargo, la adición más sugerente de Hickman al universo burbuja de anti-materia ligado al de los héroes Marvel fue la inversión de las leyes naturales que arrojaban a cualquiera que muriese en él a un eterno ciclo de muerte y resurrección sin posibilidad de ser rescatado por la parca. Ese sería el destino tanto de la Antorcha Humana como de la Caballería Ligera de los Inhumanos Universales en un intenso relato dibujado por Carmine DiGiandomenico, hasta que finalmente romperían las cadenas para impedir la segunda Ola de Aniquilación. Con Johnny Storm reclamando la soberanía de la Zona Negativa, la imposibilidad para controlar has hordas insectoides que lo habitan le haría devolver el poder a Annihilus, quien se convertiría en miembro de Concilio Galactico y establecería una colonia en el universo positivo durante la guerra contra los Constructores.
- Kree: Una de las razas guerreras más beligerantes del cosmos, los kree entraron en contacto con la humanidad a edades bien tempranas, siendo responsables de experimentar con nuestros antepasados para crear la estirpe inhumana. Pero además, destinaron a numerosos Centinelas Kree en la Tierra, como al que tuvo que hacer frente Arquímedes a los mandos del Coloso de Rodas. Miles de años más tarde, el Imperio Kree entró en declive tras la muerte de la Inteligencia Suprema y la ocupación de la Falange de Ultron, lo que permitió que Rayo Negro de los Inhumanos reclamase el trono de Hala a la fuerza, embarcándolos en una guerra pírrica contra los Shi’ar. Con los Inhumanos replegándose a la Tierra, Ronan se vio forzado aplicar unos protocolos para reactivar a la Inteligencia Suprema de tiempos pretéritos, y está ordenó un ataque con negabombas contra la Tierra para destruir a las últimas estirpes de Inhumanos y así evitar la profecía en la que Rayo Negro acabaría definitivamente con su reinado. Por suerte, los subditos de la Inteligencia pusieron fin al conflicto entre Boltagon y Supremor, conscientes de que problemas mucho mayores se aproximaban con el exterminio masivo perpetrado por los Constructores. Al prever la derrota, la Inteligencia ordenaría la rendición, para ser opuesto por la sublevación de los Acusadores de Ronan en la batalla que resultaría en la liberación de su mundo y del resto del universo.
- Inhumanos: Revelando los motivos ocultos de la Inteligencia Suprema en la creación de los Inhumanos más allá de usarlos como arma contra los Skrulls -la creación de una raza universal más allá del techo evolutivo de los kree-, Hickman introduce cuatro nuevas razas de inhumanos creados por métodos diferentes en base a otras especies alienígenas como los Centaurianos, Kymelianos, Espectros y Badoon. Cuatro pueblos liderados por cuatro reinas, ahora en la Tierra a la espera del regreso del Rey Silencioso (Rayo Negro) para reclamar su hogar prometido: La Tierra. Por entonces dado por muerto y con su familia gobernando en Hala, Rayo Negro volverá para defender el planeta frente a los Kree, y cumplir la profecía al liberar las Nieblas Terrígeneas en el planeta convirtiéndolo en un mundo de Inhumanos, aunque paradójicamente se con algunos de sus familiares más cercanos desaparecidos. Además de las reinas Oola Udonta, Aladi Ko Eke, Onomi Whitemane y Avoe, Hickman introduciría a Eldrc La Puerta, el grupo de élite ritual conocido como La Brigada Ligera (Els Udonta, Dara Ko Eke, Voor el Sol, Prax OrThe Hooudy Kal Blackbane) y -más adelante- a Thane.
- Thanos y la Orden Negra: Mientras los Illuminati jugaban con los grandes poderes del cosmos en busca de un medio para poner fin a la amenaza que se cernía sobre el Multiverso, atrajeron la atención de Thanos, quien aprovecharía un momento de debilidad para lanzar un feroz ataque contra la Tierra junto a su letal Orden Negra. Creada específicamente para Infinito, esta mortífera cábala al servicio de Thanos estaba formada por la entregada pareja formada por Corvus Glaive y Proxima Midnight, el sibilino Ebony Maw, además de la telépata Supergigante y el masivo Black Dwarf. Durante su invasión a la Tierra, saldría a la luz que una de las intenciones de Thanos era acabar con la vida de los diferentes vástagos que había tenido a lo largo de su existencia, revelando de paso la presencia de comunidades de Inhumanos separadas del trono de Attilan, con la presentación de Thane.
- Shi’ar: Dotados de consciencia superior a manos de Ex-Nihilo, la especie aviforme con sede en Chandilar prosperaría hasta convertirse en uno de los mayores imperios del universo por medio del comercio, la diplomacia y la expansión armada. Con una de las mayores fuerzas de combate de todo el universo conocido (los superguardianes de la Guardia Imperial), tras la caída del linaje Neremani, el strontiano Kallark -Gladiador- fue aclamado como nuevo regente , ejerciendo en dicho rol con el Imperio Shi’ar como uno de los mayores baluartes como aliados de los Vengadores en la guerra contra los Constructores. Durante su etapa, Hickman presentó a la primera miembro de la Guardia Imperial con origen terrícola, la nieta del superhéroe de la II Guerra Mundial Capitán Terror. Obteniendo sus poderes como Pegadora tras encontrar las gafas del superguardián homónimo que se estrelló contra Iowa en los Nuevos X-Men de Morrison, Izzy Kane se convertiría en miembro de la Guardia Imperial y Vengadora, lo que eventualmente la colocaría en una situación de conflicto de intereses cuando Gladiador se vio obligado a liderar un ataque pangaláctico contra la Tierra al descubrir su rol como epicentro de la destrucción del Multiverso. En relación sentimental con el también Vengador Bala de Cañon, ambos se trasladarían durante un tiempo a Chandilar para criar a su hijo, hasta que decidieron volver a su planeta natal poco antes de que comenzara la guerra contra la Tierra. Como añadido, Hickman presentó el planeta natal de Oráculo a lo largo de la saga Infinito.
- Nu World: Aprovechando una singularidad junto al mundo artificial creado por los doctores Ted Castle y Alyssa Moi de Mark Millar, Hickman haría que el tiempo pasara a velocidad particularmente alta, permitiendo que los supervivientes rescatados del futuro por la Mujer Invisible vivieran varias vidas mientras en la Tierra únicamente habían pasado unos días. Alex Ultron y Lightwave se dividen los territorios mientras que Hulk Jr asume la objeción voluntaria y Natalie X se convierte en el continente del resto de los habitantes en forma de Uni-mente. Desgraciadamente, a Galactus no le gusto demasiado la idea de que sacrificaran la vida de su yo futuro para escapar de la muerte, y temiendo que se fuera su destino decidió consumir su mundo. Escapando de él, llegarían a la Tierra para -con la ayuda de los Cuatro Fantásticos- usar el cuerpo del Galactus futuro para crear una nave con la que adentrarse en las estrellas.
- El Nido: Invadiendo la cuenca del río Nilo durante el ocaso del Antiguo Imperio Egipcio, los eslizoides espaciales parásitos se convertiría de la mano de Hickman en otra de las razas intergalácticas que entraron en contacto con las primeras civilizaciones humanas. Por suerte para la Tierra, la alianza liderada por Imhotep pondría fin a la incursión, sirviéndose de su tecnología para levantar los cimientos de la Hermandad del Escudo. Gracias a los recursos obtenidos en su enfrentamiento contra el Nido y otras razas más avanzadas que la Tierra, el desarrollo científico de la humanidad prosperaría con creaciones como el primer SDV desarrollado por Leonardo Da Vinci, el Motor de Creación de Galileo Galilei, el armamento adaptativo desarrollado por Nicola Tesla para la Hermandad o la tecnología de El Último Califato usada por Leviathan para implementar a sus soldados. En número ascendente a través de la colonización de diferentes planetas, El Nido formaría parte más adelante del Concilio Galáctico reunido para plantar cara a la genocida cruzada de los Constructores a través del cosmos.
- Skrulls: Detonantes del resurgir de Hydra durante los acontecimientos del Reinado Oscuro, el fracaso de la Invasión Secreta contra la Tierra dejó a los alienígenas multiformes fragmentados y obligados a medrar en los límites del cosmos. Esto no les impediría tener un papel destacado en Infinito tras -una vez más- ser uno de los primeros pueblos en sufrir la ira de los Constructores. Resistiendo tenazmente bajo el liderato de sus señores de la guerra, los extraterrestres reptilianos se convertirían en parte crucial en la lucha contra los Constructores para ver renacer su imperio bajo el mando del superskrull Kl’Rt.
- Caballeros del Espacio: El pueblo de Rom fue una de las primeras víctimas confirmadas del exterminio llevado a cabo por los Constructores contra su mundo. Tras la destrucción de Galador a manos de Jonathan Hickman, los supervivientes se sumarían a la resistencia contra la flota de los constructores.
- La Guerra contra los Constructores: Una de las mayores batallas cósmicas que se hayan llevado a cabo en el universo Marvel y probáblemente de las más ambiciosas, Jonathan Hickman tiró de elementos de Operación Tormenta Galáctica, Siempre Vengadores, Aniquilación y Battlestar Galactica para narrar un intenso combate en varios frentes, en el que los imperios unidos del Concilio Galáctico hacían frente junto a los Vengadores a la armada de los Constructores y sus Destructores de Mundos. Con el destino de todo el universo en juego y la Tierra en juego mientras el titán loco Thanos se abría paso hasta sus dominios, civilizaciones cósmicas tan emblemáticas como los Shi’ar, Kree, Skrull, el Nido, Spartax o la Ola de Aniquilación de la Zona Negativa participarían junto a otros como los Centaurianos, Kymelianos o plodex en una de las más duras batallas en las que se hayan embarcado los Vengadores.
- Uni-Mente: Concepto habitualmente ligado a los Eternos de Jack Kirby, su creación cursa a través de la formación de una consciencia colectiva a través de la unión de diversas psiques. Un elemento de la mitología del universo Marvel presente en varias de las colecciones de Hickman para la editorial, ya sea a través de la catástrofe de Jabu Musa Jabir en SHIELD, el renacer de la Inteligencia Suprema Kree en Cuatro Fantásticos o el proyecto de Ex-Nihilo para otorgar consciencia a la Tierra con sus bombas evolutivas.
- Entidades Cósmicas: Uno de los momentos más inquietantes de la etapa Hickman en los Vengadores fue la aparición del cadáver de El Tribunal Viviente sobre los restos del planeta inerte. Algo que muchos no pudieron procesar por el demencial nivel de gravedad que suponía, hasta que finalmente fuimos testigos de lo ocurrido en la mayor masacre de entidades cósmicas que jamás se haya perpetrado. Desde los Celestiales cada una de las realidades que componen el multiverso hasta todas y cada una de las abstracciones cósmicas, todos y cada uno de los grandes poderes cósmicos fueron aniquilados durante la trayectoria a la Secret Wars a manos de una pavorosa amenaza.
- Los Reyes de Marfil: Más conocidos como Todopoderosos, esta raza de seres omnipotentes lineales al margen de la realidad conocida del Multiverso, son además los responsables de la creación de este como parte de un gran experimento con miles de millones de años de duración. Habiendo interactuando con el mismo en varias ocasiones, ya sea en los eventos que dieron como resultado la creación de la Tierra Salvaje o las Guerras Secretas originales -provocadas por un miembro infante de su raza-, de su inconmensurable energía sin límite provienen los tejidos cicatriciales denominados Cubos Cósmicos o Gemas de Infinito. Y de la misma forma que fueron responsables de crear el universo Marvel y todas sus variaciones alternativas, son los grandes villanos de la etapa Hickman desde que comenzara a lanzar señales de la proximidad de todas las cosas tanto en SHIELD como en Los Cuatro Fantásticos. Concibiendo a El Hombre Molécula para su gestación, el plan de los Todopoderosos era destruir todo el Multiverso al unísono en el año 2060 para continuar su experimento descubriendo que resultaba de su desaparición. Sin embargo, la intervención del enigmático destructor de mundos Rabum Alal les llevaría a acelerar sus planes embarcando a sus Cartógrafos en la búsqueda del responsable de boicotear un proyecto en el que habían invertido tanto tiempo. El resultado, es la destrucción progresiva de las tierras que forman el multiverso y -finalmente- la Secret Wars. En relación con los objetos de poder ligados a cada uno de estos personajes, Hickman estableció que los Guanteletes de Infinito solo funcionan en el universo al que pertenecen, idea previamente introducida en Jla Vengadores y quecon Hickman se integra en la continuidad.
Todas estas tramas, razas, imperios, personajes y conceptos cósmicos forman junto a otros más alejados de la parcela espacial de Marvel una hilada madeja con el fin de una saga de seis años que tiene como objetivo la destrucción del universo Marvel que hemos conocido desde su origen, para la creación de un nuevo futuro que conoceremos tras Secret Wars. Las fichas han caído una tras otra en el tablero y al final lo que queda es la incertidumbre de un inminente jaque con el que se abrirán las puertas de una nueva etapa para la editorial.
No se puede negar la audacia de Marvel Studios al plantear una aventura cósmica con personajes mayormente desconocidos como uno de sus blockbusters veraniegos. Pero Kevin Feige y su equipo no se amilanaron al sacar adelante un arriesgado proyecto escrito por la guionista Nicole Perlman y dirigido por el intrépido James Gunn, Guardians of the Galaxy. Sobra decir que gran parte de esta película está basada en las ideas que desarrollaron Abnett y Lanning en su etapa en Guardianes, y como tal vienen acreditados en los créditos de la misma, por lo que la importancia de su etapa adquiere un cariz si cabe más relevante al convertirse en canon de la fundación de la parcela cósmica en el Universo Cinemático Marvel. De todas formas, ya se habían introducidos ciertos elementos que podríamos asociar con ese entorno, tal y como puede citarse el Cubo Cósmico, aparecido en la primera cinta del Capitán América, o la reformulación de los asgardianos como aparentes entes alienígenas, alejándolos de su pátina mitológica. Lo que es indudable es que ha sido la película de James Gunn la que ha abierto el ojo del espectador a renovados mundos inexplorados y de la que se espera que siga explorando esa faceta en la pantalla grande, con la Guerra del Infinito al fondo, con Thanos como última amenaza.
Hay un detalle que suele pasar desapercibido y es que Bendis obtuvo un puesto de consultor en la producción, por lo que algo de peso tuvo en las decisiones tomadas. Mucha gente suele achacarle que su etapa en los Guardianes es muy deudora de lo visto en el cine pero lo cierto es que es difícil definir qué fue primero. Guardianes de la Galaxia fue un rotundo éxito y ha marcado el camino a seguir por las distintas continuaciones. Echemos un vistazo a que aspectos de la mitología cósmica se han tenido en consideración haciendo un breve repaso de la misma
Starlord consigue escapar con el Orbe y se dirige a Xandar a terminar su trato con el Broker. Esto cabrea a Yondu y a Ronan, que sabemos que tiene una alianza con Thanos, razón por la que el kree tiene interés en ese objeto, pues él solo busca agradar al Titán Loco para que le ayude a destruir Xandar. Esa alianza incluye la cesión de sus dos “hijas” favoritas, Gamora y Nébula, ésta sí con una imagen muy cercana a su versión en cómic. La primera es enviada a recuperar el Orbe a la misma guarida del Broker con lo que se producirá el consecuente encuentro con Peter Quill…al que también buscan dos caza recompensas espaciales muy peculiares, Groot y Rocket Racoon. El lío que organizan en el citado planeta llama la atención de la policía encargada de la ley y el orden, unos descafeinados Cuerpos Nova, por lo que son detenidos y enviados a la prisión de máxima seguridad Las Klyn. Destacar el trabajo bien hecho de los guionistas al otorgar los lugares de origen de Groot (Planeta X) y Rocket (Halfworld), además de determinar que Gamora es la última de los Zen Whoberi.
Aquí el bloque principal de personajes van acercando posturas por un bien común, hacerse ricos en el caso de Quill, Rocket y Groot, mientras que Gamora aspira a la libertad frente a Ronan y Thanos. La asesina no tiene buena fama en la prisión por lo que pronto tendrá problemas con un tipo llamado Drax el Destructor, cuya familia fue asesinada por Ronan y desde entonces solo vive para la venganza. Quill consigue convencerle de que Gamora es más útil viva y terminará por unirse al grupo, dando lugar a una imagen muy parecida a la formación ideada por D’n’A tras los hechos de Aniquilación: Conquista. Sobre Drax, decir que es cierto que se utiliza el recurso de la muerte de la mujer y la hija, solo que las personalidades no parecen casar con las de los cómics (Dragón Lunar es la hija de Arthur Douglas, el humano que vive en el cuerpo del Destructor). Tras fugarse de la cárcel, dirigen sus pasos hacia el comprador facilitado por Gamora, situado en un paraje muy particular. Hablamos de Sapiencial, la cabeza cortada de un antiguo Celestial donde se han reunido lo peores tipos de la galaxia para extraer la materia orgánica del cráneo, ya que es uno de los trabajos más peligrosos del universo. Domina este enclave Taneleer Tivan, al que le gusta que le llamen el Coleccionista (aunque no se hace mención a su filiación como Primigenio del Universo es la traslación, un poco excesiva hay que decir, en viñetas del clásico personaje). Este Coleccionista tiene el suficiente poder económico para satisfacer las exigencias de nuestro equipo cuando se produce la revelación trascendente por todos esperada.
El Orbe contiene una Gema del Infinito. La primera vez que se utiliza esta denominación en el MCU es en el mismo instante en que Tivan muestra el poder de estas gemas ante los atónitos ojos de nuestros protagonistas. Seis exquisitas singularidades que se moldearon cuando el universo se configuró, concentrando sistemas siderales en unos lingotes con un poder casi infinito, solo utilizadas por seres capaces de resistir altas dosis de energía (claramente, los Celestiales o los Primigenios). Al reconocer la peligrosidad del objeto al asaltar la ayudante del Coleccionista la Gema, el grupo decide que es demasiado importante como para dejarla en manos de cualquiera. Hay que entregarla a las autoridades de Xandar, ante la reticencia de Mapache y Quill, aunque no tendrán tiempo para respirar ya que harán acto de presencia tanto los Saqueadores como Ronan y sus huestes. La Gema cae en manos Kree, dando lugar a que el Acusador se desentienda de su alianza con Thanos, tranquilamente retirado en su planeta Santuario (nombre recogido del nombre en cómics de su famosa nave), y lance un ataque directo contra la morada de los Cuerpos Nova, imbuido de puro poder cósmico. Los Guardianes, ayudados por Centuriones de Xandar y los fuerzas de Yondu, pondrán todos sus esfuerzos y energías para destruir a Ronan, recuperando a su vez la peligrosa Gema del Infinito. El gran Acusador Kree caerá ante el equipo de Starlord y su uso combinado de la piedra, aunque no todos sus efectivos serán reducidos ya que sabemos Nébula consigue escapar, buscando refugio presumiblemente bajo la protección de Thanos.
Con el equipo liberado de sus delitos pasados, al haber sido una importante ayuda en la defensa de Xandar, y Groot creciendo desde un esqueje, como ha hecho previamente en cómics, descubrimos que Peter Quill es medio humano medio alienígena. Yondu fue enviado a la Tierra para recuperarlo por orden de su misterioso padre aunque lo mantuvo como parte de la tripulación. Ya tenemos misterio para la más que anunciada segunda parte.
Como se puede apreciar, un buen puñados de conceptos cósmicos han sido introducidos en esta primera aproximación galáctica Marvel: los Guardianes (basados en la versión de D’n’A pero también con el regalo de Yondu), los Kree, Ronan, Korath, Nébula, Thanos, Celestiales, Sapiencial, las Klyn, Thanos(una escena postcréditos no cuenta), las Gemas del Infinito….Algunos han sido completos aciertos, tales como el bloque principal del equipo, el nuevo rol de Yondu o la presentación de las Gemas del Infinito ; otros totalmente desaprovechados, como las formas genéricas Kree, la testimonial aportación de Korath o los prescindibles cuerpos Nova. Tema aparte es la abundante proliferación de huevos de pascua en la cinta de Gunn, que pasamos a nombrar de manera sucinta para ser descubiertos por el espectador: nombres de personajes cósmicos como Bereet o Carina (poco o nada que ver con sus homólogos del cómic), esqueletos korbinitas en planetas abandonados, extrañas vainas que apuntan a Warlock en el departamento del Coleccionista, Cosmo y, damas y caballeros, el mismísimo Howard el Pato.
Si hay un detalle donde debamos detenernos es en las Gemas del Infinito, más que nada por que conectan con otros objetos previamente aparecidos en el MCU pero que ahora adquieren de un sentido más pleno. Ya se introdujeron objetos cósmicos como el Teseracto, el Cetro de Loki o el Eter, identificados a partir de este momento como Gemas del Infinito:
El Teseracto, conocido en cómic como Cubo Cósmico, apareció por primera vez en Capitán América. El primer Vengador y era objeto de anhelo por parte del villano Cráneo Rojo. Este constructo de energía pura estuvo en manos asgardianas hasta que fue cedido a la Tierra por Odín para ayudar al desarrollo de la humanidad. Ahora sabemos que en su interior contiene la gema azul que controla el espacio. Fue el principal caballo de batalla entre Loki y un puñado de héroes terráqueos, al que se uniría su hermanastro Thor. Un dios del engaño que planeaba la conquista de la Tierra con fuerzas Chitauri ,que solo ocurriría al utilizar el Teseracto como portal a otros mundos.
El Cetro de Loki fue el arma facilitada por un oculto a nuestros ojos Thanos para facilitar la conquista de Tierra del asgardiano en Vengadores. El hermano de Thor lo utilizó para controlar las personalidades a su antojo por lo que claramente es la gema de la mente (la amarilla, aunque encerrada en el cetro no podíamos adivinar tal detalle). Tras ser derrotado por los Vengadores, el cetro cayó en manos de S.H.I.E.L.D. para experimentos varios, estando infiltrado en la organización un Wolfang von Strucker que se hizo con la gema de su interior. Esto nos lleva a Vengadores. La Era de Ultrón donde seremos testigos de los experimentos de Strucker para conseguir súperhumanos y del levantamiento de una inteligencia artificial asesina, Ultrón. Ésta quiere evolucionar por lo que planea traspasar su inteligencia a un nuevo recipiente coronado con la Gema de la Mente. Los planes de Ultrón salen mal gracias a la interferencia de otra I.A., Jarvis, que a la postre se convertirá en algo superior, la Visión, con la poderosa gema amarilla bajo su posesión.
Éter: en Thor. El Mundo Oscuro nos cuentan la historia de Malekith, el más peligroso de los Elfos oscuros, en cuyo poder obraba el Eter, con el que planeaba extender la oscuridad por el cosmos. Bor, el padre de Odín, consiguió vencerle y arrebatarle el Éter, sepultándolo en la Tierra fuera de posibles manos inapropiadas. Esto ocurrió en tiempos arcanos que ni los más viejos del lugar recuerdan. Ya en época actual, Jane Foster localiza un portal en Londres, debido a una anomalía científica, que da acceso al secreto escondrijo del Éter, despertando a los durmientes Elfos oscuros, en busca de nuevo de esta poderosa arma. Se ha establecido que es la Gema de la Realidad, predominando el color rojizo en su estructura. A pesar de tener una forma líquida casi etérea, las últimas visiones de Thor le han permitido ver la gema en estado sólido. No sabemos de su forma actual ya que se encontraba bajo supervisión del Coleccionista en Sapiencial pero éste último sufrió un explosivo accidente con la visita de unos incómodos visitantes.
Orbe: lo conocimos en Guardianes de la Galaxia, buscado por Ronan y Thanos pero arrebatado por Peter Quill y sus disfuncionales amigos. Dentro del Orbe encontramos la Gema del Poder, de color morado, capaz de generar cantidades de energía desorbitadas, solo apta para seres con gran resistencia.
Como se puede observar, solo tenemos cuatro de las seis gemas presentadas. Su desarrollo y forma difieren en cuanto a la manera en que las conocimos en el noveno arte, pero lo fundamental se mantiene: aquel que posea las seis gemas tendrá un poder imposible de detener. Ya sabemos que Thanos se esconde en el horizonte con la oscura intención de hacerse con todas ellas (de hecho, hemos visto su Guantelete en la escena postcréditos de la última de Vengadores) por lo que nadie se sorprenderá que Avengers. Infinity War tenga como leit motiv principal la consecución de las piedras cósmicas, dando una importancia fundamental a esta parcela también el Marvel Cinematic Universe.
Tras la conclusión de las secuelas del Imperativo Thanos, los personajes y la franquicia entraron en un periodo de ostracismo creativo y comercial difícil de entender. Marvel Comics es muy dada a recolocar a sus personajes, indistintamente de su importancia, en periodos de barbecho más o menos largos (y si no que se lo digan a Jean Grey). Mismamente, Thor estuvo ausente desde los acontecimientos de Vengadores Desunidos hasta su regreso de la mano de Joe Michael Straczynski en las postrimerías de Civil War. La Bruja Escarlata, Mary Jane-Watson o Steve Rogers son otros tres ejemplos igual de validos, y Lobezno o Nick Furia (Sr.) son los dos casos actuales más sangrantes. Con los Guardianes de la Galaxia no había quien se lo creyera, porque la película del grupo estaba anunciada por aquellas fechas y es sabido el pie del cual cojea Marvel Comics cuando sus blockbusters llegan a la gran pantalla. Así pues, era cuestión del cuándo y el dónde reaparecerían los personajes.
Tal honor le fue concedido, oh sorpresa, a Brian Michael Bendis. Además, el guionista de Cleveland tenía todas las armas a su favor. Su escudero de lujo, un Mark Bagley que regresaba a casa tras una olvidable etapa en DC Comics (Trinity, Justice League of America), la alineación vengativa cinematográfica y una nueva cabecera creada para la ocasión: Avengers Assemble (porque inaugurar New Avengers, Dark Avengers y Mighty Avengers aparentemente era poco para Bendis). ¿Los invitados del primer arco argumental? Los Guardianes de la Galaxia (la alineación de la película y Bicho). ¿Las expectativas? Por las nubes? ¿El resultado? Demasiado bonito para ser verdad. El filtro cinematográfico por el cual Bendis o la editorial decidieron pasar esta aventura deja poco margen para nuevas creaciones e interpretaciones, y es una aventura suave en la que ambos equipos se reencuentran para impedir a un también regresado Thanos del mundo de los muertos que consiga un cubo cósmico. Si, por tener similitudes, hasta los Badoon se dejan ver en estos ocho interminables números. Ninguno de los momentos “made in Bendis” (Drax y Hulk haciendo las paces, Gamora y Thor ligando…) compensan los muchos momentos que sacan de quicio a un lector veterano en el aparatado cósmico marvelita, empezando por un (énésimo) fallido intento de incorporar al Zodiaco Marvel dentro de la franquicia cósmica y, sobre todo, la ni siquiera comentada resurrección fantasma de Peter Quill y Thanos.
Héroe y villano habían quedado atrapados en el Cancerverso al final del Imperativo Thanos (junto con Nova) y la falta de explicaciones por parte de Bendis durante estos números no había hecho sino comenzar, porque esta situación se alargaría hasta bien entrado el segundo año de la nueva serie regular. Una situación sostenida en el tiempo de forma innecesaria que revivía las teorías, una vez más, de que Bendis no lee los cómics sobre los que escribe. No es una teoría loca ni mucho menos, ya que todavía resuenan en la memoria de los aficionados incontables fallos de continuidad tan sangrantes como situar a Carol Danvers en plena Guerra Kree-Skrull cuando quien de verdad se dejaba ver en las páginas de la saga de Roy Thomas y Neal Adams era un skrull disfrazado. Sea como fuere, no adelantemos acontecimientos, ya que en estos números (repetimos: ocho números) no hay tiempo para explicaciones. Aparentemente tampoco había mucho tiempo para explorar muy a fondo las motivaciones que le impulsan a Thanos a volver a la Tierra una vez más, algo que otros eventos previos y posteriores si han decidido explorar. Dejamos de lado su regreso definitivo al “lado oscuro”, faceta de la que venía escapando más o menos sutilmente durante veinte años (con excepciones puntuales como la recientemente publicada Avengers: Celestial Quest). Al menos este último punto sí que sería adoptado, una vez más, como oficial para los próximos meses en Marvel. Un regreso bastante amargo que solo se justifica por el hecho de que los Guardianes fueran los invitados de la serie y no sus verdaderos protagonistas principales. O, simplemente y como se demostraría no mucho más tarde, que Bendis no sabe qué hacer con los Guardianes de la Galaxia. Al menos, como consuelo menor, con esta serie acababa la aportación de Bendis a la franquicia vengadora.
Dentro de la iniciativa Marvel Now! que sacudió a la editorial a finales de 2012, Brian Michael Bendis fue elegido por la editorial para guionizar la nueva serie regular de los Guardianes de la Galaxia, acompañado en el apartado gráfico por Steve McNiven (Old Man Logan, Civil War). Así pues, el guionista se encargaría simultáneamente de las cabeceras All-New X-Men, Uncanny X-Men, Ultimate Spider-Man y la mencionada de los Guardianes. ¿Su primera decisión? Incluir a Iron Man en el grupo. ¿Su segunda decisión? Incluir a Ángela no mucho más tarde. Pero pulsemos por un momento la tecla de rebobinar y encuadremos bien los sucesos de los primeros números y las aportaciones, ahora sí, de Bendis a la franquicia. Que alguna hay.
El primer número (numerado como 0.1 y con matiz de prólogo a la serie regular) es el mejor de Brian Michael Bendis en toda su etapa en los Guardianes de la Galaxia. De ahí todo fue cuesta abajo. En él, Bendis centra sus esfuerzos en contar a modo de flashback autoconclusivo la infancia y origen de Star-Lord. Hijo de J’Son, de la realeza del planeta Spartax, y de una granjera norteamericana como consecuencia de la llegada del primero de ellos a nuestro planeta, posterior romance y embarazo de la segunda. Todo hubiera sido diferente si, por ser hijo de quién es, no hubieran llegado los Badoon a eliminar a la descendencia de J’Son del mapa, matando en su lugar a la madre de Peter Quill. ¿Su único legado? Una pistola laser (de su padre) que acompañara a Star-Lord durante el futuro cercano y un resentimiento hacia el padre ausente que le haría convertirse en el hombre que es hoy en día. Este primer capítulo, magistralmente dibujado por Steve McNiven, concluiría con la mencionada incorporación de Iron Man al grupo. Tres chistes de Star Trek y siete números después, dejaría la serie sin grandes explicaciones. Pero ya llegaremos a ello más tarde.
Esta vez sí con un número uno bien grande en la portada, arranca la nueva cabecera de los Guardianes de la Galaxia, y lo hace en uno de los escenarios más recurrentes de Bendis en su etapa. Un bar intergaláctico en mitad de ningún lugar. O, mejor dicho, en mitad de Knowhere. La primera aparición de J’Son no se hace esperar y, ahora ascendido a líder absoluto de Spartax, busca a su hijo Peter para que gobierne a su lado, como le corresponde por su ADN. Esta trama paternofilial (para que luego no digan que Johns es el único fascinado por este tipo de relaciones) es lo más similar a una trama de fondo durante la casi treintena de números de la serie, por lo cual será una pena comprobar cómo James Gunn obvia por completo a J’Son, ya que ha prometido que en el universo Marvel cinematográfico el padre de Peter Quill será alguien “conocido” (¿Hola Warlock?).
Como aportación también podemos destacar un nuevo “consejo intergaláctico” formado por Inteligencia Suprema, Gladiador, Annihilus, asgardianos, Nido, Badoon y compañía, irrumpiendo con fuerza en él el propio J’Son, desconocido por nosotros hasta el momento pero bastante respetado por el resto de fracciones. ¿Una de sus primeras decisiones? La Tierra no se toca. Está fuera de los límites para cualquier raza alienígena. Y mientras Maximum Security resuena en el fondo de nuestras cabezas, varias naves alienígenas rebeldes van camino de la Tierra y será tarea de los Guardianes impedirlo, con ayuda de su nuevo miembro Iron Man. Misión cumplida, pero a cambio los Guardianes son secuestrados por los espartanos… digo…, poniéndose así a cero el contador de secuestros de Guardianes, otras de las grandes aportaciones reincidentes de Bendis a la serie. Porque no hay secuestro sin escape. Aunque si hablamos de contadores tenemos que diseñar uno a medida para llevar la cuenta de los dibujantes que desfilan por la serie. En el tercer número, Sara Pichelli ayuda a un McNiven que poco más duraría en la misma.
Pero hablábamos de Iron Man. ¿Su gran momento en Guardianes? Seducir a Gamora (“la mujer más peligrosa del universo”, recuerden) para fallar en el intento a la hora de culminar. Un par de intercambios chistosos con Rocket después, Tony Stark estaba de vuelta en la Tierra en el escenario post-Era de Ultrón. La mencionada saga de Bendis/Hitch dejó tocado a Star-Lord, por lo que busca consuelo en las verdosas manos de Mantis primero (para delicia de un Bendis al que le encanta dialogar a telépatas y precongnitivos) y de Thanos después. Porque siempre mola sacar a Thanos. Pero si alguna consecuencia importante tuvo de verdad Era de Ultrón, es la aparición en el Universo Marvel de Angela, la creación de Neil Gaiman y Todd McFarlane “adoptada” por Marvel. Bajo sugerencia de Joe Quesada y con Gaiman de “consultor” en los créditos, en el quinto número de la serie haría su aparición por todo lo alto la futura miembro de los Guardianes, enfrentándose a Gamora primero y a los Guardianes por completo hasta ser aceptada por la comunidad superheroica con Uatu, en una de sus últimas apariciones, de testigo.
A todo esto, en el sexto número se pasa el francés Oliver Coipel a echar una mano, antes de ceder el testigo a Valerio Schitti en el número siete y de Francesco Francavilla en el número ocho, justo a tiempo del primer crossover de la serie con el evento Infinity, de Jonathan Hickman. Pero no se vayan porque hay más, porque el número diez está dibujado por Kevin Maguire (sexto dibujante en diez números). Rebotado en DC Comics tras su salida de la serie de Justice League 3000 y tras una oferta del propio Bendis a través de las redes sociales en época veraniega, Maguire dibuja el team-up definitivo de Gamora y Angela con una belleza propia de él. Es este decimo número, intrascendente pero divertido, uno de los puntos álgidos de la etapa de Bendis. Las dos féminas más duras del UM codo con codo. ¿Lo próximo? Otro crossover, que dejaría como legado otra de las mayores aportaciones de Bendis a la franquicia. Aunque no lo tuviera previsto.
Once números y seis dibujantes es la hora del segundo cruce de importancia: el Juicio de Jean Grey. Brian Michael Bendis une en esta saga de dos números a dos de sus series del momento: All-New X-Men y Guardianes de la Galaxia. Una nueva entrada a la Tierra no permitida (en este caso los Sh’iar en busca de la joven Jean Grey) es la excusa perfecta para juntar al mutantes y galácticos. Tres números en cada una de las series (curioso que en la segunda entrega de Guardianes los idem no salgan más que en cinco páginas) que, tras batallas y juicios varios, dejaron un legado que, posiblemente, sea la mayor aportación creativa de Bendis. El comienzo del romance entre Kitty Pryde y Peter Quill. El propio Bendis afirmaba en varias entrevistas, en un camino medio entre la curiosidad y la molestia, que le fascinaba como los aficionados habían pasado por alto todo el contenido del crossover que tanto le costó preparar y promocionar para fijarse única y exclusivamente en el beso en la mejilla que le regala Pryde a Quill. Tumblr, Twitter y entrevistas en medio eran un canal habitual para preguntarle por el futuro de esa relación, cuando su respuesta era que no tenía nada pensado en especial. Pero claro, ante tal avalancha de peticiones, no tuvo más opción que claudicar y, como se vería un año más tarde, unir el destino de ambos personajes.
Queda para eso bastantes números (entre otras cosas porque no estaba previsto). Ahora era el turno de dar el máximo de sí mismo porque, coincidiendo con el estreno cinematográfico, todos los ojos iban a estar puestos en la serie y tocaba darle un nuevo impulso (además de retocar el uniforme de Star-Lord para asemejarlo a su versión del celuloide). ¿Para ello? Dos nuevos dibujantes (Nick Bradshaw y Todd Nauck) y dos nuevos fichajes (Veneno y Capitana Marvel). Dando por hecho que el apartado gráfico de la serie perdía toda definición con estas incorporaciones (y ya veréis cuando Michael Oeming dibuje en un par de números…), la alineación al menos sí que ganaba algo de interés con la incorporación de Flash Thompson y Carol Danvers. Aunque lo de esta última tiene truco, ya que aunque se deja ver en el cliffhanger del número 14 y en la portada del 15 (en todo el 15 no sale en el interior), su presencia como aliada del grupo se reduce a esta saga argumental en la que los Guardianes son, una vez más (oh sorpresa) secuestrados por alienígenas. Tercera vez que secuestran a Gamora en año y medio (repetimos: “mujer más peligrosa del universo”). Tanto secuestro y liberación desemboca en una revuelta en Spartax a tenor de un discurso de Star-Lord ante las cámaras de todo el planeta poniendo en evidencia las malas prácticas de su padre como gobernante. Bendis retoma esta trama para avanzarla a pasos agigantados. Lo siguiente sería un derrocamiento y un nuevo líder “spartaxiano”, pero antes de ello tocaba (¡por fin!) el momento de las explicaciones.
Decíamos al principio que una de las cosas que más molestaba a los aficionados era la falta de respuestas por la reaparición de Thanos y Star-Lord tras los sucesos finales de El Imperativo Thanos. Bendis, cansado de que le preguntaran sobre ello y tener que responder que tenía un plan (ja), emplearía los siguientes tres números (18-20) en justificar la supervivencia al Cancerverso de los implicados. Igual de cansada debía de estar Gamora, ya que es quien motiva el relato de la historia, a través de un interrogatorio de primera a Peter Quill (ten amigos para esto…). Como os podréis imaginar, un nuevo dibujante dibujaría esta saga (Ed McGuinness en este caso) que mezclaba cubos cósmicos, vengadores malvados y contradicciones argumentales a partes iguales. A un carrusel de muertes hasta un punto cómico justificados por las reglas de la Muerte en este universo (“We cannot die here”) le sigue el sacrificio (¿pero no habíamos quedado que no se podía morir ahí?) de Richard Rider para conseguir hacer escapar a sus amigos (Drax había aparecido por sorpresa en el Cancerverse para lucimiento de McGuinness) y enemigo. La baja calidad del argumento y de la historia hizo cambiar de idea a muchos aficionados, que hubieran preferido que Bendis se quedara sin contar esta historia.
Mientras Kitty y Peter disfrutaban de su primera cita holográfica y sin Capitana Marvel en el grupo (también en algún momento no mencionado Ángela abandonó a los Guardianes para explorar sus raíces asgardianas), al menos tocaba darle un poco de cancha a Veneno. Tras una más que olvidable segunda saga de Mighty Avengers centrada en los simbiontes (y dibujada por Mark Bagley, para un mayor sufrimiento al emular a ciertas sagas noventeras), Bendis se atreve con un nuevo acercamiento a los simbiontes que se resuelve de una forma muy infantil. El simbionte pasa de forma iterativa (cliffhanger tras cliffhanger) del cuerpo de Flash Thompson al de Groot, luego al de Rocket y luego al de Drax (en unas escenas en las que ayuda al dibujo David López). Como si de una exigencia mercadotécnica se tratase, Bendis nos traslada al planeta del simbionte y nos presenta a la “raza simbiótica” (“We are the Klyntar”) en un abrir y cerrar de ojos. Una saga rápida de la que Flash sale con un power-up inesperado y que concluye con el anuncio de que Peter Quill, involuntariamente, ha sido elegido como nuevo líder de Spartax. Con las Secret Wars ya anunciadas y por ende la conclusión de este volumen, habrá que esperar un par de números todavía para saber bien en qué acaba todo esto porque antes es la hora de un nuevo crossover. Yupi.
En descargo de Brian Bendis, los actos que se perpetran en esta trama (una de los más infumables desde los tiempos de Shadowland) no son responsabilidad directa suya, sino de Sam Humphries. Uno de esos autores de segunda fila que dentro de unos años ni recordaremos pero que, hoy por hoy, ha tenido la suerte de tener la oportunidad de guionizar la serie regular de Star-Lord (porque, no nos olvidemos, hoy casi todos los Guardianes tienen serie regular propia). Pues bien, en un arranque nostálgico de Jack Kirby, Humprhies se saca de la manga un artefacto milenario que amplifica y canaliza los poderes de las personas que lo atraviesan (Claremont y su Lugar Peligroso dicen hola) para el bien de la galaxia. Con todos ustedes: el Vórtice Negro. Black Vortex es una saga que se extiende por los muchos títulos cósmicos del catálogo Marvel (desde Guardianes hasta Cíclope pasando por los X-Men o Capitana Marvel) y cuya única gracia es comprobar qué personaje va a ver aumentados sus poderes en cada número. ¿La primera? Gamora. Secundaria maltratada de la serie, Gamora obtiene un power-up casi a nivel cósmico que la desalinea del resto de sus compañeros. Al final de la saga es alguna de las pocas (junto con Ángel) que decide mantener tal nivel de poder, algo que parece mantenerse al menos en la recientemente estrenada serie de Secret Wars. Podríamos extendernos más comentando este crossover y el destino final del vórtice negro (por no mencionar que J’Son acaba en las manos del Coleccionista) pero la calidad de la misma no lo merece. Al menos, es justo que mencionemos que la conclusión de esta historia nos narra la pedida de mano galáctica de Peter Quill a Kitty Pryde, la cual responde afirmativamente. I AM GROOT.
Tras esto, son dos números los que le quedan a la serie antes de su conclusión precipitada por motivo de las Guerras Secretas. Dos números de politiqueo en los que Peter Quill se da cuenta de que, contra su voluntad, debe aceptar la propuesta del pueblo de Spartax de ser su gobernante (Kitty Pryde, bondadosa ella, le ayuda a tomar esa elección). Muchas cabezas parlantes, política y una intrascendente batalla contra los Chitauri ganadas por los nuevos poderes Deus Ex Machina de Gamora son lo poco que tienen que ofrecer estos números. La susodicha abandona el grupo al final de la serie (algo a lo que solo Kitty está acostumbrada, tras haber visto entrar y salir a tanta gente de la mansión-X durante el paso de los años).
Un final un tanto anticlimático para una serie un tanto intrascendente. Podría haber sido algo importante, con grandes aportaciones a la franquicia cósmica pero que se ha quedado en buenas ideas sin elaborar, de las cuales destacamos finalmente las relacionadas con Peter Quill: pasado, padre y pareja (incluso pistola). ¿El resto? Olvidable, desde Iron Man hasta Ángela pasando por el power-up de Gamora. Pero no pasa nada. Ya hay anunciada una nueva serie regular de los Guardianes a cargo de Bendis para otoño con más incorporaciones y, por supuesto, muchos más dibujantes. Peor no puede ser.
¿Qué os parecido la etapa de Brian Bendis en Guardianes de la Galaxia?
- Mal. Los Celestiales borrarán de los anales este despropósito, cuando llegue el momento... (43%, 112 Votes)
- Bien. Entretenida pero a años luz de lo que se merece el cosmos Marvel (22%, 58 Votes)
- Regular. Mi voto para que Thanos transporte a Bendis, vía agujero de gusano, a otro universo alternativo. (21%, 54 Votes)
- Notable. Pese a sus defectos, se nota que los mandos de la nave están en buenas manos (7%, 19 Votes)
- Suficiente. Si ya he visto la película de Guardianes para que quiero más (5%, 13 Votes)
- Sobresaliente. Un fulgurante rayo de creatividad cósmica (2%, 4 Votes)
Total Voters: 260
Lo que me parece tambien increible es como en nada Kitty a pasado de novia a prometida y quizas cuando termine secret wars sea ya su esposa y posible Star Lady……menuda relacion a toda velocidad,y despues Whedon currandose una relacion con sus tempos entre esta y coloso que por lo menos a mi me marco,esta mas artificial no puede ser.
Menuda pasada de artículo, Pedro, felicidades (aunque no haya podido leerlo más que en diagonal). Habrá que guardarlo, imprimirlo y leerlo con calma, como se merece. Gracias por el curro!
Se agradece leer un despellejamiento de Bendis. Yo dejé la serie en el decimuchos. Terrible en conjunto. De todos modos yo creo que estaba más planteada para el espectador de Marvel o los novísimos compradores que puede haber hoy en EE.UU. No era una serie para lectores veteranos. Lo peor de Bendis y nada de lo poco bueno que tiene. El que repita desmotiva bastante.
Vaya currada, lo leeré tranquilo. De momento solo puedo aplaudiros.
La percepción es bastante homogénea, por lo menos con respecto a Guardianes, Mutantes y Vengadores, mucha mercadotecnia, aplausos en convenciones, alabanzas de profesionales y editores, pero los lectores lo repudian, en mi caso le tengo una aversión terrible ocasionada por Panini (no me/ni me cansare de repetirlo). La cuestión es ¿existe alguna teoría “conspiratoria” que explique por qué sigue en tan alta estima de la supuesta casa de la ideas?
Incluso hasta hace unos días en la misma zona negativa lo postulaban como un escritor digno para Spider-man después de Secret War junto a Joe “odio a las pelirrojas” Quesada. ¿? ¿?
Increible artículo, felicitaciones, ni bien pueda lo termino de leer
Coincido plenamente con lo dicho por j1n0u, yo que pensaba que peor de lo que escribia a los Vengadores o en X-Men no podía ser, pero siempre logra superarse.
Sus deficiencias escribiendo a estos grupos simpre se vieron suplidas por el gran aparato de publicidad de Marvel y todo lo que lo rodea pero al final cae en lo mismo.
La contribución de Brian Michael Bendis al cosmos marvelita: Cero.
La contribución de Brian Michael Bendis al universo mutante marvelita: Menos 8. A ver quién es el primer guionista que masacra (y que sufran si puede ser) a todos los personajes que ha creado en sus Uncanny Xmen para contar una historia extremadamente vacía de contenido El mejor ejemplo el número de este mes, le quedan tres tebeos para finalizar su etapa y en lugar de pretender cerrar algo se limita a llevarse a Kitty y a Illyanna a la isla de los monstruos en un número intrascendente a más no poder. El guionista más vago de la historia de la Marvel.
Magnífico artículo, por cierto, enhorabuena.
Pedazo de artículo. Pillo sitio. Bendis es el amo y Hickman es un mindundi. Quien diga lo contrario no tiene sapiencial.
Enorme artículo, ya lo tengo en favoritos.
Yo fui unos de los «pardillos» que compraron y sufrieron el Avengers Assemble, así que a los Guardianes de Bendis ni me he acercado, afortunadamente.
Es terrible ver como un escritor que ha hecho series como Ult. Spider-Man, (o sea, que malo no es), está acabando quemadísimo en los últimos años, insistiendo en escribir esta serie grupal en el espacio, que claramente no es su fuerte. Aunque supongo que el cheque le compensará leer las malas críticas…
Eso unido, claro, a su narración descomprimida de siempre, con la que estas leyendo numeros y numeros de una serie y parece que no pasa nada… ¡porque de verdad no está pasando nada!!!
Bendis es el CANCERVERSO dentro de la industria del comic
Yo fui de los confesos de Bendis en los Vengadores que se dio cuenta de que fuera de esa parcela deja mucho que desear. Leí los dos primeros números de Guardianes de la Galaxia y ahí mismo me bajé, aquello no se parecía en nada a lo que había leido de Abnet y Lanning. Además, me di cuenta de que Bendis abusaba del recurso «rehago lo que me da la gana para contar mi historia intrascendente» y el trato de algunos personajes era lamentable, por ejemplo, Mapache Cohete, que de personaje carismático y lleno de humor pasó a rata gruñona.
Ahora leyendo el artículo descubro que Bendis incorporó a la Capitana Marvel sólo por el nombre, porque casi que ni se le vio. Como ocurrió con Tormenta y Daredevil en los Vengadores. En fin.
De hecho, creo que ésta fue la serie que hizo que me desvinculase de buena parte del Universo Marvel. Empezó a disgustarme la manía de incorporar ideas del Universo Cinematográfico Marvel al de los cómics: El agente Coulson, chitauris, el Nick Furia negro, Thor-Capi-Ojo de Halcón (y traje)-Viuda-Hulk-Iron Man everywhere… Ahora le tocará al Hombre Hormiga. Entiendo que Marvel quiera sacar tajada de lo que la gente ve en el cine, pero a la postre supone a mi parecer una limitación creativa:
Guionista: Oye, se me ocurre una idea con la Gárgola que llevo un tiempo dándole vueltas y que…
Editor: No, no. Ahora hay que meter al Hombre Hormiga. Piensa algo sobre sobre ese personaje para que aparezca en tu serie.
Guionista: Pues… ¿Qué te parece si Henry Pym…?
Editor: ¡No! Ahora hay que hablar de Scott Lang.
Ejemplo real: Original Sin.
A lo que me refiero con todo esto es que la libertad creativa da más juego en la mayoría de los casos que el pastoreo editorial. En este artículo se cuenta que Abnett y Lanning hicieron lo que les dio la gana porque nadie en Marvel daba un céntimo por la parcela galáctica y miren lo bien que les fue. Y si no ¿Por qué está de moda que tanto escritor se vaya a editoriales independientes? Quieren contar la historia que les de la gana sin imposiciones del estilo «Batman no puede aparecer sentado».
Muchas gracias a todos por dejar sus impresiones
Tengo que admitir que yo vengo a guardar la cara un poco al calvo de Cleveland.Uno no puede dejar de sentir cariño por determinadas lecturas y confieso que si no es por su Ultimate Spider-man no estaría de vuelta leyendo tebeos Marvel, por lo menos actuales. También me he mostrado favorable a sus Vengadores, con sus altos y sus bajos al ser una etapa tan larga. No es ni de lejos la mejor etapa del grupo pero supuso una revulsivo importante y un cambio necesario en una franquicia que a esas alturas no mostraba visos de recuperación. Alias, Daredevil, Powers…En absoluto me parece un mal guionista, si sabe controlar sus vicios.
Pero vamos cuando hay que darle palos yo soy el primero. He sido muy crítico con eventos como Era de Ultrón o Batalla del Átomo, por poner dos ejemplos. Y sí en Guardianes no está manteniendo el nivel es de recibo decirlo, sin convertirlo en el día del apaleamiento a Bendis oficial. Y todavía se ven más sus carencias si los comparas con otros ilustres. No ya Kirby o Starlin, auténticos monstruos inalcanzables, pero si D’n’A o Hickman, que con imaginación y oficio han logrado sacar historias muy satisfactorias.
En fin, la demasiada carga de trabajo de Bendis hace que ultimamente trabaje en piloto automátco. Y lo que más grave es que donde está él las ventas se mantienen a buen nivel, siendo esta etapa de Guardianes de las más criticadas por el aficionado pero sin duda la mejor en ventas, muy por encima de la D’n’A. Ver para creer.
Saludos
Lo de que a pesar de que para la mayoría sea ni fu ni fa la serie venda lo que vende creo que puede tener una respuesta muy sencilla: Actualmente hay en Marvel y DC dos series que parecen diseñadas para atraer lectores fortuitos del cine como la miel a las abejas y son los Guardianes de la Galaxia y la Liga de Johns. Ambas series básicas como el mecanismo de un sonajero y prácticamente cada número es tan accesible como el anterior. Especialmente la Bendis, cuyo eje central prácticamente podría definirse como «Diálogos graciosos, escena de acción con dibujo espectacular ocupando medio cómic y el mes que viene repetir» que probáblemente haga que cualquiera que se acerque a los cómics Marvel en busca de -eso- divertirse un rato con los Guardianes soltando paridas como en la peli, toñas a porrillo, dibujo chulo y luego a olvidar (sin que requiera mucho esfuerzo acordarse de lo anterior para el siguiente) probáblemente encuentre en este cómic lo más cercano a lo que busca
Exacto, muy bien expuesto Daniel, en cuanto pillé que la cosa era así y que Bendis se limitaba a hacer lo que le dice la editorial, me bajé de la serie. Yo no soy ese aficionado.
Triste pero totalmente cierto lo que escribes Daniel, sin lugar a dudas es así.
Es curioso Yo aunque no fue lo primero que lei de Starlin, ese tomo La Vida del Capitan Marvel. Me hizo amar y ser fan de Starlin y de Thanos y todavía no había leido Warlock.- Y al ser fan de Starlin, cuando tocan sus personajes… Giffen bien, DnA me parecieron que improvisaron los guiones, si hasta Groot en un principio hablaba en fin… de tanta improvisación algo salio, Hickman me aburre muchisimo, Y Bendis como lo odio (desde los Vengadores), y eso que lo ame por Alias y Ultimate Spiderman.
Apuntes.
El Cancerverso es otro refrito que aunque no lo desarrollo, se le ocurrio al grande de Mark Gruenwald en Capitan America.-
El grupo de los Aniquiladores volvio a salir en la ultima novela grafica de Starlin con Thanos, en la cual THanos les ponía muy en ridiculo.
Grandísimo articulazo.
Lo mejor es el resumen de la etapa de Bendis en los Guardianes de la Galaxia: Muchas gracias por ahorrarme el sufrimiento de leer tal despropósito.
Menuda sarta de gilipolleces… y lo peor es que ¡Aún seguirá guionizando una serie que se nota que no sabe que coño hacer con ella!