Tribunal Negativo: ¿Dónde se fue todo el amor?

Ni con todos sus poderes ni las extrañas vidas que les rodean, los superhéroes son capaces de escapar a los sentimientos más básicos que implica el ser humanos. Aunque poco hemos sabido hasta hace unos años de sus desahogos ocasionales, el tema de los intereses románticos ha sido una constante dentro del género ya sea en la forma de partenaire con la que disfrutar de la aventura de turno o amores imposibles con los que dejarnos entrever que en el fondo nuestro protagonista tiene su corazoncito y es muy macho por mucho que suela vérsele ensarzándose con villanos medio en cueros. La constante de ese amor platónico (o no tan platónico) que espera al héroe en casa recibiéndole con los brazos abiertos tras una gesta imposible es incluso más antigua que el género como bien vienen a demostrar figuras como la Penélope de Odiseo o la Jane de Tarzán entre otras muchas parejas de los grandes héroes de ficción. El comic de superhéroes no quiso ser menos y en tiempos de Stan Lee era bastante común encontrarnos con la clásica novieta que bebía los vientos por el protagonista de turno mientras que su identidad civil se las veía putas para llamar su atención. Karen Page, Jane Foster, Betty Ross… todas ellas mujeres florero intercambiables que ponían cara de lechuga suspirando por el héroe para que los chicso de la época vieran reflejadas en ellos sus intereses por aquella compañera de clase que escuchaba a los Beatles y no les hacía ni caso y las niñas vieran en él a ese principe azul sobre el que dar forma a sus sueños.

Algunas como Pepper Potts o Carol Danvers conseguirían escapar de esta tónica mientras se forjaban relaciones tan eternas como las de Reed Richards y la Mujer Invisible, Spider-Man y Gwen Stacy, Cíclope y Jean Grey y el Doctor Pym y La Avispa. Pese a que únicamente la de los miembros fundadores de los Cuatro Fantásticos ha conseguido sobrevivir a los estragos del tiempo, las cuatro dejaron una profunda huella entre los lectores se la época siendo fundamentales para el proceso de desmitificación de la Silver Age. Durante las décadas siguientes el Universo Marvel continúo creciendo y con él la deriva sentimental de sus personajes. Las parejas nacían y se consumían no siendo demasiadas las que alcanzaban el grado de icónicas. Así, Peter Parker encontraba su nuevo amor en Mary Jane mientras que el Capitán Britania y Meggan aportaban sabor británico y Ojo de Halcón y Pájaro Burlón se inspiraban en su Distinguida Competencia más de lo debido. Daredevil y Elektra recuperaban el amor trágico mientras otras como la formada por la Bruja Escarlata y la Visión se convertían en un ejemplo de integración (¡hasta un androide puede amar!). Todo mientras no dejaban de surgir infinitas posibilidades diferentes, porque si eras un personaje de la Marvel de los 80 y todavía no lo habías hecho con Cíclope, la Viuda Negra o Hulka es que no estabas cuidando tu carrera.

En lo que respecta a las nuevas generaciones de superhéroes, tampoco faltaría este hervor hormonal surgiendo parejas como Coloso y Kitty Pryde, Justicia y Estrella de Fuego o, ya en plenos noventa, Bala de Cañón y Tabitha Smith o Vaina y Cámara. Aunque algunas de ellas se las han ingeniado para perdurar durante años, la práctica mayoría han acabado en un desastre absoluto del que no han escapado ni las parejas más secundarias si no es que se han visto condenados a un continuo ciclo de idas y venidas que ríete tú de los amantes de Teruel (algo de lo que bien podrían hablar Pícara y Gambito). Y con esto nos internamos en pleno siglo XXI donde varias parejas han alcanzado un notable peso entre los lectores de la editorial (Luke Cage y Jessica Jones, Cíclope y Emma Frost, Pantera Negra y Tormenta…) mientras que las nuevas generaciones parecen empeñados en demostrar que si las relaciones sentimentales de sus predecesores fueron un desastre, las suyas más.

No hay más que echar un ojo a los personajes de Runaways para ser conscientes del caos personal al que se han visto sometidos pudiendo encontrar entre sus filas desde una Nico Minoru que en busca de cubrir sus carencias afectivas ha tenido sus «momentos» con la práctica totalidad de sus compañeros, hasta las traumáticas relaciones de Chase Stein y Karolina Dean. Si echamos la vista a los cadetes de New X-Men/Academy X/Young X-Men el panorama tampoco es mucho más halagüeño y únicamente Pico y Ángel parecen haber encontrado cierta paz sentimental pese a lo singular de su pareja. Del resto, la fijación de Quentin Quire por las Cuclillos Stepford no terminó nada bien como tampoco lo hicieron las relaciones entre Prodigio y Tensión o Elixir y Alheli. Otro pequeño rescoldo encontraríamos en la pareja formada por Hulkling y Wiccan en los Jóvenes Vengadores sin que el resto de sus compañeros se mostrasen demasiado puestos por la labor de seguir sus pasos (la relación entre Patriota y Kate Bishop más bien parece el clásico caso de pagafantismo mientras que lo de Estarura y Visión no pasa de lo platónico). Mejor no hablemos de Vengadores: La Iniciativa o Vengadores: Academia que tengo serias dudas de que alguien pudiera incluir a Harball y Komodo o Temple y Tóxica dentro de las grandes parejas de la última década.

El caso es que hace apenas unos días, Marjorie Liu pondría fin de forma tan triste como desmitificadora a una de esas relaciones que, sin llegar a consumarse, durante el último lustro se ganó la simpatía de los que seguíamos las aventuras de los jóvenes pipiolos de la Patrulla-X. Con su desembarco en New X-Men, Christopher Yost y Craigh Kyle se llevarían consigo a su criaturita, la «medio«clon de Lobezno X-23. Metida de lleno en un entorno tan caótico como era el cuerpo estudiantil de Instituto Xavier tras las consecuencias de Dinastía de M, a Laura le costó trabajo encajar viéndose sometida a un poco agradable proceso de bulling psicológico por parte de sus compañeros más recelosos. Ironías de la vida, el destino querría que las tragedias a las que se vieron enfrentados los uniesen y que eventualmente acabara viéndose atraída por el telequinético Infernal (algo debe haber en la dotación genética de Logan para que incluso su «medio«clon se vea atraída por alguien con los mismos poderes que Jean Grey). Típico gallito de la clase, el chaval venía de sufrir una amarga frustración sentimental tras la marcha sin mediar palabra de su anterior interés romántico, por lo que no tardó en desarrollar unos sentimientos similares hacia aquella chica misteriosa y peligrosa a la que le había hecho la vida imposible.

El momento cumbre de la relación entre ambos llegaría cuando tras el enfrentamiento contra Nimrod en la Plaza Águila, Infernal se desviviera por llevar a una moribunda Laura hasta Wetchester explotando al máximo sus poderes para salvar su vida. Tras esto, Julian Keller volvería a convertirse en su ángel de la guardia personal ayudándola en su asalto contra La Fundación arriesgando ambos sus vidas para rescatar a su compañera Mercury. A pesar de que todos los indicios parecían apuntar a que estábamos ante el nacimiento de una bonita relación delicadamente desarrollada entre dos adolescentes necesitados de afecto, el destino había preparado una hoja de ruta completamente distinta y desde las vísperas de Complejo de Mesías su interés mutuo se ha visto puesto a prueba por una serie de circunstancias cuando menos traumáticas que mandarían al traste cualquier posibilidad de relación. El detonante fue el inoportuno beso de Tensión a Keller al que seguiría el desastroso enfrentamiento de los muchachos contra los Cosechadores durante el cual Infernal resultó brutalmente apuñalado a manos de Dama Mortal.

Después de aquel incidente, Laura volvería a verse atrapada por una espiral de violencia como miembro de X-Force mientras que el carácter de Infernal comenzaría a agriarse sintiéndose abandonado por los X-Men y el resto de sus compañeros. Ni siquiera un accidentado reencuentro cuando Julian fue capturado por la Liga Sapiens consiguió arreglar las cosas entre ambos y la perdida de ambas manos durante el ataque de los Centinelas futuros en Advenimiento terminó de dinamitar por completo la actitud del muchacho. Desde entonces Infernal se ha mostrado huraño, arisco e imposible de tratar mientras que Laura se enfrentaba a sus propios problemas cuando Lobezno fue poseído por una legión del infierno. X-23 decidió abandonar Utopía para descubrirse a si misma dejando una barrera insalvable entre ambos. Desde entonces, la muchacha ha viajado en compañía de Gambito desde Arizona hasta Paris pasando por Madripoor hasta aterrizar en Nueva York para convertirse en miembro de honor de la Fundación Futuro. Mientras, en Utopía, la actitud de Infernal comenzó ha acerse cada vez más díscola e insoportable hasta dar pie a serios enfrentamientos con Cíclope y otros miembros de peso de los X-Men marchándose a Wetchester junto al bando de Lobezno.

La cercanía entre ambos permitiría que Julian intentara arreglar sus cosas con Laura, pero la distancia entre ambos resultaría ser demasiado pronunciada antojándose como un muro difícil de superar. Sin embargo, al muchacho no puede acusarsele de falta de empeño y tras un par de pifiadas se las ingeniaria para visitar a X-23 mientras esta hacía de canguro de Franklin y Valeria en el Edificio Baxter. Como dicta la tradición, esto traería consigo una serie de peripecias cósmicos cuando un experimento de la menor de los Richards resultada mal y los jóvenes mutantes se vieran obligados a acudir en su rescate. Siendo de ese tipo de situaciones al borde del peligro tan cinematográficas en las que según parece cualquier relación se puede ver fortalecida por precarias que fueran sus condiciones antes del incidente, Marjorie Liu nos sorprendería con una nueva vuelta de tuerca de esas que no dejan a nadie indiferente. Viéndose en las circunstancias propicias, el chaval intentaría aprovechar la magia del momento con un morreo de reconciliación. ¿La respuesta de la muchacha? «Adios, Julian» (primer D’oh!). Pidiéndole explicaciones por dicha respuesta, X-23 termina soltándole que no hay nada entre ellos, a lo que el chaval le recrimina aludiendo que si después de esos años quiere hacerle creer que no hay nada entre ellos o bien está mintiendo o bien es un robot incapaz de sentimiento alguno. Ante tal afirmación, Laura le suelta una de esas bombas que no nos gustaría escuchar a ninguno:

¡ZAS! Después de arriesgar tu vida por ella tantas veces que cuesta llevar la cuenta, perder tus dos brazos y hacer de ella la única salida a la espiral de amargura y decepción en la que te habías visto atrapado te arroja a la cuneta y adios muy buenas. De esta forma tan demoledora y por desgracia real, en la que las relaciones de pareja se ven complicadas por los distintos anhelos y espectativas de los que la conforman, la guionista asesta un mortífero golpe a su relación acorde con unos tiempos en los que se ha perdido gran parte esa mirada idílica a las relaciones de pareja. Pudiendo antojarse como un paso más en la demolición del ideal de la pareja superheróica que llevamos viviendo durante estos años (y en el que parece que se rehuye de cualquier cosa que suene remotamente a relación estable) esto nos plantea la cuestión de si preferíais cuando los comics eran menos excépticos respecto a la vida en pareja ofreciéndonos relaciones capaces de superar las crisis que encontraban en su camino o creéis que es un reflejo de una sociedad actual en la que las relaciones a largo plazo comienzan a venderse como algo obsoleto. ¿Es algo perfectamente acorde con la vulnerabilidad de una edad en la que podemos llegar a pensar que sentimos algo por otra persona por simple dependencia y cercanía? ¿Hacen bien preparando a sus más jóvenes lectores ante los problemas de pareja o ya estáis hartosd de tanto cinismo? ¿Existe algún tipo de cruzada dentro del comic actual para erradicar cualquier rastro de romanticismo en post de un pesimismo descreído? ¿se están pasando de la raya desmontando toooda relación que tenga más de tres años? ¿Veremos algún día el fin del matrimonio entre Susan Storm y Reed Richards? ¿Toda relación acaba mal por definición? Con esta cuestiones os dejamos deseándoos una feliz entrada de año y que esta noche tengáis más suerte en el amor que estos cachorros mutantes.