Ultimando el final: Ultimatum (3 – 5) – Ultimate Spider-man 133

Este es un episodio mudo. Dejando a parte los chistes sobre el tema –no, yo tampoco tengo ningún cómic que hable… gracias a la diosa–, esto quiere decir que no hay un solo diálogo. Método inventado por algún escritor vaguete que se ha ido extendiendo.

En el número anterior, dejamos al bueno de Spidey en la casa del Doctor Extraño, mientras Hulk golpeaba el orbe que protegía el portal que conduce a la Dimensión Oscura –uf, uf, dejad que tome aliento–. Hulk rompió el orbe y la casa reventó en mitad de una tremenda explosión mágica.

A la pobre Spiderwoman, que iba hacia el lugar, se le queman las redes por culpa del fuego hechizado, con lo que termina dando con sus huesos en el suelo –o en la azotea de un edificio, que viene a ser lo mismo–. Ahora, en mitad de Nueva York –además del desastre creado por Magneto– podemos encontrar una preciosa vista de cielos escarlata –Crisis total– y un gigantesco torbellino que termina en un inmenso agujero en mitad del cielo, todo ello adornado con rayos y truenos por doquier –estos últimos me los imagino, porque ya he dicho que el cómic es mudo–.

La muchacha se asoma un tanto alucinada –para no estarlo– y se encuentra, en mitad de los escombros de lo que antes era la casa del Doctor Extraño, a Hulk mirando con cara de lila el boquete en cuestión –y una pose digna del Vogue, dicho sea de paso–. Parece que tostarse con energías arcanas no le ha molado nada y está bastante mosqueado, así que, cuando ve a la chica-araña, la convierte en el centro de su ira. Salta a por ella. Cae en la azotea y la pobre chavala sale disparada por el efecto de la onda expansiva. Ella intenta aferrarse con sus telarañas, pero Hulk, que es muy cuco y no está para chorradas, da una de sus famosas palmadas y la arroja con más fuerza todavía contra el edificio de enfrente. Rebote en plan pin-ball entre los dos inmuebles y nueva castaña que te crió, esta vez contra el suelo. Y encima, cuando mira hacia arriba, ve al gigante gamma que cae a plomo. Ahí que sale, otra vez, Sipderwoman volando, pero ahora está preparada. Reacciona y aterriza de pié. Cuando Hulk la embiste, ella esquiva elegantemente, le tapa la cara con telaraña y pone pies en polvorosa –aunque algo de hielo tampoco le vendría mal después de la paliza–.

Y en esto que llegan los helicópteros de SHIELD y empiezan a tirar cohetes como descosidos contra el monstruo de piel gris. El clon femenino de Peter, observa cómo Hulkie aguanta los impactos, coge un coche y barre del cielo dos aparatos –¿es que no sabían a qué se enfrentaban? Estos de SHIELD nunca aprenderán–. Los helicópteros derribados golpean un edificio y lo envuelven en llamas –total, ya se han cargado media ciudad, ¿qué representa un bloque de pisos más que menos?– Hulk contempla su obra. Parece que comienza a calmarse. El tercer heli, viendo que no es rival para semejante bestia, da la vuelta en redondo y abandona la zona. Hulk salta y hace lo propio, dejando a una agotada Jessica tras de sí.

La chica tiene tiempo de observar la llegada de docenas de helicópteros más, antes de echar una mirada al sello mágico de la casa de Extraño –esa ventana tan molona, sí–, que yace destrozado en el suelo y, después, retoma la búsqueda de Peter Parker. Where is Spider-man? Pues ni idea, pero de momento no queda rastro de él.

Entra en escena Kitty Pryde. El clon se abalanza sobre ella y la abraza afectuosamente. “Quita, maja y vuélvete a Lesbos, que a mí el que me mola es el otro, er masho”. Jessica pone cara de “me han cortado el rollo” y Kitty de solemne cabreo. Afortunadamente, no pasa mucho antes de que dos inocentes soliciten su ayuda. Las dos jóvenes heroínas se lanzan al rescate. Más y más personas comienzan a aparecer, desesperadas y, cuan dulce rebaño, las chicas los van juntando en una azotea cercana, lejos del peligro. Después, Spiderwoman llama la atención de uno de los muchos helicópteros que sobrevuelan el lugar. Una ciudadana agradecida, abraza al clon. Kitty pone cara de emoción –claro, como esta vez no va con ella…–

Una vez los civiles han sido retirados, ambas regresan a los escombros de la casa de Extraño. Peter tiene que encontrarse allí. Buscan y buscan, pero sin resultado.

De repente, una ola –seguramente una réplica del tsunami– barre la calle. Jessica la evita, Kitty entra en fase y las dos se horrorizan ante la presencia de los cadáveres que las aguas han traído hasta allí. La marea alcanza los escombros y arrastra hasta la superficie la máscara de Spider-man. ¿Será posible que Peter haya muerto en mitad de la vorágine mística? A pesar de los indicios, regresan a la búsqueda, esta vez, del cuerpo.

Mientras tanto, hasta la casa de tía May –donde no parece haber alcanzado el desastre–, llegan Gwen, Mary Jane y Kenny. May se preocupa al no ver a Peter con el resto de la pandilla. Su mirada se desvía unos metros más allá. Hasta la acera de enfrente. Allí, surge Kitty con la máscara de Spider-man destrozada en la mano y dos lagrimones como dos puños.

May se derrumba. La tía de M.J. la abraza. Kitty entrega la máscara a Mary Jane.

Todos lloran más que con la versión extendida de Sonrisas y Lágrimas.

Por primera vez en 133 números, no tenemos un “continuará”, sino un…

FIN –que, por cierto, venía tal cual en el original–.

Pero yo os recuerdo que nosotros no hemos llegado, ni mucho menos, al final. El jueves que viene, tendréis por aquí el resumen del cuarto número de Ultimátum. No me faltéis.

De no ser porque todos sabemos ya que Spider-man sigue balanceándose en su nueva colección ultimatizada, habría dicho que era la manera ideal de matar a un héroe.