Edición original: Marvel Comics – febrero – abril – 2011
Edición España: Panini Comics – febrero – 2012
Guión: Jason Aaron
Dibujo: Ron Garney
Entintado: Ron Garney
Color: Jason Keith, Jim Charalampidis
Portada: Ron Garney
Precio: 12 euros. Tomo de noventa y seis páginas de la línea “Marvel Graphics Novels”
El Capitán América, Thor y el Hombre de Hierro constituyen la santísima trinidad vengativa y ocupan un lugar equiparable al que en la Liga de la Justicia ocupan Superman, Batman y la Mujer Maravilla. Sea en la Tierra 616 o sea en el terruño ultimatero, el supersoldado, el dios nórdico y el magnate de la tecnología constituyen la columna vertebral de los Vengadores / Ultimates. Así las cosas, si en el ya-no-tan-novedoso nuevo universo marveliano ha habido espacio para series limitadas dedicadas a Iron Man y a Thor, es el turno ahora para el hombre del atuendo abanderado, reuniéndose para ello a un equipo cuando menos interesante: Jason Aaron, guionista de notable predicamento en la casa de las ideas y Ron Garney, dibujante de una etapa del Capi original que muchos consideran mítica. Durante cuatro números, uno y otro profundizarán en un personaje que, por obra y gracia del trabajo de Mark Millar al frente de los Ultimates, ha resultado ser una versión bastante más desagradable que el cabeza (sí) alada al que la parroquia estaba acostumbrada.
La historia del personaje es, grosso modo, idéntica en origen a la del original: el debilucho Steve Rogers se somete a un proceso que habría de convertirle en el primero y a la postre único de una nueva casta de supersoldados. Vestido con las barras y estrellas y entrenado para ser un ser “nasío pa matá”, se convertirá además en una invaluable herramienta propagandística. Una misión casi al final del conflicto en el teatro europeo lo condenó a una animación suspendida que, en el caso de la versión ultimatera, sería de seis décadas (frente a los quince o dieciséis años del original que, progresivamente, se han ido estirando cual chicle “Boomer” que se precie). Millar y Hitch nos presentaron a un supersoldado completamente desubicado en un mundo que había cambiado de forma vertiginosa y que hacía que sus esquemas mentales, que ya en origen tiraban a tradicionales, resultaran aún más conservadores (que no anacrónicos porque, no nos engañemos, en Yanquilandia hay espacio para la carcundia más fosilífera a día de hoy). Este Capitán se convierte rápidamente en el líder de campo de un equipo necesitado de disciplina porque se aferra a lo único que le queda y que parece tener sentido en ese loco mundo hipertecnificado al que, cual moderno Rip Van Winkle, se ha visto arrojado: su oficio de soldado. El guionista escocés aprovecha el tremendo desfase de Rogers para presentar un conjunto de situaciones en las que el militar está como pez fuera del agua: su deseo de relacionarse con los apolillados veteranos de la Segunda Guerra Mundial, su incapacidad para comprender el concepto de mujer liberada, su tendencia a llevar hasta el último extremo el ideal de la bandera y el pastel de manzana, todo ello sazonado de la versión más conservadora del mismo.
Aaron toma todo el trabajo de Millar y, un poco como hizo éste en Ultimate Vengadores, decide poner a prueba las convicciones del Capitán, enfrentándole al mayor trauma de la historia reciente de los Estados Unidos de América: la guerra de Vietnam. Don Jason, que como reseña Julián Clemente en la introducción de la edición española tiene por motivos familiares un profundo interés por ese episodio del pasado yanqui, se plantea cómo afrontaría un veterano de la lucha contra el Eje el papel de su país y de sus fuerzas armadas en un conflicto bélico tan sucio y despiadado como el que azotó Indochina. Para ello, nada mejor que usar un truco bastante viejo y bastante repetido en las aventuras del Capi original: enfrentarle a otro icono nacional(ista) estadounidense. La añagaza, empleada por Steve Englehart para justificar los sonrojantes tebeos “macarthistas” de los cincuenta (indicando que los protagonizaba otro Capitán América surgido en esa década) fue repetida por Mark Gruenwald (creando a un abanderado tirando a “reaganista” en la figura de John Walker, el Usagente) y más recientemente por Dan Jurgens (que creó al olvidable Protocida) sin contar al Capitán América afroamericano de Robert Morales. El oponente elegido por don Jason no es otro que Frank Simpson, que los lectores de Born Again recordarán como el sicótico Nuke, el reflejo distorsionado del abanderado que crearan hace ya un buen puñado de años Frank Miller y David Mazzuchelli. Como el original, este supersoldado es el resultado de los infructuosos proyectos de recuperación / reinvención del programa de potenciación que dio origen a Steve Rogers, pero en tanto que aquél era enviado a fastidiar a los adversarios ochenteros de la administración Reagan (como la Nicaragua sandinista) éste es, como dice Carol Danvers, el Capitán América de Vietnam.
La miniserie presenta el conflicto entre los dos abanderados y sus respectivas experiencias vitales. Así, Rogers mantiene una confianza monolítica en su misión, construida sobre la lucha contra uno de los regímenes más siniestros y despreciables de la historia de la humanidad. Por su parte, Simpson se chifló –o eso dicen- cansado de una guerra cada vez más sucia que, a la postre, su país acabaría perdiendo. Cuarenta años más tarde, aparece echando una mano a los integrantes del llamado “eje del mal”. El Capitán América se topará, primero sin saberlo y luego en una misión de caza y captura a un adversario que tuvo que ocupar su lugar en un conflicto para el que no estaba preparado. Aaron presenta la enésima revisión de una experiencia bélica que ha formado parte de la conciencia colectiva estadounidense durante varias décadas, traducida en novelas, películas, videojuegos y, por supuesto, tebeos. Los dos abanderados vienen a ser dos modelos de soldado. El primero, condenado quizá a un conflicto sin fin, por no haber asistido al final de la guerra para la que fue concebido y por no haber presenciado las consecuencias de la misma; el segundo, evocador de la figura de John Rambo, la máquina de matar que no puede encontrar la paz por las atrocidades cometidas y a la que repele la posibilidad de volver a ser empleado como una mera máquina de matar. Simpson está tan loco como de costumbre, pero el Capitán acaba resultando un personaje profundamente repelente por la cartera de valores morales que parece tener pegada al corazón y que parece vinculada a los ideales más rancios, intransigentes y, por qué no, fanáticos del país americano. El guionista juega con la idea de que el teórico héroe no resulte serlo tanto (cosa no demasiado difícil porque las versiones “ultimateras” de los Vengadores fueron diseñadas para resultar bastante más desagradables de los originales) y el hipotético villano, pese a su falta de tuercas y tornillos en su sitio, pone el dedo en la llaga acerca de los valores que Estados Unidos predica y lo poco que los practica. El final resulta en ciertos pasajes un tanto inverosímil, aunque el guionista se las arregle para poner al protagonista en un brete filosófico del cual saldrá empleando de forma un tanto cazurra.
El dibujo de Ron Garney está bastante bien, aunque no esté en su nivel más alto. La ambientación que realiza de los distintos escenarios es correcta, sobre todo la correspondiente a las selvas camboyanas. Su Capitán América de aquí es el gemelo del que dibujara según guiones de Mark Waid, pero tiene la habilidad de que su expresión sea más hosca, más dura y, consecuentemente, menos afable.
Este tomo queda recomendado para quienes quieran tener todo lo que hacen los Ultimates en solitario, para quienes deseen recuperar el espíritu de las películas ambientadas en Vietnam (aunque siendo realistas, esto está más cerca de los Desaparecido en combate del pensador y filósofo Carlos Ray Norris que de Platoon). Lo que vuelve a ser una inexplicable estocada para los bolsillos es este formato en base al cual cada capítulo cuesta la nada desdeñable cantidad de tres euros. Un curioso contraste con la reciente noticia que supone la resurrección del formato “recopilatorio a tres” para la línea Ultimate.
Bastante de acuerdo en todo, Luis Javier. A mí la hostoria me gustó bastante cuando la leí, y el dibujo de Garney es notable. Sin embargo, la caracterización del Capitán me parece exagerada en ciertos momentos. Creo que (no me puedo creer lo que voy a decir) Millar fue bastante más hábil que Aaron en ese sentido. Las motivaciones del Capitán en la serie de Millar eran más creíbles, más moderadas dentro del conservadurismo del personaje. Y sobre todo, eché en falta esa impresión de imbatibilidad que transmitía el Capitán, pese a no ser un «peso pesado» que me pareció de los mejores aciertos de Millar en Ultimates y que creo que va como anillo al dedo al personaje.
Muy de acuerdo también. Scalped es la hostia, pero los cómic pijameros de Aaron todavía están un nivel por debajo de un tipo como Millar, que se las sabe todas en el género
A mi me gusto!!Pero creo que el capi se pasaba de «fachuzo»,no??Un pelin pasado de vueltas….
Ron Garney es al Captain America, lo que Norm Breyfogle es a Batman. Hay dibujantes cuyo estilo de dibujo cae como anillo al dedo a un personaje, ese es el caso de Ron Garney con el Captain America… Pero eso de la mascara sin las alitas, que polemica friki desata.
Las deberian de haber estilizado mas, incluso darles una utilidad como antenas de su dispositivo de intercomunicacion, pero jamas quitarlas del diseño de la mascara.
En fin Jason Aaron y Ron Garney solo siguieron la linea trazada por Mark Millar y Brian Hitch, el tiempo ha tratado bien la version ultimate del Captain America. Pero con el tiempo quizas todo ese universo se vaya diluyendo y que en la congeladora como el universo 2099.
-Lo mejor:
Un Capitan America que no esté pillado por años de continuidad, con una caracterización más realista a lo que seria un hombre de los años 40 atrapado en la actualidad. Esto se puede apreciar en las relaciones que mantiene el abanderado con la gente con la que trata, las cuales suelen ser tensas, sobre todo con los Franceses XD.
La revisión de el encuentro con Duke y de la guerra del Vietnam, desde el particular punto de vista de cada uno de los contendientes. Impagables los «homenajes» a Apocalipsis Now.
El dibujo de Ron Garney, que se mantiene en lo que yo llamo «estilo realista» que define al Universo Ultimate.
-Lo peor:
Escenas forzadas en los enfrentamientos y resolución prematura de conflictos (los que hayan leído el tomo sabrán de lo que hablo),que personalmente opino, deberían haber sido más largos y desarrollados.
El precio del tomo, ya dicho en este artículo, tratándose de una historia complementaria.
Historia que recuerda un tanto al enfrentamiento del Capi contra cráneo Rojo.Parece ser que cuando Rogers se enfrenta a otro supersoldado, para todas las hostias con la cara, como Rocky Balboa y no con el escudo XD
A pesar de todo lo malo que digo, es un buen tomo y merece la pena comprarlo.
Un saludo.
Tiene mala pinta hasta el apellido del colorista.
¿Tanto tirón tiene Pacheco como para condicionar publicar esta obrilla en este formato?
¿Pacheco?
Me recomendais el tomo? Lo quiero pillar pero tengo un poco de miedo.
JOHN WAYNE v.s SILVESTER STALLONE!!
Jorgenexo se refiere a que como el el Thor Ultimate dibujado por Pacheco tuvo sufieciente «tirón» como para publicarse en formato Novela Gráfica, ahora se han visto «condicionados» a publicar este Capi Ultimate también el formato caro, para que queden bonitos y emparejados en la balda de la Billy.
Que va, tierra616, te agradece que le quieras enmendar la plana, pero Jorgenexo se ha hecho la picha un lío (porque se lo puede permitir, por cierto) entre este tomo y el del Thor Ultimate. Sorry.
Entiendo aún menos, entonces, que le hayan dado este formato a una historia dibujada por Ron Garney, por mucho Aaron que esté detrás de los guiones. Al Ultimate X con Arthur Adams aún pero ¿a esto? Ellos sabrán: la verdad es que no entiendo, en términos de marketing, la política de edición de formatos de más o menos lujo o precios elevados que lleva a cabo Panini. Pero si la viene haciendo entiendo que la estrategia le funciona…
Decepcionante, me quedo con el capi del universo marvel común, ya que este cojea de intransigente y como los carros del carrefour, tiende hacia un lado claramente, pa`la dcha!! La historia tampoco es nada del otro mundo.
Personalmente creo que se han pasado con el precio, pero estoy de acuerdo en que lo publiquen asi, ya que de un tiempo hacia aqui la mayoria de minis ultimate han salido en este formato (pero sigo diciendo que 12 pavetes por 4 numeros…)
A mí me cae mal el Capi Ultimate. Fué divertido en las dos primeras series de los Ultimates como bromita. Pero ya.
Exacto: es como Torrente. En cuanto te das cuenta de que la gente se lo toma en serio, puto.mal.rollo.
thanks for the insult Jorgenex.
Ron Garney btw
unless Im misunderstanding the translation lol if true then my apologies !
En otro formato más económico me lo hubiera pillado, en este formato y viendo que parece ser un buen cómic pero sin nada más, pues será otro de los muchos tebeos que tengo que dejar escapar…
me jode pero acabaré comprándolo
12 euros por 4 números? Va a ser que no.
A mi el capi ultimate no me parecía tan «fachuzo» en los Ultimates de Millar, si no más bien un intento de Millar de ver como reaccionaría una persona de los años cuarenta con formación militar en el año 2002 y no me pareció mal caracterizado en general, al final a Millar le pueden sus ganas de hacer el payasete y soltó lo de la A de Francia y la gente se queda con la gracieta, pero no creo que sea una parodia como lo es Torrente.
No me he expresado muy bien, pero yo se lo que digo 😛
No, si lo grave de personajes como el Ultimate Capi es que no sean una parodia, o una exageración con intencionalidad crítica. Desde la salida expresa del armario de Miller ya no leo a los personajes fachas de la misma manera…
Y Torrente, en este país, ha pasado de ser un personaje que parodiaba actitudes minoritarias, supuestamente ancladas en el pasado y en pretendido proceso de extinción (en El brazo tonto de la ley) a convertirse, en posteriores episodios de la «saga» no sólo en un claro reflejo de actitudes y comportamientos de plena vigencia, sino prácticamente en un modelo a seguir por buena parte de nuestra conciudadanía. Con la primera peli nos descojonábamos por lo salido de madre, por lo irreal que nos resultaba un personaje del que reconocíamos atributos; la peña ha ido masivamente a ver la cuarta porque reconoce en Torrente a su vecino, su padre, el policía de su barrio, incluso su alcalde. En última instancia, a sí mismo.
Los Torrentes son un claro reflejo de la involución que ha experimentado este país en poco más de una década: desde El brazo tonto de la ley (1998) hasta Lethal Crisis (2011) hemos pasado de descojonarnos DE ellos, a descojonarnos CON ellos, a que se descojonen DE NOSOTROS.
Nunca deja de sorprenderme como un personaje tan cuidado y complejo como el Capitán América que nos ofreció Mark Millar en sus Ultimates ha terminado convirtiéndose en un incomprendido no solo entre gran parte de los lectores que disfrutaron de la serie sino también (al parecer, que todavía no he leído esta miniserie de Aaron) por los guionistas. El hecho de que se le compare con Torrente, Harry Callahan o los idearios de Frank Miller es buena muestra de eso mismo y me hace preguntarme si algunos no supimos ver más allá de la «A de Francia» viéndonos nublados ante la sutil y cuidada evolución que le dió el guionista en el segundo volumen con el desmoronamiento de sus ideales.
Todavía recuerdo como cuando este se encontraba a mitad de su publicación discutía con un colega que afirmaba que si Millar hubiera desarrollado Civil War en la línea Ultimate como al parecer tenía pensado en un principio, el Capitán América de dicho universo habría llevado a cabo la caza de los superhéroes como «perro de presa» del gobierno de Bush que era. Mi opinión no podía ser más contraria y le respondí sosteniendo que si Civil War se hubiera desarrollado tras Ultimates 2, el Capitán América se hubiera enfrentado a su gobierno defendiendo las libertades de sus conciudadanos. Viendo como acabo la etapa Millar/Hitch (con el Capi renunciado a su gobierno tras ver como todo lo que creía no eran sino espejismos de una época pasada y ver a su su antítesis en Al Rahman, combatiéndolo no con determinación arrogancia sino con pena y resignación) no podría estar más seguro de que eso era lo que pretendía el guionista británico. Reducirlo a una exaltación de la extrema derecha es quedarse en la superficie y malinterpretar al personaje completamente.
completamente de acuerdo con daniel
Pues me lo compré, me lo he leído y no me arrepiento.
Lo mejor es como Aaron pone en duda el pensamiento de ultraderecha del Capi por medio de otro como el de Nuke, que es incluso más extremista, pero sacando a la luz por medio de este personaje algunas de las barbaridades que Estados Unidos hizo con algunas de sus decisiones políticas o militares. Es decir, Aaron se centra en retratar al Steve Rogers Ultimate como un hombre cegado por un patriotismo exaltado que viene de otra época pero que está vigente en algunas zonas de Norteamérica en la actualidad, en ningún momento lo enaltece, lo muestra tal y como es, un hombre que no entiende de grises, sólo de blanco y negro.
Un tomo interesante, con más poso del que parece, que no deja de ser una revisión pura y dura de Apocalipsis Now de Coppola y con un dibujo más que notable de Ron Garney.