Ultimate Daredevil & Elektra

 

Edición original: Marvel Comics – enero-marzo – 2003
Edición España: Comics Forum – diciembre 2003
Guión: Greg Rucka
Dibujo: Salvador Larroca
Entintado: Danni Miki
Color: Andrew Hou, Joy Ang, Arnold Tsang
Portada: Salvador Larroca
Precio: 12 euros (tomo en tapa dura de 96 páginas)

 

En el año 2003, el Universo Ultimate se había convertido en una alternativa consolidada para la captación de nuevas generaciones a las franquicias de la casa de las ideas. La sombra del fallido Nuevo Universo de Jim Shooter había sido definitivamente conjurada y poco a poco, los personajes principales de la Tierra 616 iban obteniendo sus versiones en esta tabula rasa donde las premisas esenciales y definitorias de cada cual podían emplearse para contar nuevas historias (o viejas historias desde un ángulo diferente). Daredevil hizo su aparición prontamente, en el año 2001, haciendo equipo con el trepamuros «ultimatero» y de la mano del guionista Brian Michael Bendis (que se encargaría de contar una larga y memorable etapa en las aventuras de Murdock) y del ilustrador Bill Sienkiewicz (que pasearía sus pinceles por el mundo del letrado justiciero en títulos como Elektra Asesina o Amor y guerra). Dos años después, el justiciero de la Cocina del Infierno daría el salto a la gran pantalla en una película que cuenta, aún hoy, con muchos detractores (y algún que otro defensor) por lo que la ocasión se pintaba un tanto calva para que la versión ultimada del caballero del pijama demoniaco tuviera su propia cabecera.

El primer detalle sobre el que hay que llamar la atención es el hecho de que la miniserie incorpora en su título la presencia de Elektra Natchios. La artista marcial y asesina creada por Frank Miller había protagonizado alguno de los arcos argumentales más memorables de la historia del cuernecitos, siendo elevada a la categoría de co-protagonista en la versión cinematográfica. Así pues, tendríamos una nueva versión de la trágica historia de amor entre Elektra y Matt.

El segundo detalle que hay que indicar es que, en justicia, el orden de los factores en el título debería invertirse, porque no estamos ante una historia de Daredevil en la que Elektra aparece como comparsa romántica; tampoco puede decirse que encontremos una historia con protagonismo dual. Se trata de un relato en el que se cuenta el origen de la joven experta en artes marciales, de cómo su camino se cruzó con el de un joven estudiante de Derecho que era ciego y de lo trágica que fue su separación.

A la vista de las indicaciones precedentes, hay que indicar como primera conclusión que estamos ante una versión ultimada de libro, en el que la premisa clásica publicada tiempo atrás en el universo marveliano principal era adaptada a un nuevo mundo en el que había espacio, tiempo y recorrido para hacer algo ligeramente distinto. En la historia original, Elektra era introducida en un ejercicio de retro-continuidad por un Frank Miller al que se le había dado carta blanca para una colección que no pasaba por buen momento. Un antiguo amor de Matt al que las circunstancias del asesinato de su progenitor habían colocado en el camino del negocio de la muerte. Una ejecutora a sueldo estaba en las antípodas del catálogo de principios de un abogado (aunque podríamos discutir qué tan consistentes son esos ideales cuando con nocturnidad y alevosía se usa un pijama para impartir justicia a base de puñetazos, pero esa es otra historia). Las coordenadas definitorias de la historia están ahí, y cuando algo no está roto no han motivo para arreglarlo. Los autores asumen claramente esta máxima y actúan en consecuencia.

La historia se ambienta en un pasado relativamente reciente, cuando Elektra Natchios ingresa en la Universidad. Aquí es la hija de un pequeño empresario de origen griego que lucha por sacar adelante su negocio de lavandería. Pronto, la joven entabla amistad con otras dos estudiantes de primer año, Phoebe McAllister y Melissa Beckerman. La primera será la compañera de piso de Elektra, en tanto que la segunda dará a pie al hilo argumental que hilvanará el relato principal. Beckerman sufre el acoso por parte de Calvin Langstrom, un niño de papá que se considera por encima de toda regla. Él y su pandilla de abrazafarolas, chupópteros, correveidiles, mustélidos y demás estómagos agradecidos tienen a bien pasarse de la raya con cualquier mujer, siendo la tímida Melissa una de sus víctimas. Cuando Elektra le pone en su sitio y le deja en ridículo delante de sus amigachos, Langstrom intentará desquitarse golpeando nuevamente en el que considera más débil de los eslabones de la cadena de amistad que han forjado las tres mujeres.

Entre tanto, Natchios tiene un flechazo al conocer a un joven que practica gimnasia en las instalaciones universitarias. La ayuda de Phoebe será fundamental para que Elektra pueda entablar contacto con Matt Murdock (que en esta versión sigue teniendo de leal escudero a Franklin “Foggy” Nelson). Al igual que su pretendiente, el estudiante de Derecho tiene notables conocimientos de artes marciales y, igualmente como ella, las emplea cuando considera oportuno. Sin embargo, hay un punto fundamental en el que disienten y a la larga, será el que determine su separación y la tragedia de su imposible historia de amor… como en todas las versiones que se han contado de la misma.

El responsable literario de la miniserie es el conocido Greg Rucka. Este caballero, con buena mano para los guiones protagonizados por personajes de naturaleza urbanita, se adapta perfectamente al argumento principal –la historia de amor y desamor de Elektra y Matt- haciendo los ajustes oportunos para que el relato se torne aún más realista. Ella no va a ser la rica hija de un embajador heleno, sino la descendiente de un trabajador; las artes marciales no serán el resultado de un entrenamiento otorgado por una misteriosa orden de reminiscencias orientales, sino una forma de que una niña que ha perdido a su madre pueda canalizar los sentimientos derivados de esa falta. En este punto, no me resisto a mencionar el detalle de que su mentora marcial fuera la Maestra Piedra, una versión femenina del lugarteniente del Stick de la Tierra 616. Los cambios de sexo (o de género) en el campo de los “remakes” no son ninguna novedad de los tiempos modernos, pudiendo considerarse este cambio como un antecedente de lo que actualmente se observa tanto en el séptimo como en el noveno artes.

La parte gráfica corrió a cargo del valenciano Salvador Larroca, que aquí abandonó las técnicas empleadas en X-Treme X-Men para dejar que sus lápices fueran recubiertos por los pinceles de Danni Miki. Los trazos del dibujante español no son ocultados sino realzados por un entintado simple pero efectivo, como también lo es la labor de coloreado del trío competente.

El resultado final fue una miniserie aceptable que por aquí convirtió Forum en novela gráfica a los pocos meses de su salida en los Estados Unidos.