Entre otros muchos cambios que insuflaron nueva vida a la Casa de las Ideas Bill Jemas como presidente y Joe Quesada ejerciendo de director editorial fueron los impulsores a principios de la pasa década de la línea Ultimate. Con la intención de atraer a nuevas generaciones de lectores que no tuvieran que cargar con el lastre que suponían décadas de continuidad adscrita a la vida editorial de los personajes más célebres de Marvel Comics este nuevo universo en viñetas dio una visión, adaptada a los tiempos modernos, de colecciones como Spider-Man, Los 4 Fantásticos, Los Vengadores (rebautizados «Ultimates» para la ocasión) con la que relataban aventuras de los mismos que partían prácticamente de cero para construir su propia mitología e idiosincrasia. Una de las colecciones, la segunda en comenzar a publicarse, fue Ultimate X-Men, escrita por el exitoso guionista escocés Mark Millar y dibujado por los hermanos Andy Kubert y Adam Kubert, convirtiéndose en todo un éxito de ventas. Después de casi diez años las cabezas pensantes de Marvel Comics se dieron cuenta de que el universo Ultimate comenzaba a perder frescura y entregarse a la redundancia, de modo que impulsaron un evento llamado Ultimatum, ideado por Jeph Loeb al guión y David Finch a los lápices, que de la manera más burda y reprobable posible hizo borrón y cuenta nueva eliminando a algunos de los superhéroes más importantes de dicho microcosmos, ensañándose especialmente con los mutantes de Charles Xavier que, en su mayoría, pasaron a mejor vida.
Aquella desfachatez que supuso Ultimatum (un caramelo envenenado por parte de Marvel Comics que Jeph Loeb tuvo los redaños de aceptar aún sabiendo que haría todavía más menoscabo en su, ya por aquel entonces maltrecha, reputación) finiquitó la existencia de Lobezno, Cíclope, Magneto, Charles Xavier, Emma Frost o Rondador Nocturno entre otros, de modo que después de esta criba la misión era construir un futuro inmediato para los homo superiors y qué mejor (o peor, según se mire) elección que darle esa misión al artífice de la hecatombe que casi los extingue de la faz de la tierra. Jeph Loeb volvió a coger las riendas con una miniserie de cinco entregas titulada Ultimate X que pondría los cimientos de la nueva colección mutante e intentaría arreglar el desaguisado al que había dado forma con su anterior incursión en el universo Ultimate. Para ayudarle sus jefes tomaron la inestimable decisión de poner como responsable del apartado artístico al gran Arthur Adams, uno de los mejores y menos prolíficos ilustradores del medio que por aquel entonces ya era un viejo conocido de los X-Men, aunque de su contrapartida original creada por Stan Lee y Jack Kirby en 1963 para la Tierra 616 de Marvel Comics.
Después de habernos encontrado la peor cara de Jeph Loeb en Ultimatum, la del profesional pobre, expeditivo, propenso a la grandilocuencia vacua y comercialoide en Ultimate X nos topamos con la otra, la que nos ha entregado grandes obras como El Largo Halloween, Victoria Oscura o Las Cuatro Estaciones y ya dentro de Marvel Comics la «serie de los colores» protagonizada por Spider-Man (Azul), Hulk (Gris), Daredevil (Amarillo) o el Capitán América (Blanco), en todas ellas haciendo tándem junto a su colaborador y amigo Tim Sale, cuyo trazo siempre engrandece su prosa, aunque la relación entre ambos siempre ha sido de reciprocidad. Tomando la clásica estructura de ir presentando en cada episodio a uno de los miembros de lo que será una nueva y poco ortodoxa encarnación de los X-Men Loeb recurre a su típica narración sustentada en cuadros de pensamiento con los que uno de los personajes de la historia va relatando los acontecimientos que en ella tienen lugar. Lo curioso es que en esta ocasión dichos narradores ejercen papeles secundarios, en ocasiones hasta anecdóticos, que en varias situaciones no son receptores directos de las acciones llevadas a cabo por los protagonistas, viéndose implicados en las mismas sólo de manera tangencial, pero tomando un cierto rol omnisciente a la hora de exponer los sucesos que desembocarán en la creación de la nueva Patrulla X del universo Ultimate.
Jimmy Hudson, Jean Grey, Derek Morgan y los hermanos Theodore «Teddy» Allan y Liz «Firestar» Allen, son presentados a lo largo de los primeros cuatro números, en el quinto los mismos tienen su primer encuentro con el grupo de villanos formado por Mística, Mercurio y Dientes de Sable entre otros. Todos estos episodios son abordados desde el guión y el dibujo, en el que pararemos más adelante, de manera distinta, como si cada uno de ellos perteneciera a un género concreto. El primero, centrado en el hijo de Lobezno, parece una historia de adolescentes con la inevitable dosis de nostalgia tan propia de Loeb; el segundo con Jean Grey (ahora Karen Grant), es un relato romántico con un final trágico; el tercero un policíaco con apuntes de terror; el cuarto, focalizado en los hijos de Mole (Blob), un homenaje al género estudiantil con un giro dramático relacionado con la tan tristemente en boga tenencia ilegal de armas en Estados Unidos y el quinto es la prematura culminación de la miniserie con el grupo ya confirmado y la revelación de un personaje que se movía entre las sombras con la intención de ayudar a construir a estos nuevo equipo mutante. El autor de Batman: Silencio insufla una personalidad diferente a cada número por medio del tono y la narración y por el camino va perfilando a sus personajes en primer plano mientras añade pequeñas subtramas en las que los miembros del grupo van interactuando los unos con los otros de manera sutil y elegante.
Jeph Loeb siempre ha tenido fama de adaptar su narrativa para que los dibujantes que colaboran con él, normalmente los que más venden del medio, puedan lucir sus lápices al máximo y eso es algo que hemos podido ver cuando ha trabajado con Jim Lee, Frank Cho, Ed McGuiness o Simone Bianchi. Ultimate X no es una excepción a esa regla y si tenemos en cuanta que al ilustrador al que el actual vicepresidente ejecutivo de Marvel Television pone esta vez en bandeja de plata el poder demostrar sus dotes como artista es Arthur Adams el apartado gráfico de la miniserie se convierte en su mayor virtud. Con un detallismo avasallador, un diseño de personajes sobresaliente, una narrativa fuera de lo común y una herencia estilística muy propia de finales de los 80 y principios de los 90 (hombres musculados de manera sobrehumana, mujeres estilizadas hasta lo anatómicamente improbable) y la deuda que siempre ha tenido con el manga el autor de Las Guerras Asgardianas ejecuta una labor tan superlativa en composición, secuenciación y resolución formal, abordando algunas splash pages soberbias y pasajes de acción brillantes, que nos hace lamentar que se haga tanto de rogar a la hora de regalarnos su arte más allá de algunas portadas alternativas y colaboraciones muy puntuales que no se extienden demasiado en el tiempo debido a su fama de lento con las entregas, la misma que hizo que esta colección que nos ocupa tardara más de un año en publicarse íntegramente debido a sus responsabilidades como padre. Visto el resultado afirmar que la espera mereció la pena es quedarse corto.
Podríamos decir que a pesar de ser una corta aventura que fue truncada antes de tiempo esta Ultimate X expió muchos de los pecados cometidos por Jeph Loeb en el evento Ultimatum demostrando que hay un excelente escritor en él aunque a veces se oculte bajo lugares comunes, decisiones rocambolescas o ideas pasadas de rosca, que descaracterizan y descontextualizan personajes, como las que puso en funcionamiento en colecciones como Hulk o esa Nuevos Ultimates, en la que intentando realizar la misma operación que en la obra nos ocupa, dar un reinicio a los Ultimate, el resultado no fue tan satisfactorio. Más allá de la labor de su guionista la miniserie que copa protagonismo en esta entrada posee el inestimable valor de ser el último trabajo de, más o menos, largo recorrido del que para un servidor, y muchos otros lectores, es uno de los mejores ilustradores del noveno arte de los últimos treinta años y cuya influencia ha dejado huella en el trazo de otros autores que vinieron después de él y se imbuyeron de su estilo como Nick Bradshaw, Joe Madureira o el ya mencionado Ed McGuiness. Si no contamos su, tampoco muy prolífica, labor dibujando covers para distintas series sólo en AvX: VS #6, de nuevo junto a Jeph Loeb, y All-New X-Men #25 hemos podido volver a ver historias ilustradas por uno de los mejores y más añorados artistas del cómic estadounidense que esperemos en un futuro vuelva a la primera línea de juego.
Muy buen texto Juan Luis, que me recuerda cuando estaba siguiendo el Universo Ultimate, ahora ya extinguido. Creo que esto lo he contado por aquí pero yo leí Ultimatum fuera de su contexto. Solo seguía Ultimate Spider-man de Bendis y ver aquel ejercicio de casquería barata me hizo retrotraerme a las series anteriores y al final me enganché. Soy la prueba viviente de que algo horrendo como Ultimatum puede llevar a algo bueno, querer saber de todo ese universo 😀 .
Mi memoria ya va cogiendo similaridades con la de Stan Lee y apenas recuerdo nada de esta historia, más allá de que instauraba al hijo de Lobezno como nuevo personaje a seguir. Eso sí, a Adams le había perdido la pista desde hacía años y verlo de nuevo supuso una indudable alegría. Voy a tener que echarle una relectura.
Saludos compañero!!!!