Cuando leemos El último recreo con guion de Carlos Trillo y los dibujos de Horacio Altuna, la primera sensación que nos invade es que esta obra pertenece a un género concreto no codificado pero que existe de manera subterránea. Un género en el que podríamos incluir obras tan diferentes y de distintos medios como Y, el último hombre, Stranger Things, The Walking Dead pero también otras más antiguas como Jeremiah, Ciudad, Hombre o El Eternauta.
En un mundo no muy lejano a 1982 una potencia desconocida lanza una bomba selectiva que aniquila a toda la población adulta. Solo sobreviven los niños que deambulan por las calles con la amenaza de una muerte inminente cuando se les manifieste del despertar sexual. El escenario resultante es un cuadro postapocalíptico estremecedor donde unas criaturas aterrorizadas intentan sobrevivir usando la fuerza, la inteligencia o cualquier recurso que les permita conseguir una posición de superioridad.
En un capítulo de la serie titulado El monstruo, tres de estos niños siguen jugando a pesar de la muerte que les rodea. Sin embargo, cuando el hambre aprieta recuerdan que no muy lejos de allí existe una mansión abandonada donde vivía una familia inmensamente rica, al entrar en el edificio son alertados por todo tipo de carteles que les avisan de que un monstruo custodia la casa. Con dos o tres sustos los niños abandonan despavoridos el lugar. En realidad, todo es un truco de otro chaval para quedarse en exclusiva con la propiedad. Un ardid que solo podía funcionar con otros niños… Porque éste es uno de los mayores aciertos de la serie. En todo momento los autores nos sitúan en el punto de vista de los infantes y vivimos con ellos los terrores y las esperanzas que provocan crear un nuevo mundo partiendo de la nada.
Esta serie empezó a publicarse de manera seriada en la revista mensual 1984 de
La pareja profesional formada por Carlos Trillo y Horacio Altuna ha aportado al cómic numerosas obras excelentes, pero ninguna tiene el calado y la vigencia de El último recreo. Tanto Charlie Moon como Las puertitas del señor López o Merdichesky son obras notables cada una en su género. El loco Chávez, tira publicada en el diario argentino
Por separado
Por su parte
El último recreo mantiene su vigencia por dos poderosas razones. La primera es sin duda que las historias imaginadas por Trillo siguen emocionando al lector. Son relatos universales que exploran los defectos del ser humano y subrayan sus virtudes. Lo niños actúan de representantes del género humano y a través de sus asustados y asombrados ojos podemos contemplar el esperpento cruel en que se ha convertido la sociedad que nos retratan los dos maestros argentinos.
El extraordinario arte de Altuna es la otra poderosa razón para disfrutar de este tebeo. El dibujante da un paso adelante en su manera de afrontar un relato. El autor de Hot L.A. está a punto de asumir su condición de artista completo y esto se va notando a medida que va progresando la serie. El recurso estético de concebir la página desde el negro se convierte en un elemento narrativo más, los globos de diálogo están perfectamente enlazados y dispuestos en la página de manera que potencia la fluidez de lectura, la descripción del entorno urbano en ruinas es espectacular y por encima de todo destaca la aproximación a los rostros desamparados de los críos. Sus ojos expresan toda la gama de temores y sufrimientos posibles en un alarde ternura que nos recuerda los mejores momentos del Paracuellos de
La edición de
El holocausto, la amenaza exterior sirve de excusa para describir los peligros reales que acechan nuestra civilización. Los zombis, los alienígenas, las bombas nucleares o selectivas – como es el caso de El último recreo – son un mero Macguffin que nos obliga a todos a situarnos delante de un espejo que no deforma, sino que simplemente nos enseña la auténtica faz de la sociedad que hemos creado y que estamos legando a los niños que nos sobrevivirán.
Guión - 8
Dibujo - 9
Interés - 8.5
8.5
Vigente
Por su impecable guion y por su maravilloso arte esta obra merecía una reedición como la que nos ofrece Astiberri.
Ya he tenido ocasión de disfrutar de esta nueva edición y coincido en todo lo que dices una obra que ha envejecido muy bien con un Altuna en estado de gracia.Ya puestos se podrían reeditar sus otras obras de la época.
Gracias por el análisis. «El Ultimo Recreo» es una pequeña maravilla. Deberíamos reconocer a Trillo como el grandísimo guionista que es, a la altura de otros que tienen mas nombre pero no tanto oficio como este hombre. Un ejemplo: Aun recuerdo con sorpresa y mucho cariño el uso del narrador en «Light and Bold» con Bernet o esa obra maestra que es «La gran Patraña». Aunque a mi con Altuna siempre le he tenido mucho cariño a «Las puertitas…» Me parece más original, surrealista y gamberra. Pero esto ya es cuestión del manías o el cariño hacia una obra u otra, no de la calidad de las obras que están fuera de toda duda. Si es de Trillo y Altuna, va a la colección sin dudar.