Dulce terror
«…no puedo sentir mis piernas… «
Un cesto lleno de cabezas es la primera publicación que ve la luz en nuestro país del sello Hill House Comics. La marca de terror del Black Label de DC Comics del que Joe Hill, autor de Locke and Key, es el máximo responsable, tanto como guionista de varias de las obras integradas en el sello como coordinador del mismo. El novelista, hijo del conocidísimo autor Stephen King, se ha labrado su propia carrera sin necesidad de explotar su apellido, siendo ahora cuando resuelve dedicarse más extensamente al mundo del cómic. Daphne Byrne, de Laura Marks y Kelley Jones, En lo profundo del bosque, de Carmen María Machado y Dani, Inmersión, de Joe Hill, Dan McDaid y Stuart Immonen son las obras de Hill House Comics ya anunciadas por ECC para este año. Sin olvidarnos de La familia de la casa de muñecas de M. R. Carey, Peter Gross y Vince Locke disponible en el, cada vez más próximo, mes de abril. Una línea dispuesta a aprovechar el talento de sus autores y otorgar grandes cómics de terror.
La historia comienza con una pareja de jóvenes enamorados reencontrándose. Él, un policía en prácticas que lleva todo el verano poniendo multas de tráfico. Ella, una estudiante universitaria de psicología descreída y sarcástica que ha viajado hacia Brody Island para finalizar el verano junto al chico. La trama transcurre en una isla, un típico pueblo rural americano, donde ya presentado el dúo protagonista, ocurre el detonante de toda la acción; unos exconvictos han escapado, causando preocupación en la población, siendo la policía la más despreocupada por el asunto. O quizás solo se muestren serenos con el objetivo de no alarmar a los ciudadanos de la tranquila localidad.
Todo personaje que aparece en escena tiene algo que esconder, siendo intrigantes pero poco atractivos (salvo su protagonista) lo que se traduce en un pasar de páginas entretenido pero no cautivador. El misterio presentado tampoco es especialmente sugerente, sin ser malo, no llega a interesar desesperadamente. Además el nivel de terror no es excesivo, dejándose llevar la trama por elementos comerciales y recurrentes sin que el esperado “susto” llegue nunca. Quizás, dada la línea de terror y el sello adulto donde se encuadra, alguien puede esperar una historia más intensa, representada de forma más cruda.
Un valor del libro es el inteligente uso que hace del humor negro, dando buenos momentos al lector en este sentido. El final también es apropiado y cierra bien todo lo expuesto, dejando una obra redonda uniendo principio y fin.
El tomo sigue una dinámica muy lineal en todos los capítulos. Habría que incurrir en spoilers para expresarlo más nítidamente, pero la evolución de la historia y la forma en la que es presentada es repetitiva y sigue al pie de la letra el esquema realizado en la primera interacción con los maleantes. Así, aunque el guion se esfuerza por girar la trama y regalar sorpresas al lector, en cierta forma lo consigue, la particular reiteración en la manera de mostrarlo minusvalora los aciertos del libro. La estructura del cómic también se vale de la casualidad como medio para avanzar la trama. Recurso ampliamente utilizado en multitud de trabajos de cualquier género, más si cabe en el de terror. Sin embargo, un poco menos de casualidad y más de causalidad no le hubiera venido mal al texto.
La obra no carece de guiños para los amantes del género, como pueden ser referencias a películas de terror, un chubasquero amarillo o la canción de Lizzy Borden versionada para la ocasión. Elementos que ayudan a ambientar el cómic y que dejan ver algunas de las filias del guionista.
Del dibujo se encarga Leomacs, ayudado por Ricardo La Bella en un número. Un estilo de dibujo que representa bien los sangrientos enfrentamientos causando el impacto necesario gracias a la buena narración de la que hace gala, pero que no se separa del humor del guion. Las expresiones rara vez son terroríficas, llegando incluso a ser caricaturescas algo que se deja notar y que ayuda muchísimo a que el cómic no de en ningún momento miedo. En cualquier caso el artista destila calidad. El color del reputado colorista Dave Stewart es muy bueno, ambientando las escenas de forma apropiada al guion y al dibujo, esto es, sin ser explícito ni resaltar el horror. Quizás un dibujante distinto hubiese incrementado la desazón y el pavor en el lector. En cualquier caso es notorio que el nivel de pánico entregado en este cómic es el deseado por sus autores. Indudablemente leemos el cómic que quieren que leamos. Por lo que, la posible decepción, venga dada más por las expectativas de cada uno con respecto al libro y menos por la obra en sí.
Un cesto lleno de cabezas es un relato con tintes de terror, pero que no otorga todo el esperable en la obra que abre un sello destinado a entregar este tipo de cómics. El tebeo es más bien un thriller de acción sin muchas más pretensiones que entretener, algo que consigue. Una historia amena sobre una chica llamada June, un pueblo y un hacha que satisface a quien no tuviera unas expectativas muy altas con el tomo y que da comienzo al sello Hill House Comics de manera correcta pero no excelsa. Queda por ver qué nos tiene preparado esta nueva línea, esperemos que sean cómics más personales y arriesgados que el que nos ocupa o, al menos, con algo más de alma por parte del autor.
Lo mejor
• El humor negro.
Lo peor
• El esquema de la historia es repetitivo.
• Para ser una historia de terror, no inquieta.
Guion - 6.5
Dibujo - 7.5
Interés - 7
7
Entretenido
Un cómic entretenido con un bajo nivel de terror, para lo que cabría esperar, que inicia la andadura en nuestro país del sello Hill House Comics.
A mi me decepcionó este cómic, no pasa de ser una cosa correcta y entretenida sin pretensiones, lo salva algún toque de humor pero no quedará para la historia.
Flojo muy flojo ya no pico más con este guionista, dibujo irregular y muy normalito.