Un oscuro cuento de sororidad y miedos.
«Sí, a la gente no nos gusta lo que es diferente. Nos vuelve desconfiados.»
Las trementinaires fueron unas mujeres curanderas que vivían en la zona del Valle de la Vansa y Tuixent situados en Lleida durante los siglos XIX y XX. Se desplazaban por las poblaciones más aisladas de los alrededores para vender diferentes remedios naturales con los que curar y cuidar a las gentes y animales de esas zonas en las que, en muchas ocasiones, no había ningún médico o veterinario disponibles. Unas figuras fascinantes y bastante desconocidas fuera de Cataluña que ahora Jaime Martin (Barcelona, 1966) saca de ese anonimato al convertir a una de ellas en una de las dos protagonistas de Un manto oscuro, su último cómic publicado por Norma a principios de este mes. Se trata de un trabajo del que nos adelantó algunas claves en esta entrevista y en el que nos ofrece una historia sobre la sororidad, los prejuicios, el miedo a lo desconocido y a la enfermedad que supone un cambio de registro radical tras tres obras (Las guerras silenciosas, Jamás tendré 20 años y Siempre tendremos 20 años) en las que buceaba en los recuerdos de los miembros de tres generaciones de su familia incluyendo los suyos propios para ofrecernos una completa radiografía de la realidad política, social y económica de la España de siglo XX y XXI.
En este nuevo cómic Jaime Martin deja de lado el hormigón de las ciudades para trasladarnos a un entorno natural. En concreto al Pirineo catalán de principios de s. XX donde nos sumergimos en la historia de Mara, una trementinaires anciana, que, cuando vuelve de uno de sus largos viajes para vender sus remedios, se encuentra con una mujer herida en medio del bosque que lleva a duras penas a su casa. Allí descubre que la desconocida está envuelta en un misterio y que no puede articular palabra, pero, pese a todo, entre ambas se produce una conexión muy fuerte. La llegada de Serena, que es como la bautiza Mara, se convierte en un elemento disruptivo en el pequeño y cerrado entorno de esa zona rural y aislada. Serena cambia por completo la tranquila vida de los habitantes del entorno provocando diferentes problemas con los hombres de la zona y haciendo que algunas de las mujeres se comiencen a cuestionar el destino al que parecían irremediablemente abocadas y piensen en buscar un futuro que sea de su elección, no el que les marquen, creando una relación entre ellas marcada por la sororidad y la lucha contra la masculinidad más tóxica.
Estamos ante un cuento oscuro que se mueve entre el drama rural y el thriller con elementos propios de las historias de terror e incluso de las románticas. Una historia compleja y llena de otras más pequeñas que nos permiten conocer como era la vida en esos entornos aislados del Pirineo y pone en valor la labor que realizaban las trementinaires. Un manto oscuro está protagonizado de forma casi absoluta por mujeres, tanto por Mara y Serena como por el resto de las que vivían en la comunidad, que en ese ámbito rural tan asilado de las instituciones que ejercían el poder tenían mucha más importancia que en las ciudades. Unas mujeres que están representadas de una forma totalmente realista y a las que no se les suele dar voz convertidas en unas figuras constantemente invisibilizadas. Ellas nos dejan ver la forma en la que las mujeres de esa época tenían que luchar contra unas sociedades muy machistas e ignorantes que veían con recelo todo lo que se saliera de la ortodoxia marcada por la estricta y limitada moral católica.
Jaime Martin construye una historia en la que además de la trama de misterio asociada a Serena va introduciendo otros temas de diferentes formas. Unos nos los presente de una forma abierta y otros se van colando de manera más sutil. Entre los primeros hay que mencionar el papel de las trementinaires como personas imprescindibles para cuidar de las personas que habitaban en la zona. Algo que las llevaba a convertirse en unas figuras que se enfrentaban al sistema luchando en contra de las convenciones sociales y a instituciones como la Iglesia que siempre han buscado someter bajo su yugo a cualquiera que pusiera en peligro las bases sobre las que se sostiene su poder. Pese a ser unas mujeres que vivían en una enorme precariedad practicando una economía de subsistencia, pero representaban una amenaza ya que eran absolutamente libres para disponer de su propio dinero y tomar las decisiones que creían convenientes. Sin embargo, pese a esos recelos que despertaban, cuando la enfermedad hacia acto de presencia, se convertían en unas figuras necesarias para la supervivencia. Una supervivencia que ellas no tenían garantizadas, ya que, al igual que le sucede a Mara por esa falta de recursos algo que se multiplicaba con la edad. Tampoco tenían garantizada la pervivencia de sus remedios y labor, puesto que como se refleja muy bien en la obra vemos como la inmigración a las ciudades se estaba convirtiendo en una constante por las mejores condiciones económicas y laborales que ofrecían. Un reflejo de la lucha que se estaba produciendo entre lo moderno y lo antiguo que tiene un fiel reflejo en la soflama que vemos del cura sobre las escuelas laicas que empezaban a surgir en las ciudades. Un discurso que no surge de la imaginación del autor barcelonés si no que esta extraído de los textos de Félix Sardá y Salvany, un cura de la época que refleja la visión integrista de la iglesia católica de la época. Pero lejos de mostramos una visión maniquea de la esa época también se citan las terribles condiciones laborales con niños muy pequeños trabajando en las fábricas. De esta forma la obra nos retrata de la manera más objetiva la realidad del momento.
Otro de los elementos que forma parte de la historia de una manera clara es el miedo que siempre despiertan en las sociedades la presencia de alguien diferente. En este caso es Serena, pero Mara también lo ha sufrido durante toda su vida. Un elemento de crítica social que es una de las constantes habituales de los trabajos del autor barcelonés que nunca busca hacer simplemente una historia de género, aunque sepa manejar muy bien los resortes necesarios para hacer una historia de misterio y miedo como vemos en esta obra. Esa sensación de miedo también la encontramos en Un oscuro manto cuando la epidemia de rabia hace acto de presencia desatando una paranoia por toda la zona que saca lo peor de la gente. Una subtrama que resulta imposible de desligar de los momentos que vivimos todos durante la pandemia de Covid viendo en esta obra situaciones que nos resultan enormemente familiares como ese miedo a que cualquier cosa nos pudiera contagiar la enfermedad y, sobre todo, la forma tan cruel en la que se trató a alguno sanitarios en determinadas zonas tratando de lograr que se fueran a vivir a otros lugares de forma bastante violenta y cruel ante el temor a que fueran las causas del contagio. Pero esa crítica social también está presente en la forma en la que nos refleja la realidad de esos pueblos del Pirineo en el que en función de la altitud de la montaña en la que se vivía se iban precarizando la vida.
Además de esos paralelismos que se dan entre la rabia y el Covid, la obra también aborda otras cuestiones ligadas con los cuidados como la eutanasia apoyándose en la relación que trementinaires tenían con la vida, pero también con la muerte. Algo que permite que la obra aborde otros temas de esa forma sutil que mencionábamos con anterioridad. Lo hace a través de Serena, un personaje fascinante que sirve como motor de la historia y está envuelta en doble misterio. Por un lado, debemos resolver la incógnita sobre el crimen por el que se la busca, pero a lo largo de las páginas de Un oscuro manto Jaime Martin nos va dejando pistas que nos pueden hacer pensar que estamos ante una figura de carácter más sobrenatural relacionada, tal vez, con una personificación de una muerte dulce, en contraposición con otra figura que representa la muerte más terrible. Un misterio que está más sugerido que mostrado dejando que seamos los lectores quienes decidamos si queremos explorar todas esas pistas o quedarnos con la historia más realista y terrenal. Un juego que dota a lo obra de unas interpretaciones mutantes y ricas que hacen que en una segunda lectura veamos diferentes signos que antes nos habían pasado desapercibidos y que pueden modificar nuestra forma de entenderla.
Como es habitual en todos los trabajos de Jaime Martin estamos ante una obra narrada con una claridad exquisita gracias a una composición de página deudora de los grandes clásicos que tanto gusta en el mercado francobelga. Pero entre esa clasicidad se cuelan páginas tan brillantes como la que vemos debajo de este párrafo en la que se intercala con maestría el pasado de Mara con una escena de cotidianidad que sirve para marcar el ritmo y contraponer el presente con el pasado. Nos volvemos a encontrar con su estilo marcadamente realista, con un ligerísimo toque caricaturesco que dota a sus personajes de gran expresividad que refleja también la precariedad de sus vidas y el sufrimiento provocado por la enfermedad. Sin duda, lo que más destaca de la parte gráfica es el uso del color que deja de lado los tomos ocres y grises de las ciudades de sus anteriores obras para trasladarnos a la naturaleza de los Pirineos. Sin embargo, en lugar de encontrarnos con unos tonos que reflejen a la perfección esa exuberancia nos encontramos con muchos tomos en azul oscuro para las escenas nocturnas y unos llamativos tomos morados y magentas que sirven para constatar el ocaso del día y reflejar la presencia constante de la muerte. Un uso narrativo del color que potencia los mensajes que quiere transmitir el guion multiplicando esas interpretaciones misteriosas y dejándonos de paso algunas imágenes terroríficas.
Como es habitual en los trabajos para el mercado francobelga de Jaime Martin la publicación en España corre a cargo de Norma Editorial que realiza una edición tanto en castellano como en catalán con un resultado de alta calidad con un papel de calidad y una gran impresión. Como extras el tomo incorpora un interesantísimo prólogo de Layla Martínez junto con varias ilustraciones promocionales.
En Un oscuro manto Jaime Martin recupera la olvidada historia de las trementinaires en una oscura obra que mezcla elementos de diferentes géneros para ofreceros una historia absorbente llena de misterios y una crítica social que establece interesantes paralelismos con la situación actual. Una nueva joya con la firma de uno de nuestros autores más interesantes.
Lo mejor
• La sororidad entre las protagonistas.
• Poner en valor y dar a conocer unas figuras tan interesantes como las trementinaires.
• El color, en especial, su uso con fines narrativos.
Lo peor
• No es una obra que resulte tan cercana como las anteriores, así que tal vez no conecte tanto con los lectores.