Hace unos años, casi no me creía que fueran a poner un Salón del Cómic cerca de mi casa, al ladito de donde me tomo el café y el pintxo de tortilla a diario (cuando puedo, claro). Aunque fuera un Salón pequeñito, comparado con las vaca sagrada que es el de Barcelona. Once ediciones después –con sus once magníficos carteles-, el Salón del Cómic de Getxo se ha consolidado como una de las citas norteñas más interesantes para el noveno arte, con la visita de autores de referencia -en especial autóctonos, un punto a destacar- , con nutrida presencia de libreros y editoriales, y gracias a Crom un público animado y heterogéneo. Situado en un punto central de la localidad costera de Getxo, a unos 10 kilómetros al norte de Bilbao, la gran carpa atrae tanto a aficionados como a curiosos. La novedad de este año ha sido que por primera vez comic y manga se dividen y cuentan con fechas separadas (el segundo se celebrará los días 1 y 2 de diciembre).
En cuanto al primero, que cerró las puertas el domingo noche, ha atraído una cifra de público similar a la del año anterior, unos 23.000 visitantes, aún con un 25% menos de stands (se ha pasado de 80 a 60). La famosa crisis (la nuestra, no la de las Tierras Infinitas) habrá sin duda afectado a las ventas, pero queda por ver el efecto que tendrán los dos días extras del Salón del Manga. Es posible que el aumento del precio de la entrada (de 1 euro a 1,5 euros, si no me equivoco), haya podido incidir sobre ambos indicadores. Los pasillos han estado un poco más despejados que otras veces –lo que los visitantes agradecemos-, pero daba la impresión de que sí ha habido intercambios pecuniarios del tipo “mis hojas de papel con viñetas por tus billetes”. Menos disfraces, dado que suelen ser los aficionados al manga los que destaquen en éste aspecto; apenas avisté una joven Wonder Woman, un Capitán América librero y otro bebé. El viernes por la mañana, los stands se afanaban en colocar sus materiales. “Cuando lleguen los frikis de verdad…”, le decía un librero a otro con mirada tipo se-acerca-el-invierno, que venía a significar algo así como “por mucho que ordenes, te lo van a descolocar todo”.
Eddie Campbell y tres Premios Nacionales del Cómic
El plan de autores, al igual que en 2011, se ha centrado casi exclusivamente en lo nacional. La única excepción ha sido Eddie Campbell (en la foto a la derecha), que venía a presentar Mi libro sobre el dinero, y a quien podía verse firmando muy compuesto y repeinado, observando el papel con flema británica. La presencia de Premios Nacionales del Comic se elevaba hasta tres con Alfonso Zapico (2012, bajo estas líneas), Santiago Valenzuela (2011) y Max (2007). Un triunvirato de titanes de la historieta, al igual que en la anterior edición del Salón, en la que en lugar de Zapico estaba Paco Roca.
Dublinés , de Zapico, sobre la vida del escritor irlandés James Joyce, fue una de las estrellas del Salón, junto con Ardalen de Miguelanxo Prado, otro de los autores presentes. Zapico nos obsequió con una bonita dedicatoria. “¿Es de verdad o estaba ya impreso?”, me preguntaba un amigo al verla (está bajo estas líneas). El aficionado que nos precedió se llevó también un bonito regalo dibujado: Joyce mirando la torre de Sandycove, en las afueras de Dublín, donde vivió. Como anecdotario, comentar que me pareció que el dibujo que Zapico hace de sí mismo en La Ruta Joyce –en el que describe sus viajes por Dublín, París, Trieste y Zúrich para documentarse sobre el escritor- se ajustaba más, curiosamente, a David López, que estaba sentado firmando a un par de sillas de distancia. Ambas son dos de las obras que mejor sabor de boca me han dejado en el último año, quizás en parte por que Dublín fue mi ciudad durante un par de años (por cierto, para quienes busquéis allí una tienda de cómics, como hizo Alfonso sin éxito, probad el Forbidden Planet a la orilla del Liffey, recién cruzado el O’Connell Bridge hacia el sur -lado opuesto de la estatua de O’Connell- unos 50 metros hacia la derecha)
El plantel de autores presentes lo completaron Javier Pulido, Hernán Migoya, Javier de Isusi, Manuel Bartual, Teresa Valero, Mauro Entrialgo, Albert Monteys y Juan Díaz-Faes, entre otros.
Expos y revistas
En el apartado de expos, reconozco que este año apenas les hice caso, pero al menos visualmente llamaban bastante la atención. Si no me falla la memoria, estaban dedicadas a Ardalen, de Miguelanxo Prado, a la resurrección de Hazañas Bélicas por parte de Glenat centrada en la Guerra Civil, a Santiago Valenzuela y a los 25 años del TMEO. De nuevo, el arte salió a la calle con las páginas del fanzine El Balanzín, de la Asociación Profesional de Ilustradores de Euskadi (APIE), situada en ex exterior de la carpa del Salón; la muestra de La Caja Negra, de Raquel Alzate, en el emblemático Puente Colgante que conecta, vía transbordador, las márgenes derecha e izquierda de la Ría, en su desembocadura; Old dibuix eta nuevos, de Iñaket, en el bar Jai Alai, y Reliquias, de Koldo Azpitarte y Ángel Unzueta, en el Café Glass.
El Salón no descuida tampoco a los fanzines y revistas. Los amiguetes de Rumble! aprovecharon el evento para estrenar su décimosegundo número y su página web; bajo la batuta de José Carlos Torre, va creciendo y aglutinando más talento cada vez. El mismo José Carlos –a quien sigo desde hace muchísimos años- cierra un ciclo en éste número con la última aventura de su hulkesko Pablo el Campesino, que combina mitología vasca y Guerra Civil. Su trazo se ha hecho más detallado y fino historieta a historieta y se nota. Mención especial a la nueva entrega de Max Power (de Luciano Sarafino e Infame & Co.) y a la fantástica portada de Sarima. Joder, y a la historia de samuráis que abre el número, obra de Alai Zubimendi, en euskera.
Cómic entre amigos
Para los que vivimos aquí y llevamos la viñeta en la sangre, el Salón es una grata oportunidad de encontrarnos con amigos y conocidos con los que habitualmente no hablamos de comics. Para todos, una ocasión donde descubrir nuevos tebeos y autores, rebuscar en los cajones de las ofertas y conseguir unas cuantas firmas y dibujos de los invitados. La verdad, tras muchos años fuera de Getxo, y de España, disfruto mucho este Salón cotidiano integrado en la ciudad. Aunque mi cartera sufra. Las caras conocidas pertenecen también a los libreros y editoriales que año tras año pasan por Getxo, como la gente de Astiberri y su librería Joker, Yahvé de Zinco Comics, Manu de Plaza Nueva Comics… El No-Premio al librero más salao fue para el de Bazar Ocio, que se pasó los tres días despachando con su traje de Capitán América y aceptó posar alegremente. Espero que el público haya transmitido cariño y valorado el trabajo de los autores, y que estos hayan podido hacer una visita al cercano Irrintzi, la mejor barra de pintxos de Vizcaya.
¿Qué me llevo? Bueno, un poster con la portada de la muerte de Gwen Stacy, un par de camisetas frikis, Freaks of the Heartland de Steve Niles, El Héroe de David Rubin, Éxito para perdedores de David Cantolla y Juan Díaz-Faes, y el libro dedicado a la serie de HBO Juego de Tronos. Me he quedado con ganas de hacerme con los dos tomos con todo Hellboy –ya caerán-, y con unas cuantas cosillas que he encontrado rebuscando (como el Batman vs. Drácula). También me hubiera gustado que la segunda parte de El Héroe hubiese estado ya a la venta, para comprarlos juntitos. In Rubin we trust.
Podéis ver el álbum completo de fotos aquí. Nos vemos en el Salón del Manga el sábado que viene. Después de un pintxo de tortilla y un café (con leche), claro.
De los sótanos de muchos coleccionistas a los que les llega la crisis.
muy guapo el poster con la portada de la muerte de gwen stacy; te envidio la adquisición.
Sí, yo también flipé un poco con tanto material antiguo y no-tan-antiguo, pero este año preferí no rebuscar mucho y centrarme en novedades y comic español, que ya tengo demasiado de supers por releer. Vaya, Jorgenexo, no sabía que fuéramos paisanos! Y el poster es la leche, sí, fue amor a primera vista. Había otro con la portada aquella del Capi saliendo desde un periódico que también me tentaba, y uno de Iron Man con viñetas…