“Me dejaron solo. No quedo ni un perro de mi lado”.
Hay obras que se convierten en el reflejo exacto de una situación, de una época, de un país… y
En la serie no se explican episodios concretos que sucedieron en aquella época, tampoco se señalan los culpables del clima de terror y de represión que vivían los argentinos. En parte porque en aquella época nadie tenía aún la visión global del horror que se abatía sobre aquella nación y, además, porque no se conocían las circunstancias concretas de la inhumana represión política y social que destrozó tantas vidas. Pero en Un tal Daneri los autores nos sugieren las sombras de aquellos crímenes, nos insinúan las formas de los peores monstruos, nos apuntan algunos de los mecanismos de la represión y nos esbozan los temores o las cobardías de casi todos.
La acción transcurre en el barrio de Mataderos, que se convierte en el auténtico protagonista de la serie, es un paisaje desolado donde el protagonista ejerce de clandestino e improvisado detective. La obra se centra en los sórdidos encargos, de dudosa legalidad y moralidad, que el tal Daneri recibe de gentes diversas que habitan los suburbios de Buenos Aires. La fatalidad, el destino y, más concretamente, el mal fario o la malaventura son el motor de las tramas que llenan cada relato de un pesimismo cargado de malos presagios, de unas tragedias ínfimas pero desoladoras.
El nombre de Daneri proviene de Carlos Argentino Daneri, un personaje del cuento El Aleph de Jorge Luis Borges. Y Daneri es, también, el acrónimo de Dante Alighieri… aunque en el fondo el tal Daneri ya no necesita bajar a los Infiernos; vive inmerso en ellos. Daneri soporta un martirio interior del que desconocemos casi todos los detalles pero que está presente en cada uno de sus actos, en cada una de sus reflexiones, en todas sus miradas y en cada uno de sus bufidos. El protagonista muestra cierto parecido con el artista; su rostro torturado, lleno de arrugas, marcado por una vida intensa se asemeja al de propio Breccia en su etapa madura.
El dibujante de Mort Cinder solo se permite unas leves referencias formales al pasado más clásico del género negro, en forma de cigarrillos perpetuamente pegados a los labios del protagonista y con una omnipresente gabardina que lo define y que lo protege como una armadura de cualquier atisbo de humanidad que se pueda encontrar por el camino.
Si las historias están plagadas de sugerencias, de sobreentendidos, de negras premoniciones… el arte de Alberto Breccia es mucho más explícito.
El gran maestro argentino del blanco y negro divide, en este caso, cada página en tres tiras de dos o tres viñetas cada una. A menudo también usa la viñeta panorámica con la que ocupa toda la tira. Breccia nos propone un ritmo narrativo lento, sostenido que, a pesar de disponer de poco espacio en cada relato, se recrea en atmósferas densas y se detiene en algunas situaciones dramáticas para enfatizar un aspecto del conflicto de una manera más intensa, más dolorosa. Para ello se olvida del recorrido, llena la trama de elipsis y de cortes bruscos que buscan lo esencial por encima de lo circunstancial, de lo superfluo.
Su ambientación es aterradora, sorprendente y magistral. Es una auténtica proeza, un compendio de la mejor técnica del dibujo en blanco y negro. Alberto Breccia describe el barrio arrabalero de Mataderos usando todo tipo de recursos gráficos como el collage, la monocopia o el rasgado a cuchilla. Sus calles están mal adoquinadas, sucias, llenas de barro. Los muros de las casas destrozados, las paredes derruidas o, en el mejor de los casos, desconchadas. Nadie pasea por estas lúgubres avenidas ni por esas tristes callejuelas donde los coches o los camiones están abandonados por doquier. Y sin embargo, el culmen del expresionismo lo encontramos en los cielos; en las poderosas nubes descritas con trazos violentos de pincel seco, en las noches sin estrellas de un negro profundo y amenazador, en los confusos collages de carteles y neones llenos de sarcasmo.
El dibujo de Breccia se recrea tanto en los castigados rostros de los personajes como en los paisajes desolados del arrabal, retratados todos como un cosmos derruido, lleno de tristeza, casi sin esperanza. El genio de Montevideo nos muestra con sus acabados un terror mucho más preciso que cualquier invasión alienígena dispuesta a conquistar Buenos Aires, mucho más real que cualquier ser informe surgido de la torturada imaginación de un escritor oriundo de Providence.
Un tal Daneri es una serie de ocho relatos, de cuatro a ocho páginas de extensión, que se editó entre 1974 y 1978 en diversas revistas y publicaciones. En concreto, los episodios siguieron este orden de aparición:
– Cara marcada (octubre de 1974). Revista Mengano #05. Argentina. 6 páginas.
– El grima (abril de 1975). Revista Sancho #01. Argentina. 4 páginas.
– El monstruo (julio de 1975). Revista Sancho #02. Argentina. 4 páginas.
– Nélida (diciembre de 1977). Revista Troya #04. España. 4 páginas.
– El Bagre (enero de 1978). Breccia Negro. Argentina. 5 páginas.
– El duelo (enero de 1978). Breccia Negro. Argentina. 5 páginas.
– Ojo por ojo (enero de 1978). Breccia Negro. Argentina. 7 páginas.
– Ojos dorados (enero de 1978). Breccia Negro. Argentina. 8 páginas.
Un tal Daneri fue la primera colaboración entre el maestro de dibujantes Alberto Breccia (1919-1993) y el gran guionista Carlos Trillo (1943-2011) que se acabará convirtiendo en su segundo escritor de cabecera y con el que realizará posteriormente: Nadie (1977), la magnífica serie Viajero de gris (1978-80), El Buscavidas (1981) y sobre todo la adaptación del cuento de Horacio Quiroga titulado La Gallina Degollada (1978) donde, con tan sólo nueve sobrecogedoras páginas, construyen otra de las cimas del comic mundial.
Esta serie se inscribe en la etapa central de la carrera de Alberto Breccia. Es, junto a Mort Cinder (1962-1964) y Los mitos de Chtulhu (1973), parte de su mejor legado. Comparte con El Eternauta y la adaptación de los cuentos de Poe, Quiroga o Dusnay su excelencia gráfica pero cuenta con un recorrido más armónico y equilibrado. Y con Viajero de gris (1978-1980) se iguala en brillo argumental y artístico, aunque las aventuras de Daneri son mucho más viscerales y algo menos filosóficas que las de Cornelius Dark.
La edición de ECC es mucho más que correcta, es excelente. El álbum tiene el tamaño adecuado, es en tapa dura, cuenta con un papel mate de gran calidad y la impresión es perfecta, mejorando con creces la de Doedytores, realizada en Argentina en 2003. Incluye, además, un breve pero interesante prólogo de Álvaro Pons y un cuaderno de bocetos del maestro argentino realmente interesante. El precio está bastante ajustado.
La serie negra adquirió su madurez cuando los autores de diferentes países fueron abandonando los viejos clichés de estética norteamericana y se adaptaron a las necesidades y a las características de su entorno y de su cultura. Con esta evolución, el género fue perdiendo ciertos componentes formales, absolutamente superfluos, y recuperó sus características más importantes; la contemporaneidad y la crítica social. El género negro fue adquiriendo así un carácter universal de vehículo que sirve para realizar una crónica exacta de su época y que denuncia las arbitrariedades y los abusos propios de sociedades injustas y desiguales.
Un tal Daneri – junto a Evaristo de Carlos Sampayo y Francisco Solano López – encabeza esta toma de conciencia autóctona del cómic negro argentino. Además, plasma de manera gráfica los más oscuros presagios que se estaban gestando en el seno de la sociedad argentina y estalla como una de las cumbres gráficas más intensas y dolorosas del cómic mundial.
Estamos ante una de las cimas del cómic negro que podemos disfrutar por primera vez en una excelente edición concebida y realizada en este país. Sería un crimen que la dejasen escapar. Un pecado atroz…
Salut!
Guion - 9
Dibujo - 10
Interés - 10
9.7
Presagios
Una obra hermosa y terrible que nos ofrece el arte de Alberto Breccia en su mejor momento
Gracias hermosa reseña. Como a muchos argentinos de mi generación, que nos vimos invadidos por el comic americano o Asterix, las grandes joyas nacionales (salvo Patoruzu, Mafalda, Nippur, El Eternauta y alguna cosa más) nos quedaron un poco tapadas, las conocen más por allá que acá. A Trillo lo teniamos como el gran guionista «de la última hoja del diario» y a Breccia como un genio lejano. Lo se por hablar con otros de treinta y largos, de pibe te podiamos recitar el listado de Zinco o Forum, pero joyas como Cthulu o los Metabarones (de la ida de Gimenez, que fue de las primerisimas bajas del covid, no se enteró nadie…) las descubrimos de grande. A UnTal
Daneri la tengo pendiente hace años, a leer se ha dicho!
Gracias a tí, Dr Kadok por leernos.
Un tal Daneri pasó muy desapercibida en Argentina y también en Europa, solo tuvo algo de repercusión cuando Doedytores sacó el álbum de recopilación en 2003. Sé que hay otra edición más reciente en Italia y ahora esta hermosa edición de ECC.
Carlos Trillo si que tuvo más repercusión en Europa, con sus «Puertitas», Custer, El último recreo, Clara de noche… e incluso Cybersix.
Sobre Juan Giménez, aquí en España la prensa local se hizo bastante eco y nosotros -no podía ser menos- le dedicamos una necrológica y un intenso podcast que puedes encontrar en nuestro archivo.
Te animo a seguir con la obra de Breccia; Los mitos de Cthulhu, Viajero de gris, Mort Cinder, Sherlock Time, El buscavidas, Informe sobre ciegos o Perramus. También los cuentos de Poe que sacará pronto Astiberri. Son joyas del cómic mundial.
Salut!
Que dibujo más inquietante el de Breccia. Habrá que hacerse con él.
Gracias por reseñarlo.
Gracias por reseñar estas joyas de la historieta argentina. Me siento muy orgulloso de que las grandes obras de mi país se sigan editando en todo el mundo y sean descubiertas por las nuevas generaciones