Edición original: Futuropolis – 2015
Edición España: Norma Editorial – 2017
Guión: Christian Lax
Dibujo: Christian Lax
Entintado: Christian Lax
Color: Christian Lax
Portada: Christian Lax
Precio: 26 euros (novela gráfica en tapa dura de 208 páginas)
La aparición de la primera parte de las aventuras del ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha dio paso, muy prontamente, a continuaciones ajenas a la voluntad de su creador, Miguel de Cervantes y Saavedra. En 1614 un autor, bajo el pseudónimo de Alonso Fernández de Avellaneda, decidió que el andante caballero corriera nuevas aventuras, antes de que el autor original lanzara la continuación oficial (en la que lanzaba alguna que otra pulla a la versión apócrifa). El hecho de que Cervantes narrara el fallecimiento de un Alonso Quijano que repudiaba los libros de caballería y había recuperado su cordura, no impidió ni ha impedido que, en los siglos posteriores, el caballero de la triste figura corriera aventuras por todo el mundo, acompañado por su fiel escudero Sancho Panza. La obra cumbre del manco de Lepanto ha servido de inspiración para todo tipo de versiones, adaptaciones y continuaciones, dando con ello testimonio de su importancia y vigencia. Una de las más recientes ha venido de la mano del veterano autor francés Christian Lax.
Lax presenta una historia en la que se entrelazan la historia del pasado y la del presente. A través del relato de las desventuras del protagonista, analiza las miserias de la potencia hegemónica de nuestro tiempo. Antes de ir a la guerra en Asia, Cervantes era una persona que no terminaba de encajar en su entorno. Como su tocayo, vivirá un tiempo en cautiverio y, como este, tendrá problemas con la justicia a su retorno. Sus intentos para integrarse en el seno de una sociedad que no termina de verle con buenos ojos, se malograrán cuando su sentido de la justicia –cada vez más influido por el espíritu cervantino- le impulse a rebelarse contra lo que considera maligno. Como su héroe, empezará a tener visiones en las que evocará tanto al escritor como a otro jinete justiciero solitario, más próximo a la cultura estadounidense. Como don Quijote, sus intentos de equilibrar la balanza terminarán mal para él. En un momento determinado, encontrará en la figura de un inmigrante ilegal peruano a su particular Sancho Panza; este temporal compañero de fatigas intentará infructuosamente poner coto a las crecientes locuras de su imprevisible compañero. Cada pequeña victoria, cada momento de alegría, se verá perversamente recompensado por un alto coste.
El autor presenta una historia en la que algunos de los capítulos más memorables de las aventuras de don Quijote se combinan con pasajes de la vida de Miguel de Cervantes y Saavedra. Así como el escritor vivió en los tiempos en los que en el Imperio Español aún no se había puesto el sol, su homónimo norteamericano vive en un país que intenta mantenerse como única súper-potencia en un mundo globalizado. Lax dibuja un obvio paralelismo entre el pasado y el presente, al señalar que ciertos males permanecen, aunque puedan cambiar de aspecto. La inquisición del pasado se troca en la dictadura de lo políticamente correcto. Ayer, ciertos libros eran condenados a la hoguera; hoy, son retirados de las bibliotecas públicas porque pueden resultar ofensivos para las mentes biempensantes. Ahora como entonces, allí como aquí, hay todo tipo de injusticias a las que la mayor parte de la sociedad decide no tomar en consideración. El sueño americano y la icónica imagen del salvaje oeste –tan realista en su versión cinematográfica como las batallas medievales en los libros de caballerías- tienen una parte desagradable y fea, en la que los amerindios languidecen en sus reservas y ciertos servicios están solo al alcance de quien pueda pagarlos.
Un tal Cervantes es una nueva demostración del valor cultural universal del Quijote, así como una oportuna reflexión sobre algunos de los males que aquejan a la sociedad contemporánea, a través del viaje interior y exterior de un hombre que intentó primero hacer lo que se le exigía y luego decidió rebelarse en nombre de un concepto romántico y, desde luego, quijotesco de justicia.
La obra en la página de la editorial (con páginas de muestra)