No es raro en Japón encontrar obras autobiográficas en las que los protagonistas, en lugar de ser una representación fiel de la realidad, aparecen bajo un álter ego que distancia al creador de la obra del contenido de la misma. Es como un terreno muy conocido el hecho de encontrar novelas que son supuestamente ficticias pero que claramente invocan la vida del autor: ni el autor ni el lector tratan de disimularlo aunque se el primero se refugie bajo una máscara. Tal vez es una estrategia ante el peligro de hablar de la vida de otros o, lo más peligroso de todo, hablar de uno mismo y ser sincero al mismo tiempo. Obras como Indigno de ser humano (Sajalín, 2010), novela de
Cansado de trabajar de recadero en una fábrica de textiles en Kioto, decide aventurarse a vivir en Tokio. Gracias a un amigo del instituto conoce al maestro Shiro Kondo, para el que comienza a trabajar de ayudante de mangaka y consigue, poco a poco, introducirse en el mundo del manga. Estamos a finales de los 6, y la influencia hippie, o americana en general, está más que presente en esta obra y en la cultura japonesa urbana. La vida social de Hamaguchi se reduce a un muy pequeño círculo de amistades, pero poco a poco se va ampliando hasta que aparecen gran variedad de personajes: el maestro Kondo, su editora y sus ayudantes son sobre los que girará su relación con el manga y la industria; por otro lado, conocerá a una chica de la que poco a poco se enamorará y que le dará fuerzas para continuar dibujando. Metido en ese ambiente de dibujo y competitividad conocerá a aficionados al folk americano en un pub del que se irá haciendo asiduo, dibujantes de éxito y promesas frustradas que nunca llegan a despegar. Se muestra, en un principio, un ambiente de dibujo (el estudio del maestro) como un lugar de trabajo y creación, pero también como una cárcel que te atrapa, condenando a la rutina y envidia al ayudante sin talento suficiente como para crear su propia obra.
Pero la obra de Taniguchi, al contrario que otras autobiografías de dibujante como Una vida errante, que centra toda su actividad alrededor del mundo del manga, o la magnífica e imprescindible Autobiografía (2012, Astiberri)) de
Esto es interesante en cuanto a que supone una nueva aproximación más distante y casual a la creación manga, pero también un impedimento si lo que queremos es profundizar en un tema en concreto: si la relación amorosa o el mundo del manga, ya sea real o ficticio. La obra, al intentar abrazar ambos temas, ni alcanza a Una vida errante o a la Autobiografía de Shigeru Mizuki en cotas de ambición narrativa e intensidad: estas son mucho más directas, más sinceras e incluso cuando Tatsumi se camufla bajo un álter ego (Katsumi) expone mucho mejor al ser humano en cuanto a ser imperfecto, para lo que ayuda la caricatura que realizan los propios autores de sí mismo mediante el uso del efecto máscara que crea un distanciamiento crítico (con la historia y consigo mismos), ni alcanza a El almanaque de su padre o Barrio Lejano en cuanto a creación de atmósfera, de fuerte carga de sentimiento, contradicciones de carácter, arrepentimiento o nostalgia. Un zoo en invierno se queda a medio camino entre las dos variantes, pero sigue estando repleta de sentimiento: la pérdida de la inocencia y del desconcierto que uno se encuentra en determinadas etapas de su vida y qué cosas hacen que esto, al final, pueda merecer la pena: el manga, el amor y el esfuerzo que quieras dedicarle a ello.
Narrativa - 8
Historia - 7
Interés - 8
7.7
Un zoo en invierno es una obra repleta de sentimiento, de la pérdida de la inocencia y del desconcierto que uno se encuentra en determinadas etapas de su vida y qué cosas hacen que esto, al final, pueda merecer la pena: el manga, el amor y el esfuerzo que quieras dedicarle a ello.
Muy buen artículo! La verdad no me llamó en su momento la obra, pero la forma en que la ha descrito me obliga a darle un vistazo. También le agradezco la mención del libro de Osamu Dazai, me ha picado enormemente la curiosidad por este autor. Saludos y muchas gracias!
Muchas gracias. A Taniguchi, aunque a veces flojee, hay que darle siempre una oportunidad, sobre todo a esta. Y Osamu Dazai es uno de los autores japoneses más importantes del siglo pasado. Merece la pena echarle un ojo y espero que lo disfrutes!
Luego de leer de tu reseña, creo que haré mucho más que disfrutarlo, porque pinta genial. Muchas gracias!
Totalmente de acuerdo, una gran obra que refleja los primeros años e inicios en el manga. Siempre con su estilo inconfundible y su toque humano, Taniguchi es digno de darle un vistazo a sus obras