Una posibilidad es la recopilación de dos obras: Una posibilidad entre mil (2009, Editorial Sins entido) y La máquina de Efren (2012, Editorial Sins entido) que crearon el matrimonio formado por Cristina Durán y Miguel Á. Guiner Bou. No haría hincapié en su relación si no fuese porque es básica para entender el alcance de ambas historias en la que nos cuentan en primera persona sus dos paternidades, la de sus dos pequeñas: Laia y Selam. Cada volumen está dedicado a una de sus hijas y como esta llegó a su vidas pero la transición entre uno y otro es tan natural que si no os contase este detalle probablemente pensaréis que se trata de una única obra. Quizás por ese motivo, y tras su paso a la editorial Astiberri han optado por recopilar ambas historias en un único y precioso volumen en formato cartoné.
Si nos quedamos en que se trata de una obra sobre la paternidad de dos autores apenas estaremos rascando la superficie de lo que nos cuentan, y es que por desgracia no son pocas las adversidades contra las que han tenido que luchar, su primera hija, Laia, aunque no hubo ningún síntoma durante el embarazo que pudiese anticipar los problemas lo cierto es que su hija nació con parálisis cerebral infantil. La grandeza de esta historia es que desde el primer momento consiguen meterte en su vida, en sus problemas, en la tristeza al ver las dificultades con a las que tendrá que hacer frente Laia en sus primeras horas de vida, había una posibilidad entre mil de que saliese bien y porque los tres se lo merecían quiso el destino que así fuese y nos lo pudiesen contar. Es imposible no empatizar con Cristina y Miguel Ángel, y sentir las penas y las alegrías que transmiten sus vivencias, si que es cierto que que el impacto dependerá en buena medida de la situación del lector o más bien del hecho de que este sea padre o no, y me explico. Aunque consiguen transmitir infinitas sensaciones es cierto que cuando uno es padre es más fácil ponerse en la piel de Cristina y Miguel Ángel, entender el impacto de recibir aquella primera noticia, lo duro que tuvo que resultar esas horas de visita esperando noticias médicas, y luego lo complicado que tuvo que ser ese día a día y ver como esa personita que se ha convertido en uno de los pilares más fuertes de tu vida sufre una enfermedad que sabes le acompañará siempre, y al momento ves la felicidad en sus ojos en esa escena que sólo uns padres serían capaz de crear y todo se ilumina.
Ni que decir tiene que Una posibilidad entre mil es toda una montaña rusa emocional para el lector, y a buen seguro que lo fue en su día para los protagonistas de esta historia, tan sólo nos queda darles las gracias por permitirnos entrar en su vida y conocer tan íntimos detalles.
La segunda parte de esta historia es La máquina de Efren, y es que ellos siempre habían tenido claro, incluso antes del nacimiento de Laia, que querían que su segundo hijo fuese mediante una adopción, así que una vez han conseguido estabilizar su vida, y encontrar una buena escuela para Laia deciden dar ese importante paso, en su caso lo tenían claro, sería en Etiopía, uno de los países más pobres del mundo y que a su vez garantizar una mayor transparencia en el proceso de adopción. Inician de esta forma un delicioso relato que lleva al lector a conocer la idiosincrasia de unos trámites interminables y excesivamente costosos. Esta segunda parte del volumen por razones obvias carece de la intensidad y la tensión de la primera, y es que estamos ante una situación muy diferente, con todo sí que tiene algunos momentos divertidos que sirven para acercarnos un poco al día al día de un país como Etiopía y más concretamente en el proceso de una adopción internacional. Me atrevería a decir que el lector quedará encantado con esa segunda parte también, pero en mi caso me toca vivir la lectura de otra forma y ponerme un tanto crítico pues como ellos mi mujer y yo también optamos por la adopción internacional, y en buena medida es como lo cuentan, un proceso interminable de más de un año desde que tomas la decisión y te inscribes para obtener un certificado de idoneidad, en ese transcurso varias reuniones y entrevistas, en grupo, pareja o individual, incluso visita de la residencia, pasan los meses y entonces a partir de toda la información que han recabado te dan dicho informe con el que poder optar a una adopción, ni que decir tiene que la obtención de este certificado tiene un coste por encima de los mil euros, en algunas comunidades está subvencionado, en cataluña no es así y toca pagarlo pues es la única forma de poder optar a la adopción. Tampoco se explica, quizás porque no sea el lugar para ello, que son pocos los países en el mundo en los que se puede llevar a cabo una adopción internacional, sudamerica te lo desaconsejan desde el servei catalá d’adopció, China es una opción a muchos años vista y unas cifras que asustan, en Rusia los importes son similares, no son tantos años de espera pero hay otros factores a nivel de salud que preocupan y mucho, quedan países como Etiopía o Bulgaria, no muchos más y con parones y arranques en el proceso que te llegan a desesperar. En nuestro caso, optamos por Marruecos, por proximidad, por ser un proceso de menos meses de espera y porque había una probabilidad muy alta de que el niño asignado fuese muy pequeño. Tuvimos suerte con nuestro pequeño, tan sólo tenía cinco semanas de vida cuando me lo pusieron en brazos, y pudimos vivir muchas experiencias positivas hasta que conseguimos un año y medio después traerlo a España con nosotros, nos costó medio centenar de viajes a Marruecos, luchar contra dos sentencias negativas, una obtención de residencia, muchas reuniones con el consulado e incluso asistir a una audiencia con el rey de España en la embajada en Rabat para que nos ayudase con nuestro problema, al final todo salió bien y hoy tanto el como nosotros somos muy felices pero estos detalles, quizás porque Cristina y Miguel Ángel no se encontraron con estos problemas durante su adopción no quedan reflejado en un proceso que psicológicamente y hasta que por fin te ves con él pasando la aduana española no respiras tranquilo, lo que viene después, y si explican Cristina y Miguel Ángel también es cierto, llegas a España y todo son dificultades para obtener algo tan simple como una tarjeta sanitaria.
Dicho esto, tiene mucho mérito lo que Cristina y Miguel Ángel consiguen con su relato, no es fácil abrirse a temas tan personales como la paternidad y más cuando han tenido que luchar contra tantas adversidades para ello, juntos consiguen crear una historia, su historia, que se lee y disfruta de un tirón siendo imposible no emocionarse con muchos de eso momentos tristes y felices que salpican la obra, como la vida misma.
Guión - 8
Dibujo - 8
Interés - 8
8
Emotivo
Una posibilidad es la historia de las dos paternidades de Cristina Duran y Miguel Ángel Giner, intensas, emotivas y no exentas de dificultades.
Una posibilidad entre mil es una obra maravillosa, casi mágica, que me emocióno profundamente en su momento (incluso hasta llegar al llanto) y aunque La máquina de Efrén ya no supuso el shock de la primera parte, también me pareció una lectura igualmente disfrutable.
Por otro lado, enhorabuena por tu paternidad (y gracias por compartir tu experiencia) y también por la reseña.
Gran reseña Raúl.