Una reflexión para Año Nuevo

Aun a día de hoy no deja de ser sorprendente cómo internet ha cambiado el mundo. Si hace diez años me hubieran dicho que mi aprecio sería mayor hacia personas a las que apenas he podido ver en alguna que otra foto –mis compañeros en Zona– o que nunca llegaré a ver –vosotros, lectores– que hacia la mayor parte de la gente que me rodea, habría soltado una carcajada no exenta de cinismo. Y sin embargo hoy no puedo sino maravillarme de una relación, tanto con ellos como con vosotros, que quizás sea más fuerte que las propias amistades personales, salvando esos amigos del alma que pueden contarse con los dedos de una mano.

A poco que uno reflexione se dará cuenta de que aquellos que llama amigos, o conocidos, son generalmente personas a las que conocemos por una coincidencia azarosa; la vida nos las impone. Colegio, instituto, universidad, trabajo… incluso aquellos con los que hayamos trabado relación en una parada de autobús. No los escogimos, simplemente nuestra vida seguía un curso y la suya, por un breve lapso de tiempo, siguió la misma dirección. Otra decisión, una elección distinta que nos hubiera llevado a través de otro sendero, los habría apartado de nuestra existencia.

Y sin embargo, aquí no. Cuando otras amistades no son escogidas (o sí), cuando muchas son superficiales (o no), cuando estamos hartos de acudir a fiestas a las que no tenemos ganas de ir o de aguantar por convencionalismo a tipos que no nos aportan nada, internet es distinto. Es electivo, es volitivo, es personal. Podemos decir que aquí sí elegimos… no es el azar el que nos une, sino unos intereses (primero los cómics, después la vida) que confluyen y nos acercan a todos. No estamos obligados a hablar. No estamos obligados a conversar. Ni a dar las gracias, ni a opinar. Y sin embargo lo hacemos, y sólo tenemos que leer un artículo o un comentario para entender el porqué.

Hoy, quiero deciros que estoy orgulloso de que algunos me llaméis compañero, de que leáis mis artículos o de que los aborrezcáis. También de que algunos puedan sentir que soy digno del apelativo «amigo». Hoy, más que nunca, ¡Feliz Año Nuevo!