Vuelve la mejor ciencia-ficción.
«Asombro cósmico a precios populares.»
Hace diez años que apareció en la plataforma de cómic digital Panel Syndicante la primera entrega de ¡Universo!, la serie de ciencia-ficción en la que Albert Monteys (Barcelona, 1971) nos demostró que era mucho más que un historietista capaz de hacernos reír a carcajadas con sus historias cortas de Tato o Para ti que eres joven para revistas como El Jueves y Orgullo y Satisfacción. No era la primera vez que había abordado el género, ya que también había sido el responsable de joyas como Calavera Lunar (Astiberri) o Carlitos Fax (Astiberri), pero se trataba de historias en las que primaba sobre todo el humor. Algo que no sucedía con las primeras historias de ¡Universo! en las que, aunque también estaba presente el humor, no era el componente principal como sucede en grandes clásicos del género como las obras de Lem o Sturgeon. Al igual que sucede en sus libros, Monteys aborda temas más propios de la ciencia-ficción más clásica como los viajes temporales, la convivencia entre robots y humanos, el primer contacto con razas alienígenas o los peligros de la experimentación sin control. Siempre desde un punto de vista muy crítico y que nos remiten a problemas de la actualidad, pero sin perder de vista el humor. Gracias a esas historias, el autor de El show de Albert Monteys (Astiberri) fue nominado a los premios Eisner en 2017 como mejor cómic digital. En 2018 Astiberri recopilo las cinco primeras en un volumen que fue galardonado con el premio a la mejor obra de autor español en Comic Barcelona 2019. Lo que parecía garantizar la continuidad de la serie, pero tras publican una entrega más en digital la serie se quedó en un hiato que nos hizo temer por su continuidad. Sin embargo, hace unos pocos meses apareció una nueva entrega y se anunció la publicación de un nuevo volumen por parte de Astiberri que contenía la sexta y séptima entregas y una octava que acaba de aparecer en digital hace unos pocos días.
En las historias contenidas en este tomo nos volvemos a encontrar con todo lo bueno de las primeras entregas, si bien no hay ninguna que brille al nivel de esa joya que fue La Cristina del mañana. La primera entrega está compuesta por historias cortas que tienen una duración que fluctúa entre la viñeta única y las seis páginas. En ellas el dibujante de Matadero Cinco demuestra que todos los años que estuvo creando historias en esos formatos le han convertido en un autor que sabe manejar como pocos las distancias cortas. Son unas historias marcadas por el humor, el despliegue de imaginación para mostrarnos situaciones divertidas y originales y la crítica social desde la distancia que le da tratarse de tramas que se desarrollan cientos de años en el futuro. A diferencia de lo que suele suceder habitualmente con los relatos cortos no abusa del golpe de efecto final, aunque también los hay. Tampoco trata de que sean supertranscendentes, combinado con mucho acierto algunas que son de puro humor con otras mucho más serias y reflexivas. Entre todas las que podemos leer destacan El hombre en el espejo, Perdidas en Titán, Amor o Formas de vida insólitas del universo conocido -que nos recuerda a nuestro admirado Jean-Claude Mézières y su enorme capacidad para imagina los seres increíbles en Valerian y Laureline-, pero casi todas tienen algo que o bien nos permite esbozar como mínimo una sonrisa o ampliar el imaginario del mundo que está creando Monteys. Una labor de demiurgo que está llevando a cabo poco a poco, con guiños a las historias anteriores y que nos presentan un mundo de estética retro-futurista, pero con una personalidad propia.
Como hemos podido ver en la primera entrega, en las historias contenidas en este segundo volumen de ¡Universo! nos encontramos con un Monteys con muchas ganas de ofrecernos unas lecturas diferentes que experimenten con el medio dejando un poco de lado el espíritu más clásico de las primeras historias. No sabemos si es por el bloqueo creativo que ha experimentado entre la sexta y séptima entrega, pero el resultado es muy notable como podemos ver en Explicando historias en la perdida de Kepler-36. De nuevo estamos ante una historia larga con aroma a ciencia-ficción clásica que nos vuelve a mostrar los intentos de la humanidad de explorar el futuro en esas naves espaciales que desbordan amor por los diseños de Kirby que conocimos en Lo que sabemos de Taurus-77. De alguna forma se puede considerar como una pseudo continuación ya que aborda el tema de la conquista espacial que ya trataba esa historia previa, pero según vamos metiéndonos en ella descubrimos una trama que nos habla sobre la manipulación a la población proporcionándole una información sesgada y manipulada para conseguir unos fines particulares, algo que está de más actualidad que nunca, aunque con una premisa inicial sorprendente e inesperada.
La historia que cierra el tomo surge como un ejercicio de Monteys para probarse a sí mismo que era capaz de hacer una historia muda. Un reto que supera con nota gracias a una historia que nos trae de nuevo las sucias prácticas con sus trabajadores del infame mr. Worthan, el empresario que conocimos en el primer tomo que es el perfecto ejemplo de todo lo malo que trae consigo el capitalismo más ultraliberal. En esta historia la narrativa del dibujante de Solid State brilla con luz propia mostrándonos una trama que fluye a las mil maravillas. Además, nos vuelve a probar su capacidad para dibujar casi cualquier cosa que se proponga con escenas de acción y otras más sosegadas, junto con unos diseños tan brillantes como las gamas de color empleadas. Pero ese uso del color no es únicamente descriptivo, ya que también juega un papel vital en la narrativa. Todo ello aprovechando al máximo algunas de las posibilidades narrativas que nos ofrece el formato apaisado como concebir una historia que se lee de forma totalmente horizontal. Unas características que llaman más la atención en esta historia, pero que están presentes en todo el tomo.
Este volumen de ¡Universo! confirma todo lo bueno que pudimos degustar en el primero. En sus páginas nos encontramos con Albert Monteys que va dando sobradas muestras de su talento como dibujante y su enorme capacidad para crear historias que ironizan sobre el futuro resonando en nuestra percepción de los problemas del presente y perduran en la memoria durante mucho tiempo.
Lo mejor
• El torrente de ideas y conceptos de la primera entrega recopilada en el tomo.
• Las ganas de experimentar y ofrecer unas historias novedosas que vemos en los dos siguientes.
• Monteys sigue demostrando que es uno de los mejores dibujantes del mundo capaz de dibujar cualquier cosa.
Lo peor
• Aunque las historias son de una calidad incuestionable, ninguna es tan buena como La Cristina del mañana.