Las Historias Jamás Contadas de El Corintio
«Un sueño. Eres un sueño que camina por el mundo despierto. Fascinante»
Neil Gaiman gozó de un respeto inusitado en DC. Quizás fue a causa de su simpatía, de su facilidad para negociar con la editorial o a causa del miedo de esta a perder la colaboración de un gran guionista como le ocurrió con Moore, pero DC se ha mostrado sorprendentemente respetuosa, fiel y leal con el escritor de American Gods a la hora de tratar con su legado y las continuaciones de su obra maestra, Sandman.
DC no ha ampliado el universo de Morfeo ni una coma sin el permiso del guionista (o al menos eso dicen ambos). Como contrapartida su obra magna ha gozado de menos tergiversaciones y revisiones que otras joyas de la editorial.
Han pasado los años hasta que Gaiman y DC se pusieron de acuerdo en ampliar el universo Sandman, con equipos creativos y temas aprobados por el guionista. El resultado ha salido regulero.
Cómics de calidad (algunos) pero fríos e impersonales, sin el toque punk y pseudoamateur de la colección original, sin alma. El mundo de los sueños perfectamente dibujado, precioso, sí. Pero eran unas páginas más. Empty calories.
La cosa no tiraba y había que cambiar el rumbo. Un universo gigantesco y casi virgen iba a morir de inanidad, en un rincón. Un juguete caro y espectacular criando polvo porque nadie lo sabía hacer funcionar.
En un ejercicio de all-in DC ha decidido probar con un guionista muy influenciado por Gaiman, un autor con gusto por el terror en el cómic. Un terror de cómic, no bastardeado, ni buscando imitar el metastásico medio audiovisual. Un autor de éxito y con una capacidad de producción asombrosa, James Tynion IV.
El Corintio, la pesadilla más carismática del cómic, más genuinamente americana, el sueño oculto de todo psicópata, la musa de los asesinos en serie, protagonizó una saga al inicio de Sandman, con el momento culminante de la convención de asesinos en serie…
Tynion rastrea las referencias de esos números, una especie de “Historias jamás contadas de El Corintio”. Bucea en los vacíos del guion de Gaiman, pone luz en las elipsis y desarrolla esta miniserie de seis números que devuelve el universo de Sandman a la grandeza.
Esta colección se mueve en dos líneas. La historia de Flynn, una estudiante de Bellas Artes con sueños recurrentes sobre un tipo con bocas en las cuencas oculares y la historia de El Corintio, un tipo con bocas en las cuencas oculares.
Tynion le da pasado y trasfondo al personaje. Si la pesadilla más letal debe cargar sobre sus hombros una miniserie (y hay otra a la vista) debe tener una base algo más sólida que el simple impulso de la maldad.
En la historia de Flynn vemos como la estudiante es perseguida por personajes tremendamente gaimanianos (Mr Agonía y Mr Extásis), ya que se ve acosada por una pesadilla no creada en el mundo del Sueño y que tiene un parecido que mezcla el Corintio con Jabba el Hutt.
El cómic tiene trazas que podrían encajar en la colección de Sandman como ninguna otra serie posterior. La colección de figuras sobrenaturales paseando por el mundo de los humanos como lobos entre las ovejas, es uno de los aspectos más “marca de la casa” de Gaiman. Y no solo en Sandman, también lo hemos visto en otras obras como American Gods o Los Hijos de Anansi. La interacción de lo sobrenatural con lo realista y cotidiano, la convivencia y la mezcla, las trata Tynion con delicadeza y gusto.
Los personajes están bien desarrollados. Los humanos son de una sensibilidad y realismo pasmoso, casi tangible. Cada uno tiene sus líneas de diálogo propias, se expresan de manera diversa de forma que no solo muestran su personalidad por lo que dicen si no por como lo hacen. Cada “persona” tiene su momento, con ello Tynion les da profundidad y humanidad, cada una tiene su ratito para explicar su historia, definirse y justificarse.
Los personajes sobrenaturales son raros, estrambóticos y peligrosos, tanto el aspecto físico como sus acciones nos provocan sensaciones que van del asco al miedo. Parecen parodias distorsionadas y letales de miedos humanos, creadas para incomodar.
En la parte que nos quiere humanizar, o al menos explicar, a El Corintio vemos un baile de dibujantes invitados espectacular aunque algo asimétrico. A algunos no les encaja su estilo algo más convencional a un mundo de pesadillas, dolor y mutilaciones. Destacan la fabulosa y milleriana artista griega Dani y la exalumna de la Joso Maria Llovet. A pesar de la calidad de los autores esta es la parte menos interesante del cómic, en algunos momentos parece un poco metida en calzador, forzada y alargada. Quizás con menos páginas se podría haber explicado todo pero se hubiera perdido la simetría de la estructura del cómic.
La atmosfera de toda la serie tiene un aire que nos retrotrae al Sandman de Gaiman, con menos sabor británico pero también onírico e irreal. Ayuda el dibujo del argentino Lestherren con color de Patricio Delpeche. El estilo de este equipo de autores tiene la nebulosidad de los sueños y esa sensación de intangibilidad y peligro.
La viscosidad de algunos personajes y la repugnancia de otros se transmite de forma extrañamente dulce y amable en manos del argentino, que con su estilo sencillo pero complejo, con sus texturas y brillos, nos lleva por unas sensaciones al filo del guion de Tynion. Recuerdan a la peligrosa amenaza que subyace en Hay algo matando niños.
El tebeo es un disfrute para fans del buen terror en el cómic, que es algo diferente al de otros medios, y para nostálgicos de The Sandman ya que esta miniserie nos recuerda a la obra original y es un muy digno spin off. Un homenaje respetuoso que se relaciona directamente con los hechos de la serie que convirtió a Gaiman en una estrella.
Tynion continua dándonos grandes obras y se redime de su etapa en Batman post-King que algunos aún recuerdan con demasiado detalle y rencor.
Lo mejor
• Nos retrotrae a una obra inmortal.
Lo peor
• Algún dibujante de complemento no encaja del todo bien por el tono de la historia.
Digna continuación
Guion - 8.5
Dibujo - 8
Interés - 8.5
8.3
Muy apreciable e interesante regreso a una colección gloriosa.
