#ZNGames Unravel:la importancia de lo onírico

 

Título: Unravel
Desarrolladora: Coldwood
Plataformas: PS4/ XBOX ONE/ PC
Idioma: Multi

 

Pura poesía

Unravel ya llamó la atención durante su anuncio por varias razones: la primera, su simpático personaje principal: un muñeco hecho de lana que se va desenrollando a medida que avanza por los escenarios, en un clásico plataformero, y que utiliza sus propios hilos para agarrar salientes, resolver sencillos puzzles y arrastrar objetos. La segunda razón es que una distribuidaora tan importante y grande como EA se lanzase con un juego de corte claramente indie que se basa más en lo onírico, en la poesía, en la belleza de las imágenes. Y ahora que llega a nuestras consolas, el resultado no podría ser mejor. La desarrolladora Coldwood nos brinda una pieza maestra que tiene más que ver con el sentido de la maravilla, con lo poético y el gusto por el lenguaje, más en la honda de Journey que de Mario, pero sin duda un juego que no se queda a medias.

Y es que cuando llegamos al otoño de nuestra existencia, los recuerdos son nuestros mejores compañeros de viaje. Unravel comienza con una anciana contemplando un borroso álbum de fotos, una serie de recuerdos que el tiempo parece empeñado en borrar. Tomaremos el control entonces de este simpático muñeco de lana, que se irá desenrollando a medida que busca esos recuerdos, accediendo a escenarios de la vida de esta anciana, recuperando gota a gota las imágenes que conforman la historia de su vida. Igual que el muñeco, la vida se deshilacha poco a poco y son los recuerdos lo que nos queda. Lo que nos llevamos.

Unravel es más que un videojuego, es sin duda una poesía. Los escenarios, más allá de la espléndida calidad gráfica de que gozan, suponen un viaje para los sentidos. Pero no se queda solo en estética el tema, pues ante todo estamos jugando a un videojuego. El sistema y las mecánicas son sencillas: un plataformas en el que tendremos que ir del punto A al punto B, aprovechándonos de nuestras capacidades con los hilos, agarrando salientes para escalar, columpiarnos, atraer objetos sobre los que saltar. Es un juego relajado, que te va llevando de la mano y no busca el exceso de complicación, aunque puedes quedarte atascado en momentos. Un handicap que resulta curioso y bien entramado en la narrativa es la necesidad de buscar ovillos de lana, pues nuestro protagonista se irá deshilachando a medida que avancemos por el escenario, hasta el punto de no poder avanzar.

En lo que a factura se refiere, el juego viene con unas credenciales sublimes. La banda sonora es sencillamente espectacular, aprovechándose de melodías suaves, de instrumentos de cuerda que componen un acompañamiento inseparable para la historia que se nos narra. A nivel gráfico, el resultado no podría ser mejor. Tirando del fotorrealismo (cosa novedosa en esta clase de juegos, que suelen apostar más por el estilo cartoon o deformed) los escenarios son ricos en detalles, las texturas son impresionantes, pero además la paleta de colores recrea un ambiente pictórico que dota al conjunto de un brillantez que pocas veces nos encontramos.

Un juego indie que merece un lugar en el podio en lo que va de año, sin lugar a dudas. Un ejercicio artístico ante todo: si alguien todavía se estaba preguntando a estas alturas si podemos considerar los videojuegos un arte, que se ponga a jugar a Unravel. Un muñeco de lana que, sin duda, nos ha robado el corazón.