Después de leer los dos tomos que componen Utsubora, me parece inevitable reconocer que
Utsubora se plantea como una especie de thriller en la que las relaciones entre varios personajes crean una trama de misterio en la que nada es lo que parece y todo el mundo oculta algo. Visto así, de momento no hay nada demasiado original. La historia empieza con un suicidio y cómo las dos únicas personas que parecían estar en contacto con la muerta se ven envueltos en una investigación policial para descubrir si el suicidio ha sido en realidad un asesinato. De esta manera conocemos a Jun Mizorogi, un reputado novelista que está ahora mismo publicando una nueva novela, Utsubora; Sakura Miki, la hermana gemela de Aki Fujino, la chica que se ha suicidado, y varios personajes más que ayudan a que ayudan a dar credibilidad y complejidad al mundo en el que se mueven los personajes protagonistas: el amigo escritor de Mizorogi, su editor, los investigadores, la sobrina del escritor.
Lo cierto es que Utsubora tiene dos planos interesantes: el primero, los temas que desarrolla, tales como la ambición artística y el éxito, la artificialidad de la belleza y su importancia para alcanzar determinadas metas (algo que vemos con mayor profundidad en el maravilloso manga Helter Skelter), la complejidad de la autoría de una obra (en este caso de una novela) y los procesos de construcción de identidad en la sociedad contemporánea. Por otro lado, es especialmente interesante cómo Nakamura convierte la historia sobre esta investigación policial en un relato de suspense con una historia que empieza en in media res y se desarrolla con un sinfín de analepsis que nos muestran las relaciones ocultas de los personajes y nos van dando, poco a poco, la clave para resolver el puzle. Y es con ese trazo fino y sobrio con el que Nakamura consigue no solo crear una historia muy sólida y compleja, sino también con una narración exquisita que se sustenta tanto en la composición de viñetas como en la posición de los bocadillos para guiar al lector a recorrer las viñetas, funcionando así de hilo conductor de la historia y la narración.
Nakamura compone un relato sobre el fanatismo, el deseo de entrar en la ficción, sobre ese quijotismo extremo en el que se confunde la realidad con la fantasía. Esto está relacionado con cómo construimos nuestra identidad a día de hoy, cómo nos vemos reflejados muchas veces más en una ficción que en eventos de la vida real, y cómo esta fantasía nos abduce a un mundo ficticio que deseamos fuera real. Bajo esta premisa parte Utsubora, y Nakamura nos lo cuenta introduciéndonos en un mundo de belleza y artificio, de sensualidad y sexualidad donde lo falso se da la mano con lo real para acabar cuestionando qué da forma a la realidad y cómo la fantasía forma parte de ello.
Guión - 8
Narrativa - 9
Interés - 8
8.3
Una obra compleja y con muchas lecturas que posiciona a Asumiko Nakamura en ese extraño grupo de autores transgresores y poco conocidos cuyo habilidad para el cómic es sencillamente excepcional.