Octubre se ha convertido, gracias al mundo global y transcultural en el que vivimos, en el mes del terror por antonomasia. La cercanía del 31 de octubre y con él la fiesta de Halloween o incluso el Día de los Muertos en México hacen que el más allá, el miedo y los sustos ocupen gran parte del imaginario de todos ya sea de una manera cultural o folclórica. Cuando hablamos de terror, el japonés es evidentemente uno de los grandes abanderados de las últimas hornadas de horror cultural desde la primera década de los 2000. Con el auge del manga en los últimos años hay cada vez más aficionados que buscan unir las dos vertientes, el cómic y el horror nipón, en un solo producto que el ambiente de estos últimos días de octubre hace que tengamos más ganas de consumir. Y
Que el mérito que tiene ITO Junji en su maestría a la hora de crear obras de un género tan complicado como es el terror está fuera de toda duda. Es complicado asustar o generar sensaciones en lectores de una temática que por lo general suelen estar curados de espanto después de tener varias lecturas a sus espaldas. Es complicado sorprender y es complicado generar angustia en alguien que realmente disfruta de pasar miedo. Por eso Ito tiene un valor descomunal como autor y es complicado que volvamos a ver a un hombre tan dotado para un género en especial, ya que la labor que el arte y el alma que plasma a través de él Ito es la clave para que sus mangas logren sumergir por completo al espectador, que le propone un viaje al delirio y la locura que va a sufrir y disfrutar a partes iguales. Las obras de Ito no dejan nunca indiferente a nadie y logran dar miedo sobre todo por la afición de este a tirar del arquetipo lovecraftiano, del miedo a los desconocido, a lo primigenio y ante el que no nos queda más remedio que rendirnos a sus designios, y lo mezcla de una manera brillante con el costumbrismo, el folclore y la leyenda nipona para presentarnos unos relatos muy reales en el inicio, incluso anodinos en apariencia, que poco a poco van degenerando hasta culminar en una deformación absoluta que aterra a la psique humana.
Uzumaki es, para mí y creo que para muchos otros aficionados al terror, no solo la obra magna de Junji Ito, sino una de las mejores del género que jamás se hayan concebido. Uzumaki, que literalmente significa “espiral”, nos sitúa en el pueblo de Kurouzu, un apacible y tranquilo lugar a mitad de camino de las montañas y la bahía, donde reside la protagonista, Kirie Goshima y el resto de su familia. Kurouzu es un pueblo gris, incluso aburrido, en el que nunca pasa nada fuera de lo normal. La vida de sus gentes está a medio camino entre lo clásico de un enclave campestre y rural, con profesiones artesanas en su mayoría, y el empuje de la modernidad y la urbanización que poco a poco demandan las nuevas generaciones. Sin embargo, este monótono ambiente se ve roto cuando uno a uno sus habitantes se empiezan a obsesionar con las espirales, iniciándose un serie de hechos inexplicables y sobrenaturales que, poco a poco, van sumiendo a Kurouzu y a sus habitantes en un mundo de pesadilla, locura y terror que parece estar relacionada con una antigua maldición que pesa sobre la zona, personificada en esas espirales que parecen atraer sin remedio a todo el que pisa ese suelo…
Normalmente hablaría un poco más de los relatos que componen este Uzumaki, pero en esta ocasión me niego rotundamente a desvelaros más detalles de una trama soberbia que merecéis disfrutar por vosotros mismos, gozar y temer un viaje a la locura y la degradación gracias al billete de primera clase que Ito nos regala con su arte y su habilidad para articular la historia. Todo en Uzumaki está relacionado con las espirales e Ito tiene la capacidad suficiente para que la obra tenga el mismo efecto que estas en los personajes: nos aterra y angustia a la vez que nos atrae cada vez más hasta atarnos a sus páginas. La historia, de hecho, también está estructurada de esa forma espiral, comenzando con relatos en apariencia normales que nos hablan de la obsesión y la locura para poco a poco arrastrarnos, desconcertarnos y pertubarnos de tal manera que asusta. Y no solo asusta por lo que nos cuenta, sino también por la suspensión de incredulidad que genera en el lector, que en cuanto se ve atrapado en la espiral sin fin de Uzumaki es capaz de perder cualquier sentido crítico y abrazar la locura que azota Kurouzu y a sus pobres habitantes. De este modo, Ito nos convierte a los espectadores en un personaje más, que comienza desconcertado e incrédulo ante la obsesión de los personajes con las espirales para, paso a paso, ir sufriendo la misma transformación que estos y acabar rendido a la realidad de la fuerza superior ante la que no podemos hacer nada.
Uzumaki sigue la estructura clásica de los relatos de Ito, siendo una obra formada de pequeños relatos bastante autoconclusivos pero que guardan una relación y una coherencia interna. En este caso hablamos del mejor trabajo de Ito en este sentido, ya que la interconexión entre relatos y las consecuencias que el cierre de un capítulo genera en el inicio del nuevo está realizada de manera sublime. Ito consigue esto no solo a través de los personajes, que tienen un nivel de desarrollo bastante más amplio de lo acostumbrado en sus obras tanto a nivel físico como psicológico, sino sobre todo a través del pueblo de Kurouzu, gran protagonista de la historia y que va cambiando y se va desarrollando a la par que la trama y sus protagonistas hasta alcanzar una identidad propia. Los relatos individuales tienen mucha fuerza, una gran ejecución y momentos icónicos y verdaderamente terroríficos y desagradables, que pondrán a prueba el estómago y mente de más de uno por lo retorcido (nunca mejor dicho) de su ejecución. Pero la unión de todos ellos en el relato general, en la narración, es simplemente maravilloso, e inigualable por el grado de conexión y coherencia que tiene con todos los elementos de la obra, idea inicial y título incluidos.
Y es que la narración de Uzumaki, su estructura, está articulada como dije antes, como si de una espiral se tratase, en varios grados marcados por la cercanía de la perspectiva en relación con la maldición de las espirales y relacionando en la mayoría de los casos a los personajes y la historia con un estadio del lector. En el primer punto, el más cercano al centro del vórtice, Ito nos presenta a las víctimas reales de la maldición, a aquellos totalmente obsesionados hasta el punto de ponerse al servicio de la espiral para lo que sea menester, con el trágico final que eso conlleva. Un poco más alejada de ese centro, pero siendo inevitablemente absorbida hacia él, encontramos a Kirie y a su familia, daños colaterales de la maldición que poco a poco y sin remedio van de cabeza hacia el sumidero de Uzumaki, así como los lectores que ya están metidos de lleno en la lectura no tienen otro remedio que seguir leyendo hasta el final. En el tercer paso, pugnando por salir contra viento y marea encontramos a Shuichi, el novio de Kirie, y a los personajes que acaban de llegar al pueblo, la representación que Ito establece para aquellos lectores que se han asomado al abismo espiral pero aun no son capaces de creer que eso pueda ser real, intentando racionalizarlo todo y adoptando una postura estoica, similar al del héroe de una tragedia clásica. Y por último tenemos la entrada al vórtice, la del lector que se asoma por primera vez a la locura y, a la vez, el que ha concluido el relato y vuelve al punto inicial, aliviado de haber salido de Uzumaki solo con un fuerte trastoque emocional, pero que se vuelve a sentir atraído al vórtice. Un vórtice que articula toda la obra y que Ito es capaz de desarrollar de manera genial con la degradación paulatina de todos los elementos.
En cuanto a la temática, Ito juega como otras muchas veces en su carrera, con el tipo de terror y plasmación del mismo que haría sentir orgulloso a
Este proceso de terror tipo Lovecraft no es impactante per se, y requiere un proceso de racionalización. Ito no es efectista en este sentido porque no puede, porque ese terror a lo desconocido y a lo que nos deja indefensos debe ser inoculado poco a poco. Sin embargo el autor toma referencias de otros autores, como Umezu o Maruo, para jugar con el impacto de la degradación y el estar atrapado en una realidad infernal combinado con el potente efectismo gráfico y ambiental que consigue con su arte. De este modo encontramos el terror en Uzumaki, no por sustos puntuales, sino por creaciones terroríficas, malsanas y enfermizas, por el ambiente opresivo generado por el dibujo y por la angustia de la situación del relato en un escenario del que nadie puede escapar, algo que se une a que no dé al lector ni un momento de respiro en todo el manga. En este sentido es capital remarcar el tremendo trabajo artístico de Ito en Uzumaki, que por algo es una de sus obras más icónicas en cuanto a diseño y ambientación. Ito desarrolla siempre un estilo que bebe mucho del impresionismo, que crea los golpes de efecto y cautiva a través de un diseño y un ambiente muy cuidado que genere una reacción en el lector y que le ayude a reforzar la historia. En este sentido la ambientación y lo gráfico son mucho más personaje en las obras de Ito que los propios personajes representados, y al final es lo que más sensaciones y recuerdos genera al lector. En el caso de Uzumaki el ambiente es capital a la hora de ofrecer esa angustia, esa opresión e inevitabilidad que genera la maldición de las espirales, mientras que los diseños tienen la misma función para generar el terror, el rechazo y reflejar la degradación del mundo que se va produciendo relato a relato.
Como digo, Ito muestra una vez más un estilo muy impresionista, con sus personajes delgados y estirados, capaces de transmitir sin necesidad de diálogo cuál es su estado no solo físico, sino también psicológico. La angustia, el terror, la locura, la desesperación, la angustia… son sentimientos y sensaciones descritos en Uzumaki con el trazo de la misma manera que
En cuanto a la edición, Planeta Cómic nos trae por fin una integral de gran formato, con tapa dura y sin sobrecubiertas, idéntica a la que podemos encontrar como
Valoración Final
Guión - 9.5
Dibujo - 9.5
Interés - 10
9.7
Uzumaki es la obra culmen deITO Junji y uno de los mejores mangas, no solo de terror, sino en general, de la historia. Una trama exquisita, muy bien planificada e interrelacionada y un trabajo artístico insuperable, unido a la genial edición de lujo de Planeta hacen de este manga un imprescindible para cualquiera.
Gran reseña, gran obra, gran nota (no merece menos). Para mí también de lo mejor del autor y del género. Planeta se ha hecho de rogar pero han sacado un producto bastante decente y con algo de contenido extra con respecto a su versión anterior
Muchas gracias por el comentario. La verdad es que Planeta ha hecho un gran trabajo y la obra tiene la edición que se merece, es un gustazo leerla con este formato y verla así recopilada. Merece mucho la pena aunque ya se haya leído. Y en cuanto al manga en sí, qué decir, la nota se queda hasta corta, el trabajo que hace Ito aquí en insuperable. Pocas veces una obra está tan bien pensada y ejecutada, y es un gusto perderse en la espirales de Kurouzu. La fuerza que tienen las viñetas para meterse y quedarse en tu cabeza es increíble.
¡Un saludo!