V de Vigilantes: El poderoso Max

Los problemas parecen perseguir a Max, un niño normal con aires de Daniel el travieso. Un día, el joven recibe un paquete misterioso, en él encuentra una cinta de vídeo y una gorra de baseball roja, con una gran letra M amarilla. Esa gorra es una antigua llave cósmica capaz de abrir portales por el tiempo y el espacio. Max ha sido seleccionado como el protector y el portador de la gorra; con ella en la cabeza se transforma en el más poderoso, en el “Mighty-One”. MM nació como una serie de juguetes en los noventa, aunque luego dio el salto a otros medios, entre ellos la televisión, los videojuegos y el cómic.

En el “V de Vigilantes” de hoy hablaremos de Mighty Max en todas sus facetas, haciendo especial hincapié en los mini-cómics que acompañaban a cada “Zona Fatal”, a cada juguete. Este texto es un acercamiento al mundo de Max, de sus aliados (Virgil y Norman) y de sus enemigos, liderados por el Señor de la Calavera. Comencemos por ahí, empecemos por el principio.

La moda de las gorras rojas

Mighty Max comenzó como una serie de juguetes realizados por Bluebird Toys en el Reino Unido en 1992. Se trataba de pequeños sets que incluían, en una especie de cajita con forma de cabeza, todo lo necesario para que los niños jugaran. El producto era muy similar a lo que ofrecía la línea originaria de Polly Pocket a las niñas. El éxito en Inglaterra fue casi instantáneo y los Mighty Max se exportaron con acierto a otros países. En EE.UU. fueron comercializados por Mattel, la juguetera detrás de otros muchos juguetes clásicos, entre los que destacan Los Masters del Universo y Barbie.

La primera línea de estos juguetes, la original, estaba dividida en “Doom Zone” (que en España se tradujeron como “Zonas Fatales”) y “Horror Heads”. Las primeras eran de mayor tamaño y ya incluían varios detalles más elaborados que las segundas, mucho más “rudimentarias”, aunque igualmente divertidas. En todas se encontraban los primeros elementos que posteriormente definirían a Mighty Max: cada set era de pequeño tamaño y consistía en una historia de terror en la que un joven héroe, Max, de pelo rubio, pantalón vaquero azul, camiseta blanca y gorra, debía enfrentarse a todo tipo de monstruos.

En esos primeros años aún no se había definido el color de su gorra, así que dependía un poco del playset, en unos era verde, en otros azul… los coleccionistas encontraron en las diferentes variantes de las figuras del niño un aliciente para comprar estos juguetes (un aliciente que sigue atrayendo a coleccionistas adultos hoy en día, dieciocho años después de que salieran al mercado por primera vez). Se suponía que la gorra cambiaba de color cuando Max la utilizaba para transportarse a algún otro punto del tiempo y del espacio. Cada “Doom Zone” venía presentada en la publicidad como un juguete que cabía en la palma de la mano (y las manos eran acordes con el contenido de cada set, tal y como se puede ver a continuación).

La línea de juguetes de Mighty Max es la primigenia en este tipo de juguetes de pequeño tamaño. Después de ella, debido al éxito que tuvo, muchas otras empresas jugueteras empezaron a crear juguetes similares (incluso hubo una línea parecida con las tortugas ninja como protagonistas, en 1994-1995). Además de las “Zonas Fatales” y las “Horror Heads”, las aventuras de Max se continuaron en grandes play sets, como el de la Montaña de la Calavera, donde el héroe se enfrentaba, por primera vez, a su enemigo principal, el Señor de la Calavera (Skull Master). Las líneas del juguete continuarían en forma de “Monster Heads”, “Hairy Head” (que seguían la moda de los peludos trolls), “Shrunken Heads” (los sets más pequeños que se hicieron, que incluían al monstruo en la propia “cabeza” y sólo Max se podía sacar del juguete) y los “Guerreros de Batalla” (que eran una especie de figura de acción al uso, que en su interior contenía a Max y a los enemigos de turno. Además, realizaron unos sets exclusivos como regalos de McDonald’s que son muy cotizados por los coleccionistas.

Las aventuras de Mighty Max fueron adaptadas a otros medios, como a diversos videojuegos de Super Nintendo y Mega Drive, además de una serie de televisión que comenzó a emitirse en 1993.

Juguete inglés, serie americana

La serie fue de animación y combinaba el género de terror con la ciencia ficción y todo ello con grandes dosis de acción, humor y aventuras. Se emitió de 1993 a 1994 y la idea de fondo era promover la línea de juguetes británicos Mighty Max sirviéndose de la pequeña pantalla (siguiendo un poco la estela de la serie de He-Man y los Masters del Universo que Mattel había usado para aumentar sus formas de promoción y ventas). Contó con dos temporadas, un total de cuarenta episodios, y tenía las voces de actores de doblaje muy conocidos: Rob Paulsen, que había sido la voz de la tortuga ninja Raphael en la serie clásica, fue Max, el protagonista; Richard Moll, Bull Shannon en Juzgado de Guardia, quien también puso la voz a Dos Caras en la serie de animación de los años noventa, sería Norman; Virgil, por su parte, tuvo la voz de Tony Jay, y Tim Curry interpretaría al Skull Master, el villano de la función.

La serie modifica ligeramente la historia que se había conocido hasta ahora gracias a los juguetes. El paquete que Max recibía era, en este caso televisivo, una estatua con forma de búho, inscrita con jeroglíficos egipcios. Al romper la estatua aparecía la archiconocida gorra, ahora sí, de color rojo. En la serie de televisión se introducen también los personajes de los aliados de Max: Virgil, un anciano Lemurian, que parece un búho antropomorfo; y Norman, un forzudo vikingo inmortal que se supone fue quien inspiró las leyendas de Sir Lancelot, Thor, Hércules o Sansón.

Los dos habían pasado toda su vida defendiendo la Tierra de las hordas de criaturas invocadas por el Señor de la Calavera. Desde ese momento, a raíz de la serie, los dos personajes se incluyeron en algunos juguetes, apareciendo por primera vez en el set de la isla del dragón (uno de los play sets de gran tamaño que también incluía luces y sonidos). La madre de Max también es un personaje regular en la serie de televisión, aunque nunca se realizó ninguna figura sobre ella.

Al igual que ocurría con Los Masters del Universo, cada episodio terminaba con una moraleja, con una suerte de epílogo cuyo objetivo era aleccionar a los más pequeños. Max se colocaba en su mesa y discutía, dirigiéndose a la audiencia, algunos aspectos del episodio intentando asentarse en pilares educativos. Pero el merchandising de Mighty Max no terminó en la televisión y los videojuegos, sino que también dio el salto al mundo del cómic, además de recopilarse la serie completa en una bonita edición en DVD.

Las viñetas de la doble “M”

Mighty Max era un preadolescente, de entre 11 y 13 años (nunca se especificó su edad) con un sentido del humor envidiable y repleto de vitalidad. Sus dos mejores amigos, Félix y Bea, ocasionalmente también le acompañaban en alguna aventura, así como su mascota, un lagarto llamado Thor. Se trataba, en definitiva, de un atractivo superhéroe, que podía hacer las delicias de los más pequeños y acercarles, además, al mundo de las viñetas, así que el salto al cómic no se hizo esperar.

En 1993 bajo el título de Las aventuras de Mighty Max apareció el primer número (el número cero, que se incluyó como regalo con el videojuego) de una serie limitada de diez, escrito por David Cody Weiss, dibujado por Gary Hartle, con las tintas y el color de Bret Koth. Las historias de los cómics eran, a su vez, una adaptación de las de los capítulos de la serie de dibujos.

Aunque ese no había sido el primer acercamiento del héroe de la gorra roja al noveno arte, ya que en todos los cartones de los blisters, ya desde el principio, desde 1992, incluían una aventura en cómic que ilustraba cada una de las historias de los playsets. En estos mini-cómics se narraban las primeras aventuras de Max y contaban con un dibujo muy agradable y atractivo, además de una estructuración de las viñetas muy original y atrevida. El poderoso Max combatía contra científicos locos, contra dinosaurios, contra monstruos clásicos, contra extraterrestres y contra todo tipo de alimañas y animales salvajes, y siempre lo hacía con estilo, con una sonrisa en sus labios y sin que se le moviera de su cabeza su magnífica gorra. Siempre disfrutando del riesgo.

“Mighty Max, su madre y sus amigos, Norman y Virgil, han sido capturados por el Señor de la Calavera y deportados a las Zonas Fatales. Ahora le toca a Max impedir que el malvado plan tenga éxito, para lo que, antes que nada, debe liberarse y soltar a los demás. Ayuda a Max, resolviendo los enigmas con los que se encontrará en su camino… ¡Y recuerda que su destino está en tus manos!”, así comenzaba el primero de los cómics interactivos que publicó Planeta DeAgostini en nuestro país, en el año 1994. Se trataba de pequeños tebeos coloreables con actividades y pasatiempos que, además, incluían las historias clásicas del personaje enfrentándose a los peligros de las “Zonas Fatales”.

En España se publicaron cuatro pequeños volúmenes, dos de ellos bajo el epígrafe de Las Aventuras de Mighty Max. Cómic interactivo coloreable (“Aventura en el templo del veneno” y “Aventuras en la Zona Fatal”), y los otros dos también denominados Las Aventuras de Mighty Max, aunque con el subtítulo de “Pasatiempos y cómics para colorear” (“La venganza del doctor Calamarus” y “El Dinoejército”), todos ellos al precio de 250 pesetas.

Mighty Max triunfó por ser un tipo de juguete al que no se estaba acostumbrado, triunfó por su originalidad en la forma, aunque en el fondo eran aventuras con regusto clásico y renovando a personajes del terror y la ciencia ficción también clásicos e icónicos (como vampiros, hombres lobo, momias, dragones, hechiceros, cíclopes o incluso el monstruo de Frankenstein).

Muchas han sido las máquinas capaces de transportar a los nuestros héroes por el tiempo y por el espacio; la mayoría de las veces de una complejidad excesiva. Para Max, ese niño rubio de ojos claros, de pantalón vaquero y camiseta blanca, el poder de realizar viajes espaciotemporales se lo otorgó una simple gorra, una gorra de baseball roja con una gran M amarilla. Al final, lo que verdaderamente importa es la idea. En ocasiones, las ideas más sencillas son las más rentables. Por si fuera poco, Mighty Max demostró que en el mundo del juguete no todo estaba inventado y que los niños podían divertirse con muy poquito, con una extraña “Zona Fatal”, que no dejaba de ser una cajita repleta de figuras, que cabía en la palma de su mano. La clave de estos juguetes es que contenían todos los elementos necesarios para fomentar la creatividad del niño, para fomentar su creatividad y reactivar su imaginación.

Los años pasan pero el poderoso Max nunca se quitará esa gorra suya, independientemente del color que tenga, y seguirá viajando con sus aliados, Norman y Virgil, enfrentándose a los más peligrosos enemigos. Y continuará, por siempre, truncando los planes del Señor de la Calavera.

Nos leemos.