V de Vigilantes: Manuel García, charla y exposición

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La cuna de Manuel García es Salamanca (nació aquí en 1974, el 20 de mayo) y la relación entre el dibujante y la ciudad es sumamente simbiótica. No es extraño verle por Shogun Salamanca, una de las librerías especializadas de la zona, comprando sus tebeos mensuales o charlando con alguno de los habituales. La simpatía de Manuel sólo es equiparable con su talento.

Muchos salmantinos pudieron comprobar que mi anterior afirmación no es vaga, cuando, el pasado mes, del 1 al 15 de abril, el Espacio Joven de Salamanca, acogió una exposición con algunos de sus originales. Exposición que fue impulsada por los responsables de Shogun Salamanca, Soledad Gómez y Raúl J. Sinovas (el Raúl “Shogun” de La Rosa de los vientos), y que llevaba por título “Maestros del IX Arte: Manuel García”.


La muestra estaba formada por cuarenta dibujos, todos ellos originales, que ilustraban las distintas etapas del proceso de creación de un comic-book, desde los bocetos, a los lápices, pasando también por el entintado o el coloreado. Había páginas de Checkmate; de la adaptación del filme de Daredevil; de los Vengadores; de Mística (páginas especialmente chulas porque contaban con anotaciones al colorista); de los 4 Fantásticos; de Wisdom…

Entre las paredes del Espacio Joven se hallaban Lobezno, Hulk, Spider-Man, Batman y el Joker. Estaba Ares sufriendo el martirio de uno de sus más terribles hijos; junto a originales de Batman y los Outsiders. Wonder Woman, Hiedra Venenosa y Canario Negro competían en belleza con las heroínas de Marvel dibujadas por Manuel García: la Viuda Negra y Pájaro Burlón.


Un Hulk en color abría la exposición, siendo el primer dibujo que el público se encontraba al entrar en el lugar. Las viñetas y las páginas sorprendieron a propios y a extraños (quizá gracias a que la exposición no tenía ningún tipo de artificio que distrajera la atención de los asistentes, únicamente estaban los originales enmarcados en cristales y “colgados” de las paredes desnudas).


A Manuel García siempre le gustó dibujar, seguramente sus años cursando la carrera de Arquitectura (que abandonó) le habrán venido muy bien para dibujar las distintas estructuras entre las que se mueven sus superhéroes. Al principio, cuando decidió dedicarse a esto, subsistió dibujando cómic erótico, y su primera experiencia en el mercado americano fue en la editorial DC, en un número de Robin (concretamente en el #92). Después dibujaría en Marvel (ha hecho sus versiones de la mayoría de los personajes importantes en alguna colección) e incluso se fue a una galaxia muy lejana, encargándose de algunos tebeos de Star Wars. Una de sus últimas obras publicadas en España ha sido una miniserie del vengador oscuro Ares. “El 90% de los dibujante de cómics solemos ser autodidactas; al menos en lo relativo a dibujar cómics”, exponía al comienzo de su laudatio.


El autor, además de mostrar sus obras de arte, dio una clase magistral en la Sala de Conferencias del mismo Espacio Joven salmantino, el pasado día 9 de abril por la mañana. Fueron dos horas repletas de historias, vivencias, recuerdos, técnicas, consejos y trucos. Ante él, se encontraban un público heterogéneo formado por una veintena de personas (muchas de ellas portaban carpetones enormes, con idea de enseñarle a Manuel sus dibujos al terminar la charla). Se trataba de un público muy activo, cuya participación, en forma de preguntas, no se hizo esperar. Al mismo tiempo que las respuestas de Manuel García, que salían de su boca a la misma velocidad. No hubo casi separación entre el público y el ponente. La cercanía fue inmensa. Mientras tanto, yo tomaba notas.


“El cómic de autor es difícil en España. Yo me amoldo a las editoriales. Ellas son las que pagan y me permiten vivir de esto, así que son las que mandan”, comenzaba el salmantino, que a continuación comenzó a comentar las fases de la creación de una historieta, desde su humilde experiencia: “Aunque el guionista te manda el guión, con diálogos y viñetas, es el dibujante el que dibuja y vuelve entonces a mandar las páginas al guionista para que las revise, añada alguna línea de diálogo nueva, que le haya inspirado una cara dibujada o algún detalle. Éste es el método de trabajo que se suele seguir”.

A la hora de hablar de las sinergias y de los guiones, Manuel diferenciaba dos métodos: “El método Marvel” y “el método DC”. El dibujante de Mística detalló el de Marvel, dejando entrever que el de DC era antagónico: “Te mandan un resumen del número completo en un par de folios. No hay más indicaciones de viñetas, es un trabajo más libre para el dibujante. Se hacía así, históricamente, porque había un único guionista que realizaba varias series. Después, el guionista añadía los diálogos. Como con todo, siempre hay gente que se queja porque prefiere tener el mayor número de detalles y datos posible para dibujar una página”.


Los asistentes miraban y escuchaban atónitos al artista, nadie quería perderse ni un solo detalle. El grado de atención era tal, que en un momento determinado, uno de los jóvenes (aspirante a artista, por la gran carpeta que se encuentra a su lado), sentado una o dos filas tras de mí, me pide amablemente que me siente más hacia un lado porque no le permitía ver bien al profesor del día. “El cómic americano está basado en las revistas de cómics de 22 páginas, de periodicidad mensual. Es un volumen de trabajo inmenso para una persona sola. En cada cómic trabaja: el guionista, el dibujante, el ententintador, el rotulista, el colorista, el editor…”, especificaba.

Manuel cambió de tema y se puso a hablar del “storytelling”, para él la clave de un cómic, de su narrativa está en el arte de saber contar una historia. Antes de ponerse a dibujar se debe pensar qué tipo de viñeta se quiere hacer, cuál es el encuadre elegido, la posición que los personajes tendrán en ella, así como el propio tamaño de las viñetas en relación a la página. “La narrativa de la historieta depende mucho del dibujante. Es el tema de saber contar una historia mediante los dibujos. Los guionistas suelen querer mantener el ritmo de las viñetas, aunque el dibujante es el que debe llevarlo”.


“Yo suelo empezar con bocetos pequeños porque es una manera muy rápida de pensar en la composición de las páginas. Dibujar páginas completas desde el principio, a veces es contraproducente. Es en ese momento del boceto cuando se decide la narrativa de la historia. Del boceto se pasa a la página. Después se pasa al entintador; aunque con la técnica moderna se pueden reproducir las líneas del lápiz. De todas formas, a mí, personalmente, me gusta que haya entintador. Me parece que las líneas negras son una marca de la casa de los cómics americanos. Creo que la labor del entintador es muy importante”, explicaba.

Y continuaba dando algunos datos sobre la figuras del entintador: “El dibujo a tinta también tiene su código, su propio lenguaje. Hay que pensar el tipo de línea que se usa (el grosor) que es lo básico para diferenciar objetos y planos. En teoría, el entintador tiene que conocer el trabajo del dibujante. Yo hago el dibujo a lápiz y he intentando entintarme en alguna ocasión, pero no les gusta como entinto y no me dejan hacerlo”.

Después se detuvo en la siguiente figura: el colorista. “La labor del colorista es darle una atmósfera a la historia. Hay coloristas muy buenos. El color en el cómic americano es muy característico: todo son colores muy vivos; mientras que en el europeo son colores más matizados”.


Los oyentes se interesaron por el proceso de comenzar en una colección o en una editorial y Manuel explicó que a veces les hacen pruebas, pidiéndoles que elijan ellos mismos dos o tres páginas y que se las envíen. Entonces hay que ser rápidos y constantes y enviar esas dos o tres páginas en los siguientes dos o tres días. “Sí que es muy importante cumplir las fechas de entrega. Quizá es lo que más se valore. Al empezar te dan un número especial, cuando el dibujante regular de una colección se ha ido de vacaciones, por ejemplo. Y luego te van dando más cositas. El tema es bastante progresivo. Tienen que ver que puedes hacerte cargo de un cómic mensual. El problema aquí no es dibujar una página al día, sino dibujar veintidós páginas en un mes. Te puedes cansar, agobiar… hay que coger rodaje y cierta inercia. De todas formas, normalmente los que dan más problemas son los consagrados, que se toman más licencias, porque pueden…”.

Él tiene suerte porque se dedica a lo que más le gusta: dibujar superhéroes. “Lo bueno y lo malo de los cómics de superhéroes es que tienen unos estándares muy marcados: 4-6 viñetas por página; importante de los personajes (sus proporciones, su lenguaje)… Hay que bajarse al kiosco y comprarse cuatro o cinco tebeos para ver qué es lo que se hace. Si te amoldas a esto y puedes cumplir los plazos, tendrás trabajo. La parte negativa es que las aspiraciones autorales son muy limitadas. Ellos quieren que se haga los que buscan. De todas maneras, ahora también es un buen momento para hacer un poco lo que se quiera gracias a la autoedición (aunque posiblemente no hasta el punto de montarte la vida en torno a ella). Si tienes una buena idea, quizá a la larga te dará alegrías y éxitos”.


Sus palabras calaban hondo entre los jóvenes aspirantes a artista que se encontraban en la sala; incluso me pareció escuchar algún suspiro (desconozco si era de alivio o de resignación). La profesión de dibujante de cómics no es algo sencillo. El autor salmantino explicó que todas las editoriales tienen un departamento dedicado a buscar autores nóveles. Y comentó la importancia de visitar salones de cómic (citó tres: Barcelona, Avilés y Coruña). “Es la mejor manera de contactar con el mundo profesional del cómic. Hay que entrar en el mundillo de las convenciones y colaborar con fanzines y hacer portadas. Sólo así comienzas a foguearte, a ver tus limitaciones y a tener tu trabajo publicado (a veces te da alegrías; otras, no)”.

Además, en los Salones hace amistad con gente afín, gente que quizá llegué alto y se acuerden de ti en algún momento, cuando necesiten a alguien de tus capacidades. “Esto me pasó a mí. Conocí a un amiguete que consiguió trabajo porque había contratado a un agente (David Macho). También le contraté. Yo tenía un examen, estaba desesperado, llevábamos un año con el tema y le dije a David que pensaba dejarlo para el cuatrimestre próximo. Al día siguiente me llamó que tenía trabajo para mí. Viéndolo en perspectiva, es normal que tardasen ese tiempo en llamarnos porque las muestras que mandaba por aquel entonces aún estaban algo verdes”.


Se levantó una mano; alguien que quería conocer qué tipo de dibujos se necesitaban para llamar la atención de un editor. “Se necesitan, únicamente, tres o cuatro páginas realmente llamativas. Con eso es suficiente. Esas páginas deben contar unas escena, tener relación entre sí. Una buena idea es hacer una muestra con personajes de Marvel y otra con personajes de DC, porque suele pasar que te llegué un editor y te diga: Me gusta mucho tu trabajo, pero me gustaría saber qué eres capaz de hacer con nuestros personajes. Y tú piensas: Pues lo mismo. En cada página debe haber de cuatro a seis viñetas. Y también es bueno hacer una splash-page, que sea lo más impresionante posible. El verdadero valor que tiene una editorial son sus personajes, por ello les interesa más ver cómo dibujas a Superman, que cómo dibujas Metrópolis, así que hay que centrarse en ellos. Al final debes demostrar que sabes dibujar superhéroes. Hay que tener en cuenta también, qué quieres ser: si quieres ser dibujante, páginas a lápiz; si quieres ser entintador, mandad también el dibujo entintado. Los originales de las páginas de cómic suelen ser una especie de A3, pero para mover las muestras por los sitios, para llevar los dibujos a las convenciones, es mejor reducirlos a un A4. Dibujamos en A3 porque así podemos dedicarnos a realizar más detalles sin quedarnos ciegos. Luego también se reduce”.

De todas maneras, también hizo hincapié en los cambios tecnológicos, que afectan a este tipo de rutinas, tanto del propio trabajo, como las previas a la contratación y el encargo de una serie: “Con los ordenadores, las rutinas y puesta en página están cambiando. A veces ya no hay siquiera originales completos, se puede trabajar por viñetas y luego montarlas. La figura más internacional, con todo, siguen siendo los dibujantes. A medida que se acercan en los pasos de edición suelen estar más cerca. En este caso, suelen ser americanos o vivir en América. Quizá porque les guste tenerlos más cerca para poder así meterles más prisa”.


Los dibujantes y los guionistas forman equipos de trabajo, sin la labor de uno de los dos grupos, el otro no podría realizar la suya. En ocasiones, un guionista y un dibujante comparten títulos distintos. Manuel García explicó el por qué: “Con el tiempo se crean sinergias entre dibujantes y guionistas. Hay guionistas que tienen buena sintonía con un dibujante y les reclaman luego para otros proyectos”.

Entre las casi dos horas que duró la clase magistral, el dibujante dedicó unos minutos a hablar de los editores, una figura básica del proceso editorial. “El editor trabaja facilitando el trabajo de todos, haciendo cumplir las fechas de entrega. Esto es algo muy necesario, porque resulta que una persona está esperando a que tú termines tu trabajo, para después realizar el suyo. Una vez te das cuenta de esto, la responsabilidad y la conciencia hacen que dibujes más deprisa”.

Le preguntan por el tener que amoldar el estilo propio a un determinado proyecto o a los gustos de un determinado guionista. Manuel no se corta y responde sin tapujos: “En el cómic debes hacer defender tu voz. Normalmente si te cogen es porque ya conocen tu estilo y les gusta. A veces es más fácil buscar un dibujante que encaje en un estilo, que hacer que el dibujante se amolde a otro estilo que no es el suyo”.


El turno de preguntas se sucede y otro de los asistentes duda sobre la fiabilidad de realizar un trabajo así en casa, en un sitio lleno de distracciones… “Al trabajar en casa hay momentos en los que te cuesta desconectar. Casi tengo que poner la tele en el estudio para ver una película mientras dibujo una viñeta, si no, estoy viendo la película y estoy pensando en la viñeta, y en que debería estar dibujándola en ese momento. Hay que organizarse bien con los tiempos, eso sí. Cuando recibes el guión, ves un poco el tono de la historia y tú puedes adaptar el dibujo a esa historia. El guión te suele llegar bastante bien explicado. Te llegan en inglés, y a veces tienes que usar un diccionario para traducir alguna palabra. En esto se nota de un guionista a otro, aunque siempre es un inglés muy básico. Las primeras semanas a mí me cuesta ponerme, siempre intento dibujar al menos tres páginas, para luego dividir las otras en el resto de días, pero siempre me cuesta”.

Las dudas siguen, tantas como podría esperarse de una sala repleta de posibles futuros dibujantes de tebeos. Uno de ellos le pregunta sobre el tipo de dibujo que se prefiere en la actualidad. “Cada vez les gusta más las viñetas más ordenadas, con calles entre medias, más que las viñetas superpuestas. Cuanto más limpia y la clara sea la lectura de la página, mejor (aquí es donde ayuda mucho el boceto que comentaba al principio)”. Y también cayó la clásica pregunta relativa al sueldo. “Está bien pagado, pero no tienes seguridad de que mañana vayas a seguir haciendo esto, vayas a seguir dibujando. Es un sueldo medio, pero sin garantías”.


Los relojes seguían en movimiento y Sole, de Shogun Salamanca, comenzó a avisar de que el tiempo de la clase se estaba terminando. Aún había tiempo para una última pregunta y su última respuesta. De nuevo, uno de los jóvenes que habían comenzado con sus dudas, quiso cerrar la sesión volviendo al tema de las muestras, de qué era mejor hacer, si algo cotidiano o algo espectacular. Manuel García detalló su respuesta, que fue acorde con el discurso de toda la sesión: “Hay que buscar el equilibrio. Sería como si una película de Michael Bay tuviese argumento. A la larga se valora más que sepas narrar, aunque en el primer momento, la atención del editor se fija esa splash-page con un Hulk espectacular. Hay que llamar la atención y luego demostrar que puedes hacer más. Quizá haya que pasar de lo cotidiano a lo espectacular, en la muestra, hacer encajar las ruedas del engranaje para que vean que la cosa funciona”.

En el engranaje propio de Manuel García las ruedas ya hace tiempo que encajaron. Ha demostrado sobradamente que la cosa funciona, que es un dibujante todo terreno, con un alto grado de detalle y narratividad. Él predicaba que el número de la muestra no debería ser superior a tres o cuatro páginas, por fortuna, la muestra de la exposición “Maestros del IX Arte”, fue de algún original más. Su obra, sus páginas, sus viñetas, tanto las cotidianas como las espectaculares, rebosan talento. Aunque no sé si podríamos asemejarlas a las películas de Michael Bay, pero con argumento…


Nos leemos.

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Shogun Salamanca
Shogun Salamanca
4 mayo, 2011 10:33

Muchas gracias Diego!! El artículo es genial, se lo pasaremos a Manu para que se nos sonroje un poco. Sigue así!

José Torralba
4 mayo, 2011 11:22

Joder, qué pedazo de artículo. Te digo lo mismo que Raúl: sigue en esta línea porque es una auténtica delicia leerte.

David Macho
Lector
4 mayo, 2011 15:44

Diego, muchas gracias por el artículo. Grande, muy grande…

Íñigo Aguirre
Lector
4 mayo, 2011 18:40

Un pedazo de dibujante y gran persona!