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Jerry Spring: Integral 1, Jijé; Ponent Món; 240 págs., BN, 44 €.

Creo que fue Octavio Beares quien -ya hace unos años, en el blog Con C de Arte– se refirió a mí como crítico de cómics. Recibí aquel nombramiento con una mezcla de rubor, orgullo e incomodidad. Y es que, aunque a nadie le molesten las flores, creía tener claro que desconocía demasiado como para ostentar responsabilidad semejante. Pasó el tiempo, conocí a gente realmente metida en el mundo del cómic y acabé trabajando en él. No mucho, pero sí lo suficiente como para descubrir que apenas nadie conocía todo, que muchos reivindicaban el aprender trabajando y que también yo creía tener cosas que decir… Y así, llegados a cierto punto, ya no me fue tan ajena la referencia a mí mismo como crítico.

Craso error. Craso error. Craso error.

Craso error porque cuando a uno le plantan ante las narices una flamante edición de un material CLÁSICO -asumido el término en toda su amplitud- que no ha visto en su vida, debe reconocer que no se tiene lo que hay que tener para hablar de según qué cosas. O sea que… no lo haré. No reflexionaré sobre en qué grado Joseph Gillain (Jijé) fue una referencia para varias generaciones de autores bien distintos entre ellos. No reflejaré los nutrientes que Jijé digería allá por 1954 para alumbrar una obra como Jerry Spring. De todo ello se habla a conciencia y con rigor en los extras del excelente recopilatorio que nos presenta Ponent Món. Yo, simplemente, comentaré lo que sucede ante mis ojos, porque Jerry Spring es un clásico de los que poco envejecen y, por eso, se disfrutan sin necesidad de contextualizaciones previas.

Lo primero que llama la atención de Jerry Spring es esa creatividad a borbotones que Jijé desparrama en cada página y de forma frenética. En Jerry Spring se capta la pasión de Jijé, su gozo al dibujar, su alegría cuando cuenta… su disfrute al capturar la luz, un ambiente, el movimiento, la acción, la tensión… Sin que tengan relación directa el uno con el otro, en este cómic Jijé se revela como el Jack Kirby de la Francia que empezaba a explorar las posibilidades del cómic serializado de acción y estética realista: alguien dotado de una natural habilidad para la narrativa gráfica, que disfrutaba con lo que hacía, que gustaba de dejar volar su imaginación y que exploraba los goznes artísticos de un medio que obligaba a un ritmo de producción elevado. Sin duda, Jijé supera a Kirby en el preciosismo de su abordaje gráfico, muy influenciado por la escuela del claroscuro iniciada por Noel Sickles; mientras que Kirby deja atrás a cualquiera en su retrato de la magnificencia y en otorgar dinamismo a la página. Pero ambos se encuentran en esa senda de dar lo más con lo menos, es decir, de descubrir atajos que permitan trabajar con celeridad sin perder atráctivo y contundencia. No es extraño, pues, que muchos de los dejes estilísticos que Jijé acabó depurando ante la tesitura que le presentaban las exigencias del medio hayan sido después adoptados por autores de la envergadura de Moebius o Chaland como apuestas estéticas personales, tal fue la calidad del planteamiento de Jijé como ilustrador.

Por otro lado, a nivel argumental, las cuatro historias que recopila este primer integral de Jerry Spring resultan de gran interés: entretenidas y ágiles, nos presentan a un vaquero de talante nómada que acaba haciendo migas con un mejicano bonachón, moviéndose ambos en la frontera entre Estados Unidos y Méjico para mediar entre unos y otros, pero también con los indios y desfaciendo algún entuerto al mismo tiempo. En las cuatro historias permanece constante el detalle de algún misterio a resolver, algo que no es lo que parece para perjuicio de los presuntos culpables de la situación; una situación que Jerry y su compañero se ocuparán de desenmarañar. A la manera del Capitán Trueno de Víctor Mora o el Tintín de Hergé, con sentido del humor, sin evitar los tópicos pero tampoco cayendo preso de ellos, priorizando la sorpresa, la aventura y la intriga por encima de todo, sin desdeñar el cuidado de la caracterización a un nivel básico, Jijé conduce al trote cada argumento hacia su conclusión, conclusión a veces un tanto precipitada o abrupta… pero que constituye siempre un adecuado broche final para unas historias que todavía hoy conservan la frescura y jovialidad con las que fueron creadas, para disfrute de los lectores -grandes y pequeños- del siglo XXI.

3537Comanche 1, Greg y Hermann; Planeta DeAgostini; 264 págs., color, 25 €.

Puestos a hablar de Jerry Spring en este post, parecía lógico también acompañarlo de un comentario sobre uno de los westerns que, junto a Blueberry y a rebufo de la creación de Jijé, más alto han brillado en la historieta franco-belga de todos los tiempos: Comanche, en su día creación de un guionista veterano y un dibujante en progresión que Planeta DeAgostini ha puesto de nuevo a disposición del público español en dos estupendos integrales.

Buscando alejarse del imaginario que les era propio a sus inmediatas predesoras, las ya mencionadas Blueberry y Jerry Spring, Greg y Hermann plantearán en Comanche un escenario donde inicialmente el peso de las tramas descansará sobre los personajes y la cotidianidad. Así, el título de la serie toma su nombre del mote de una chica aguerrida y vital que desea levantar un rancho en Wyoming y a la que nada le está saliendo como desea hasta que no entra en su vida Red Dust, un vaquero -en la acepción más romántica del vocablo- que se convertirá desde entonces en salvaguarda para ella y en capataz de la finca.

Los primeros álbumes aquí recopilados suponen un verdadero vendaval de ideas y situaciones: Hermann y Greg presentan nuevos personajes a cada momento, todos ellos cargados de encanto y cariñosamente tridimensionales. De esta forma, guionista y dibujante levantan con celeridad un cuidado fresco del Lejano Oeste que seduce por su riqueza y humanidad. Greg escoge con inteligencia unas tramas apasionantes que fluyen con mucha organicidad, mientras que Hermann ofrece un retrato enérgico y rico en detalles de todo cuanto acontece y de todo aquel que se pasea por las páginas de la serie. Esa misma organicidad que ahora comentábamos deviene también la responsable de que, en un momento dado, a la altura del tercer álbum, los autores embarquen a Dust, verdadero protagonista de la serie por más que ésta lleve el nombre de la chica, en un viaje de destino incierto. Y es que a lo largo de tres álbumes, desde Los lobos de Wyoming hasta El desierto sin luz pasando por El cielo rojo sobre Laramie, siguiendo aquella lógica del Far West según la cual todo parecía saldarse a pistoletazos, guionista y dibujante llevarán a su héroe hasta un punto sin retorno y darán su particular visión acerca de cuánto vale una vida y cuál es el coste de tomarla, en una línea argumental tremendamente polémica en su día que sigue sin perder vigencia hoy en día, aunque en algún momento se carguen demasiado las tintas sobre cuán ruín era el pistolero a abatir.

Queda así, al finalizar este primer recopilatorio, la sensación de haber asistido al levantamiento de una obra memorable que por meritos propios forma parte del panteón de los mejores cómics del Oeste jamás realizados.

3537Comanche 2, Greg y Hermann; Planeta DeAgostini; 272 págs., color, 25 €.

Pero no todo concluye con el primer recopilatorio… y todavía son muchas las cosas que nos muestra este segundo volumen. De hecho, aunque el mismo empieza siguiendo unas coordenadas muy semejantes a las del primer libro, tanto gráficamente como en cuanto al guión, tras Furia rebelde (primer álbum del tomo) pronto se hará evidente que la misma organicidad que forma parte de la entraña de la serie la conducirá a su evolución y posterior conclusión.

Ciertamente, en Furia rebelde aún encontramos unido al elenco de personajes principales (el viejo Ten Gallons, el negro Toby Cara de sombra, el jovencillo Clem pies tiernos, el indio Mancha de Luna, Comanche…) y la acción sigue desarrollándose principalmente dentro del cuadrante delimitado por el rancho Triple 6 (propiedad de Comanche) y el pueblo colindante de Greenstone Falls. También se observa en Hermann una parecida apuesta gráfica, caracterizada por el academicismo perspectivista de los encuadres, un convencional equilibrio de manchas y texturas y un elaborado trabajo de ambientación. Pero todo esto cambia a partir del siguiente álbum, El dedo del Diablo, puesto que la lógica del progreso y cómo acaba dicha lógica afectando a su querida Comanche, terminan por ahuyentar a Dust de su entorno habitual, y los léctores junto a él -cabalgando por los semi-vírgenes parajes de Montana- iremos descubriendo al nuevo Hermann, un dibujante ya experimentado que se atreve a con todo: empieza a utilizar con maestría el espacio vacio, progresivamente abandona la mancha negra, se inicia en el uso de la perspectiva generada al ubicar la línea del horizonte al pie de la viñeta… Sin duda, esta segunda entrega de la serie es de un nivel argumental y gráfico enorme, pero demuestra que el punto de partida de la cabecera ha agotado sus posibilidades en cuanto a sinergias entre sus protagonistas… y el hecho de que Greg otorgue nuevos amigos y un nuevo escenario a su vaquero no hace más que refrendarlo. ¿Qué hacer a partir de ahí? Para Hermann la respuesta está clara: seguir mejorando, seguir progresando por los cauces insinuados en el álbum anterior, hasta convertirse en uno de los mejores dibujantes de cómic del mundo. Así sucede en Los Sheriffs y El Diablo gritó de placer… Para Greg la respuesta no parece tan obvia, puesto que la evolución natural de la trama ya ha llegado a su fin y sólo queda que reinventarse, número a número, entrega tras entrega. Empieza entonces, en los dos álbumes ya mencionados y en El cuerpo de Algernon Brown, una serie de historias de corte marcadamente autoconclusivo, donde la fuerza del relato no reside tanto en las relaciones entre personajes y la continuidad de la serialización acumulada como en el nudo argumental de cada álbum, apoteósicamente épico en Los sheriffs, donde Hermann también lo da todo, inteligentemente tramposo en los dos álbumes restantes, donde el dibujante -sobre todo en El cuerpo de Algernon Brown– da muestras de una incipiente falta de implicación que le llevará a abandonar la serie para volar libre como autor completo a partir de entonces. A pesar de ello, también las dos historias largas con las que se cierra el recopilatorio hacen gala de una calidad notable y eso, sumado a lo maravilloso de las tres primeras, vuelve a refrendar que los lectores estuvimos de enhorabuena el día en que Greg y Hermann decidieron subierse a la grupa del caballo de Red Dust para darnos su particular visión de un escenario mítico.

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Xelo
Xelo
Lector
16 junio, 2011 21:12

Estupenda la reseña, aunque en el caso de Comanche algo tardía, ¿no?
Son títulos más que recomendables. ¡Imprescindibles! Y además bien editados, pero en el caso de Jerry Spring tuve que «pillar» la edición francesa, unos 20 euros más barata. Aún con el handicap del lenguaje fue totalmente disfrutable. Una auténtica gozada 🙂

Juanma
Juanma
16 junio, 2011 22:06

Xelo… 20 euros más barata!! Pero qué barbaridad. Supongo que la edición española tendrá algún extra que no traiga la francesa porque sino no lo entiendo… Entre esto y la «norma»lización de precios de planeta estamos apañaos…

Antoine
Antoine
17 junio, 2011 11:39

Comanche, es un «imprescindible», desde luego.  ¿se sabe cuando sacaran el tercer volumen?
 
Jerry Spring, por desgracia, no he podido hacerme con el, por su elevado precio.  Una pena.

Xelo
Xelo
Lector
17 junio, 2011 13:48

Juanma, me parece que la edición española de Jerry Spring es «clavada» a la francesa, pero no estoy seguro pues sólo la he hojeado.
Toni, la idea de relacionar las reseñas por temática, principalmente entre tan buenas obras, me parece genial. Pero es que además, ésta, está francamente bien currada, cosa poco frecuente en BD de género (infelizmente), y es de agradecer tu esfuerzo como crítico (¿hay alguna duda?) en su divulgación.
Un saludo

Raúl
Raúl
17 junio, 2011 14:12

Jerry Spring solo la he ojeado en la tienda y la verdad es que tiene una pinta muy suculenta, con un dibujo realmente bueno y «moderno». Eso sí, esperaré a que rebajen los tomos que se queden sin vender a la mitad de precio, porque me temo que al que está…
Comanche lo descubrí hace poco más de un año gracias a la biblioteca pública y me parece absolutamente genial. De lo mejor que he leído en el género, con una profundidad en la historia y los personajes que rara vez se alcanza en estos cómics de género. Amén del dibujo, que es soberbio. En mi top 3 del oeste junto a Blueberry y Ken Parker (un pelín por detrás de ellos, pero muy poco!).
Excelente artículo. Muy agradecido a su autor!
Saludos!!!

Khonshu
Khonshu
Lector
17 junio, 2011 19:29

Me sonaba el nombre de jerry Spring, pero no sé si habré leído algo de esta serie (puede que de niño).
Pero al verlo ahora, no se da un aire el diseño con el de Tex? Casualidad?
No digo que uno sea mejor que otro, pero puede que el personaje italiano inspirara a Jije.

Juanma
Juanma
17 junio, 2011 19:38

Tienes razón, Toni, el precio de comanche de planeta está muy contenido y es asequible. Supongo que estarán editados antes de esta escalada demencial de precios.
Y ya que te veo puesto en la materia, ¿sabes si van a publicar integrales de las torres de bois-maury?

Ocioso
Ocioso
Lector
18 junio, 2011 1:38

Toni Boix ha comentado: y a mí que me gusta más Comanche que Blueberry!! Ya sé, ya sé, soy un sacrílego.
 
Pues podemos montar una religión porque ya somos dos.
Yo leí Comanche de pequeñajo, cuando se publicó por primera vez en Mortadelo, y tenía muy reciente la serialización de La mina del alemán perdido y El fantasma de las balas de oro en ¿Superpulgarcito?. Comanche competía con lo mejor de Blueberry, y así todo, caló mucho mas en mi tierno corazoncito. Seguramente la estructura de episodios cortos del primer album fué lo que lo hizo posible, pero el caso es que quedé prendado del chulazo de Red Dust y de toda aquella pandilla de perdedores.
El problema de Comanche en España fué su mala edición y su desesperante aperiodicidad. Casi imposible seguirle la pista, y con la información de que disponíamos en aquellos años, una total desorientación sobre el orden de lectura.
Mas de treinta años después de aquellos Mortadelos llega el primer integral de Planeta, en una edición de ensueño, y juro por Stan Lee que pude escuchar dentro de mi cabeza el grito del pequeño Ociosín…¡Yuuupiiiii, por fiiiiiiin!
Al leer los cinco primeros albumes de una sentada no solo no me sentí decepcionado sino que mi admiración por estos personajes y estas historias se hizo todavía mayor. Se superaron mis expectativas y mis recuerdos. El segundo integral baja un poquito el nivel, sobre todo hacia el final, pero sigue siendo una lectura de primerísimo nivel.
Cuando pienso en un tercer integral con los últimos albumes me entra la duda: Por una parte estaría bien leer el material restante aunque tengo entendido que es de una calidad muy inferior, pero por otra ¿quiero estropear el regustillo que me han dejado los diez anteriores? ¿Quiero leer el declive de la serie?
Aunque tampoco me importaría leer una última historia a modo de epílogo para conocer el final de estos personajes. Para rematar el western mas crepuscular de la historia del comic, un último album todavía mas crepuscular.
 
No sé que hacer con Jerry Spring. Es un pastizal y no está nada claro que vayan a seguir publicando integrales. Son 44 euracos del ala. Es un dineral si no me gusta, pero es todavía peor si me gusta y dejan la colección tirada. ¡Quien sabe!

Octavio B. (señor punch)
29 junio, 2011 15:00

Toni, gracias por citarme (debería poner un Busca-Yo en mi conexión o algo así, jeje) aunqeu si dije tal, ni me acuerdo pero estoy de acuerdo 😀
Tampoco es más mérito que exponer un gusto personal macerándolo con mucha objetividad, saber hacer malabares con semejantes opuestos y tener estilo Esto es, escribir bien, hacer la lectura atractiva no solo por lo que se cuenta, sino por el cómo. LAs enciclopedias pueden ser muy malos críticos, en este sentido.. se necesita, a mi entender, algo más.
And you got it, pues sí…