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Sambre VI: La mar vista desde el purgatorio, Yslaire; Ediciones Glénat; 64 págs., color, 13,95 €.

Parece que a Yslaire le ha sentado bien que otros autores trasteen el universo de Sambre durante un tiempo. Han pasado ya ocho años desde la publicación del tomo V de la serie, donde la peripecia de Julie y Bernard se prolongaba en la figura de su hijo común, apartado de las manos de su madre por su tía. En aquella obra, diríase que Yslaire andaba falto de motivación y de rumbo, puesto que en el apartado visual abundaban las viñetas resueltas con excesiva premura y el argumento no acertaba a detenerse en ningún lado ni a presentar nada nuevo. En el interín, entre aquel quinto tomo y el sexto que hoy comentamos, Yslaire participó en calidad de guionista en la trilogía donde se nos explicaba quiénes fueron los padres de aquellos desdichados amantes y, también, la génesis del desvarío de Hugo Sambre sobre la Guerra de los ojos. Los magníficos dibujos de Bastide y Mezil en esa especie de precuela, y la posibilidad de ahondar en las entrañas de su mundo en vez de tener que alargarlo forzadamente, imagino que otorgaron alas a la creatividad de este autor belga, si tenemos en cuenta que La guerra de los Sambre acabó adquiriendo cierta entidad gráfica y literaria y, más importante todavía, que el sexto tomo de la serie madre mejora bastante lo ofrecido en el quinto. Es algo que resulta evidente con tan solo hojear el libro y disfrutar del abordaje gráfico del autor, mucho más atento a detalles y texturas, a la par que más dado al aprovechamiento narrativo de la página. Sin duda, los motivos no deben buscarse únicamente en el acicate que el trabajo de los ilustradores de La guerra de los Sambre pudo suponer para el padre autoral de la saga, sino también en que alguna musa supo susurrarle a Yslaire por qué senderos hacer crecer a su criatura sin necesidad de volver sobre sus pasos. Y es que La mar vista desde el purgatorio supone un hiato en el devenir de Julie, un espacio intermedio y purificador en el que romper con el pasado para poder construir un futuro. De hecho, su suficiencia argumental deriva precisamente de que Yslaire, más que proseguir con la disección de los traumas de sus protagonistas habituales, opta por introducir a un personaje nuevo para cuya vida el contacto con Julie tendrá un efecto catalizador: un farero, supuesto médico inglés que perdió una pierna en Crimea, será su anfitrión cuando naufrague el barco que la llevaba presa hacia Cayena. La verdadera historia de este hombre, sus heridas más profundas, se agitarán inquietas ante la arrebatadora belleza de la protagonista y ésta, a su vez, obligada a guarecerse del acecho policial en la pequeña isla donde vive el farero, tomará plena conciencia de su situación con respecto a la vida y al fantasma de Bernard.

Esta entrega constituye, pues, un punto de inflexión en el desarrollo de la saga, tremendamente necesario, que consigue compensar la coherente demora en la evolución emocional de sus principales protagonistas a través de la figura de este hombre taciturno y meláncolico que se cruza aquí en su camino. De esta manera, Yslaire logra brindarnos una propuesta no exenta de interés, tanto por su análisis de las profundidades de este secundario como por la impagable pericia gráfica que esta vez ha llegado a desplegar.

[Va D BD Especial Sambre].

3537Hollywood Jan, Bastien Vivès y Michaël Sanlaville; Diábolo Ediciones; 140 págs., color, 17,95 €.

El redito comercial que Bastien Vivès parece estar dándole a Diábolo Ediciones garantiza la pronta publicación de la totalidad de la producción de este autor francés en nuestro país, incluso cuando se trate de obras menores dentro de su trayectoria autoral como en el caso del tebeo que hoy nos ocupa.

Y es que, ciertamente, Hollywood Jan tiene visos de obra menor si la comparamos con trabajos como Pollina, El gusto del cloro o Amistad estrecha. Pero no es menos cierto que Vivès es tan bueno que incluso sus «divertimentos» terminan devorándose con fruición. Así me ha sucedido a mí esta vez, curioseando por entre las páginas del cómic sin intención de leerlo de entrada y encontrándome luego sin poder dejarlo hasta llegar a la conclusión del libro… Algo que, por desgracia, me pasa menos veces de las que me gustaría. Y creo que en esta ocasión se ha dado porque, a pesar de que inicialmente un cómic sobre un novato de instituto algo autista que suple su fracaso social guareciéndose en la fantasía de tener por compañeros a Terminator, Rambo y Gladiator puede parecer demasiado extremo para conseguir de nosotros algo más que una sonrisa, la verdad es que Vivès y su complice Michaël Sanlaville acaban metiéndonos totalmente en la historia. En parte, probablemente, porque a nivel visual hacen gala de una narrativa muy efectiva, fluida y limpia como es habitual en Vivès, además de construir algunas composiciones de tremendo dinamismo y fuerza, sobre todo cuando Terminator se descontrola como si de Hulk se tratase. Pero, en especial, porque Vivès sigue dejando claro que su habilidad para la narrativa está al servicio del pequeño detalle que refleja con sorprendente precisión el sentir de sus personajes y todos sus matices. Consigue así que podamos enfundarnos en ellos, a pesar de que poco puedan tener en común con nosotros, y que nos sea imposible evadirnos de su suerte. Por unos instantes, vivimos la vida de otros de la mano de Vivès, y aunque no siempre esas vidas destaquen por su trascendencia, bucear en ellas siempre resulta entretenido.

[Reseña de Por el Imperio 1: El honor en Zona Negativa + Reseña de Por el Imperio 2: Las mujeres + Reseña de Por el Imperio 3: La fortuna + Reseña de Una amistad estrecha + Reseña de Polina + Artículo sobre Vivès con reseña de El gusto del cloro ].

Julia 1: Los ojos del abismo, Giancarlo Berardi, Luca Vannini y Corrado Roi; Aleta Ediciones; 256 págs., BN, 13 €.

Llevaba tiempo sin fijarme en los cómics de Bonelli, y todavía no sé hoy qué fue lo que me llamó la atención cuando vi la portada del primer libro de esta serie en mi librería. Posiblemente, aunque me disgustó su colorido, encontrarme con la cara de Audrey Hepburn en ella despertó mi curiosidad. Luego, claro, cuando descubrí que su guionista era Giancarlo Berardi, responsable literario de obras tan meritorias como Ken Parker y Marvin el detective, tuve claro que aquella primera entrega de Julia se venía conmigo. ¡Y aquí me tenéis!

Explica el mismo Berardi, con motivo del fallecimiento del editor Sergio Bonelli, en un texto para el número 158 de la serie recién publicado en Italia, que cuando le propuso la idea al empresario tras comprobar que en 1994 las ventas de Ken Parker iban de capa caida, éste le estuvo escuchando durante una hora entera para luego responderle: Me resulta extraño un fumetto con tanta psicología y tan poca acción, pero me fío de ti. Lo publico, Berardi. Las palabras de este legendario editor podrían hacernos pensar que nos hallamos ante una rara avis dentro del panorama del cómic popular italiano, como también se desprende parcialmente del artículo de Valentina Semprini en el libro L’audace Bonelli: l’avventura del fumetto italiano publicado por La Republica i L’Espresso de nuevo a raiz del fallecimiento de Sergio Bonelli: Julia nace, al menos en parte, como producto autoral en octubre de 1998 (esta colección llega hasta nosotros con mucho retraso), por cuanto en la génesis de la serie (…) resulta fundamental el nombre de (…) Giancarlo Berardi. Ciertamente, Julia se aleja en muchos sentidos del paradigma Bonelli, no solo porque sea una de las pocas cabeceras en la editorial italiana que han tenido el honor de ser protagonizadas por una mujer, sino por su clara apuesta por la introspección, la sensibilidad y el comedimiento. Julia Kendall es una criminóloga que, además de impartir clases en la universidad, colabora con la policia de Garden City como asesora; y este sencillo tapiz sirve a sus autores para construir una propuesta donde las motivaciones de los personajes sostienen casi que por entero el peso de la trama. Por supuesto, lo dicho sólo es posible desde la maestría de Berardi para articular perfiles psicológicos complejos y creibles, en especial el de la propia protagonista, alguien para nada inmune al horror y a la impronta emocional que éste deja, pero también radicalmente entregada a la causa de proteger a las personas susceptibles de ser pisoteadas por él.

Sin embargo, y reiterando una vez más que Julia es un cómic con alma verdadera gracias al hálito vivificante de su creador, lo cierto es que tampoco puede negarse que estemos ante un producto de Sergio Bonelli Editore… con todo lo que eso tiene de bueno. Es ésta una obra marcadamente de género, iterativa en su planteamiento argumental, donde determinados clichés y fórmulas se repiten número tras número para deleite de sus lectores: las excentricidades de la criada de la protagonista, las acaloradas discusiones de Julia con el Teniente de policia Webb y la evidente atracción que existe entre ellos, así como las constantes averías de un coche (un Morgan 4×4 del ’67) que un par de mecánicos griegos se empeñan en no quererle cambiar… devienen en poco tiempo escenarios simpáticos y reconocibles que acrecientan nuestra vinculación con la serie, mientras que la verdadera progresión temática la constituye siempre el itinerario interior que en cada historia emprende Julia frente al criminal del momento. Elementos constitutivos del cómic popular como el suspense y el humor tienen fuerte presencia en Julia, siempre manejados con habilidad por Berardi y por otros guionistas que para nada desmerecen el trabajo de su mentor, como me han demostrado tanto Maurizio Mantero como Lorenzo Calza en posteriores entregas de la cabecera. Otra marca de la casa Bonelli especialmente palpable en esta colección la constituye el hecho de adjudicar rostros de actores a su reparto. Así, tenemos a Audrey Hepburn como Julia Kendall, a Whoopi Goldberg como su criada, a John Malkovitch como el Teniente Webb y a John Goodman como su ayudante.

El resultado final garantiza siempre un producto de entretenimiento muy digno que, incluso, roza lo apasionante en ciertos momentos. ¿Por qué si no me habría comprado yo el último número de la serie publicado en Italia cuando no tengo ni idea de italiano?

Pd: Por cierto, aunque el primer arco argumental consta de tres episodios repartidos en los dos primeros números españoles, el resto de capítulos suelen ser autoconclusivos.

[Interesante artículo de Javier Cuervo sobre la serie en La Nueva España].

3537El vampiro de Benarés 1: Las bestias de la noche, Georges Bess; Ediciones Glénat; 48 págs., color, 13,95 €.

Georges Bess es un autor de ascendencia francesa que, depués de curtirse durante años en el cómic de encargo para el mercado escandinavo, dio el salto al producto de autor de la mano de Alejandro Jodorowsky. De formación clásica, sus virtudes principales como ilustrador derivan de su detallado y realista enfoque representativo, con el que suele ofrecer composiciones de gran belleza mediante un entintado contundente y contenido y una paleta de colores contrastadamente experimental.

En esta primera entrega de El vampiro de Venarés, sin embargo, serie en la que ejerce de autor completo como en Pema Ling, se aleja discretamente de sus señas de identidad gráficas, utilizando un entintado bastante más suelto, ligero y sintético y huyendo del abirragamiento cromático presente -por ejemplo- en El lama blanco. Como ilustrador, todo su interés parece volcarse en capturar el espíritu exótico y decadente de la ciudad sagrada del hinduismo, esa Benarés que parece suspendida entre lo divino y la más zafia mundanidad, objetivo plenamente conseguido gracias, en parte, a un trabajo de composición muy atento a la utilización narrativa del espacio vacio.

En el apartado argumental, por otro lado, su voluntad de entremezclar un relato de trasfondo vampírico con demonios salidos del reino de Ayodyah y las vicisitudes de los que les deben dar caza produce resultados dispares. Atrayente en su retrato de la vida en la India, teje con solvencia una nueva aproximación a la tan trillada temática vampírica, pero falla en dotar de la suficiente credibilidad a sus protagonistas.

Nos encontramos, así, ante un cómic que destaca por su capacidad para transportarnos a otro escenario existencial, reflejando de forma inspirada su más profunda y polifacética idiosincrasia, pero que debe mejorar todavía en su construcción de personajes. Esperemos que lo consiga, para de esta manera mejor acompañar el placer que siempre supone contemplar los dibujos de Bess.

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Davidg
Davidg
Lector
24 noviembre, 2011 21:21

Después de interesante artículo, creo que retomaré la saga de Sambre en cuanto haya hueco.
So lo último publucado del señor Vivés, tras leer Polina que me gusto mucho más de lo esperado, pues sabe a poco. De este autor no le di ocasión a Por el Imperio, a pesar  que las d romanos me gustan bastante. Pero en su momento el dibujo junto al precio me echaron para atrás.
Saludos.

Huckleberry
Huckleberry
24 noviembre, 2011 22:03

Fan total de cualquier cosa que huela a Vivés. Graficamente, Por el Imperio es impresionante. Y la historia y los personajes resultan (en mi opinión) muuy atrayentes: en tres pinceladas se define a una especie de doce del patíbulo romana con la que es fácil conectar. A ratos, el comic rezuma épica y magia a cascoporros.
La única pega es que el final me dejó un poco descolocado… A mi parecer, el guionista no supo cerrar como debía el viaje de los protagonistas. Pero bueno, a pesar de todo, muy disfrutable 🙂

marc
marc
Lector
24 noviembre, 2011 22:29

Ya sé que puede parecer una chorrada, pero en vuestras reseñas-muy buenas, por cierto- echo en falta que pongáis una puntuación a las obras. Lo digo porqué hacéis hincapié en los puntos buenos y malos de cada una, pero hay mucha gente como yo que, en éste y otros casos, piensa: aparte de los cómics que sigo cada mes, puedo gastarme 20 euros en probar algo. ¿Cuál elijo? Ya sé que serían valoraciones personales, pero en esta página acostumbráis a tener buen criterio .

Raúl
25 noviembre, 2011 12:33

Julia es de las series que más me llaman la atención para ir adquiriendo poco a poco. Tengo la suerte de ir a Italia a menudo, y siempre me quedo con las ganas de coger algún número, aunque me da coraje empezar una serie por el número 150, por decir uno a caso.

Estoy a la espera de una reedición (en esto Bonelli como editorial se lo monta muy bien con sus «prima ristampa» «seconda…» etc) y en cuanto salga no dudaré en ponerme a ello!

La verdad es que solo el nombre de Berardi ahí, es sinónimo de calidad. Y no he leído de momento ni una crítica negativa hacia la serie.

Gracias por el comentario. Un saludo!

nachof
nachof
Lector
25 noviembre, 2011 13:54

De lo que reseñas solo he leído El vampiro de Benarés y algo defraudado sí quedé. Creo que los dibujos de Bess siguen siendo estupendos, pero a nivel argumental no me convence como guionista. De la edición de Glénat tampoco quedé muy contento; no había forma de encontrar un tomo perfecto, cuando no había páginas pegadas, había manchas o páginas arrugadas.

Sí he leído la saga principal de Sambre, pero nunca me decidí a comprar el quinto tomo al verlo ahí suelto y sin continuidad. Quizá me decida a seguir viendo que Yslaire ha retomado su mayor proyecto. Por cierto, Toni, al margen del dibujo, ¿qué tal está la precuela de Sambre? Comentas un poquito en esta reseña pero agradecería algo más de información.

Mathieu
Lector
26 noviembre, 2011 0:15

Cuidado con Sambre!! Para mi sobrevalorado. Es devir para mi un buen dibujo que acabaa cansando y un guión de m…ediocre. Ahi keda mi advert.

Mathieu
Lector
26 noviembre, 2011 11:28

Por cierto, gracias por descubrirme Julia de Berardi, hace tiempo que tengo ganas de expandir mis fronteras en el comic italiano (que ahora se limitan a Hugo Pratt, uno de los más grandes) y gracias, sobre todo por esta sección de BD.

Gaeta
Gaeta
26 noviembre, 2011 13:21

Toni, ¿y dónde compras los italianos de Bonelli? Siempre he pensado que sería una buena forma de mejorar mi italiano (estudié solo un par de años el idioma), pero nunca los he encontrado.

Raúl
26 noviembre, 2011 20:10

Los tomos de Julia que he ojeado alguna vez en los «edicola» (kioskos) italianos, siempre vi que tenían «continuará», como casi todos los bonellianos. Por eso no me he animado nunca a comprar ninguno.
Si alguna vez pillo uno con principio y fin no tendré dudas.
Un saludo

Mathieu
Lector
27 noviembre, 2011 22:01

Genial Toni. Gracias por el comentario buscaré en amazon italia a ver que encuentro. La verdad es que para mi es un aliciente cualquier comic en italiano puesto que es un idioma que entiendo y no quiero olvidar.

Raúl
28 noviembre, 2011 12:37

Gracias por las respuestas Toni. Sin duda seguiré mirando cuando vaya por allí a ver si me compro algo o no de Julia.

Mathieu, no puedo más que suscribir palabra por palabra la recomendación que te ha hecho Toni sobre Ken Parker. Por desgracia, es complicado hacerse a día de hoy con la serie completa, y en mi opinión los números de Norma, si no has leído la serie puede que se te queden un poco «perdidos» (aunque a ese precio al que están…).
Yo tengo la colección en italiano, para ser concretos «Ken Parker Collection» (http://www.paninicomics.it/web/guest/collane_dettaglio?id=993), y es de mis series favoritas de siempre. Para mí, junto a Blueberry y Comanche, de lo mejor en su género.
Un saludo