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Bel Age 1: Desorden, Merwan Chabane; Diábolo Ediciones; 72 págs., color, 15’95 €.

En España a Merwan Chabane le hemos descubierto en estrecha simbiosis con Bastien Vivès, en esa particular trilogía «de romanos» que fue Por el Imperio, hasta el punto de que costaba adjudicarle personalidad propia. En realidad, y si uno se acerca a otras obras de este autor francés curtido en el mundo de la animación y los videojuegos como pueden ser Fausse garde o Pankat, fácilmente se dará cuenta de que el hombre no ha salido indemne de su colaboración con el chico prodigio de la BD, por cuanto sus formas y maneras -tanto gráficas como narrativas- guardan ahora un fuerte aire de familia con las de Vivès. Su trazo es menos suelto y su escenografía algo más detallada, pero su apuesta por una recreación simplificada de la realidad y, especialmente, del rostro humano, mimetiza prácticamente la del autor de El gusto del cloro. Esa similitud, junto con el hecho de que Bel Age también lo protagonizan jovencitas con el corazón en un puño como las que a veces transitan por los tebeos de Vivès, ha hecho que no pocos hayan saludado la publicación de esta serie con cierta tibieza, por lo reiterativo que les resultaba un producto más en la línea de los de un autor ya de por sí prolífico él mismo. Es ésta una valoración que, hasta cierto punto, se demuestra injusta, porque la obra de Merwan, sin innovar apenas respecto a lo ya ofrecido por su compatriota, está lo suficientemente bien planteada como para sernos de interés. Aunque, no podemos negarlo, justo constituye un entrante de una historia todavía por suceder: una especie de precuela de un relato por descubrir.

Esto es así porque, en este primer volumen, Merwan escoge presentarnos con detalle a tres chicas distintas y sus vicisitudes, todas ellas atravesando situaciones de crisis personal profunda, para juntarlas luego a las tres al final del libro en un mismo piso. De esta forma, a sabiendas el lector de que todas ellas se hallaban en callejones sin salida, el cómic queda «abierto» gracias a este último giro argumental, preguntándonos si su futuro compartido les permitirá desencallar sus colapsados horizontes vitales o, por el contrario, catalizará alguna que otra catástrofe particular. Que Merwan consiga dejarnos en vilo no es poco mérito, y en gran medida se debe a que, gracias a una eficacia narrativa deudora de la de Vivès, a lo largo de esta primera entrega posibilita sin estridencias y con veracidad que el vacio de sus protagonistas nos empape por dentro. Las entendemos. Incluso, sin coincidir en sus respectivos planteamientos biográficos, compartimos lo que sienten. Y así, nosotros sabedores de todo lo que palpita en su interior, acabamos preguntándonos con verdadera implicación cómo resultará su encuentro.

Habrá que verlo 🙂

[Reseña de Por el Imperio 1: El honor + Reseña de Por el Imperio 2: Las mujeres + Reseña de Por el Imperio 3: La fortuna ].

Névé, Dieter (Teste Didier) y Emmanuel Lepage; Ediciones Glénat; 248 págs., color, 42 €.

Antes de que mi habitual verborrea pueda despistaros de lo esencial, lo digo y lo subrayo: Névé es un TE-BE-A-ZO. Sin paliativos. Un cómic a recomendar sí o sí. Su precio de 42 euros puede espantar al más pintado, aunque hay que tener en cuenta que recopila 5 álbumes franceses en tamaño grande y que ya sólo su empaque podría justificar el precio. De todas formas, si vuestra economía no puede permitírselo, pedídselo prestado a un amigo, a vuestra biblioteca municipal o a quien sea. Pero leedlo. Disfrutadlo. Vale la pena.

Y dicho esto (más claro, agua), pasó a (des)explicarme.

Emmanuel Lepage es un dibujante que tuvo una entrada un tanto en falso en nuestro país, dado que la primera obra suya que se publicó en España, Alex Clément ha muerto, apenas le hacía justicia. Por eso fue que algunos (yo como mínimo) nos sorprendimos de sus excelentes dotes gráficas cuando la publicación de Muchacho, una dilogía de bella estampa sobre un seminarista apocado y de buena familia que se busca a sí mismo en la Centroamérica de la Teología de la Liberación y los movimientos revolucionarios. Névé permite ahora que descubramos parte del proceso de gestación de la exhuberante personalidad gráfica de este autor francés, al aglutinar en un único tomo el trabajo que este ilustrador realizó para la serie desde 1991 hasta 1998, evidenciando una envidiable progresión estilística que va desde lo notable a la excelencia.

No es menos sobresaliente la labor de su guionista, Teste Didier o Dieter, como le gusta firmar, escritor al parecer prolífico pero que diría no había sido publicado en la península hasta ahora. Algo imperdonable si nos guiamos por la calidad argumental del libro que hoy nos ocupa, considerando que Névé es un relato de amplio calado tanto por su minucioso retrato de personajes y su estudiado despliegue argumental como por la validez del imaginario existencial que pone en juego. En este sentido, no acabo de coincidir con el análisis del siempre atinadamente selectivo Jesús Jiménez, quien ve en la montaña, escenario privilegiado en el que se desarrolla buena parte de la obra, una metáfora de la vida, así como la subida a la cima simboliza la dolorosa y empinada ascensión hacia la madurez del protagonista. Sería obtuso por mi parte negar que son esos los elementos que pone en juego el relato, pero no tengo tan claro que la montaña sea tanto una metáfora como un espacio ontológico de gran intensidad donde se nos revela lo esencial de la existencia, al igual que sucede con el Sinaí, Picnic en Hanging Rock de Peter Weir o el Jonathan de Cosey. Sea como fuere, y habiendo dejado claro que la obra se sostiene por méritos propios y a todos los niveles como un producto de referencia, me parece acertado compartir ahora con vosotros cuáles son los ejes principales de cada una de las cinco entregas de la serie recopiladas en este libro.

Mirada Azul: En este primer capítulo Lepage da muestras ya de su soberbia capacidad para componer la página y escoger los encuadres de sus viñetas. También, narra con brillantez y su descripción escenográfica es perfecta, algo tremendamente importante en una obra como ésta donde los espacios resultan tan significativos para la trama. Una cierta rigidez de las figuras y un retrato de los rostros ligeramente tosco son sus únicas deficiencias, pero en ningún caso llegan a ensombrecer el atractivo resultado gráfico final. El guión nos presenta a Névé en el Aconcagua (Argentina), jovencito huérfano de madre cuyo padre lo arrastra a él y a otras tres personas a una peligrosa expedición. Dichas personas son la hermana, el primo y la actual pareja del padre y, si bien la ascensión que pretenden acometer acabará en tragedia, lo verdaderamente apasionante de esta primera entrega son las aristas que proyecta la personalidad del padre, quien no duda en poner en riesgo a su equipo por su necesidad de reafirmarse.

Sol verde: Mientras Lepage modula escasamente su estilo en esta segunda entrega, Dieter presenta a Névé y a sus dos tíos lidiando con las consecuencias de lo acontecido en el anterior capítulo. Aunque es Marlène, su tía, quien se lleva la peor parte, el relato se centra en el viaje a Madagascar que el protagonista y su tío Laurent llevan a cabo. Viaje que para ambos será terapéutico, en especial cuando Névé consiga salir de sí mismo y del pozo de su dolor para salvar la vida de su tío.

Rojo pasión: Lepage despega gráficamente y Dieter nos explica el primer amor de Névé, en una historia donde miradas, gestos y silencios sugieren con una habilidad pasmosa y una exquisita delicadeza las complejidades emocionales de las relaciones incestuosas. Sólo por este tercer capítulo valdría la pena comprar este cómic, pero es que el primero y el quinto le van a la zaga.

Blanco Nepal: A estas alturas, ya no es posible encontrarle pegas al trabajo de Lepage, en un capítulo que nos explica la regeneración interior de Marlène, cuestiona las prácticas sectarias de ciertas comunidades religiosas y aboga por la busqueda individual del propio camino existencial.

Negros deseos: Névé, ya adulto, acaba por descubrirse plenamente a sí mismo, en una conclusión donde el despliegue estético y narrativo de Lepage es tan apabullante que subyuga sin remedio. Posiblemente, pocos autores como él han sabido conjurar el bochorno, la desesperación y la ternura en un tebeo.

Cuento poco y ya no digo más, porque verdaderamente merece la pena que seais vosotros mismos quienes os dejeis llevar por el excepcional planteamiento y desarrollo de Dieter y Lepage. Que lo disfruteis.

[Reseña de Muchacho en Zona Negativa].

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Javié
Javié
Lector
12 abril, 2012 13:14

Joder que buena pinta tiene Névé,por lo que he leido por ahí sobre esta obra, ¿Se puede decir que sigue una linea clara de superación o por contra se intuye el devenir de los hechos desde el principio?
 
 
Me interesa bastante esa evolución en los personajes, en este caso del hijo, y el aire mistico que le otorga el tema de las pesadillas y las «visiones» la convierten en una premisa muy potente, al menos para mi gusto, en este caso si podemos afirmar que cuando la economía lo permita, será mia, siempre y cuando no haya un amigo por ahí que me la preste, ¿Hay alguno?,¿No?, ya me imaginaba.
 
 
 
 
 

nachof
nachof
Lector
12 abril, 2012 13:17

Toni, aplaudo fervientemente tu reseña de Névé. Me lo regalaron hace poco y lo he disfrutado enormemente. Lepage me parece un grandísimo narrador gráfico. Ya me quedé impactado con su Muchacho y con Névé ha subido enteros por momentos. A nivel gráfico me ha recordado bastante, como tú has mencionado, al Johathan de Cosey. Bueno al Jonathan o a cualquier otra obra de Cosey enmarcada en la montaña, como El Buda Azul o En busca de Peter Pan. Personalmente, no creo que la utilización de la montaña sea casual, ni en uno ni en otro caso. En el caso de Cosey es más marcado por el amor que siente el autor al Tibet y lo que le circunda. En el caso de Lepage y Dieter, no existe esa referencia porque las montañas que aparecen son diversas y en distintos continentes.
La manera de narrar de los autores me ha parecido magistral. Esa forma de intercalar texto y bocadillos mudos en los que la imagen adquiere todo el protagonismo. Me ha parecido también curioso que en cada tomo se narre una etapa de la vida de Névé. Desconozco el tiempo que pasaría en la publicación de cada tomo individualmente. Al leerlos todos seguidos cuesta un poco asimilar que de uno a otro, Névé tiene algunos años más.
Coincido también contigo, Toni, que el tercer tomo es el mejor. El primer amor deja una honda huella y Névé no es ajeno a él. El primero también me gustó bastante (menudo padre) y del quinto, como decías, me quedo sobre todo con la conclusión.
En definitiva, que hay que leerlo, al igual que Muchacho, que tendré que volver a leer. Y a ver si alguien se decide a publicar los integrales de Jonathan en el formato francés.
La única pega a esta edición de Glénat y en general de todas las ediciones integrales de cualquier editorial es que suelen adolecer de textos introductorios y de extras. Hubiera sido ya espectacular. Y esa manía de poner las portadas al final…
Un saludo.

Galaktus
Galaktus
12 abril, 2012 15:28

Le echaré un vistazo a Nevé. Gracias por recomendarla.

Josele
Josele
12 abril, 2012 15:53

Me convencieron con Névé…y con Muchacho. Pero como este último está descatalogado no sé si lo puedo conseguir desde Chile :S

Josele
Josele
12 abril, 2012 17:39

Gracias Toni. La única manera es verlo con «dealers» virtuales, pero me sale demasiado caro.

nachof
nachof
Lector
12 abril, 2012 19:56

Josele, qué pena que estés en Chile. Aquí en España se puede encontrar Muchacho rebajadísimo. De hecho creo que me compré los 2 tomos por 8 o 10€, ¡¡una ganga!! No sé si las tiendas de segunda mano envían tomos tan lejos.

Josele
Josele
12 abril, 2012 20:51

Gracias Nachof.
Una pena estar tan lejos. Si alguien viaja a Chile que me avise para transferirle el dinero y aproveche de traerme esos y otros títulos, jaja.
Una amiga pronto se irá a vivir a España, ahí tendré más acceso a material saldado o difícil de encontrar, así es que no me desespero mucho, finalmente somos coleccionistas, hay que tener paciencia.
Gracias

Eduardo
Eduardo
13 abril, 2012 9:36

Dsicrepo sanamente respecto a Névé. Deslumbrante en lo gráfico, las historias me han parecido correctas en el mejor de los casos, previsibles en su mayoría y melodramáticas hasta lo pomposo en algún momento.

Javié
Javié
Lector
13 abril, 2012 20:15

Exmo señor Toni Boix, hoy he tenido en mis manos Los dientes de la eternidad y no he podido parar de acordarme de usted, he estado a punto de picar por curiosidad, porque la sinopsis, sumada a su articulo del otro día me hacían ser muy optimista con esta obra,pero ha sido ver el dibujo y dejarlo donde estaba, no me ha convencido nada en absoluto, de hecho, me ha retrotraido a aquellos tiempos del Banyan rojo (nunca bastante odiado) y no he podido evitar sonreir pensando lo brutalmente ironico que fue usted al recomendarmelo de manera tan rotunda. 🙂
 
 
 
Perdón por el medio off topic.

Javié
Javié
Lector
14 abril, 2012 1:03

Pues si, muchas veces le he dado vueltas a este tema, y me temo que soy incapaz de disfrutar de un cómic cuando no tiene un dibujo de un nivel «aceptable» cuanto menos,y ojo, no hablo de estilos, que los hay muy diversos y en todos he descubierto artistas que me apasionan.

Me refiero a casos como el que nos ocupa, a veces he tenido tebeos en la mano que sinceramente, no tenía ni idea de que eran esa suma de lineas con manchas de colores, recuerdo haber hablado de este tema contigo hace unos años y me temo que mi opinión sigue siendo igual de «limitada», quizás sea un problema mio, una tara que me impide disfrutar lo que otra persona si consigue o igual es que me tiro muchas horas del día en la mesa de dibujo machacándome la cabeza con correcciones técnicas, volúmenes, perspectiva, composición y demás especificaciones para que todo funcione y cuando veo estas cosas, hay un enano que vive dentro de mi cabeza y me dice una y otra vez que no es justo que a eso se le llame dibujante.

Pero bueno, basta que haya una sola persona a la que le interese este tipo de trabajos para que toda mi palabrería no sirva de nada, así que asumo que simplemente no va conmigo y adopto el respeto por bandera…Por mucho trabajo que me cueste. 🙂

nachof
nachof
14 abril, 2012 7:27

Javié, coincido contigo plenamente, no en el caso concreto que mencionas, que no he visto, sino en que hay obras que el dibujo te tira para atrás. A mí también me ha pasado el tener en la mano varias veces una obra recomendadísima y asustarme por el dibujo. Seguramente habrá alguno que me envíe a la hoguera, pero el tipo de dibujo que yo llamo «simplón», tipo Persépolis, a mí me echa para atrás. No digo que todos los cómics tengan que ser, por ejemplo, Sigfrido a nivel gráfico, pero un mínimo de perspectiva, de proporción como tú dices, es lo que le exijo a un cómic. La historia puede ser excelente, pero como el dibujo no me haga disfrutar, el cómic se queda en la estantería. Y no creo que haya que estar horas delante de un tablero de dibujo (yo no sé ni hacer eso de «con un seis y un cuatro la cara de tu retrato»), simplemente es cuestión de gustos personales.

Javié
Javié
Lector
14 abril, 2012 13:23

yo no sé ni hacer eso de “con un seis y un cuatro la cara de tu retrato”), simplemente es cuestión de gustos personales
 
 
 
Bueno pero por eso no te preocupes, Humberto Ramos tampoco y mira como le dan trabajo, vamos que no es un impedimento. 🙂
 
 
 
Si quieres desesperarte de verdad, mira la linea mas gafapastera de Astiberri y te deleitaras con una serie de lineas curvas y puntos colocados arbitrariamente con un pie de texto que reza algo similar a: » La ambición del ser humano no conoce limites» y tu te quedas pensando, ¿Eso representan esos borrones horribles?

Javié
Javié
Lector
14 abril, 2012 13:25

Igual he sido muy duro con el pobre Humberto, no es justo desprestigiarlo por un par de trabajos que no me hayan gustado, mas cuando en sus inicios me encantaba. Que editen el comentario y en vez de Ramos pongan a Rob, ¿Así mejor no?

nachof
nachof
20 abril, 2012 9:40

Toni, con este último post que has hecho y el último mío se ve claramente porqué tú eres redactor de ZN y yo simplemente uno que pasa por aquí. ¿Dónde se aprende a expresar así lo que uno tiene en la cabeza? ¡¡La Virgen!!

Y Javié, Astiberri es un prototipo de editorial de la que no tengo nada. Y eso que hay obras que gráficamente son correctas y/o buenas, según mi criterio. Pero de esa rama que mencionas, nada de nada. Me pasa algo parecido con esa rama que tiene Norma, de cómic social, comprometido, costumbrista o como se diga. Nunca entenderé porqué este tipo de cómic se asocia a un dibujo horroroso, que luego sigue costando una pasta.

Seguiré practicando lo del 6 y el 4, a ver si alguien me contrata. Jua, jua.

Saludos a todos.

PD: ¡Eh, 20 mensajes en un artículo de BD! En cuanto nos pongamos a echar más pestes de alguien llegamos a 30 o 40.

Mr. X
Mr. X
Lector
20 abril, 2012 10:07

Rompo una lanza por Astiberri: es bastante cara, pero tienen en su catálogo obras de Peeters, Craig Thompson, Canales y Paco Roca y no creo que ninguno de ellos haya que enseñarle a coger un lápiz para dibujar…

Lo de “Me pasa algo parecido con esa rama que tiene Norma, de cómic social, comprometido, costumbrista o como se diga. Nunca entenderé porqué este tipo de cómic se asocia a un dibujo horroroso, que luego sigue costando una pasta.” Completamente de acuerdo.

Mr. X
Mr. X
Lector
20 abril, 2012 10:13

De todas maneras, en alguna obra la grandeza de la historia supera los problemas (subjetivos) que tengas con el dibujo… como a mí me ocurre con Matt Kindt (preferiría que sólo escribiera los guiones, sinceramente, y le dejara el dibujo a otro). ¿Por cierto, no vais a reseñar Revolver? A mí me parece lo mejor en lo que llevamos de año.