Por caprichos del destino o traición del subconsciente, se diría que en pleno verano he decidido dedicar esta nueva entrega de Va D BD a libros «sobre mujeres». En verdad, eso parecen indicar las tres portadas reproducidas, pero en absoluto ha sido esa mi intención. Antes bien, he escogido estos tres cómics porque en todos ellos, de distinta manera, sus autore/as elaboran historias mínimas; de extensión variable pero que, en un sentido u otro, transmiten impresión de liviandad, de adolecer de un desarrollo insuficiente, detalle sólo parcialmente compensado por la indudable envergadura artística de sus creadore/as.
RESEÑAS
Bordados, Marjane Satrapi; Norma Editorial; 136 págs., BN, 15 €.
En primer lugar, nos enfrentamos a una obra de la madonna de la novela gráfica europea, Marjane Satrapi, quien hace ya unos años trascendiera ampliamente las estrechas fronteras del mundo del tebeo gracias a Persépolis, retrato del Irán en el que transcurrió su infancia y juventud.
En Bordados la autora vuelve sobre sus pasos para esbozar, en contraposición con lo mostrado en Persépolis, algunas conversaciones de trastienda. Es decir, aunque también enraizado en su vida en Irán, Bordados es un cómic que nunca llega a mostrarnos lo que acontece en la calle, apostando más bien por testimoniar las tertulias de sobremesa que servían de epílogo a las comidas de la familia de la autora, momento en el que las «mujeres aireaban el corazón mientras los hombres dormían la siesta».
A partir de esta premisa, Satrapi nos sumerge en una de esas sesiones de chismorreos y chascarrillos, tejiendo un relato de relatos donde cada mujer le da la alternativa a la siguiente para confeccionar entre todas un tapiz sobre las relaciones afectivas en general y, más particularmente, en el contexto social iraniano de mediados de los 80. Virginidades fingidas, matrimonios concertados, apasionados encuentros y desencuentros, operaciones de cirugía estética y alguna que otra camuflada adicción al opio constituyen el rico anecdotario que insufla gracia y vitalidad al trabajo de Satrapi, revelando que son estas y no otras sus principales virtudes como historietista. Aquí, segura de su valor autoral, desinhibida y espontánea a sabiendas de tener domesticado el éxito, Satrapi se despreocupa del dibujo y el diseño para servirnos tebeo al desnudo. Lejos está del esmero gráfico o de la dócil paginación de Persépolis. En Bordados toda la fuerza comunicativa reside en los diálogos, a los que a menudo acompañan ilustraciones de cierta tosquedad expresiva en páginas que casi ni explotan su potencial como unidades discursivas contenedoras de otras sub-unidades gráfico-narrativas en continuidad y contigüidad. Ese es su valor y esas sus carencias, porque de esta manera Bordados se lee con curiosidad y agrado… pero pasa sin apenas dejar rastro. Todo en la obra invita a pasar página. Nada, ningún virtuosismo ni detalle, pretende capturarnos. Y así las palabras, esas que suele llevarse el viento, después de seducirnos como únicamente podrían hacerlo en labios de una moderna Scheherazade, cerca quedan del olvido porque, aunque bellas, el verbo entretenido también acostumbra a resultar efímero.
Dedicado a Rocío Barba Vázquez y su infinita paciencia.
Cinco mil kilómetros por segundo, Manuele Fior; Editorial Sins Entido; 144 págs., color, 19 €.
Proseguimos nuestro recorrido deteniéndonos ahora en una novela gráfica que ganó el Fauve de Oro a la mejor obra en Angoulême 2011. Con semejantes credenciales, parece excesivamente osado restarle méritos a Cinco mil kilómetros por segundo, aunque justo el título nos da alguna pista de lo que entiendo más problemático de esta historia.
De todas formas, y antes de entrar a matar, debe reconocerse que son muchas las virtudes de esta propuesta, sobre todo a nivel visual. El trazo ligero de Manuele Fior, emparentado con algunos momentos álgidos de la animación Disney como ahora 101 Dálmatas, es tan expresivo como seductor; aspectos que además quedan exponencialmente multiplicados por una paleta de colores extremadamente vivos que se combinan con notable armonia y que siempre se mantienen al servicio de la narración. Indudablemente, Manuele Fiore sabe contar a través del dibujo e, incluso, del trazo acuarelado que escapa traviesa y caprichosamente del control de los ilustradores. Los silencios de sus personajes, su porte, su gestualidad, su manera de relacionarse, constituyen buena parte de lo que el autor comunica al lector sin necesidad de palabras. Y éstas, cuando son pronunciadas, nunca carecen de valor… bien por lo que ocultan, bien por lo que revelan, hilvanando este relato con hebras de desencuentro y desarraigo. Desde que Piero y Lucia se conocen en su Italia natal, hasta que se reencuentran allí de nuevo después de años de separación y de haber transitado ella por Noruega y él por Egipto (a cinco mil kilómetros y un segundo de distancia el uno del otro), los lectores asistimos a un modulado repertorio de aquello que podríamos llamar «incoherencias del corazón». Piero quiere a Lucia, demasiado y tanto que ni vive ni deja vivir. Lucia se escapa y se lanza en brazos de Sven, un espejismo noruego en quien tampoco encontrará la felicidad. Piero acaba en Egipto, donde triunfa profesionalmente pero donde, también, descubre que es como una barquichuela a la deriva, sin ancla que dimensione su existencia. Y sigue pensando en Lucia, quien simboliza de forma tangible su vacio interior, un vacio por el que la misma Lucia se siente devorada al comprobar que su vida nada tiene que ver con la que soñó un verano, en Italia, de joven.
De la ilusión a la melancolía, de la juventud a la decadencia y del amor a la extrañeza… a una velocidad de cinco mil kilómetros por segundo.
Momentos narrativos sublimes (en especial, la ruptura entre Lucia y Sven y la reflexión del profesor Philipp Spencer sobre la diáspora identitaria) que no construyen un todo también sublime por la que -decíamos- es la carencia de esta obra: la celeridad con la que se desarrolla. Y no es que Fior pase sin apenas detenerse por la vida de sus personajes, sino que, para poderse detener allí donde le interesa, abusa de las elipsis narrativas en otros momentos y les regatea asideros vinculantes a sus lectores. Su manejo de este recurso queda muy lejos de la maestría demostrada por Frank Miller en Batman: Año Uno o Pedro Rodríguez en Omar el navegante: Jinn-el-Rais y, aunque algo de lo que le oculta al lector forme parte del juego argumental que supone el corazón de la historia, lo cierto es que también obvia tanto y tanto que el lector se muestra incapaz de rellenar ciertos huecos de la trama y, peor todavía, de interesarse por unas circunstancias de las que acaba conociendo demasiado poco. Una lástima si tenemos en cuenta que Manuele Fior tiene cosas que contar y aptitudes para hacerlo.
Los melones de la ira, Bastien Vivès; Diábolo Ediciones; 130 págs., BN, 17’95 €.
Llegamos por fin a la tercera obra en discordia, una broma del niño prodigio de la historieta francesa, Bastien Vivès, que ha desconcertado a parte de nuestra crítica.
Explican los entendidos que, en Francia, este cómic fue editado en tamaño libro de bolsillo, con encuadernación de cartón, papel de escasa calidad e insertos publicitarios pornográficos inventados; aspectos todos ellos que ayudaban a contextualizar mejor la voluntad intrascendente con la que Vivès acometió este trabajo. Voluntad que, por otro lado, también clarifica el juego que se establece entre su título y el de la novela de John Steinbeck que posteriormente inspiraría la película de John Ford.
Así, Los melones de la ira cuenta (porque tiene mucho de cuento) las vicisitudes de una familia de campesinos con una hija de grandes pechos que le producen fuertes dolores lumbares. Buscando solución a su poblema, emprenderán un peregrinaje por distintos consultores que, una y otra vez, no harán sino abusar sexualmente de la chica y de la inocencia simplona de su familia. La premisa, que no llega mucho más allá, funciona perfectamente como divertimento y tiene, además, algún momento de cierto erotismo incestuoso. De nuevo, Vivès demuestra que es un virtuoso del dibujo y el story-telling con una extraña facilidad para conjurar belleza (la belleza de un horizonte, de un gesto, de un paisaje…). Pero, asumido ya que nos hallamos ante una chanza inmensa sin otra pretensión, lo cierto es que Vivès nos abofetea entonces sin contemplaciones, pillándonos totalmente desprevenidos. Porque, tanta es su potencia comunicativa y tanta su sensibilidad, que incluso mientras bromea se permite insertar un encuadre, una frase o una situación que nos desarma y nos golpea.
De esta forma, en su simplicidad y con cuatro pinceladas bien escogidas, la historia de Magalie se convierte en metáfora de esas clases populares que se ven desarmadas ante los que manejan el mundo gracias a sus privilegios y a la incultura de sus víctimas. A su vez, expresa la afectuosa humildad con la que los miembros de una familia sin apenas expectativas se apoyan unos a otros. Y, en determinados momentos, retrata con tanta precisión el desamparo desconcertado de aquella persona que intuye que ha sido manipulada y mancillada, que tras las risas del lector viene también cierto remordimiento, cierta culpa; el silente dolor de aquel que se arrepiente de no haber captado antes el daño que ha sufrido quien ha padecido el abuso.
Y eso que nos hallamos ante una broma… ¡Si llega a ir en serio!
[Reseña de Por el Imperio 1: El honor en Zona Negativa + Reseña de Por el Imperio 2: Las mujeres + Reseña de Por el Imperio 3: La fortuna + Reseña de Una amistad estrecha + Reseña de Polina + Reseña de Hollywood Jan + Reseña de La carniceria + Artículo sobre Vivès con reseña de El gusto del cloro ].
OTROS ENLACES DE INTERÉS
Archivo Va D BD.
Que bien que al menos cada 10-15 noticias de tíos en mallas y ostias como panes aparezcan reseñas que nos amplien el horizonte del arte del comic.
Marjane Satrapi me atrapó en su conocidísmo «Persépolis» y todavía le debo el leer alguna otra historia… la hojearé, porque siempre es interesante poder acercarse a otras culturas desde el punto de vista del comic. Pero muchas veces me tira para atrás cunado hay poco diálogo y un solo dibujo por página, a ver que onda…
Y la segunda reseña me recuerda al clima de la peli de Médem: Los amantes del círculo polar», no tanto por la historia como por el clima con el que lo describís.
La obra de Bastien Vivès está en la biblioteca, así que allí vamos!
Aunque llevo 25 años leyendo superheroes, como a todos me gusta que me descubran pequeñas joyas que yo difícilmente probaría, esa es la función de los textos de Toni y en ocasiones de David y de Jordi Pardo (cuando se alejan del género superheroico), así que un sonoro aplauso a los tres por ampliar nuestras miras a otros géneros autores y obras. Por cosas como estas magníficas reseñas ZN es una web plural.
Bastien Vivès, gran reseña sobre su nueva obra. Este autor derrocha y suda un talento innato por todos los poros de su piel. Cada novela que realiza absorbe al lector a través de un vórtice de empatía sublime del que no hay escapatoria, unas veces como sociópata alienado, otras como un altruista endémico de la psiche humana y su moralidad en los momentos en que sólo existe el instinto más pueril y vejatorio. De cualquier modo consigue imprimir sensaciones personales que sólo son perceptibles de manera individual por cada uno de nosotros, indescriptibles por naturaleza, pero él lo logra de manera exquisita y sublime.
Este autor consagra que se pueda hablar del noveno ARTE con mayúsculas dentro de uno de los muchos arquetipos existentes. Creador de ambientes y mago de mentes, juega con las verdades de las apariencias, lo que pensamos y no hacemos, lo que sabemos y no exteriorizamos al mundo. Aqui tenemos a un escritor de pluma y verso, sin tecnicismos, sólo él, su cabeza, sus manos y sus historias.
Que obra suya me recomendás 4d2i4n?
Bastien Vivés (de quién me gusta recordar cuando hablo de él que todavía no ha llegado a la treintena de edad) es sinonimo de excelencia, Liponidas. Leas lo que leas del joven autor francés disfrutarás de claros ejemplos de obras autodefinidas como «costumbristas». Mi recomendación (y la de no pocos lectores) sería que empezaras por Polina (Ay, dulce Polina…). Pero tanto la previsible Amistad Estrecha, la redonda y quasi-perfecta El Gusto del Cloro o la aparentemente anecdótica En Mis Ojos son lecturas recomendadas.
Sobre la reseña de Los Melones de la Ira (excelente, como siempre, Toni, pero es algo que ya sabes…) debo decir que me sentí un poco decepcionado. El trazo y la paleta de colores son excelentes como siempre, ahí no tengo nada que objetar, y me siento admirador confeso de como Vivés es capaz de con pocos trazos hacer que sus personajes cobren vida ante nuestra mirada.El problema se presenta en el guión, apresurado y vacio por momentos, aunque mantena su ritmo lento marca de la casa. Quizás las explicaciones que lo presentan como un trabajo de encargo sea la razón del descenso en el esmero del autor. La metafora social, a pesar de la excesiva ingenuidad de la familia (el momento del revelado cámara de fotos me sacó de la lectura), o la humilde lastima que sientes por Magalie salvan la novela en cuestión. Aunque quizás estemos una vez más ante el clásico dilema de grandes expectativas no cubiertas.
Entonces voy a ir a la biblioteca porque tienen algunos de los que nombrás. Y el que me guste, pa la saca, que estas obras hay que tenerlas!
Y la reseña de Toni es excelente, como mínimo te deja con la cara de ¿que me estoy perdiendo?.
Creo que ya las citaron, por lo menos las publicadas por aquí (si hay más a mi me interesa saberlo):
-Ella(s). Yo me puse cachondo con esta.
-El gusto del cloro. Una obra impresionante. Sin apenas diálogos es genial lo que consigue.
-En mis ojos. Aqui me dio la sensación de que el autor es un poco psicópata. No me hagas mucho caso igual soy yo.
-Por el imperio (aunque en esta es co-autor junto a Merwan Chabane, no refleja tanto su estilo personal como en las otras al tratarse de una trama histórica).
Creo que no soy lo suficiente maduro para adentrarme en el BD,aun asi gracias por la reseña,siempre es bueno ampliar horizontes.
Liponidas, si tienes la oportunidad te recomendaría que te pillaras El gusto del cloro, para mi fué una revolución el descubrir como un artista es capaz de contar tanto, con tan pocos elementos visuales, desde ese momento Batien vivés se convirtió en un imprescindible dentro de mi biblioteca de BD, tengo muchas ganas de leer Los melones de la ira, como el resto de lectores, me sumo a las felicitaciones al señor Boix, regalandonos una vez mas la posibilidad de leer obras que igual de otra manera pasarían desapercibidas.
He ido leyendo todo lo de Vives y de momento creo que me voy a plantar en Polina. Tanto Los melones como la minicosa de los videojuegos que se acaba de publicar me parecen muy inferiores y rompen la progresión del chaval. Dicho de otro modo, voy a descansar de Vives hasta que saque algo con mas ambición porque estoy saturado de naderías. Simpáticas y muy bien dibujadas, pero naderías. ¡Y carísimas!
(Aunque si me las tropiezo en cbr haré un poder)
desde El Gusto del Cloro, no me ha vuelto a impactar realmente.
Os reiréis, pero no he leído El gusto del cloro. ¡Cómo ya se ocupó de reseñarlo el amigo Sergio Morales!
De entre el resto de la producción de Vivès, me quedó con Una amistad estrecha y Polina. Estos «melones», como dejo claro en la reseña, son una obra menor, pero me sorprende cómo Vivès consigue incluso en ese contexto, entre guasa y guasa, transmitir alguna que otra emoción poderosa y verdadera.
Leí Cinco mil kilómetros después de algunas buenas críticas…y me dejó bastante frío.
Dí tú que me lo zampé de una sola tacada en la sala de espera del médico, o sea que no sé hasta que punto es fiable mi valoración.
Sí, por eso empezaba diciendo aquello de que las tres obras «transmiten impresión de liviandad, de adolecer de un desarrollo
insuficiente, detalle sólo parcialmente compensado por la indudable
envergadura artística de sus creadore/as.»
Creo que tiene detalles muy interesantes a varios niveles, pero obvia cosas que no debería y el resultado final se resiente de ello.
Manuele Fiore sabe contar a través del dibujo e, incluso (…) constituyen buena parte de lo que la autora comunica al lector sin necesidad de palabras.
Manuele Fiore, una autora despampanante:
http://www.entrecomics.com/wp-content/uploads/2011/04/manuele-fior.jpg
Jajajajaja. ¡Ahí les has dao! ¡Y a mí que me cuadraba mucho más que fuese una mujer por el tipo de historia y estética que presenta! Pero nada, me ha despistado el nombre. Ese Manuele me hacía imaginar una especie de Sylvia Kristel. ¡Qué desilusión me has dado, Ocioso! Pero gracias por el apunte. Corregido en el post.
Anda, pues te hacía la coña dando por hecho que sabías que era un señor y era una errata.
¿Se te escapó la entrevista en Entrecomics del año pasado?
http://www.entrecomics.com/?p=61483
No me hagas hablar más que me comprometerás 😉