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Zaya 1, Morvan (Jean-David Morvan) y Huang Jia Wei; Diábolo Ediciones; 80 págs., color, 17,95 €.

En fechas recientes hemos podido ver como algunos ilustradores chinos muy concretos, tales como Dongzi Liu (Sangre real) o Zhang Xiaoyu (Les Chroniques de Légion), irrumpían con una fuerza inusitada en el mercado del cómic francés, comandando total o parcialmente algunas de las apuestas más pretendidamente comerciales de la industria historietística del país vecino. A día de hoy, parece que a esta escueta lista de emigrantes del manhwa debemos sumar también a Huang Jia Wei, dibujante cantonés nacido en 1983 que atrajo la atención del público galo a partir de la publicación del álbum Ya San, una historieta confeccionada mientras todavía estaba estudiando Escultura en la Escuela de Bellas Artes y cuyo buen recibimiento ha hecho posible que ahora produzca directamente para Dargaud y en colaboración con el guionista Jean-David Morvan la serie que hoy nos ocupa.

Sin duda, el planteamiento argumental de Zaya resulta tan familiar como posibilista: En un futuro impreciso que entremezcla el ciberpunk y el steampunk, una famosa escultora holográfica rodeada de suertes y privilegios deberá renunciar a todo ello para saldar una deuda con su pasado como asesina de una organización criminal llamada La Espiral, cuyos altos cargos están siendo diezmados por un mercenario cibernético que se antoja imparable.

Como pueden ustedes suponer, tan manido escenario sólo puede vibrar si la voz de sus autores despliega tonalidades lo suficientemente personales, y es precisamente por eso que en Zaya el perfil de Morvan y Huang Jia Wei aparece diáfano, con sus virtudes y defectos, propiciando que el historietista chino acapare toda la atención, habitualmente para bien y en gran medida… pero no siempre. Así ha debido de quererlo Morvan, sirviéndole una trama que en esta primera entrega hace poco menos que las funciones de presentación y en la que el principal atractivo lo constituye la desbordante capacidad de Jia Wei para imaginar, concretar y singularizar ambientes, escenarios y emociones.

Pocos son los personajes de peso que aparecen ante el lector a estas alturas del relato y, básicamente, es en la protagonista en el único de esos personajes que los autores se detienen de forma morosa, ofreciendo una imagen de ella a la vez clara y misteriosa, reflejando su modo de vida y un estado de ánimo calmo e introspectivo al que deberá renunciar por obediencia a la organización a la que perteneció. En este apartado Jia Wei se muestra espléndido, retratando a una mujer de marcado encanto que, por lo general, resulta lo suficientemente humana como para que podamos empatizar con ella.

Pero es cuando debe enfrentarse a la titánica tarea de «levantar un mundo» que el ilustrador oriental consigue sus mayores logros. Sus planos inclinados, el detalle con el que todo queda retratado, los matices etéreos de su acabado a lápiz y una escueta paleta de apagados ocres, grises y verdes, devienen señas de identidad que claramente definen su estilo; aunque probablemente aquello que en mayor medida lo singulariza como autor sea su propensión a conjurar espacios arquitectónicos y escenográficos volubles, donde las pocas líneas rectas que aparecen han sido trazadas a mano alzada y en los que abunda lo curvo y oscilante, confiriéndole a todo una subyugante visceralidad orgánica que, en determinados momentos, cuando el dibujante más libre es de «inventar futuribles», despierta en el lector un asombro libre de paliativos.

Sin embargo, esa querencia de Jia Wei por el detalle y el vértigo también se cobra un importante peaje sobre su narrativa que, especialmente en las escenas de acción, resulta confusa. En ocasiones, tanto como para que el guionista se vea obligado a poner en boca de uno de los personajes una frase que pasa de dramática a cómica: «Su puño me ha atravesado». Sin la ayuda de Morvan creo que no nos habríamos percatado de ello.



Personal paleta de colores y propensión a curvar la realidad
(haced click sobre las imágenes para ampliarlas)

[Entrevista a Huang Jia Wei en Actua BD].

Mezek, Yann Lepennetier y André Juillard; Norma Editorial; 72 págs., color, 17 €.

Por contra, el siguiente libro al que nos referimos es un ejemplo de disciplina narrativa: probablemente, como no podía ser de otra manera estando en manos de dos valores hoy ya clásicos de la historieta francesa como son André Juillard (Las 7 vidas del Gavilán, Diario azul, El largo viaje de Lena) y Yann Lepennetier (Tako, El Gran Duque), a quien también se le conoce como Balac (Sambre, La sangre de los Porfirio).

La obra nos cuenta cómo eran los primeros días del recién constituido ejercito aéreo israelí, allá por 1948, cuando este estado de nueva creación se veía obligado a delegar su defensa en un nutrido colectivo de mercenarios, dado que todavía no disponía de soldados propios que dominasen el complicado arte de pilotar los únicos aviones que los muchos embargos impuestos por la comunidad internacional les permitían importar: los inestables Mezek checos, que en el chasis de los Messerschmitt incorporaban el motor de bombarderos Junkers Jumo ocasionando que aterrizar con ellos pudiese resultar suicida. Todo ello lo contemplamos a través de uno de esos «soldados a sueldo», Björn, un taciturno piloto sueco que, a pesar de que su integridad y su éxito con las mujeres pudiesen sugerir lo contrario, arrastra una losa que justifica su porte apesumbrado; más si cabe en un escenario como el que habita. Aunque, pensándolo bien, alguien como él, alguien con un doble secreto como el suyo, no podía encontrarse en ningún otro lugar.

Imagino que, por mis palabras, tendrán ustedes claro que nos hallamos ante un relato que se articula a partir de la fiel reconstrucción histórica, algún que otro misterio y una pormenorizada interacción psicológica y sociológica entre sus distintos personajes protagonistas. Así, cuidadosos como son con todo aquello concerniente a la historicidad y la verosimilitud, Yann y Juillard hacen ofrenda al lector de un producto madurado y muy digno que, sin embargo, no consigue cautivarnos. Algunos han sido de la opinión de que Yann juega sus cartas con excesiva frialdad, manejando con tanta exactitud los resortes narrativos que acaba resultando predecible. Ciertamente, el relato está bien hilvanado y acoge de forma armónica diversos elementos históricos de indudable trascendencia, motivos que justifican suficientemente cierto nivel de reconocimiento. Pero también es verdad que la misma actitud distante tras la cual Björn y sus intereses románticos pretenden esconder sus pulsiones y cicatrices se acaba apoderando del guion para empujarnos insidiosamente lejos del epicentro emocional de la historia. Otros, como yo mismo, también consideran que Juillard tiene su parte de responsabilidad en el levantamiento de ese muro que se interpone entre lector y personajes. Porque, si bien es cierto que sólo gracias a su implicación el proyecto pudo llegar a puerto tras muchos intentos infructuosos de Yann de encontrar dibujante, no lo es menos que estos años en los que este ilustrador ha estado mimetizando el estilo de Edgar P. Jacobs en Las aventuras de Blake y Mortimer le han pasado algo de factura y se infiltra en sus páginas una liviandad expresiva muy típica de aquello que en su día vino a llamarse línea clara. Planos neutros, narrativa visual muy sencilla y, en ocasiones, la construcción discretamente simplificada de algunos personajes… retórica que tan perfectamente encaja en las aventuras de héroes como los de Hergé, Jacobs o Yves Chaland pero que a menudo ellos mismos trascendían, especialmente este último en maravillas como El cometa de Cártago (en cuyo guion también participara Yann y publicado aquí dentro de Chaland Obra completa 1), no funcionan igual de bien cuando se trata de ahondar en la amargura de la culpa, la irracionalidad del odio y el ansia de redención.

Sin embargo, a pesar de ese molesto decalaje, de esa desincronización entre público y protagonistas, Mezek sigue siendo lo suficientemente auténtica y ambiciosa como para que no debamos prescindir de ella por entero… como no podía ser de otra manera si Yann y Juillard aparecen en sus créditos.

[Reseña de El largo viaje de Lena 1 en Zona Negativa + Reseña de El largo viaje de Lena 2 ].

Migrador Nocturno, Salvador Sanz; Ediciones La Cúpula; 148 págs., BN, 15 €.

La premura (para mis renqueantes posibilidades de agenda) con la que vuelvo a referirme a Salvador Sanz debería ser muestra evidente para todos ustedes de la intensa impresión que causó en mí la lectura de Angela della Morte y, por supuesto, del especial valor que le otorgo a la producción de este artista argentino. Lo dicho no tiene más trascendencia que la de una simple opinión, personal e intransferible, pero la obra de Sanz habla a su vez por sí sola y evidencia tanto una particular personalidad como unas cualidades en grado sumo que objetivan la importancia que la bibliografía de este autor debería tener para cualquier lector receptivo.

Atendiendo concretamente a Migrador Nocturno (Nocturno en su edición original en Argentina), nos encontramos ante un relato que prolonga y perfecciona los elementos más destacados de Legión, el que fuera el primer libro publicado de Salvador Sanz aunque anteriormente el autor ya atesorase cierta trayectoria en el mundo de las revistas. Como en aquella obra unitaria, en Migrador Nocturno asistimos al advenimiento de una amenaza ante la que la humanidad no parece tener defensa y, tanto en un libro como en el otro, los mejores logros de Sanz se hallan en su apabullante despliegue gráfico y en su facilidad para transmitir desasosiego e indefensión. El guion es menos compacto y sutil que en Angela della Morte y, como relato, podríamos considerarlo algunos escalones por debajo de ese, su último libro publicado en España. Pero estéticamente nos hallamos ante un trabajo incluso superior tanto por las posibilidades que la historia ofrece al ilustrador como por las sensaciones y los resortes emocionales que éste logra movilizar en el lector.

Seguramente, a nivel argumental, importa poco que esta vez Sanz escoja hablarnos de unos pajarracos gigantescos y monstruosos provinientes de otra dimensión que se infiltran de noche en nuestro mundo a través del espacio que ocupa el cuerpo de algunas personas marcadas y malditas. Como en el resto de su producción, lo realmente significativo se maneja a otro nivel. Primeramente, porque las enormes capacidades de Sanz como dibujante le permiten, por un lado, recrear estampas cotidianas de gran verosimilitud y, por otro, concretar criaturas incluso más perfiladas y espeluznantes que las de Guy Davis, haciendo buena la premisa de que la entraña del fantastique se construye siempre a partir de la subversión de la adocenada realidad por parte de alguna que otra irregularidad que en ella penetra. En segundo lugar, porque el virtuosismo de Sanz a la hora de iluminar y pormenorizar sus escenarios consigue que espacios totalmente irreales, imposibles, cobren vida ante nuestros ojos: así sucede con Vertiguel, la Incubadora Madre a la que los humanos son transportados cuando las aves se adentran en la Tierra, dimensión inhóspita que Salvador Sanz construye con muy pocos elementos hábilmente manejados. Y por último, porque bajo una u otra premisa, las historias de Sanz siempre hurgan en similares heridas, las profundas. La enajenación, la extrañeza ante la propia existencia, ante la propia identidad, ser poseidos, perder el control, caer presos de una fatalidad cósmica frente a la que no cabe salvación, verse traicionados y tomar conciencia de ello cuando ya no hay marcha atrás… cuando tras la esquina asoma la extinción de todo. Como un Lovecraft contemporáneo que ha cambiado las letras por el cómic, Salvador Sanz suscita pesadillas con caricias de pincel y raspado de plumillas… y uno no puede salvo acoger el escalofrío que le recorre cuando se percata de que un artista tan bueno como este… tal vez no sea de este mundo 😉



Mundos y criaturas espeluznantes
(haced click sobre las imágenes para ampliarlas)

[Reseña de Angela Della Morte en Zona Negativa + Interesante artículo sobre la obra de Salvador Sanz en El lar de los conformes disconformes + Blog del autor].

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Toni Boix
“Me llamo Toni Boix y soy un DC-Adicto”. A pesar de que mi niñez esté inundada de Sal Buscema y mi adolescencia de Spirit, Metropol, Cimoc y Zona 84. Porque Zinco me devuelve al redil. Zinco y Wolfman y Perez y Moore y Totleben y Gibbons y Miller y Bolland y García López. Después, el ansía. La escasez. La falta absoluta de alegrías. Mueren las revistas de cómics y Zinco vegeta. Mi ilusión se marcha a hacer las Américas. Suerte del Previews… y de los cómics que se malvenden. Le pido a Raúl López que me deje escribir una reseña en Zona Negativa promocionando Fallen Angel… y el resto es esta historia.
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4d2i4n
4d2i4n
Lector
11 octubre, 2012 12:44

  Muchas gracias por las reseñas. El de Zaya lo tenía en mente por las críticas que se está llevando. ¿Se sabe si contará de muchos mas números? Por distribuir bien el reparto de mi bolsillo ya que viene algún que otro tocho editorial que tengo en mente.

  Salvador Sanz no lo conocía pero por lo que dices pinta bastante bien su obra. Me lo anoto.

sibaix
sibaix
Lector
11 octubre, 2012 17:24

 Zaya lo he disfrutado a nivel visual, aunque confuso en las peleas como bien dices hay viñetas increíbles que compensan de alguna manera esa carencia, pero en lo que me ha dejado frió es en la trama y no es que no sea interesante, el problema es que en 80 paginas se cuenta muy poco y claro a este ritmo pueden pasar diez tomos hasta que la historia avance, una pena porque el dibujo es bueno y original, pero deberían contar mas cosas para que no de la impresión de que nos quieren vender muchos tomos estirando la trama con múltiples viñetas visualmente bonitas, pero un buen cómic para mi es un buen dibujo y una buena trama con ritmo adecuado. 

Migrador Nocturno  lo tengo en cola, pero seguro que caerá porque me ha encantado Angela della Morte.

Grijaldo
Grijaldo
Lector
11 octubre, 2012 18:52

 El de Mezek hace tiempo que lo tengo y lo disfruté como el que más pero claro,yo todo lo que sea bélico o que salgan aviones mi pirra,en especial si son de la segunda guerra mundial,así que no puedo ser imparcial.

El de Zaya lo he visto en la libreria y me ha llamado mucho la atención,a lo mejor me espero a que salga el segundo y me los pillo de golpe,ya veremos.

Javié
Javié
Lector
12 octubre, 2012 2:52

Sorpresón nocturno, un Va d BD donde lo primero que me llama la atención es el arte de las obras, y no la premisa como suele ser normal, tanto Zaya como Migrador nocturno tienen un sitio preferente en mi estantería, eso si, 18 euros por 80 paginas es una autentica barbaridad.

sibaix
sibaix
Lector
12 octubre, 2012 10:45

 Por lo menos no hay que esperar mucho para los siguientes volúmenes, la pregunta sería de cuantos tomos consta la obra.

Ya me parecía a mi que al ritmo que avanza la trama dos Tomos era poco, por eso decía que se cuenta poco en muchas paginas.

Desde luego venderán mas si vemos que no sale un Tomo cada dos años.

Gracias

Javié
Javié
Lector
12 octubre, 2012 13:58

 Me ha impresionado bastante su trabajo, si, no lo conocía y al ver las paginas que has colgado como muestra, me han llegado recuerdos de la Vertigo ochentera, con ese estilo sucio pero correcto en la linea y esas criaturas deformes por doquier, me lo apunto para reyes.

Con Zaya me pasa tres cuartos de lo mismo, una premisa y un acabado fantástico, pero por desgracia me temo que mi nivel adquisitivo actual hace que no me pueda permitir el lujo de pagar tanto por 80 paginas, quizás mas adelante.

Nerd77
Nerd77
Lector
24 octubre, 2012 16:27

 Gracias Toni por las reseñas. Me he decidido a comprar ambas obras de Sanz. 

Espero ansisos un nuevo Va D BD

Saludos