RESEÑAS
Sargento Kirk. Primera época, Héctor G. Oesterheld y Hugo Pratt; Norma Editorial; 192 págs., BN, 20 €; Disponible en castellano y catalán.
Aunque en la moderna cultura de la Historieta hay cierto consenso sobre el peso de figuras seminales tales como Will Eisner, Hergé o Carlos Giménez en las distintas tradiciones tebeísticas, lo cierto es que existen otras dos tradiciones en las que en sus orígenes los hallazgos argumentales y narrativos de cualquiera de esos gigantes todavía se vieron completados por otra particularidad que, introducida por otros dos popes del cómic, dotó a los contenidos de esas dos escuelas de una especial relevancia y hondura. Hablo de la Historieta japonesa y argentina. Hablo de Osamu Tezuka y Héctor G. Oesterheld. Y hablo del dilema ético como mecanismo literario que permite reflejar la enorme complejidad del ser humano y de su marco de relaciones… con el mundo, consigo mismo y con los demás.
Buen ejemplo de lo dicho puede encontrarse en este Sargento Kirk que, gracias a Norma Editorial y al predicamento del que goza en nuestro país Hugo Pratt, ha sido recientemente puesto a disposición del público español. Kirk es un miembro del Séptimo de Caballería que un día decide -y no le faltan motivos- abandonar a los suyos y convertirse en hermano de sangre de un piel roja. Conste que Oesterheld y Pratt explican esto en 1953, bastante antes de Un hombre llamado caballo o Bailando con lobos.
Como decíamos, Kirk aparece ante nosotros como un hombre entre dos mundos, deseoso de recoger lo mejor de cada uno de ellos, sintiéndose verdaderamente libre al hacer su elección y por el hecho de ser capaz de hacerla. Ante él, el mundo se abre como una promesa de humanidad nueva, convencido como está de que el humanitarismo es respuesta poderosa si se trata de acabar con cadenas de afrentas que el ojo por ojo eterniza indefectiblemente. Sobra decir que a Kirk ningún ser humano puede serle completamente ajeno. No hay nadie absolutamente «otro»… aunque soterradamente se adivine en él una necesidad extrema de apartarse de los hombres sin lazos, de egocéntricos islotes humanos que pretenden usar a sus congéneres como simples medios para alcanzar unos fines habitualmente mezquinos en extremo. Pero es tan difícil que reine la paz cuando todos salvo él vibran con la guerra. Kirk acabará descubriendo que, aunque no se quiera, las circunstancias y las maquinaciones humanas obligan a tomar pártido, a escoger bando… o a hacer camíno solos, sin compañía alguna cuando hubieramos querido tener la de todos en un mundo en el que eso no está permitido.
Así pues, como siempre ocurre cuando de Oesterheld se trata, este es un cómic de gran calado, a la par que un vibrante tebeo de aventuras. Una historieta supuestamente apta para jóvenes lectores… en la que su protagonista no renuncia a matar para no morir o si la vida de sus amigos indios depende de ello. Un clásico del Noveno Arte… de los pocos que no han envejecido a pesar del paso del tiempo. Y, para los admiradores de Pratt, una oportunidad de descubrir como el maestro italiano iba puliendo su característico claro-oscuro, experimentando con las posibilidades expresivas del negro perfilado con pinceladas de blanco, a pesar de (o precisamente por) que se trataba de un cómic de genero producido bajo criterios industriales y a cuyo dibujo sólo se le pedía funcionalidad narrativa.
Esperemos que en Norma sigan con la serie. Lo merece. Lo merecemos.
[Reseñas 1, 2 y 3 de Ernie Pike (H.G. Oesterheld y Hugo Pratt) en ZN + Semana H.G. Oesterheld en ZN].
El tercer testamento: Julius 1, Alex Alice, Xavier Dorison y Robin Recht; Ediciones Glénat; 80 págs., color, 15 €.
A finales de la década de los 90 empezó a serializarse una saga, El tercer testamento, que poco a poco fue adquiriendo envergadura de obra destacada. Parte de su atractivo inicial consistía en que, en un siglo XIV recreado con el necesario rigor histórico, irrumpían ciertos elementos de índole sobrenatural que dinamizaban el relato e, incluso, ponían en entredicho nuestro presente desde el momento en que la voz en off del narrador parecía sugerir que, durante su transcurso, iba a librarse una batalla que habría de alterar malévolamente el futuro previsible del mundo. Así, un grupo de personajes arremolinados alrededor de un antiguo inquisidor -con el rostro de Sean Connery– se apresuraban en rastrear en toda su amplitud la Europa del medievo con la intención de hallar un pergamino redactado por un tal Julio de Samaria durante el primer siglo de nuestra era -pergamino capaz de desencadenar el Apocalipsis- tras el cual corrían también los secuaces de un aparente sosías del Anticristo llamado Sayn. La obra, muy bien llevada a nivel argumental (sobre todo en su segunda mitad), permitió también que los lectores del momento contemplaran la envidiable progresión gráfica de Alex Alice, ilustrador inicialmente ya muy bien dotado para la escenografía y la narrativa visual, pero que no eclosionaría totalmente hasta el cuarto y último número de aquella historia, llegando a convertirse -a día de hoy- en uno de los mejores dibujantes de cómic del planeta.
¿Conviene saber todo esto para poder disfrutar del tebeo que hoy reseñamos? Relativamente. Y es que El tercer testamento: Julius 1 es en realidad una precuela de aquella historia y, como tal, no necesita de su posterior continuación para ser entendida y apreciada. De hecho, si El tercer testamento acaecía en pleno medievo, Julius se ubica 30 años después de la muerte de Cristo. Ciertamente, lo hace para explicarnos quién era Julio de Samaria, quién Sayn y cuál la relación de ambos con ese tercer testamento capaz de acabar con el mundo… pero cabe advertir que en la tetralogía inicial Julio de Samaria nunca llegó a aparecer «en persona» y Sayn… podríamos decir que Sayn todavía no ha hecho acto de presencia en este Imperio Romano que empieza a tomar conciencia de la fuerza transformadora del cristianismo incipiente.
¿Qué tenemos entonces? Pues un relato sobre un Imperio Romano que da sus primeros pasos hacia la decadencia, mientras el imaginario cristiano empieza a transformar conciencias. Todo ello, vehiculado a través de la figura de Julio de Samaria, un general romano que, después de haber querido organizar un complot para acabar con el César, inculpando por ello a los cristianos, acaba prisionero en Judea junto a aquellos a los que quiso usar como títeres. Empieza entonces su particular descenso a los infiernos y los balbuceantes primeros pasos de su supuesta redención, al tiempo que, frente a él, un discípulo de Jesús, misteriosamente parecido al Mesías, se convierte en detonante de esa transformación… y, casi que involuntariamente, de otras por venir, cuando el santo se convertirá en villano y el villano en santo.
Dicho argumento -donde cobran forma intrigas por el poder y el dinero como las de hoy en día, donde se manifiesta la fuerza de la no violencia y la capacidad de ésta para reorientar una vida, donde empieza a vislumbrarse que existe una llave con la que provocar el fin de un mundo infestado por el dolor-, para el que esto suscribe, es ya de suficiente interés. Pero es que, además, esta trama donde la caracterización y la recreación histórica son piezas fundamentales cuenta con la intervención de Alex Alice en el storyboard -¿recuerdan? ese que dijimos que era uno de los mejores dibujantes de cómic del planeta- y eso convierte su narrativa visual en algo soberbio de puro expresivo. Las grandes panorámicas, los planos detalle, la composición de página… todo está en su sitio y en su momento, todo cumple su función, posibilitando que el dibujante Robin Recht nos brinde páginas espectaculares y que el guión de Xavier Dorison y del propio Alice nos arrebate como ambos ya consiguieron hacerlo 10 años atrás.
¿Hace falta decir nada más? Si os quedan dudas, aquí tenéis un «trailer» sobre la obra.
[Reseña de Siegfried (Alex Alice) en Zona Negativa].
Por el Imperio 2: Las mujeres, Merwan y Bastien Vivès; Diábolo Ediciones; 54 págs., color, 15’95 €.
Y una más de romanos… pero cuán distinta de cualquier otra.
Esta segunda entrega de Por el Imperio confirma los mejores augurios que presagiaba el arranque de esta saga, evidenciando que Merwan y Vivès se refugian en el Imperio Romano (o siendo precisos, más allá de él) para contarnos una historia que conecta con las grandes epopeyas; aquellas que protagonizaron personajes como Odiseo, Áquiles, Vanth Dreadstar o Ben Grimm.
Son romanos, sí, pero más capital resulta todavía que sean los mejores guerreros del mundo conocido. Tan buenos, que su fuerza, su habilidad con el arco o su vigor son de proporciones míticas 😉
Viven el apogeo de uno de los mayores imperios que ha conocido la humanidad, pero importa más que se adentran en un escenario ignoto, penetrando en tierras todavía por descubrir, improvisando con sus pasos la cartografía del mañana.
Se enfrentan en este número a un pueblo de amazonas, pero todo en ellas aparenta ajeno, extraño, sin palabras ni posibilidad de comunicación, como si de seres de otra realidad se tratase… aunque oculta su naturaleza bajo un velo seductor que los vuelve doblemente peligrosos.
Y, en el fondo, esta es la gracia del presente cómic, puesto que aunque sus autores utilicen mimbres una y otra vez revisitados por todo tipo de productos narrativos, el trenzado que con ellos elaboran es encantadoramente innovador. Lo es por el grafismo -personal, ágil y expresivo-, que en este segundo número cobra vivacidad gracias al verde exhuberante que lo impregna todo. Pero lo es, todavía más, porque Merwan y Vivès saben contemplar cualquier escenario como si todavía nadie lo hubiese hollado y, en vez de seguir la senda que la tradición ha marcado, con total naturalidad, se sumergen en un campo de doradas espigas todavía sin pisotear… y cuán fresca es la fragancia que desprende esa hierba virgen. No hay fallo ni desperdicio: la mirada lateral de esta pareja de autores capta objetos por todos conocidos bajo perspectivas originales… y para cualquier lector que lo sea de veras, no hay mayor placer que experimentar la emoción de una historia a todas luces nueva.
[Reseña de Por el Imperio 1: El honor en Zona Negativa].
Raj 1: Los desaparecidos de la Ciudad Dorada, Wilbur Conrad; Planeta DeAgostini; 98 págs., color, 10’95 €.
Y después de viajar por el far west y el Imperio Romano, ahora el presente cómic nos acerca a la India colonial de los británicos; aunque, distanciándose de propuestas innovadoras como la de Vivès, lo hace precisamente a través de un ejercicio de clasicismo, acercándose a la tradición de una de aquellas figuras seminales que señalábamos al principio: la escuela franco-belga que Hergé ayudó a alumbrar.
Sin duda esta historieta agradará a los seguidores de la línea clara, del relato con toques de misterio y humor, de los personajes prototípicos y caricaturescos, del escenario lejano que se convierte en concreción de exotismo y aventura. Por supuesto, la narración también tiene sus pinceladas de modernidad: por su manera de retratar críticamente la política de los ingleses, por el ligero cinismo de su principal protagonista y por las referencias más o menos explícitas a cuestiones de índole sexual. Pero, sobre todo, esta es una de aquellas historias que el lector, más que vivirlas, contempla. De las que son garantía de entretenimiento, de las que incluso llegan a mantener en vilo, aunque luego dejen escasa huella… porque no buscan la empatía ni el retrato psicológico profundo y, por tanto, tampoco remueven significativamente nuestra interioridad. Una historieta hasta cierto punto iterativa para sus personajes, pues transitan por el argumento sin evolucionar. De argumento más dinámico y descriptivo que prospectivo, como tantas otras que animaron nuestra niñez e hicieron que nos enamorásemos de este medio narrativo. Agradable y ágil lectura, realizada con profesionalidad por su autor, con un apartado gráfico de cierto encanto y un guión -por lo general- interesante y correcto, aunque algo apresurado cuando empiezan a producirse los secuestros que nuestro protagonista del IPS (Indian Political Service) tendrá que resolver.
- Archivo Va D BD.
- Reseñas sobre BD.
Muy buena entrada Toni, como de costumbre.
A mi Julivs también me gustó mucho, y pese a que el storyboard es de Alice, Robin es un buen narrador y que sabe dar una tremenda maginitud a sus encuadres. Aunque me gusta más su trabajo en Totendom, una serie inédita aquí que hizo para Humanoides en las que su tinta y épica es mayor que en Julivssi cabe…
Un dibujante tremendo.
Un saludo!
t.
Va bien saberlo, Tirso, porque reconozco que otorgaba a Alice todo el mérito de la envergadura gráfica de Julius.
Un abrazo!
T.
Hablando de Roma. Que tal Murena? Hace tiempo que me lo quiero pillar pero hay tantos numeros ya que me fastidiaria que me sacaran el integral en dos dias.
Cierto que «Por el imperio» tiene buena pinta pero 56pags a ese precio…uff que negativo estoy hoy.
En fin, se agradecen las reseñas.
Yo hasta que Julius no acabe no meto en faena, en su momento leí el tercer testamento y em estaba pareciendo una historia de aventuras correcta en la que destacaba el dibujo, pero la magufada del final me hizo polvo. Me acojona Dorison y su manía de empezar algo realista para acabar magufo.
Raj es que no pude ni acabarlo
Mathieu, el integral de Murena esta previsto para este mes de marzo
http://www.cdecomic.es/N0311-PDA20
Pues, Mathieu, yo de Murena solo me leí el primero y ya no continué. Dufaux, después de haberme gustado mucho, me acabó cansando un tanto y dejé varias de sus series.
Dennel, creo que en Julius la magufada está asegurada, puesto que precisamente el Sayn de aquel cuarto tomo es uno de los coprotagonistas de esta historia. A mí, sin embargo, lo que me interesa es cómo retratan la evolución de los personajes. Respecto a Raj, creo que es lo bastante distraido como para que pueda leerse bien, aunque ciertamente no llega a tocar nunca el corazón del lector.
Gran comic POR EL IMPERIO, muy muy bueno.
Vivès, como Peeters, es un autor de los que convierten en oro todo lo que tocan. Ambos tienen una sensibilidad especial y un gran dominio de la narrativa visual.
Un link para facilitar las cosas: http://www.humano.com/album/35207
Es una serie bastante atípica tanto gráficamente como concepto, para el mercado francés… hecho que probablemente afectó a su popularidad… pero que a mi me parece buenísima, sobre todo a nivel gráfico.
Curioso Toni, que a mi me ha pasado algo similar con Dufaux… aunque nuca me llego a gustar tanto como «mucho» 🙂
Por cierto, lo de Vives está muy bien planteado. A mi me pareció muy fresco. Ya me había gustado mucho El gusto del Cloro.
Raj no lo leí.
Un link para facilitar las cosas: http://www.humano.com/album/35207Es una serie bastante atípica tanto gráficamente como concepto, para el mercado francés… hecho que probablemente afectó a su popularidad… pero que a mi me parece buenísima, sobre todo a nivel gráfico. Curioso Toni, que a mi me ha pasado algo similar con Dufaux… aunque nuca me llego a gustar tanto como «mucho» :-)Por cierto, lo de Vives está muy bien planteado. A mi me pareció muy fresco. Ya me había gustado mucho El gusto del Cloro.Raj no lo leí.
(perdón por el duplicado, no sé que ha pasado…)
Gracias por el enlace, Tirso. A ver si alguien se anima a sacar esto de Robin por aquí.
Yo a Vivès lo estoy descubriendo poco a poco, pero cada vez me gusta más. Pronto caerá alguna nueva reseña de un trabajo suyo.
Se me pasó comentar estas entradas de BD.
Sargento Kirk lo compré porque soy un auténtico completista de Pratt. La serie lo merece, aunque solo sea por ir descubriendo esa evolución de Pratt. Yo también espero que continúe, que lo tienen bastante parado.
De las otras solo he leído Julius, que me ha parecido excelente, sobre todo a nivel gráfico. Esas páginas dobles enteras, sin viñetas son soberbias. La historia me ha parecido interesante e intrigante. En cuanto a El tercer testamento, recuerdo que lo leí en su tiempo y no me acuerdo bien cómo terminó. ¿Magufada? Nunca había oído el palabro, pero supongo que quereís decir «cagada» o similar. Espero que evolucione bien la serie y aunque solo sea por los dibujos, merece la pena.
Si alguien lo ha captado, ¿me podéis decir el simbolismo de esa máscara final que aparece muy en segundo plano a mitad de la historia?
De las otras 2 no puedo opinar porque no las he leído. Raj, por el dibujo, que no me atrae nada y Por el imperio más o menos por lo mismo. Pero si esta última la ponéis tan bien, tendré que volver a mirarla.
Muchas gracias, Toni, por estos oasis europeos en el desierto superheroico. Saludos.
Hola Nachof. Yo tampoco había oído nunca el termino «magufada», pero lo interpreté como una especie de Deus et Machina con la que el guionista, a través de elementos claramente sobrenaturales, cierra una trama que hasta entonces había tenido los pies más en el suelo. De todas formas, en el caso de el tercer testamento lo sobrenatural está presente desde el principio.
Me imagino que hablas de la máscara a lo Predator de la página 26. Es el tipo de máscara que usaban los caballeros de Sayn, aunque todavía está por ver qué hace en casa de ese senador romano. Es decir, está claro que el senador busca a Sayn, pero de ese senador en el Tercer Testamento no se explicaba nada, así como tampoco se decía nada de que esas máscaras se inspirasen en algún tipo de deidad pagana.