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RESEÑAS

3537El pequeño Christian, Blutch; Norma Editorial; 112 págs., color y BN, 18 €.

Únicamente conocía la labor de Blutch por trabajos como La voluptuosidad (Ponent Món) o C’etait le bonheur (Futuropolis), sendas obras en las que este autor francés manifestaba su propensión por un expresionismo gráfico y conceptual extremadamente marcado, de ilustraciones muy directas, apenas esbozadas, y argumentos episódicos en los que primaba la fractura existencial de lo cotidiano.

El pequeño Christian, sin embargo, es un cómic que avanza por derroteros bien distintos, desprendiendo cercanía y humor desde su mismo inicio y haciendo gala de un abordaje estético claro y rico en registros. Será por eso, posiblemente, que Norma Editorial haya escogido justo esta propuesta para incluir a este creador en su catálogo.

El pequeño Christian es un tebeo divertido, entretenido, en el cual el léctor se reconoce con rapidez. Homenajeando a El pequeño Nicolás de Goscinny y Sempé, imitando la fusión entre imaginario infantil y mundo adulto que tan buenos resultados le ha dado a Bill Watterson en Calvin y Hobbes, Blutch revisita su infancia y, al hacerlo, dibuja un fresco ligero de la Francia alsaciana de los años 70, evidenciado cuánto hay en cada niñez de universal, por un lado, y de particular por otro. Christian es feucho e inocentón, tiene cierta maña para el dibujo y vive continuamente en la inopia de un mundo poblado por héroes de ficción como Steve McQueen, el Dr Justice, John Wayne o Rahan. Esos personajes mitificados le sirven para posicionarse de diversa manera ante un escenario familiar y social que va descubriendo poco a poco, al tiempo que va perfilando su identidad desde esa confrontación entre los referentes imaginarios y los empujones con los que la realidad lo sacude. Imposiciones, todo hay que decirlo, no siempre externas a uno mismo, puesto que aquellas que se revelan mayormente transformadoras, aquellas que acaban arrinconando al niño que fuímos, provienen precisamente de nuestro interior (y, en parte, del rol cambiante que tiene para un sexo el sexo contrario).

De todas formas, que a nadie lleve a engaño esta última disquisición: El pequeño Christian se presenta liviano como una pluma ante su público, evocativo, repleto de graciosas anécdotas, y su discreta profundidad, si surge de alguna parte, es justo de la naturalidad con la que Blutch consigue conjurar un paisaje agradablemente humano.

[Avance de la obra].

3537Amistad estrecha, Bastien Vivès; Diábolo Ediciones; 136 págs., color, 17’95 €.

Dado que los ejercicios de pretenciosidad me provocan cierta alergia, me mantenía cauto ante las obras «más personales» de Bastien Vivès, acercándome sólo a este autor a través de Por el Imperio, su trabajo «más de género». Craso error, porque ahora que he podido leer Amistad estrecha debo confesaros que he caído rendido ante la habilidad narrativa de esta «joven promesa». Notarán ustedes que abuso del entrecomillado, pero es que cuando se trata de Vivès nada es unívocamente etiquetable, como de hecho demuestra la propuesta sobre la que hoy hablaremos.

No es casual que Amistad estrecha esté ubicada en Italia y sus secundarios tienen mucho más peso del que aparentan, puesto que esta no es una reflexión sobre la amistad entre chico y chica que acaba derivando en algo distinto… como algunos parecen creer. Ciertamente, tenemos a un chico un tanto nerd y ligeramente feucho que apenas disimula su adoración por su amiga de la infancia, una jovencilla intelectualmente trivial pero no exenta de encanto. Ciertamente también, Vivès siembra su relato de gestos cotidianos y verdaderos, nada estereotipados, que ayudan a empatizar con la historia, y sorprende que unas líneas a menudo tan burdas como las suyas se ensamblen en un conjunto que desprende tanta vitalidad, veracidad y sensualidad… consiguiendo así que también nosotros acabemos deseando profundamente a Francesca, esperando -con Bruno- que ella y él puedan acabar concretando afectivamente su relación. Pero todo eso, que constituye el corazón de esta novela gráfica, no agota lo que en ella se nos cuenta.

Amistad estrecha, antes que de otra cosa, habla del complicado juego de dependencias que se agazapa tras nuestras relaciones emocionalmente más significativas, en tanto en cuanto esas relaciones configuran una identidad siempre sujeta en mayor o menor medida a la imagen que los demás se hacen de nosotros. Y es que, si los secundarios de esta historia son tan importantes aunque sus apariciones sean tan escasas, es porque en realidad ellos son los «protagonistas habituales» de una sociedad, la italiana, que consagra a las bellinas , los concursos y la apariencia, mientras que Francesca y Bruno quedarían, en cualquier otra historia que no fuese esta, en una discreto segundo término, alejados de los focos… Es esa ubicación suya en segunda fila la que nos da medida de su necesidad de reconocimiento y, por tanto, de la gradación de la dependencia afectiva que se ha establecido entre ellos. La suya es una relación de compensación que les permite hacer méritos para sentirse otros, soñarse plenamente realizados (gran importancia de las ventanas -abiertas o cerradas- en este cómic), frente a un entorno que no acaba de concedérselo y al que no quieren renunciar, aunque acaben intuyendo que tampoco éste les reserva una felicidad demasiado verdadera. Su contradicción acaba residiendo, pues, en el hecho de que su contexto social nunca les permitió concebirse como algo más que amigos, pero los años de consolarse mutuamente por lo que el mundo no les daba, ha acabado generado un vínculo del que no pueden prescindir… ni cuando la vida les ofrece finalmente aquello que creían desear. Tal vez por eso, sólo en la privacidad de sus pisos su relación acabará expresando todos sus matices y la enorme complejidad del sentir humano.

Reconozco que no acabaría de enumerar los múltiples detalles de este trabajo que me han subyugado, pero como debemos terminar un rato u otro, baste comentar que este es vuestro cómic si sois sensibles a la belleza de un plano detalle sobre un cuello que se ofrece seductor o a la riqueza de significados de unas miradas que se esfuerzan en turnarse, en no coincidir, para así mantener un tanto más la seguridad de una relación cargada de afectos que resultan irrenunciables.

[Reseña de Por el Imperio 1: El honor en Zona Negativa + Reseña de Por el Imperio 2: Las mujeres + Artículo sobre Vivès con reseña de El gusto del cloro ].

3537Dolmen Europa 4, Varios autores; Dolmen Editorial; 84 págs., color, 9’95 €.

Finalizamos nuestra Va D BD de hoy atendiendo a la reciente salida de una nueva entrega de Dolmen Europa, la cuarta ya, en lo que constituye un loable ejercicio de difusión del cómic que se hacía y se hace en Europa; Península Ibérica incluida.

Sin duda, si Dolmen Europa no existiera, deberíamos inventarla, puesto que el Viejo Continente ha sido la cuna de una ingente cantidad de obras que llevan décadas dignificando al Noveno Arte y, por el contrario, ni su edición en nuestro país ni nuestro dominio del francés han facilitado que los aficionados españoles tomemos plena conciencia de ello. Por suerte, a poco que les dejemos, con números como éste Miquel Esteba, Jaume Vaquer y el resto de los divulgadores que colaboran en la revista conseguiran poner remedio a esta carencia a juzgar por los contenidos de este número en particular.

Por un lado, porque sus monográficos sobre el Jeremiah de Hermann, la última etapa de Bruguera o la trayectoria de Juillard y Vázquez no tienen desperdicio; centrándose como lo hacen, además, em material de primera calidad que todos deberían conocer. Por otro lado, porque nos entrevistan a Frederik Peeters, uno de los modernos creadores de Historieta más sugerente tanto a nivel gráfico como conceptual. También, porque nos descubren a Charles Masson y despiertan nuestra apetencia por el último cómic dedicado a Las Ciudades Oscuras de Peeters y Schuiten o por ediciones imposibles como el Philémon de Fred. Finalmente, porque nos guían en un viaje a través de tiempo y espacio, llevándonos hasta el Strong de finales de los 60 o a nuestro vecino Portugal, presentándonos concienzudamente realidades ya imposibles de conocer en primera persona por nosotros que así, al menos, enriquecen un tanto nuestra cultura de la historieta.

Cabe tan solo preguntarse si el precio del invento no resulta un tanto disuasorio para un producto que se desea divulgativo pero que aboga por atender a una parcela del Noveno Arte que hoy por hoy ya no es la que mayor número de lectores arrastra.

[Reseña de Dolmen Europa 1 en Zona Negativa].

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la balada del mar salado
Lector
17 febrero, 2011 12:29

La verdad es que al Pequeño Christian le tengo muchas ganas, y de Bastien Vives la verdad es que todo lo que se ha publicado de él me tiene con la boca abierta, aunque de la trilogía sobre el amor que forman amistad estrecha, el gusto del cloro y En mis ojos, quizás el más flojo para mí sea este amistad estrecha, en los otros dos me parece que Vives experimenta más, un saludo y excelente artículo!!!

quitus
quitus
Lector
17 febrero, 2011 12:31

joder, el dibujo de «Amistad estrecha» es muy Matsumoto Taiyo, no? muy euromanga (manga alternativo, off-course, pero manga).
 

quitus
quitus
Lector
17 febrero, 2011 15:49

pues píllate algo a la de ya!
(si te gusta el euromanga, o mas bien el mangaeuro, Matsumoto te puede dejar K.O).
si puedes pillate Ping Pong o Tekkon Kinkreet.
 

jose manuel
jose manuel
Lector
17 febrero, 2011 21:09

Totalmente de acuerdo contigo, respecto al precio del Dolmen Europa. Me parece muy caro.Me lo compraría, pero no me llega el presupuesto.Un precio de 5 o 6 euros, me pareceria mas correcto.

quitus
quitus
Lector
17 febrero, 2011 21:32

diría que Glenat edito Tekkon
http://www.casadellibro.com/libro-tekkon-kinkreet/1228168/2900001286987
(Pimg Pong creo que es inédita todavía)
http://www.casadellibro.com/libro-takemitsu-zamurai-el-samurai-que-vendio-su-alma-vol-1/1609791/2900001345710
también es interesante (aunque quizás sea mas «hardcore» y mas complicado de entrar, según se mire).
 

Ocioso
Ocioso
Lector
18 febrero, 2011 0:43

Solo dos pegas a El pequeño Christian. El tomo resulta caro para una edición reducida y con un papel bastante chunguete. Y una neura personal que me impidió disfrutar de la lectura al 100 por cien: Christian me recordaba constantemente al rubio de Beavis y Butthead. Por lo demás, un tebeo muy recomendable, sobre todo para los que ya pasamos de los treintaydiez.
 
¿Dolmen Europa caro? Pues sí, carísimo, pero es la única forma de leer legalmente y en papel artículos y reseñas sobre determinado material. Yo hubiera pagado los 10 euros aunque solo fuera por las tres páginas dedicadas al Strong.

Jordi Querol Rielo
18 febrero, 2011 1:19

Tekkon Kinkreet la saco Glenat en un tochazo rojo. Ping Pong no esta editada ni creo que planificada. Este autor es de esos muchos autores que se dieron a conocer en las revistas (Neko basicamente) pero que nunca llegaron a tener exito en España, y es una lastima. Y como esta la situacion ahora dudo que traigan nada que huela a «alternativo». Quiza me recuerde mas Matsumoto al dibujante de Dragon Head (Minetaro Mochizuki) por ese ambiente malsano que desprenden algunos protagonistas que a Vives. Ademas, por la tapa, parece que Matsumoto dibuje con mas detalle. Eso si, la portada de Vives es preciosa (ese pelo corto me chifla xDDD).
Y gracias por tu seccion Toni, siempre imprescindible.

Ocioso
Ocioso
Lector
18 febrero, 2011 12:03

Toni Boix ha comentado. mi comentario sobre el precio de Dolmen Europa no es una queja, aunque pudiese parecerlo.
 
No, yo tampoco me quejo. O sea, me quejo pero soy consciente de que un producto tan minoritario, de producción propia, y con tantísimos colaboradores, no puede salir mucho mas barato. Aunque propondría una redistribución de los costes: podrían ahorrar un poco en papel, que tampoco creo que haga falta tanta calidad, y estirarse un poco con la calidad de la encuadernación.

Jordi Querol Rielo
18 febrero, 2011 12:31

Anda es verdad, no la habia visto la coleta….. Bueno, las chicas con colas de caballo tb me gustan xDDDD
 
Arghh, mejor lo dejo xDDD

Tirso
18 febrero, 2011 19:03

Uys, casi se me escapa este Va D BD, Toni. No sé porqué, esperaba un Pildoras esta semana…
Anyways, muy maja entrada. No he leído este de Vives, pero si el gusto del cloro, y me gustó mucho. Habrá que hincarle el diente…  😉
t.
Por cierto, tengo noticias de «eso». A ver si hablamos. XDDD (¡Cómo me mola hablar en clave! Me falta una licencia para matar XDDD)