Una gata muy salvaje
En los años 90 Vampirella era propiedad de Harris Comics, división del grupo editorial Harris Publications. La editorial tenía claro que sexualizar al personaje era vital para vender cómics del personaje; al fin y al cabo, en los 90 el público masculino americano quería violencia y mujeres con poca ropa y pudor. En las portadas se dejaba muy poco a la imaginación y en las páginas interiores primaba mostrar mujeres de grandes pechos que posaban sugerentemente para el lector. En cada número se promocionaba merchandising como posters y láminas de edición limitada con las que poder admirar las curvas de la vampira. Para darle cierta legitimidad artística a la franquicia y atraer incluso más ventas, Harris contrataba ocasionalmente a nombres conocidos como Warren Ellis, que se dedicaban a dar rienda suelta a su lado más gamberro durante varios números y luego volvían a los pastos de Marvel y DC.
Esta estrategia tuvo éxito en la primera mitad de los 90, pero, como todos sabemos, en 1996 se desmoronó gran parte del mercado americano. A Harris pareció importarle poco la crisis del sector. Tampoco que los lectores empezaban a cansarse de las modas pasajeras de esos años. La editorial continuó apostando por el sexo y la violencia como motor de ventas mientras otras editoriales iban adaptándose a los nuevos tiempos con cómics más sofisticados y modernos. Y no era suficiente un personaje femenino al que sexualizar, porque los editores ocasionalmente organizaban crossovers con otras anti-heroínas populares con poca ropa o encargaban historias protagonizadas por Pantha.
Creada por Steve Skeates y Auraleon en el número 30 del magazine original de Vampirella, Pantha es una mujer en bikini con el poder de convertirse en una letal pantera. Su popularidad entre los lectores fue tal que se convirtió en un personaje recurrente en las aventuras de Vampirella. A veces como amiga, a veces como enemiga, siempre con poca ropa.
Varias de las aventuras de Pantha se han reeditado en el séptimo tomo de la colección Vampirella Master Series, dedicada a mantener en circulación el material más comercial de Harris Comics. Publicadas entre 1997 y 2004, todas ellas habrían caído en el olvido de no ser por la fama de sus guionistas y de su dibujante, Mark Texeira. Especializado en cómics de terror, el dibujante neoyorquino nunca tuvo la oportunidad de dibujar la serie de Vampirella. Quizás por haber sido el dibujante del relanzamiento de la Pantera Nega solo le ofrecieron estas historias de Pantha.
La primera historia de Pantha fue el especial Vampirella vs Pantha, publicada en 1997, con guion de nada más y nada menos que Mark Millar. El escritor escocés hizo de las suyas, mostrando por primera vez al público americano, que solo le conocía por sus trabajos para DC Comics, su obsceno sentido del humor adolescente. De carácter paródico, con nulo interés en construir una historia coherente, su guion se burla de los clichés y estereotipos de los cómics de Vampirella. Mayoritariamente con chistes de índole sexual que sobrepasan lo permisible en un cómic para adolescentes en los 90; y si no bromea sobre sexo gay en lavabos de discotecas, lo hace a costa del feminismo, la menstruación o la cultura alemana. En resumen, el guion es un adelanto de lo que serían las futuras Wanted y Kick-Ass, series donde no habría editor y calificación para edades que le parasen los pies a Millar. También es un adelanto de sus futuras series en cuanto a la espectacularidad del dibujo. Texeira se divierte enormemente ilustrando las barbaridades de su compañero, ofreciendo páginas con un nivel de violencia e imágenes grotescas que debieron incomodar a los lectores adolescentes que solo querían material para masturbarse.
Unos meses después Millar relanzaría la serie mensual de Vampirella junto a su mentor Grant Morrison y Amanda Conner. Su andadura terminaría a los tres números, dejando paso al veterano Steven Grant y a David Conway a los guiones, y a un plantel de dibujantes. En 1999, Harris Comics decide que Pantha se merece más cómics… y mucho material de merchandising. Con motivo del «Año de la Gata», nombre que recibió la iniciativa de la editorial para sacar rédito económico del personaje, Vampirella acogió dos historias de complemento escritas por el dúo Grant/Conway y dibujadas por Texeira.
Repartidas en episodios de cinco páginas entre los números 13 y 17 de Vampirella, estas dos historias son un simple pretexto para que Texeira dibuje a Pantha en toda clase de situaciones y posturas que estimulen la imaginación de los lectores. Así pues, tenemos a Pantha bañándose de forma sensual, abrazando a una atractiva amiga suya con sospechoso cariño, dejándose encadenar a la pared con una pose que realza sus grandes pechos…. Ninguno de los autores implicados se toma en serio su encargo, ni fingen hacerlo.
Mientras que Mark Millar parecía divertirse burlándose de la franquicia y provocando a los censores, Grant y Conway parecen haber sido presas de una enorme desidia y aburrimiento frente al procesador de texto. «¿Por qué esforzarse si los lectores solo quieren ver dibujos con mujeres y violencia?» debieron pensar ambos escritores. Tampoco es que tuviesen la libertad creativa para hacer algo interesante. No les puedo culpar por poner tan pocas ganas. Ni siquiera es éste uno de los mejores trabajos de Texeira, la estrella de la función, quien dejó el coloreado en manos de Dean White, un gran profesional que en este caso estuvo poco inspirado con su paleta de colores. Los colores de White ni acompañan el tono de terror y comedia del dibujo ni camuflan las prisas que tenía el dibujante neoyorquino.
Las ventas no acompañaban al volumen escrito por Grant y Conway, situación que precipitó un relanzamiento en 2001 con Mark Millar, en boca de todos gracias a The Authority y sus series de Marvel, y Mike Mayhew. Una vez más, a los tres números Millar se fue de la serie, siendo sustituido por John Smith. Desconocido fuera del mercado británico, Smith fue un guionista habitual en la revista 2000AD en los 90. Su mayor contribución a la revista fue la creación, junto a Sean Phillips, del personaje Devlin Waugh, cuyas aventuras mezclaban el tono satírico del Juez Dredd con elementos religiosos y místicos. Una buena elección para Vampirella, desde luego. o eso parecía.
Quemado tras malas experiencias con todas las editoriales americanas para las que trabajó, a Smith le daba bastante igual todo, por no usar una expresión malsonante. Al darse cuenta de que los editores, en contra de lo que le habían prometido, no le otorgarían la libertad creativa para jugar con el universo de Vampirella… el guionista tiró la toalla. Si los editores querían cómics para un público masculino sediento de pechos y culos, les daría esos cómics basura hasta que terminase su contrato. Cuando la editorial le encargó una historia de complemento protagonizada por Pantha e ilustrada Texeira, ni que decir tiene que ni se molestó en escribir algo legible. La historia que Smith y Texeira entregaron a los editores muestra un gran desdén hacia la franquicia y los lectores. Leyéndola uno puede imaginarse al escritor llorando y maldiciendo su suerte.
El séptimo tomo de Vampirella Masters Series concluye con una historia publicada en 2004, en los últimos años de Harris Comics. Vampirella, reconvertida en un magazine, acogió un breve relato escrito por Dan Jolley, el escritor de series como Sabueso. A diferencia de los cuatro escritores con los que comparte tomo, Jolley escribió un relato de terror puro. Son diez páginas con una ambición y profesionalidad inesperadas en un cómic de una mujer pantera con poca ropa. Desafortunadamente, tampoco han aguatando el paso del tiempo esas diez páginas. Ya no solo porque Texeira muestra señales de agotamiento como ilustrador de cómics (dos años después se tomaría un largo descanso de la industria), sino por cómo trata el guion un tema tan peliagudo como los abusos sexuales a menores. En su empeño por lograr un final que muestre la realidad como más estremecedora que la ficción de Vampirella, Jolley da la impresión de menospreciar el calvario que padecen los menores víctimas de estos abusos.
Como decía al inicio de esta reseña, el nombre de sus autores es el único motivo por el que el material de este tomo ha sido rescatado del olvido. Solo me atrevería a recomendarlo como una pequeña curiosidad histórica, un vistazo al lado oscuro del indie americano. Si queréis ver a un primerizo Mark Millar poniendo en práctica la formula que le auparía al estrellato, a Steven Grant en el peor momento de su larga carrera o a John Smith viviendo el fin de su carrera en América, este tomo podría de ser vuestro agrado. Sin embargo, ya hay reediciones en el mercado que cumplen tal propósito. ¿Millar escribiendo cómics gamberros en los 90? Ahí está Skull Kill Krew. ¿Grant escribiendo desganado? Ahí están sus fill-in para series de Marvel en los 90. ¿Smith tirando la toalla? No hay reedición de Scarab, pero creedme: no os perdéis nada. El único motivo de peso para la lectura de este tomo es, pues, como podréis imaginar, el trabajo de Mark Texeira. Un motivo poco convincente; el autor ha dibujado mejor y en mejores series.
Lo mejor
• El trabajo de Mark Texeira
• Las historias de este tomo nos permiten valorar lo mucho que ha mejorado el panorama indie.
• El humor adolescente de Mark Millar
Lo peor
• La moraleja del relato de Dan Jolley
• Un ejemplo de cómo las exigencias comerciales de la época aniquilaban la creatividad de muchos autores.
Guion - 3.5
Dibujo - 7
Interés - 1
3.8
Terrible
Un tomo recopilatorio que nos hará ver lo mucho que ha progresado el indie americano desde los 90.