Edición original: (Seirinkogeisha, 2003).
Edición nacional/ España: Venga, saca las joyas (Ponent Mon, 2004).
Guión y Dibujo: Yoshihiro Tatsumi.
Color: B/N.
Formato: Tomo rústica, 160 págs.
Precio: 12’5€.
Hace apenas un mes saltó la noticia de la muerte a los 79 años de
«Un boxeador de puño asesino traicionado por sus ansias de victoria, el particular conflicto de una prostituta en la segunda guerra mundial, un corredor de apuestas apenado, un grupo de vagabundos en su lucha diaria por la supervivencia, un gigoló dominado por un amor imposible… Así como la perla se forma por un grano de polvo, y el diamante no es más que un trozo de carbón cristalizado, Tatsumi elabora cuidadosamente sus historias a partir de nuestro lado más vulnerable, el mismo que nos recuerda qué significa ser humano. Ésta es la verdadera joya.» [Extraído de la solapa]
Venga, saca las joyas es una oda al lumpen, a los humanos dolientes que apenas se tienen a sí mismos y a sus castigadas esperanzas, como el mismo autor experimentó en carnes propias. Olvidémonos de héroes, también de perversos villanos. Olvidémonos de recompensas, también de justos castigos. Tatsumi, en unas pocas páginas, quiere plasmar las vidas confusas y tristes, historias anónimas cuya fuerza no está en la hazaña, el combate o la supervivencia sino en su autenticidad.
Tatsumi da voz a los desposeidos, mirándolos cara a cara, sin moralejas ni sermones, sin églogas a la vida sencilla, tan idealizada, ni ataques a sus vicios u obsesiones. Sus personajes viven, a menudo mueren, como pueden y saben.
Cinco cuentos, entre las 20 y las 50 páginas, reflejo de un Japón que rara vez se nos desvela. Sus títulos: Passing Bell, La carrera del Nembutsu, El hotel del paso subterráneo, Crónica de la guerra de las putas y La ciudad en la palma de la mano. En ellos hay pocas alegrías, sin ser por ello enfáticos o tremendistas, o innecesariamente líricos. Casi siempre encierran un pequeño secreto, una mínima incógnita que es el motor de una existencia discreta. También la casualidad juega un papel. Y las rutinas. Y alguna superstición chocante a nuestros ojos occidentales. Hay miradas y silencios, cierta pudibundez en el acto amoroso, aun cuando se celebre con desesperación o crueldad, algún estallido de violencia, sobre todo en el cuadrilátero de Passing Bell.
El retrato del desamparo alcanza su cénit en El hotel del paso subterráneo. Con una de sus imágenes -la viñeta central de la página 89- se ilustra el volumen. Es aquí donde los temas son más explícitos, apelando a la dignidad de seguir viviendo, incluso en condiciones ínfimas, como la rebeldía final; donde las metáforas son diáfanas, como esas cucarachas con sus nombres precisos. Por contra, Crónica de la guerra de las putas, con su recurso a
Tatsumi apela a un lector adulto, evidentemente, un lector capaz de interpretar el dibujo escueto y apreciar la sofisticada sintaxis, con frecuentes elipsis, incluso algún flash-back sin avisar. Los dibujos de Tatsumi carecen de pretensión estética. Son un instrumento de comunicación, un vehículo para la historia, una gramática personal donde lo que importa es el significado y no la bella caligrafía. Arte despojado, evocador, como otra capa de desolación melancólica.
Se nos fue un autor con una honda comprensión de los sufrimientos del alma humana y una portentosa habilidad para trasmitírnoslos.
Una bonita reseña, de las que llaman la atención sobre una publicación que pasa injustamente desapercibida.
Gracias! Tatsumi es un autor maldito en España, pese a ser uno de los primeros mangakas en llegar; antes de la fiebre Akira, incluso. Casi todas sus obras han sido saldadas o se hallan desaparecidas. Una pena.