Pulp deliciosamente naif.
«Como todo el mundo sabe, los telépatas están prohibidos en Marte. Pero en la vieja tierra aún se valoran mis aptitudes.»
Artur Laperla (1975, Barcelona) lleva varios años demostrando que es uno de los historietistas más versátiles de nuestro país. Un autor que a lo largo de su carrera se ha mostrado capaz de moverse igual de bien en obras destinadas para los más pequeños de la casa como la serie Superpatata (Mamut) o en otros trabajos pensados para un público más adulto como Raymond Camille (La Cúpula) o la serie Melvin (Bang Ediciones), pero no se limita únicamente a obras como autor completo, ya que también ha ejercido como dibujante en obras guionizadas por otros autores como Una pequeña mentira (Astiberri), escrita por Mario Torrecillas. Además, en los últimos tiempos también ha comenzado a escribir guiones para que otro dibujante se encargue de plasmarlo en viñeta como sucede con Veronica Fury, el cómic recientemente editado por Bang Ediciones con arte de Marcos Morán (1971, Barcelona). Un dibujante no tan conocido en el mundo del cómic como su guionista, pero que no es ningún novato en el medio, ya que formó parte del colectivo Producciones Peligrosas que en los años noventa publicaron cómics como Oropel y Cool Tokio en el extinto sello Laberinto de Planeta, aunque posteriormente su carrera se centró sobre todo en la ilustración.
Veronica Fury es una telépata marciana de categoría C, la más baja que existe, que se gana la vida entrando en mentes ajenas por encargo en la Tierra. Allí la telepatía todavía no se ha prohibido. Tras recibir un encargo termina envuelta en una compleja trama de corrupción relacionada con Universal Unicorn, una empresa biotecnológica que está a punto de realizar un descubrimiento que cambiará el mundo del futuro en el que se desarrolla la historia. Un descubrimiento lleno de misterios que llevará a nuestra protagonista a convertirse en un objetivo al que hay que eliminar enfrentándose a múltiples peligros.
El cómic de Laperla y Morán es un noir detectivesco psicológico situado en un futuro más o menos cercano de estética retro. Una mezcla entre ciencia-ficción y género negro que bebe de todos los tópicos de este subgénero del que el máximo exponente en la cultura popular es la película de Ridley Scott Blade Runner, deudora del imprescindible cómic Long Tomorrow obra de Moebius y Dan O’Bannon. Sin embargo, sus autores saben darle a esta obra un toque pulp y una visión desenfadada que la llenan de frescura.
Laperla construye un guion que sabe jugar a la perfección con la sensación creciente de tensión y misterio que se espera de una historia adscrita a este género, pero que resulta mucho más compleja de la que parece en un principio, ya que está repleta de giros de guion hasta llegar a un final imprevisible y muy abierto que nos invita a la reflexión. Algo que también hacemos durante la lectura, ya que se abordan temas tan actuales como los riesgos de la biotecnología, la ética empresarial o la corrupción.
Un trabajo con una estructura en episodios de una duración fija que acaban con un continuará, tal y como sucedía con las novelas pulp de género negro, pero en el que se aprecia algo más que la intención de hacer un sentido homenaje a esa forma sencilla de contar las historias, ya que también hay una sátira muy sutil hacia el género y sus recursos narrativos. Esa aparente sencillez, que es extensible tanto a la forma de presentarnos un mundo del futuro que, aunque parece muy poco esbozado está perfectamente explicado, como a la parte gráfica y narrativa, esconde una enorme capacidad de síntesis y un ritmo perfectamente medido para resultar dinámico heredero de las mejores historias de aventura. Una mezcla que, junto a un sentido del humor bastante socarrón, acaba dotando a la obra de un delicioso toque retro.
A ese toque retro ya mencionado contribuye enormemente el dibujo de Morán, lleno de diseños retrofuturistas tanto de los edificios como en los robots y el resto de los elementos que vemos en la obra. Algo que junto con un estilo de dibujo donde la claridad de las líneas se entremezcla con todo tipo de tramas sirve para dotarlo de un acabado deudor de la estética de las obras de ciencia-ficción de la edad dorada del pulp. Esas mismas tramas que vemos en las páginas de la obra también sirven para acercarse al tono más sombríos de las historias noir, aunque las atmósferas pesadas y sombrías no tienen tanto peso como en otras obras de ese género. Narrativamente nos encontramos con una obra muy fluida y clásica en la que se alternan las páginas con dos tiras de viñetas con la de una sola viñeta de una manera perfectamente equilibrada.
Esa sensación de estar ante una obra marcadamente pulp también está presente en el diseño del propio cómic realizado por Bang, con un formato de un tamaño similar a los libros pulp (y al manga), junto a una sobrecubierta en la que predomina el amarillo. Un color que también está el canto de las páginas, como sucedía con las novelas publicadas en la clásica colección Série noire de la editorial Gallimard en el país vecino.
Con Veronica Fury Marcos Morán y Artur Laperla firman un cómic que, desde los tropos habituales del género detectivesco, resulta tremendamente refrescante y divertido convirtiéndose en una de las sorpresas de final de año gracias a un dibujo con toques retro y a un guion que funciona a varios niveles demostrando que esconde mucho más de lo que parece.
Lo mejor
• La frescura que el guion de Artur Laperla les da a los tópicos del género.
• El manejo del misterio y la diversión propia de las historias de aventuras.
• Los diseños de Marcos Morán.
Lo peor
• En un primer vistazo puede parecer una obra simple, pero esconde muchas capas.
Guión - 8
Dibujo - 8
Interés - 8.5
8.2
Retro.
Artur Laperla y eMarcos Morán nos sorprenden con una obra que es mucho más de lo que parece.