Bite Club: Neovampirismo mafioso

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Edición original: jun./nov. 2004 y jun./sep. 2006; Vertigo (DC Comics).
Edición España: nov. 2008; Planeta DeAgostini.
Guión: Howard Chaykin, David Tischman.
Dibujo: David J. Hahn.
Entintado: David J. Hahn.
Portadas: Vincent Deighan – ‘Frank Quitely’.
Color: Brian Miller.
Rotulista: Jared K. Fletcher.
Precio: 17,95 € (Rústica, 256 págs.)

 

Con mucho retraso y después de bastantes amagos, por fin en noviembre nos ha llegado de la mano de Planeta DeAgostini el integral de Bite Club que recoge las dos miniseries de seis (Die now, live forever) y cinco números (Vampire Crime Unit) que los guionistas Howard Chaykin y David Tischman dedicaron en 2004 y 2006 respectivamente a los Del Toro, una familia mafiosa afincada en Miami cuyos miembros tienen la curiosa particularidad de ser vampiros. Los créditos se completan con David Hahn como artista completo –ya visto en la historia preliminar de Fábulas: Tierras Natales en la que Jack hacía carrera como productor de Hollywood– y un Frank Quitely que no necesita presentación a cargo de las portadas (excepto en los números #3-5 de la secuela, en los corren a cargo del propio Chaykin).

No era, curiosamente, la primera vez que el guionista principal trabajaba con historias de chupasangres –ya lo había hecho en 1988 con Black Kiss– ni tampoco la primera en coguionizar un cómic con Tischman. De hecho, ambos se conocieron mucho tiempo atrás cuando desarrollaban conceptos para la televisión, y fue el propio Chaykin quien le abrió la puertas del mundo del cómic a su amigo a través de obras como American Century, Barnum! –ambas en Vertigo–, El hijo de Superman o Ángel y el mono. Actualmente, empero, podemos ver a Tischman volando solo en la miniserie de superhéroes sesenteros Greatest Hits, también en Vertigo.

La edición española incluye lo de siempre… buena reproducción, galería con las portadas originales, un texto de David Tischman hacia la mitad del tomo y una traducción un tanto curiosa; y me explico: si bien la mayoría de los diálogos están bien traducidos y son fieles al texto original, sí se nota en cambio una traducción bastante libre en cierta clase de pasajes, principalmente en diálogos afilados que pierden mucha frescura. ¿Ejemplos? Muchos y muy variados: desde traducir «Next time you wanna show… get cable» como «La próxima vez que que quieras montar el espectáculo… ve al circo» hasta interpretar el nombre de un gato llamado Streaky como Mistetas. Y así infinidad de detalles más… no suele perderse, desde luego, el sentido, pero en muchísimas ocasiones no estamos leyendo lo que en realidad los personajes están diciendo, sino una aproximación que no era estrictamente necesaria en base a giros linguïsticos.

Argumento

La muerte de Eduardo Del Toro, todopoderoso jefe de una familia mafiosa vampira que lleva operando en Miami desde hace más de dos siglos, precipita una lucha de poder entre sus cuatro herederos directos mientras se esclarecen los misteriosos detalles que rodean su asesinato. La encarnizada confrontación entre parientes servirá, de paso, para presentarnos una sociedad estadounidense en la que los vampiros han salido a la luz, constituyéndose en una curiosa minoría racial con todas sus particularidades.


La muerte del patriarca

En la segunda miniserie por su parte, podremos ver la otra cara de la moneda: el trabajo diario de la Unidad de Delitos Vampíricos de Miami, una división entregada en cuerpo y alma a acabar con la atípica forma de crimen organizado que los vampiros han traído a la ciudad.

Analizando la serie

Si, a día de hoy, alguien me contara la historia de un emigrante que fundó una familia mafiosa en aras de proteger a su minoría de los abusos de la comunidad WASP americana, me sentiría intrigado. Si además me dijeran que el detonante de la acción es el tiroteo al patriarca de dicha organización criminal, empezaría a revolverme en la silla. Y si continuaran exponiéndome los choques entre sus sucesores metidos en el negocio –una muchacha de vida un tanto disoluta, un ahijado con muchos redaños y un tercero un tanto pusilánime– cuando el heredero resulta ser el hijo pródigo que quiso abandonar todo el ambiente malsano y violento en el que se crió, pero que aún así inevitablemente se ve abocado a vengar a su padre y tomar las riendas del negocio (con la finalidad de legalizar sus actividades)… bueno, entonces las alarmas empezarían a sonar en mi cabeza. Si a eso añadimos un «consigliere» fidelísimo con tendencia a hacer ofertas no rechazables y un alto cargo eclesiástico hasta las cejas de endeudamiento, no dudaría en afirmar que aquí, lo que tenemos, es un vulgar plagio de la trilogía de El Padrino, villanos encubiertos incluidos.

Sí, es cierto… resulta que son todos vampiros. Y se nos cuentan curiosos e interesantes hallazgos, como su papel social, sus costumbres, sus poderes y debilidades, su evolución hacia una clase alta aristocrática y decadente, su estado como colectivo minoritario en la mixtura racial americana… pero, lo cierto es que en toda la historia nada –pero nada– cambiaría si los protagonistas del cómic no fuesen vampiros. Podría pensarse que eso es todo un acierto por parte de unos guionistas que han tenido éxito al romper la incredulidad del lector e integrar perfectamente en la fauna de la ciudad a estos seres mitológicos. Pero no: porque el caso es que no hay nada en la trama que haga necesario que los protagonistas sean seres de la noche –hasta pueden salir de día–, no hay ningún pasaje en el que sus supuestos poderes les proporcionen ventaja o diferencia con respecto a cualquier otra minoría étnica y no hay nada –excepto quizás las costumbres endogámicas y sexuales no sujetas a tabúes morales– que justifique su condición.


Los descendientes de Del Toro:
Risa, Víctor, Eddy y Leto

Lo que tenemos por tanto en la primera miniserie es un discreto, sólo a ratos entretenido, pasatiempo en el que se excluye todo el virtuosismo de Coppola, se añaden pinceladas de soap operas como Dinastía o Dallas, y se intenta dar de forma totalmente fallida al cómic una pátina de crítica y análisis social, apenas esbozada y nada profunda. En palabras de Chaykin: «La mayor parte [del cómic] empezó en realidad con la idea de aproximarnos al vampirismo menos como metáfora del SIDA y la sexualidad y más como metáfora de la asimilación étnica. Aceptamos que vivimos en un país que ha sido ‘coloreado’, a falta de una palabra mejor, en las últimas dos generaciones. A lo largo de mi vida, hemos derivado de un país blanco, anglosajón y protestante a uno mucho más diverso y multicultural. Así que jugamos con los vampiros como parte de ese multiculturalismo». Todo ello, junto a una visión del vampirismo como una enfermedad vírica cuyo origen está en el murciélago sudamericano, y que saltó al hombre de forma similar al VIH… Tischman al habla: «Nuestra visión del vampirismo proviene del vampiro mismo, que es propio de América Central y América del Sur. Nuestros vampiros surigieron como gente que había sido mordida por esos murciélagos. El vampirismo es, así, un virus que saltó de los murciélagos a los humanos».

Interesantes ideas, más vistas que el tebeo por otra parte –perdón por la frase hecha– y que se quedan en una trama a la que los autores no han sabido otorgar profundidad. De hecho, ni siquiera se han molestado en otorgarle un poco de documentación: detalles como el hecho de que el crimen sudamericano no usa la palabra «consigliere» (por motivos obvios), que los castillos hechos con adobe (¿?) no pueden trasladarse piedra a piedra, que las mansiones coloniales no tenían el aspecto de una horterada de South Beach o incluso descoordinaciones tales como que en un capítulo se diga que para matar a Eduardo Del Toro se usaron balas de plata mientras que en otro se afirme que fueron de madera –sin ninguna visita al forense de por medio– indican el poco cuidado y la poca profesionalidad de los guionistas. Una carencia de saber hacer que queda potenciada en la segunda parte, cuando los ecos de Corleones y Sopranos se apagan para dar paso a una vulgar trama policíaca como la que las actuales series norteamericanas nos ofrecen ahora por doquier («si Bite Club era una especie de Dinastía, Bite Club: Unidad de Delitos Vampíricos sería C.S.I., solo que el desarrollo del intrincado argumento policial y la acción transcurriría en el parque Renfield, el ghetto vampírico de Miami» llegó a decir Tischman). Creatividad cero en una secuela facilona.

Y por cierto, hablando de productos televisivos, al menos la primera colección no puede disimular sus ambiciones: unos introitos con la frase hecha «Anteriormente, en Bite Club», así como la molesta voz en off siempre solapándose con los diálogos nos indican la voluntad de los guionistas de imitar a ese medio.


Imagen promocional de la segunda miniserie

¿No hay entonces nada bueno en el argumento? Aparte de cierto entretenimiento no demasiado exigente, sí… hay una muy buena cosa: el excelente, magnífico y morboso retrato gráfico y psicológico de ese precioso animal que es Risa Del Toro, un personaje que –al igual que los grandes actores en las películas discretas– consigue salvar el cómic y robar cada viñeta en la que aparece, gracias a unas maneras dignas de retorcida femme fatale y a una anatomía y psique deslumbrantes (ignoro si también para el sector femenino).

¿Qué hay del apartado gráfico? Piloto automático absoluto: 5-6 viñetas por página, composición anodina, espacio interviñeta respetado y uso equitativo de la viñeta panorámica, la rectangular vertical para primeros planos de personajes y la cuadrada de 1/6 de página para planos medios. Algunas splash-pages y superposiciones de carácter funcional. Respecto al dibujo, David Hahn resulta extraño… no sé si por incapacidad o de forma voluntaria, en la primera de las miniseries nos ofrece un trabajo discreto en la línea del cartoon naïf que resta a las escenas violentas todo su tremendismo y a las sexuales toda su tensión y sensualidad. Conocéis de sobra el estilo: línea gruesa y continua poco profusa; manchas de tinta expresivas reducidas a su mínima expresión; volúmenes redondeados; nada de trazos expresivos; definición perfecta de la boca, la nariz y los ojos; pelo ondulado y generalmente con volumen; y un coloreado posterior a base de tintas planas color pastel sobre las que Brian Miller tiende a disponer filtros a base de colores chillones (amarillo lima, rosa, violeta, naranja…). Y una curiosidad: el dibujante tiene un serio problema al dibujar pabellones auditivos.


Estilo gráfico en Bite Club

En la segunda miniserie Hahn tiende a aplicar cierto grado de feísmo al estilo precedente, cambiando bastante la impresión que el lector percibe del cómic: mantiene las características en general, pero usa una línea más fina y profusa que además utiliza con fines expresivos –marcando pómulos, por ejemplo–; estiliza más a los personajes (alargándolos); y compone sus volúmenes de forma más angulosa. Además, varía sustancialmente el tratamiento del pelo de los protagonistas, limitándose a marcar sus límites y definiendo el volumen a base de cambios en el tono del color (no tan ricos como para ser gradados). Y, por último, la gama cromática es más fría. Si me preguntáis, prefiero el primero de estos estilos… en general odio la línea fina a menos que se sepa utilizar muy bien.


Estilo gráfico en Bite Club:
Unidad de Delitos Vampíricos

Las portadas de Frank Quitely, por último, resultan muy llamativas por sus conseguidas pin-ups, su dominio de la anatomía, su desmesurado talento gráfico y su potencia sexual, si bien todo lo atractivo que resulta el dibujante en estas lides no compensa –a mi gusto– su nula capacidad para encontrar composiciones que sean realmente portadas, y no pósters. En todo caso –y salvando las distancias entre los estilos– su comparación con las de Chaykin deja en muy mal lugar a las de este último.


Dos portadas de Quitely y dos de Chaykin

Valoración personal

Tras haber leído el artículo completo, supongo que no hará falta decir que esta Bite Club me ha gustado más bien poco. Salvo pasar el rato y admirar a Risa Del Toro, no me ha aportado nada y, además, los temas que trata están mucho mejor expuestos en infinidad de obras más sustanciosas. Poco más me queda que decir excepto recomendarla únicamente a completistas del sello, lectores que quieran simplemente entretenerse y tengan una economía abierta al despilfarro o coleccionistas compulsivos con todo aquello que tenga que ver con el vampirismo.

Enlaces recomendados

Artículo en la Wikipedia inglesa sobre la obra, así como fichas en Comic Book Database de la miniserie original y su continuación.

Va de autores: artículo en la Wikipedia inglesa sobre Howard Chaykin, un vistazo a las obras de David Tischmann, página oficial de David Hahn, de nuevo artículo en la Wikipedia sobre Frank Quitely y una galería dedicada a este último autor.

Otros contenidos: texto en Universo DC sobre la obra a cargo de Fran San Rafael, reseña de Álvaro Pons en La Cárcel de Papel, reseña (positiva) en TeleComicDiario y charla con los guionistas en Newsarama a propósito de la primera y la segunda parte. Para los que se queden con ganas de más, otra charla con Chaykin en Comic Book Resources.

Última actualización de este artículo: 23 de enero de 2010

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ZANTOBLIN
Lector
7 noviembre, 2008 9:35

Estoy completamente de acuerdo contigo José. Son miniseries más que prescindibles (de hecho la 2ª no llegué ni a terminarla). Me alegro poder estar de acuerdo, ya que ultimamente parecía que sólo entraba aquí para llevar la cotraria a todo el mundo.

Cannonball
7 noviembre, 2008 9:49

Si antes de leer el articulo no me llamaba nada la atencion (mas alla de las portadas de Quitely), ahora menos, me alejare de Bite Club tanto como sea posible XD.

Por cierto, leido el primer volumen de The Programme….

Cannonball
7 noviembre, 2008 10:02

Me ha gustado, aunque algunas cosas me chirrian un poquito, pero vamos, esta un nivel que hacia tiempo no le veia (y eso que su arco en el Clasificado de la JLA no me disgusto) y la narrativa (temporal) es, simplemente, exquisita…. y Smith cumple sobradamente.

Cannonball
7 noviembre, 2008 10:08

Mejor, no es una compra baladi, seguro que lo disfrutas XD

Phantomas
Phantomas
Lector
7 noviembre, 2008 10:12

Y así llegamos a una recomendación de no-compra de algo que en principio me llamaba, y a otra de compra de algo no previsto, jejeje

menglo
menglo
Lector
7 noviembre, 2008 10:12

Completamente de acuerdo contigo en este articulo.

Esperaba mucho de ambas miniseries,incluso en su momento pense en pillarmelas via USA,porque el concepto de la serie me llamaba la atencion pero que gran decepcion supuso.

kaos baggins
Lector
7 noviembre, 2008 10:29

con lo que me pirran las historias de vampiros y la portada del quitely, me compre el volumen en cuanto llego a la ibreria….. y aunque me ha entretenido por momentos he tardado en leermelo mucho mas de lo habitual

de esas veces que aunque hay cosas que te gustan no consigues leer mucho rato seguido y empiezas a pensar en lo que falla y te van saliendo mas cosas que las buenas

el personaje de risa esta bien, y algunas situaciones, pero claro, es lo que tiene copiar a una obra maestra que algun regusto queda, pero sin aprovechar, lo que se vuelve frustrante

la segunda serie, mas centrada en risa……. pues quizas si se la hubieran dado a otros guionistas que intentaran aprovecharla de verdad, asi casi me costo mas de leer que la primera

lo he terminado con la sensacion de que me entretuvo y lo olvidare con lo primero que me lea, y me da rabia, por que me interesaba muchisimo la situacion inicial, pero entre sinsentidos y copias malas es como una gaseosa

Talphin
Lector
7 noviembre, 2008 20:52

Pues a mí me encantó. Yo me lo leí en inglés y estaba deseando de que se editara en español. Me parece una serie entretenida  y con intrigas familiares a lo Los Soprano.

Ahora bien, alucino con lo influenciable que es la gente. Alguien cuelga una reseña diciendo que no le ha gustado el cómic y salen 10 diciendo que como no le ha gustado a José ya no se lo compran… 🙂

Cannonball
8 noviembre, 2008 8:47

Vamos, vamos, quiero conocer esas primeras impresiones XD…

Talphin
Lector
9 noviembre, 2008 0:17

No, no solemos hacer reseñas en el blog en el que participo, vamos por otros derroteros. Pero no tengo inconvenientes en explicar por qué pienso de manera distinta:
A mí la serie me gustó en su día porque mezcla vampiros y mafia, dos temas que me suelen gustar (me cogió en pleno apogeo Soprano). Las tramas de competiciones familiares y dobles juegos entre sus protagonistas me parecen bien escritas y el dibujo de Tischman me gusta aunque más aún las portadas de Quitely. El proceso evolutivo del padre Leto. La segunda miniserie flojea un poco, sí, entre otras cosas porque conserva pocos protagonistas de la primera, pero como me quedó tan buen regusto de la original y sobre todo de su principal protagonista Risa del Toro, pues supongo que «se lo perdono».
Pero vamos, que tu explicación de que aquí la gente ya sabe si le gusta o no según tus críticas sí me aclara mucho más las cosas… es que me había asustado. Llegué a pensar: Ahora entiendo por qué Hernando ya no os concede entrevistas semanales. Jajaja, 😉 Me ha quedado demasiado calada esa pregunta de las entrevistas a blogueros de +Qcomics de: «¿Hasta qué punto crees que tiene influencia la blogsfera?»
Salu2

Talphin
Lector
9 noviembre, 2008 0:20

Uy, lo del padre Leto no lo he terminado de escribir. Quería decir que me parece muy bien plasmado el lento proceso evolutivo del personaje del padre Leto. 😛

Talphin
Lector
9 noviembre, 2008 9:01

Y X-Men Deadly Genesis es un calco en algunas partes de Crisis de Identidad; y Identity Disc es un calco de Sospechosos habituales; y Dinastía de M es La Era de Apocalipsis y… muchos otros. A mí eso no me impide disfrutar de un cómic.

Pero vamos, que a ti no te ha gustado y a mí sí. No hay más.