Vertigo Bazar: DMZ (Obras públicas)

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Edición original: sep. 2007; Vertigo (DC Comics).
Edición España: ago. 2008; Planeta DeAgostini.
Guión: Brian Wood.
Dibujo: Riccardo Burchielli.
Entintado: Riccardo Burchielli.
Portadas: Brian Wood.
Color: Jeromy Cox
Rotulista: Jared K. Fletcher.
Precio: 12,95 € (Rústica, 168 págs.)

 

Post de referencia. DMZ: Sobre el Terreno

En pleno mes de agosto nos llegó DMZ: Obras públicas, tercera entrega de una serie que se ha convertido por derecho propio en la mejor obra que se edita en Vertigo desde hace mucho tiempo (concretamente, desde que empezaron con esos personajes fabulosos que todos conocéis). De hecho, teniendo en cuenta que Planeta le ha imprimido a esta colección un ritmo vertiginoso para lo que se estila –con tomos en noviembre y marzo–, ya os podéis hacer una idea de que vale la pena. En total tenemos otros cinco números (#13-17 USA) que desarrollan un arco argumental completo y en los que la creación de Wood y Burchielli sigue ganando en complejidad argumental y frescura narrativa (homenaje a V de Vendetta incluido).

Respecto a la edición española, decir que la reproducción es correcta y fiel, y que como extras se incluyen –al igual que en la estadounidense– una cantidad razonable de bocetos realizados por el dibujante y un artículo bastante destroyer de Cory Doctorow, coeditor del blog Boing boing, escritor y periodista. Sobre la traducción, habría que darle un pequeño tirón de orejas a la editorial pues, aunque en general es correcta, hay por aquí y por allí algunos errores bastante notables no ya a nivel de giros lingüísticos, sino en materia de fidelidad literal pura y dura. Y eso, en un cómic en el que el diálogo y las palabras son tan importantes, debería estar más cuidado.

Un ejemplo indicativo de lo que expongo puede verse en la página 79 del tomo, en la que se lee la frase «pero de lo que estoy seguro es de que tu muerte llegará cuando tenga que llegar ¿vale? Y si esa gente de Trustwell te encuentra… te matan. Por el simple hecho de que están cabreados». Si os fijáis es un diálogo bastante incongruente (o pobre); pero es que claro, el original era «But I know you want your death, when-ever it comes, to mean something, right? […]» (con el subtexto de que una muerte anónima es una muerte sin significado). ¿Por qué se ha traducido así cuando el original no planteaba dificultad alguna? Ni idea.

Argumento

La DMZ , Nueva York. De un tiempo a esta parte la guerra parece haberse encauzado a través de la vía diplomática y las escaramuzas armadas han quedado atrás. Es pues el momento perfecto para que las empresas privadas de seguridad y reconstrucción como Trustwell Inc. acometan el proceso de devolver el esplendor, bajo la supervisión de las Naciones Unidas, a una infraestructura destrozada. Pero hay un problema: una ola de actos violentos está dificultando el proceso, provocando además una escalada de tensión entre Trustwell, la ONU y los habitantes de la DMZ.

Y como algo huele a podrido en todo esto, nuestro viejo amigo Matty Roth decide sacar todos los trapos sucios a la luz, aunque implique infiltrarse en una de las células terroristas y poner en peligro a todos sus seres queridos. Pero bueno… si es cierto lo que dicen acerca de la verdad –que nos hace libres–, proteger a los amigos y ejercer como periodista debe de ser la misma cosa. ¿O no?


Acto terrorista

Reflexiones cínicas al hilo de una lectura

La guerra es un gran negocio; siempre lo ha sido y siempre lo será. Independientemente de los motivos que la desencadenen –que también la mayor parte de las veces son económicos–, la maquinaria bélica arrastra un sinfín de beneficios industriales colaterales para empresas armamentísticas, asesorías políticas y militares, grupos de comunicación… todos ellos sacando provecho de los conflictos armados. Pero el premio, el gran premio viene después. Y es que, quien gana la guerra, gana los derechos de reconstrucción del país donde se ha desarrollado.

Esto no constituye ya un mero motor para ciertos grupos fácticos, sino para todo una nación. Aeropuertos, carreteras, casas, escuelas, telefonía, internet, luz, agua, gas… poner en marcha todo esto y, de paso, inculcar un provechoso sentido de las necesidades que cree un futuro consumidor de exportaciones es suficiente para dar de comer a casi todo un país, al tiempo que resulta una increíble fuente de ingresos. Especialmente, por otra parte, si se usa mano de obra local menos exigente con eso de los sueldos y las sindicaciones. Sí; llevar la democracia y la libertad por el mundo es fantástico y maravilloso. Pero no lo es tanto si no genera dinero.


En la boca del lobo

No obstante, por desgracia hay dos escollos retroalimentados que impiden llenar las arcas: la legalidad internacional y el terrorismo local. El segundo es en muchas ocasiones provocado por la pobreza y la falta de esperanza que hacen cautivas del fanatismo, la alienación, la mala leche o la cartera de otros a las personas que lo ejercen –perfectamente ejemplificados en los casos de Amina y el jefe de la célula terrorista–. El primero, sin embargo, es un hueso mucho más duro de roer en tanto en cuanto es una imposición que nos viene dada por la propia conciencia occidental; imposición que, para colmo, impide tratar de forma expeditiva a los sospechosos de provocar el segundo problema… aunque, pensándolo mejor, tampoco es que sea insalvable si tenemos en cuenta que esa propia conciencia occidental inventó la corrección política y la moral del «ojos que no ven, corazón que no siente».

Si a eso añadimos el hecho de que los intereses políticos y empresariales van de la mano –por no hablar de la financiación de campañas al otro lado del Atlántico o de la jubilación de ciertos efectivos militares– llegaremos a la sorprendente conclusión de que, a veces, resulta muy conveniente que la seguridad y el orden vengan impuestos de la mano de empresas privadas, acerca de las cuales no hay que responder ni en parlamentos, ni en cumbres ni en molestas ruedas de prensa. En el tebeo que hoy nos ocupa se trata de la Trustwell; en el periódico de mañana, de la Blackwater.


Seguridad privada
en DMZ

Así que, queridos lectores, cuando en los medios informativos os hablen de guerras, no penséis que son un trágico drama que no debería existir, porque pueden dar de comer al vecino o pagar los mítines del partido al que otorgáis vuestro voto. Y es que, si todo caos encierra una oportunidad oculta para los más avispados, la guerra es el mayor y más pingüe caos que hemos podido inventar para satisfacerlos.

Valoración personal

Da gusto ver cómo, cuando se perciben buenos elementos de partida en un tebeo, éste responde trascendiendo su siempre inevitable presentación para desarrollarlos como se merecen una vez que se tiene cancha para ello. El presente arco de DMZ es, sin duda, lo mejor de una serie que tomo tras tomo aspira a más; cinco números compactos, sin florituras ni capítulos sueltos, que demuestran que Brian Wood le ha cogido el punto exacto a su creación y que Riccardo Burchielli ha hecho lo propio con los lápices. Es decir, que narrativa y gráficamente resulta una delicia.


Final ¿feliz?

A nivel argumental, lejos de agotarse en sí misma, la colección sigue proponiéndonos nuevos aspectos respecto a los cuales reflexionar. Tal vez podría achacársele que en esta ocasión la trama resulta algo previsible, pero la ausencia de contemplaciones y el buen hacer al exponerla eliminan toda gana de protestar. En definitiva: un cómic potentísimo, duro, realista y con un punto de amargor que resulta en parábola perfecta –y casi diría que necesaria, por poco que me guste esta expresión– de cualquier guerra de la última mitad del siglo XX o principios del XXI. E incluso, tal vez, de cualquier guerra que una vez fue.

También en Zona Negativa

Reseña a cargo de Juanjo Palacios para esta misma página.

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Phantomas
Phantomas
Lector
5 septiembre, 2008 11:37

A falta de leer dos capítulos, la verdad es que la serie sigue interesante y, efectivamente, parece que no tiene problemas de agotamiento, al menos de momento.

PD: La legalidad internacional, dependiendo de quien seas puede sortearse o no… Si te llamas USA, Rusia o China ya sabemos todos por donde te la pasas, ¿no?

nando
nando
5 septiembre, 2008 12:13

Hola buenas, para quien no lo sepa el proximo Sabado 13 va ver un taller de comic gratuito en la fnac de callao, donde por lo visto te van a enseñar algunos trazos pa aprender a dibujar y va ir Carlos Pacheco un español que curra con x-men y demás. Yo ya he mandao mi mail pa reservar mi plaza en forum.callao@fnac.es

Un saludo y esperemos que no sea una mier….!!!

pd: se me olvidaba decir que empieza sobre las 7 de la tarde.

Alpar
Alpar
5 septiembre, 2008 14:24

Ya puestos, complementen la lectura con el tebeo recientemente publicado «Garduño en tiempos de paz», que abrirá más de unos ojos sobre qué pasa en el mundo.

Zantoblin
Lector
5 septiembre, 2008 19:11

Este es hasta hoy mi arco argumental favorito de la serie. Me gustó mucho el tema de los terroristas suicidas y el de la marginalidad del entorno de algunos personajes. Y por supuesto el final. Realmente es un trabajo impecable de un gran equipo creativo. ¿Véis como Wood se merece el Eisner o el Harvey al mejor guionista? ¡Y Burchielli el de mejor dibujante!

Kant
Kant
29 octubre, 2008 12:53

Creo que en Estados Unidos se oyen rumores de cancelación de esta serie (es posible que yo no esté al tanto de las novedades y ya haya sido cancelada) ¿qué hay de cierto en ello?

Kant
Kant
30 octubre, 2008 10:15

Muchas gracias por tu pronta y descriptiva respuesta.
La verdad es que desde que hace un par de meses descubrí vuestra página en un comentario del Dolmen, no me llevo más que gratas sorpresas.
Vuestras reseñas alfabéticas me han sido muy útiles para saber elegir en un mercado cada vez más saturado.